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FESTIVIDADES DICIEMBRE

12 DE DICIEMBRE

Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a clase de catecismo y a oír la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó que le llamaban de arriba del cerro diciendo: "Juanito, Juan Dieguito".

Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los demás amadores míos que me invoquen y en Mí confíen. Vas donde el Señor Obispo y le manifiestas que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo".

"Ten seguro que te agradeceré bien y te lo pagaré. Vas a merecer que yo te recompense el trabajo y fatiga con que procuras hacer lo que te encomiendo".

Él se arrodilló y le dijo: "Señora mía, voy corriendo a cumplir lo que me has mandado. Yo soy tu humilde siervo". Y se fue de prisa a la ciudad y en derechura al Palacio del Obispo que era Fray Juan de Zumárraga, religioso franciscano.

Cuando el obispo oyó lo que le decía el indiecito Juan Diego, no le creó. Solamente le dijo: "Otro día vendrás y te oiré despacio".

Juan Diego se volvió muy triste porque no había logrado que se realizara su mensaje. Se fue derecho a la cumbre del cerro y encontró allí a la Señora del Cielo que le estaba aguardando. Al verla se arrodilló delante de Ella y le dijo: "Señora, la más pequeña de mis hijas, niña mía, expuse tu mensaje al Sr. Obispo, pero pareció que no lo tuvo por cierto. Comprendí por la respuesta que me dio que pensó que quizás que es una invención mía que Tú quieres que te hagan aquí un templo, y que eso no es una orden tuya. Por lo cual te ruego que le encargues a alguno de los principales que le lleve tu mensaje para que le crean, porque yo soy un pobre hombrecillo, el último de todos. Perdóname que te cause esta gran pesadumbre. Señora y Dueña Mía".

Ella le respondió: "Oye, hijo mío, el más pequeñito, es preciso que tú mismo solicites y ayudes a que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío, y aún te mando, que otra vez vayas mañana a ver al Sr. Obispo. Dile que yo en persona, la siempre Virgen María, Madre de Dios, te envía, para hacerle saber mi voluntad: que deben hacer aquí el templo que les pido".

Pero al día siguiente el obispo tampoco le creyó a Juan Diego y le dijo que era necesaria alguna señal maravillosa para que se pudiera creer que sí era cierto que lo enviaba la misma Señora del Cielo. Y lo despidió.

El lunes Juan Diego no volvió al sitio donde se le aparecía nuestra Señora, porque su tío Bernardino se puso muy grave y le rogó que fuera a la capital y le llevara un sacerdote para confesarse. Él dio la vuelta por otro lado del Tepeyac para que no lo detuviera la Señora del Cielo, y así poder llegar más pronto a la capital. Más Ella le salió al encuentro en el camino por donde iba y le dijo: "Ten entendido hijo mío, el más pequeño, que no es tan importante lo que te asusta y aflige. No se entristezca tu corazón ni te llenes de angustia. ¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿Acaso no soy tu ayuda y protección? No te aflijas por la enfermedad de tu tío, que en ese momento ha quedado sano. Sube ahora a la cumbre del cerro y hallarás distintas flores. Córtalas y tráelas".

Juan Diego subió a la cumbre del cerro y se asombró muchísimo al ver tantas y exquisitas rosas de castilla, siendo aquel un tiempo de mucho hielo en el que no aparece rosa alguna por allí, y menos en esos pedregales. Llenó su poncho o larga ruana blanca con todas aquellas bellísimas rosas y se presentó a la Señora del Cielo. Ella le dijo: "Hijo mío, esta es la prueba que llevarás de parte mía al Sr. Obispo. Te considero mi embajador, muy digno de mi confianza. Ahora te ordeno que sólo delante del Sr. Obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contarás todo lo que viste y admiraste para que puedas inducir al prelado, con objeto de que se construya el templo que he pedido".

Juan Diego se puso en camino, ya contento y seguro de salir bien. Al llegar a la presencia del obispo le dijo: "Señor, hice lo que me mandaste hacer: Pedí a la Señora del Cielo una señal. Ella aceptó. Me despachó a la cumbre del cerro y me mandó cortar allá unas rosas y me dijo que te las trajera. Así lo hago, para que en ellas veas la señal que pides, y cumplas su voluntad. Helas aquí".

Desenvolvió luego su blanca manta, y así que se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosas de castilla, se dibujó en ella y apareció de repente la preciosa imagen de la Virgen María, Madre de Dios, tal cual se venera hoy en el templo de Guadalupe en Tepeyac. Luego que la vieron, el Sr. Obispo y todos los que allí estaban se arrodillaron llenos de admiración. El prelado desató del cuello de Juan Diego la manta en que se dibujó y apareció la Señora del Cielo y la llevó con gran devoción al altar de su capilla. Con lágrimas de tristeza oró y pidió perdón por no haber aceptado antes el mandato de la Señora del Cielo.

La ciudad entera se conmovió y venían a ver y admirar la devota imagen y a hacerle oración y le pusieron por nombre la Virgen de Guadalupe, según el deseo de Nuestra Señora. Juan Diego pidió permiso para ir a ver a su tío Bernardino que estaba muy grave. El Sr. Obispo le envió un grupo de personas para acompañarlo. Al llegar vieron a su tío que estaba muy contento y que nada le dolía. Y supieron que había quedado instantáneamente curado en el momento en que la Sma. Virgen dijo a Juan Diego: "No te aflijas por la enfermedad de tu tío, que en este momento ha quedado sano".

El señor Obispo trasladó a la Iglesia Mayor la santa imagen de la amada Señora del Cielo. La ciudad entera desfilaba a admirar y venerar la Sagrada Imagen, maravillados todos de que hubiera aparecido por milagro divino; porque ninguna persona de este mundo pintó su preciosa imagen (hasta aquí el relato indio del siglo XVI).

La imagen de la Virgen de Guadalupe se venera en México con grandísima devoción, y los milagros obtenidos por los que rezan a la Virgen de Guadalupe son tan extraordinarios que no se puede menos que exclamar: "El Poder divino está aquí".

El Papa declaró a Nuestra Señora de Guadalupe como "Patrona y Emperatriz de América". Su fiesta se celebra el 12 de diciembre.

Un hecho inexplicable (Tomado de "El Catolicismo" 25 de octubre de 1981).

Los asombrosos descubrimientos que se han hecho acerca del Cuadro de la Virgen de Guadalupe en México, tienen pasmados a los científicos.

Últimamente se ha formado una comisión de científicos para investigar los fenómenos inexplicables de esta tela que era la ruana o poncho del indio Juan Diego.

Lo primero que llama la atención de los expertos textiles es que esta manta se haya podido conservar durante siglos, expuesta al polvo, al calor y a la humedad, sin que se haya deshilachado ni se haya desteñido su bella policromía. Siempre estuvo así expuesta a todo, a la topa tolondra, y sólo desde hace unos años la cubrieron con un vidrio.

La tela está hecha con una fibra de ayate mexicano que se descompone por putrefacción a los veinte años, como ha sucedido con varias reproducciones de la imagen que se han fabricado en esta misma clase de tejido. Y sin embargo este lienzo lleva cuatrocientos cincuenta años desde el tiempo de Hernán Cortés, sin desgarrarse, ni descomponerse, y por causas inentendibles a los expertos, es refractaria a la humedad y al polvo.

La pintura que cubre la tela es otro misterio. El sabio alemán Kuhn, que es premio Nobel en Química, ha estudiado esta pintura, y su respuesta dejó atónitos a los oyentes: "estos colorantes no son ni minerales, ni vegetales, ni animales".

Se podía pensar que la tela resistía tanto porque la habían colado y preparado de manera especial como a otras pinturas famosas para que tuviera gran resistencia.

Pero el sabio Callagan, de la NASA, de Estados Unidos la ha estudiado con aparatos de rayos infrarrojos y ha descubierto que la tela no tiene ningún engomado ni preservante, y que no se puede explicar cómo esas pinturas han resistido cuatro siglos en un lienzo tan ordinario. Con estos rayos infrarrojos se ha descubierto que la imagen no tiene esbozos previos como se ve en los cuadros de Rubens y Tiziano, sino que fue pintada directamente, tal cual se la ve, sin tanteos ni rectificaciones.

La imagen no tiene pinceladas. La técnica empleada es desconocida en la historia de la pintura. Es inusual, incomprensible e irrepetible.

LA PUPILA DE LA VIRGEN: LO MÁS INEXPLICABLE: Un famoso oculista, Lauvvoignet, examinó con un poderoso lente la pupila de la Virgen, y la observó maravillado que en el iris se veía reflejada la imagen de un hombre. Esto fue el principio de una investigación que condujo a los más inesperados descubrimientos.

La digitalización consiste en que si se fotografía la pupila de una persona, con una máquina poderosa y especial, en la fotografía queda todo lo que esa persona está viendo en el momento de tomar la foto. El Dr. Tosman, especializado en digitalización, o sea en averiguar por medio de fotos lo que la persona está viendo, le ha tomado fotografías a la pupila de la Virgen de Guadalupe. Las amplía miles de veces, y logra captar detalles imposibles de ser captados a simple vista. Y los detalles que aparecen en las fotografías de la Virgen de Guadalupe son: Un franciscano en cuyo rostro se ve deslizarse una lágrima; un hombre con la mano sobre la barba en señal de admiración; otro indio en actitud de rezar; unos niños y varios religiosos franciscanos más. O sea todas las personas que según la historia de la Virgen de Guadalupe escrita hace varios siglos, estaban presentes en el momento en el que apareció la sagrada imagen.

Lo que es radicalmente imposible es que en un espacio tan pequeño como la córnea de un ojo situado en una imagen de tamaño natural, aún el más experto miniaturista lograra pintar todas esas imágenes que ha sido necesario ampliar dos mil veces para poderlas advertir.

¡Inexplicable! Fue lo que exclamaron los expertos al conocer la respuesta del sabio alemán Kuhn cuando comprobó que los colores de esta pintura de la Virgen de Guadalupe no eran ni minerales, ni vegetales, ni animales.

¡Inexplicable! Exclamaron los sabios norteamericanos Smith y Callagan al comprobar que esta pintura carece de pinceladas y que esta tela que ha durado 450 años sin dañarse no tiene ningún preparativo que la conserve así.

¡Inexplicable, radicalmente inexplicable! Exclama el especialista Tonsman al referir en sus conferencias que con su máquina fotográfica de "digitalización" ha logrado encontrar en las pupilas de la Virgen de Guadalupe las imágenes de todas las personas que estaban presentes en el día de su aparición.

"Hay que respetar las diversas formas de devoción que la Iglesia ha venido aprobando a través de los siglos. Devociones de acuerdo con el temperamento, los sitios, los tiempos y la manera de ser de los fieles. (Concilio Vaticano).

No temas. ¿No estoy yo aquí que son tu madre? ¿No estás por ventura en mi regazo? No te apene ni te inquiete cosa alguna.

Interpretación Indígena

de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe

En este apartado se presenta una síntesis de algunos de los datos que nos ayudan a entender el significado que los indígenas le dieron a la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.

Introducción

Los pueblos mesoamericanos trasmitían la memoria de su historia de generación en generación por medio de poemas y cantos, que al ser trascritos mediante figuras y símbolos en papel amate o en pieles formaban los llamados códices. Los expertos coinciden en que la Virgen de Guadalupe quiso mostrarse a los antiguos pueblos indígenas con un atuendo lleno de símbolos (a manera de códice) que los habitantes de estas tierras pudieron entender fácilmente.

Para que desde nuestra visión moderna podamos comprender la profundidad del mensaje contenido en la imagen Guadalupana es necesario conocer el significado básico de los símbolos presentes en la Santa Imagen según estas culturas indígenas.

Algunos elementos de descripción de la Imagen de la Virgen de Guadalupe

La estatura de la Virgen en el ayate es de 143 centímetros y representa a una joven cuya edad aproximada es de 18 a 20 años.

Su rostro es moreno, ovalado y en actitud de profunda oración. Su semblante es dulce, fresco, amable, refleja amor y ternura, además de una gran fortaleza.

Sus manos están juntas en señal del recogimiento de la Virgen en profunda oración. La derecha es más blanca y estilizada, la izquierda es morena y más llena, podrían simbolizar la unión de dos razas distintas.

Lleva el cabello suelto, lo que entre los aztecas era señal de una mujer glorificada con un hijo en el vientre.

Está embarazada. Su gravidez se constata por la forma aumentada del abdomen, donde se destaca una mayor prominencia vertical que trasversal, corresponde a un embarazo casi en su última etapa.

La flor de cuatro pétalos o Nahui Ollin: es el símbolo principal en la imagen de la Virgen, es el máximo símbolo náhuatl y representa la presencia de Dios, la plenitud, el centro del espacio y del tiempo. En la imagen presenta a la Virgen de Guadalupe como la Madre de Dios y marca el lugar donde se encuentra Nuestro Señor Jesús en su vientre.

 

*Nuestras tradiciones y creencias adopta a La Virgen de Guadalupe como nuestra, como mexicana, pero en realidad la Virgen es de nacionalidad judia, entonces por que la virgen quiso aparecerse en México, podriamos decir que la virgen quiso tomar la apariencia del indigena, el color de esa raza morena, raza marginada.

                                                       

 

25 de Diciembre La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo

Llamado "Día de Navidad"

Cuando se hubieron cumplido los acontecimientos que debían preceder al advenimiento del Mesías, de acuerdo con los vaticinios de los antiguos profetas, Jesús llamado el Cristo, Hijo de Dios eterno, se encarnó en el seno de la Virgen María y, hecho hombre, nació de ella para la redención de la humanidad. Desde la caída de nuestros primeros padres, la sabía y misericordiosa providencia de Dios había dispuesto gradualmente todas las cosas para la realización de sus promesas y el cumplimiento del más grande de sus misterios: la encarnación de su divino Hijo.

Por aquel entonces, el emperador Augusto había emitido un decreto para llevar a cabo un censo en el cual todas las personas debían registrarse en un lugar determinado, de acuerdo con sus respectivas provincias, ciudades y familias. El mencionado decreto fue la ocasión para que se manifestara al mundo entero que Jesucristo era descendiente de la casa de David y de la tribu de Judá, puesto que a todos los miembros de aquella familia se les ordenó registrarse en Belén, pequeña ciudad de la tribu de Judá, cerca de diez kilómetros al sur de Jerusalén, donde estuvo la casa de David. Hasta Belén habían llegado José y María, procedentes de Nazaret, población galilea situada a noventa kilómetros al norte de Jerusalén. Siglos antes, el profeta Miqueas había vaticinado que Belén-Efrata (es decir casa del pan, la abundante), quedaría ennoblecido por el nacimiento del "regidor de Israel" o sea Cristo. Por lo tanto, María y su esposo José, en acatamiento a las órdenes del emperador para los registros del censo, hicieron la larga jornada. Al llegar a Belén, encontraron que las posadas y hospederías estaban colmadas y no era posible encontrar hospedaje. Llenos de inquietud al cabo de buscar en vano durante largo tiempo se refugiaron en una cueva de las colinas a cuyo pie se encuentra la ciudad de Belén, y que se utilizaba como establo para guarecer al ganado. La tradición universalmente admitida afirma que en la cueva se hallaban un asno y un buey*.

En aquel lugar, llegada la hora del parto, la Virgen María trajo al mundo a su divino Hijo, lo envolvió en lienzos y lo recostó en la paja del pesebre**. Dios dispuso que Su Hijo, no obstante haber llegado al mundo en la oscuridad de la pobreza, fuese inmediatamente reconocido por los hombres y recibiese los primeros homenajes de su devoción; pero esos fueron los humildes pastores, puesto que los grandes de la tierra, los más sabios entre los judíos y los gentiles, los ancianos y los príncipes, los que parecían estar encima del nivel común de la humanidad, fueron pasados por alto. Sólo algunos pastores que en aquellos momentos vigilaban los rebaños junto a las majadas, tuvieron el privilegio de ver a un ángel que se les apareció rodeado por una luz resplandeciente. En el primer momento, los pastores se sintieron sobrecogidos por el temor, pero entonces, el ángel les habló: "¡No temáis!" les dijo. "Son buenas las nuevas que os traigo y serán motivo de gran júbilo para todas las gentes. Porque en este día os ha nacido un Salvador, que es Cristo, el Señor, en la ciudad de David. Estas son las señas que os doy: encontraréis al recién nacido envuelto en lienzos y recostado en un pesebre". Junto con el ángel, aparecieron en el cielo multitudes de espíritus celestiales que alababan a Dios y decían: "¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!". Los pastores, asombrados, se dijeron entre sí: "Vayamos a Belén y veamos ese suceso prodigioso que acaba de suceder y que el Señor nos ha manifestado". Se fueron pues, a toda prisa; y hallaron a María, a José y al Niño reclinado en un pesebre. "Y al verle, se convencieron de cuanto se les había dicho de aquel Niño. Y todos los que supieron el suceso se maravillaron igualmente de lo que contaban los pastores (pero María guardaba todas estas cosas dentro de sí, ponderándolas en su corazón)". Los pastores rindieron homenaje al Mesías como al rey espiritual de los hombres y regresaron a sus rebaños, no cesando de alabar y glorificar a Dios.

El mensaje del ángel a aquellos pastores, iba dirigido a nosotros, a "todas las gentes". Por aquellas palabras, se nos invita a adorar a nuestro recién nacido Salvador y sería necesario que nuestros corazones fuesen impenetrables a todas las cosas del espíritu, si no se colmasen de regocijo al considerar la divina bondad y la misericordia infinita que se manifiestan en la Encarnación y el advenimiento del Mesías prometido. Ya la idea y la previsión de este misterio consolaron a Adán cuando fue expulsado del Paraíso; la promesa del advenimiento endulzó la amarga peregrinación de Abraham; alentó a Jacob para no tener a ningún adversario y a Moisés para hacer frente a todos los peligros y vencer todas las dificultades, cuando libró a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Todos los profetas vieron al Mesías en espíritu, lo mismo que Abraham, y todos se regocijaron. Si ya la esperanza dio tanta alegría a los patriarcas, ¡cuánta mayor felicidad debería darnos su realización! "La carta de un amigo", dice San Pedro Crisólogo, "es reconfortante, pero lo es mucho más su presencia; un pagaré es útil, pero su pago lo es en mayor grado; las flores son bellas, pero las supera la hermosura de su fruto. Los antiguos padres recibieron las amistosas misivas de Dios, nosotros gozamos de su presencia; ellos tuvieron su promesa, nosotros el cumplimiento; ellos el pagaré, nosotros el pago. Solamente amor nos pide Dios como tributo particular para celebrar este misterio; sólo ese pago pide a cambio de todo lo que ha hecho y de lo que ha sufrido por nosotros. '¡Hijos!', nos llama. '¡Dadme vuestro corazón!' Amarle es nuestra suprema felicidad y la más alta dignidad de la criatura humana".

La vida en Cristo es la práctica del Evangelio. Desde el momento de nacer, nos enseña, primero a practicarlo y después a predicarlo. El pesebre fue su primer pulpito y desde ahí nos enseñó a curar nuestras enfermedades espirituales. Vino entre nosotros a buscar nuestras miserias, nuestras pobrezas, nuestras humillaciones, a reparar el deshonor que nuestro orgullo le había inflingido a Dios Padre y aplicar un remedio a nuestras almas. Y para ello, eligió una madre pobre, un poblado pequeño, un establo. Aquél que adornó al mundo y visitó a los lirios del campo con una majestad mayor a la de Salomón, estuvo envuelto en zaleas y reclinado en un pesebre. Eso fue lo que escogió como señal de su identidad. "Que os sirva de señal", había dicho el ángel a los pastores, "encontrar al Niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre". En todo ello hay una poderosa enseñanza. "La gracia de Dios, nuestro Salvador, había aparecido a todos los hombres para instruirnos", afirma el apóstol. A todos los hombres, al rico y al pobre, al grande y al pequeño, a todo el que quiera compartir Su gracia y Su reino y, para todo eso, nos dio su primera lección de humildad. ¿Qué es todo el misterio de la Encarnación sino el más asombroso acto de humildad de un Dios? Para expiar nuestro orgullo, el Hijo de Dios, se despojó de su gloria y tomó la forma del hombre con todas sus condiciones y en todas sus circunstancias, salvo en el pecado. ¿Quién puede dejar de imaginarse que toda la creación se colmó con la gloria de Su presencia y se estremeció de júbilo ante El? Pero nada de esto pudieron ver los hombres. "No vino", dice San Juan Crisóstomo, "para sacudir al mundo con la presencia de su Majestad; no llegó entre rayos y truenos, como en el Sinaí; sino que lo hizo calladamente, sin que nadie lo supiera".

En el año 5199 de la Creación del mundo, cuando Dios, en el principio, hizo de la nada los cielos y la tierra; el año 2957 después del diluvio; el año 2015 del nacimiento de Abraham; el año 1510 desde Moisés y la salida de Egipto del pueblo de Israel; el año de 1032 desde que David fue ungido rey; en la sexagésima quinta semana, de acuerdo con la profecía de Daniel;

durante la centésima nonagésima cuarta olimpiada; en el año 752 de la fundación de Roma; en el cuadragésimo segundo año del reinado de Octavio Augusto, cuando toda la tierra estaba en paz, en la sexta edad del mundo: Jesucristo, Dios eterno e Hijo del eterno Padre, con el deseo de consagrar al mundo con su arribo, concebido por el Espíritu Santo y cuando hubieron pasado nueve meses desde su concepción, nació en Belén de Judá', de la Virgen María y se hizo hombre. Ese fue el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo según la carne.

En esta forma tan solemne y detallada, el Martirologio Romano, como no lo hace para ninguna otra fiesta del Año Cristiano, ni siquiera la de Pascua, anuncia la Navidad. Sin embargo -y esto parece particularmente extraño a los pueblos sajones de habla inglesa para quienes la Navidad es la máxima fiesta religiosa del año- esta solemnidad no figura entre las que celebraba la Iglesia primitiva y, considerada desde el punto de vista litúrgico, no sólo queda por debajo de la Pascua, sino también de Pentecostés y de la Epifanía. La conmemoración del nacimiento de Nuestro Señor con fiesta propia no comenzó hasta el siglo cuarto (antes del 336) en Roma, de donde la festividad se extendió al oriente; hasta enton­ces, se conmemoró la Navidad como un complemento secundario de la fiesta de Epifanía.

Las fechas que figuran en la cita del Martirologio Romano que reproducimos en la página anterior, no todas son estrictamente correctas desde el punto de vista histórico ni es posible verificarlas. En la actualidad sabemos, por ejemplo, que la creación del mundo no tuvo lugar 5199 años antes del nacimiento del Señor, sino muchísimos años más, y también tenemos conocimiento de que, posiblemente, la natividad haya sido anterior al año 752 de la fundación de la ciudad de Roma. Pero si es incierto el año en que nació Nuestro Señor, lo es todavía más la fecha del día, y autoridades respetabilísimas han colocado esa fecha en casi todos los meses del año. No se saben las razones positivas por las que se eligió el 25 de diciembre para conmemoración de esta festividad, y el caso ha sido objeto de acaloradas discusiones. La idea de que tuvo su origen en una Saturnalia romana de diciembre, no puede ser pasada por alto, pero es más probable que la festividad solar de Natalis Invicti (Nacimiento del Invicto (el Sol)), que se celebraba en el solsticio de invierno, más o menos por el 25 de diciembre, haya dado origen al Día de Navidad. De cualquier manera, la costumbre romana de conmemorar el nacimiento de Cristo con una festividad especial en la fecha señalada se generalizó y así ha persistido en toda la cristiandad, con algunas excepciones aisladas. Se dice que los nestorianos no aceptaron la festividad especial hasta el siglo catorce; los armenios disidentes nunca lo han hecho, hasta hoy, celebran el Nacimiento de Nuestro Señor junto con su Bautismo, el día de la Epifanía, y es así como los armenios separatistas son los únicos cristianos en el mundo que no festejan el día de la Navidad***.

El padre Delehaye, en su comentario sobre el Hieronymianum, subraya la resistencia de la iglesia de Jerusalén a aceptar lo que consideraba como una nueva fiesta del nacimiento de Nuestro Señor, no obstante que San Juan Crisóstomo aclara en uno de sus sermones que la festividad ya había sido adoptada en la ciudad Siria de Antioquía desde el año 376. Al parecer, en el siglo sexto, Cosme Indicopleustes consideraba escandaloso que no se hubiese adaptado la celebración de la Navidad en Jerusalén; pero antes de la muerte del patriarca San Sofronio, ocurrida alrededor del 638, es evidente que Jerusalén se había conformado con las costumbres del resto de la cristiandad, puesto que así lo dijo el patriarca en uno de sus sermones. Tras el estudio del padre Delehaye, el monje Dom B. Botte publicó una discusión sistemática, y a veces excesivamente minuciosa, sobre el origen de la fiesta de Navidad, estudio éste donde el autor afirma que todas las pruebas nos obligan a admitir que la asignación de la fecha del nacimiento de Nuestro Señor al 25 de diciembre se debe a la celebración pagana del Natalis Invicti precisamente en ese día. En apoyo de esta idea, debe recordarse que mientras dominaba o prevalecía extensamente el paganismo, los cristianos, las gens lucífuga, tenían poderosas razones para ocultarse y disimular sus creencias y sus prácticas bajo celebraciones o símbolos que no llamasen la atención de sus perseguidores. Por otra parte, Mons. Duchesne sostiene que el nacimiento de Cristo se identificó con la fecha del 25 de diciembre, porque existía la creencia de que la Encarnación de Cristo había ocurrido en la misma fecha en que murió y que ambas coincidían con el equinoccio de primavera, el 25 de Marzo. También existía la creencia ampliamente aceptada de que igual fecha correspondió a la creación del mundo. De acuerdo con las investigaciones del padre Michel Andrieu, esas teorías no son enteramente irreconciliables y hay algo de verdad en ambas. El breve tratado De solstitiis etaequinoctiis, que data del siglo cuarto y sobre el cual publicó Dom Botte un texto crítico, no está en contradicción con las mencionadas sugerencias. Dom Botte coleccionó asimismo cierto número de testimonios en relación con las celebraciones paganas, en tierras de oriente, del nacimiento de un "aeon", o sea una gran divinidad, el día 6 de enero. En vista de que aquellas celebraciones estaban vinculadas con las festividades en honor de Dionisio, durante las cuales el vino reemplazaba el agua de las fuentes, es posible que hayan encontrado su expresión en las características singularmente mezcladas de la festividad de Epifanía en las que se combinaban el homenaje de los Reyes Magos, el bautismo de Nuestro Señor y el milagro de las bodas de Caná.

Cuando la peregrina Eteria visitó Jerusalén, hacia fines del siglo cuarto, la Navidad se observaba todavía como parte de la Epifanía el día 6 de enero, pero ya se daba mayor importancia al aspecto del nacimiento del Señor. Eteria describe de qué manera, en la víspera del 6 de Enero, el obispo, los sacerdotes, los monjes y el pueblo de Jerusalén, se trasladaban a Belén y hacían una estación solemne en la cueva de la Natividad. A la media noche, se organizaba una procesión que marchaba de regreso a Jerusalén mientras entonaba el oficio de la aurora. Después, durante el día, los cristianos volvían a reunirse para una celebración solemne de la Santa Eucaristía, que se iniciaba en la gran basílica de Constantino (el Martyriorí) y culminaba en la capilla de la Resurrección (la Anastasis). En el siglo sexto, las festividades que se llevaban a cabo en Jerusalén, fueron imitadas en Roma. A la hora "del canto del gallo", es decir después de la media noche, el Papa celebraba la misa en la Basílica Liberiana (Santa María la Mayor), a donde fueron trasladadas las supuestas reliquias del pesebre de madera donde estuvo recostado el Niño Jesús. Después del alba, marchaban los fieles en procesión hasta San Pedro donde el Papa cantaba la segunda misa. Entre la media noche y el alba, había otra celebración en la iglesia de Santa Anastasia, junto al Palatino. A mediados del siglo doce, comenzó a cantarse la tercera misa, la del día de Navidad, en Santa María la Mayor, debido a la gran distancia que había entre la basílica de San Pedro y la de Letrán, donde vivía el Papa por entonces. Este fue el origen de las tres misas que todo sacerdote debe celebrar en la Navidad. Estas misas se encuentran hasta hoy marcadas en el misal, con los nombres de sus respectivas estaciones: Misa a Medianoche, estación en Santa María la Mayor, junto al Pesebre; Misa a la Aurora, estación en Santa Anastasia; y Misa en el Día, estación en Santa María la Mayor. Posteriormente, se le dio un significado místico a esta conmemoración: las misas llegaron a representar la triple manifestación, la original, la judaica y la cristiana, es decir que representaron "el triple nacimiento" de Nuestro Señor: por el que procede del Padre antes de todos los tiempos, por su nacimiento natural de la Virgen María y, por su renacimiento espiritual en nuestras almas, mediante la fe y la caridad. O bien, de otra manera, se las puede considerar así: la Misa de Medianoche conmemora el eterno nacimiento de Jesús, el Verbo divino. "El Señor me dijo: Tú eres mi Hijo... En Ti está el principado en el día de tu poder... yo te concebí en el vientre antes que al lucero de la mañana". La Misa de la Aurora contempla a Jesús como la luz verdadera, el sol espiritual. "una luz brillará sobre nosotros en este día... Nos inunda la luz nueva del Verbo encarnado". Y en la tercera misa, al Niño de Belén se le honra como a Cristo el Rey, Dios y hombre. "Un niño nos ha nacido... lleva el reino sobre sus hombros... Hasta los confines de la tierra se ha visto la salvación de nuestro Dios... ¡Venid, todas las naciones y adorad al Señor!... Justicia y juicio son los preparativos para tu trono".

* Esa tradición, que ya existía en el siglo quinto, es absolutamente lógica y aun puede decirse que un versículo de Isaías (1,3) la sostiene (con ciertos acomodos, naturalmente), puesto que dice así:" El buey conoció a su dueño y el asno el pesebre de su amo...”.

** Otra tradición muy antigua de autenticidad, dice que la cueva es la que se encuentra bajo la Basílica de la Natividad en Belén. En el piso de esa cueva hay una gran estrella de plata con esta inscripción: Híc de Virgine María Jesús Christus natus est: "Aquí nació Jesucristo de la Virgen María".

*** Entre los protestantes de una de las sectas más estrictas de Inglaterra y especialmente de Gales, subsiste la reminiscencia de la tradición puritana de que, si la Navidad cae en domingo, se observa en la forma penitenciaria propia de su culto en el día del Señor o Sabbath, como ellos le llaman, por considerar que éste es más importante que la Navidad. Las fiestas navideñas se difieren hasta el lunes. Algunos presbiterianos de Escocia ignoran por completo la Navidad.

 

 

      CORONA DE ADVIENTO      

Celebración del Adviento

Significado de la Corona de Adviento

En muchas casa vemos que antes de Navidad ponen como centro de mesa una corona con velas. Además de ser un elemento decorativo, esta corona anuncia que la Navidad está cerca y debemos prepararnos.

La costumbre es de origen pagano, esta corona representaba el ruego al sol para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los cristianos, para prepararnos a la venida de nuestra LUZ y VIDA, la Natividad del Señor, aprovechamos esta "Corona de adviento" como medio para esperar a Cristo y rogarle infunda en nuestras almas su luz.

El círculo es una figura geométrica perfecta que no tiene ni principio ni fin La corona de adviento tiene forma de círculo para recordarnos que Dios no tiene principio ni fin, reflejando su unidad y eternidad. Nos ayuda también a pensar en los miles de años de espera desde Adán hasta Cristo y en la segunda y definitiva venida; nos concientiza que de Dios venimos y a Él vamos a regresar.

El follaje verde perenne (que puede ser de ramas de pino, oyamel o hiedra) representan que Cristo está vivo entre nosotros, además su verde color nos recuerda la vida de gracia, el crecimiento espiritual y la esperanza que debemos cultivar durante el Adviento.

Las cuatro velas representan los cuatro domingos de Adviento. Las tres primeras que se encienden son de color morado para recordarnos el espíritu de vigilia, penitencia y sacrificio que debemos tener par prepararnos a la llegada de Cristo. La última es de color rosa o blanco y manifiesta la alegría de que el nacimiento del Señor está muy cerca. El día de Navidad las velas moradas son substituidas otras de color rojo que simboliza el espíritu festivo de la reunión familiar. En algunos todas las velas se substituyen por velas rojas y en el centro se coloca una vela blanca o cirio simbolizando a Cristo como centro de todo cuanto existe.

La luz de las velas simboliza la luz de Cristo que desde pequeños buscamos y que nos permite ver, tanto el mundo como nuestro interior. Cuatro domingos antes de la Navidad se prende la primera vela. Cada domingo se enciende una vela más. El hecho de irlas prendiendo poco a poco nos recuerda como conforme se acerca la luz las tinieblas se van disipando, de la misma forma que conforme se acerca la llegada de Jesucristo que es luz para nuestra vida se debe ir esfumando el reinado del pecado sobre la tierra. La luz de la vela blanca o del cirio que se enciende durante la Noche Buena nos recuerda que Cristo es la Luz del mundo. El brillo de la luz de esa vela blanca en Navidad nos recuerda como en la plenitud de los tiempos se cumple el "Advenimiento del Señor".

 

            CANTOS DE NAVIDAD 

Vamos, pastores, vamos. Venid, pastorcitos, venid a adorar, al Rey de los cielos,  que ha nacido ya. Arre borreguito, vamos a Belén, y al niño también. Rústico techo, abrigo le da, por cuna un pesebre, por templo un portal. Esta noche con la luna y mañana con el sol, a Belén caminaremos, a ver pronto al Niño Dios. Vamos, pastores, vamos, vamos a Belén, a ver a ese Niño las glorias del Edén.

 

 ARBOL DE NAVIDAD

Historia

Tiene sus orígenes en la antigua creencia germana de que un árbol gigantesco sostenía el mundo y que en sus ramas estaban sostenidas las estrellas, la luna y el sol. (lo que explica la costumbre de poner a los árboles luces). Era también símbolo de la vida, por no perder en invierno su verde follaje cuando casi toda la naturaleza parece muerta. En algunas casas en los países nórdicos durante el invierto se cortaban algunas ramas y se le decoraba con pan, fruta y adornos brillantes para alegrar la vida de los habitantes de la casa mientras transcurría el invierno.

El árbol en sí tiene varios significados religiosos ya que ha sido utilizado como símbolo de la unión del cielo y la tierra: ahonda sus raíces en la tierra y se levanta hasta el cielo; por eso en muchas religiones, sobre todo en las orientales, el árbol es un signo de encuentro con lo sagrado, del encuentro del hombre con la divinidad y de la divinidad con el hombre. En Mesoamérica el árbol guarda un significado místico, inclusive tenían el ahuehuete como árbol sagrado. Las tribus nórdicas europeas y americanas algunos grupos como los druidas, tenían árboles sagrados alrededor de los cuales se reunían para ritualmente entrar en comunión con Dios.

Se cuenta que un misionero inglés en Alemania, en el siglo VII, comprendiendo que era imposible arrancar de raíz esta tradición pagana, la adoptó dándole un sentido cristiano, haciendo que el árbol adornado fuera también un símbolo del nacimiento de Cristo. Algunos otros hablan que Martín Lutero fue quien introdujo esta costumbre al adornar con manzanas un árbol para tratar de explicar los dones que los hombres recibieron con el nacimiento de Jesucristo.

Los primeros documentos que nos hablan de la costumbre de colocar en Navidad árboles de abeto o de pino en las casas son del s. XVII y menciona a la región de Alsacia, tierra que se encuentra como Alemania y Francia. En los países nórdicos, en el s XVI, se empiezan a reunir las familias en torno a un árbol de Navidad. El día 24 los niños eran llevados a pasear o de día de campo, mientras los adultos colocaban y decoraban con dulces y juguetes el árbol; a su regreso los niños eran sorprendidos con el árbol y así daba inicio la celebración de la fiesta de Navidad. Esta costumbre cobra fuerza y se extiende como moda cuando la Reina Victoria de Inglaterra para celebrar la Navidad hace colocar un árbol en el palacio decorándolo con velitas que hacen relucir una serie de bellos y finos adornos.

Significado del Árbol de Navidad

Para los hombres los árboles tienen un significado muy especial. en todas la culturas encontramos que el árbol tiene cierto significado antropológico, místico y poético. Se le tiene cierta reverencia por los beneficios que aporta al hombre. Para algunas culturas el árbol tiene un significado místico ya que representa el medio la unión del cielo y la tierra: ahonda sus raíces en la tierra y se levanta hasta el cielo; por eso en muchas religiones, sobre todo en las orientales, el árbol es un signo de encuentro con lo sagrado, del encuentro del hombre con la divinidad y de la divinidad con el hombre. Es muy común el que los árboles estén relacionados con la fecundidad, el crecimiento, la sabiduría y la longevidad. En Mesoamérica el ahuehuete es considerado sagrado. Las tribus nórdicas europeas y americanas como los druidas, tenían árboles sagrados alrededor de los cuales se reunían para ritualmente entrar en comunión con Dios.

Dios se ha valido de la forma en que los hombres ven a los árboles para dar a conocer su plan de salvación particularmente cuando se trata del misterio de la encarnación del hijo de Dios para salvar al hombre. En primer lugar se asocia al árbol de Navidad con el árbol de la vida, que lucía en medio en medio del Jardín del Edén y después de la caída desaparece; la fruta y las decoraciones nos recuerdan las gracias y dones que el hombre tenía cuando vivía en el Paraíso en completa amistad Dios. Por el nacimiento de Cristo, los hombres renacen y tienen acceso a la plenitud de la vida. El árbol de Navidad representa el haber recobrado dichos dones gracias al sacrificio de Jesucristo.

Los adornos del árbol y las luces que se encienden representan el nuevo estado paradisiaco que el amor de Cristo nos prepara. En la Biblia, el árbol aparece como un símbolo de la Vida, árbol que Dios coloca en medio del Paraíso como fuente de la inmortalidad (Gen 2, 9,3,22). Pero el árbol puede también simbolizar la falsa sabiduría, la soberbia y la muerte cuando el hombre se aparta de Dios (Gen 2, 16-ss) seducido por la apariencia engañosa de este árbol y comiendo su fruto (gen 3, 2-6).

Pero Cristo vino no únicamente a los hombres, vino como cabeza de una nueva creación, renovando todo lo que estaba caído. La presencia de Cristo responde al anhelo de la creación para ser liberada de la esclavitud y de la destrucción; mientras tanto se queja y sufre, tal como una mujer en sus dolores de parto tal como nos lo describe San Pablo en la epístola a los Romanos. Por eso el árbol de Navidad representa esa naturaleza restaurada y engalanada para recibir a su redentor; el árbol perennemente verde quiere saludar en nombre de la naturaleza renovada a su Señor "Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino. Salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo" (salmo 5).

El árbol de Navidad también representa ese árbol que nace y que con el tiempo madurará en un gran árbol del cual saldrá la cruz que tal como nos recuerda la liturgia del Viernes Santo: "Cruz amable y redentora, árbol noble y espléndido , ningún árbol fue tan rico ni en frutos ni en flor". Podemos decir que de alguna manera el árbol de Navidad nos recuerda la redención. Las luces representan la luz de Cristo en nuestra vida. y la estrella que en algunas ocasiones se coloca en la punta representa a la estrella de Belén que anuncia la redención a la humanidad.

LAS POSADAS

Las posadas fiestas tradicionales de fin de año, se celebran en México desde hace 398 años.

Remontémonos más allá del periodo colonial.

Los antiguos mexicanos celebraban en la época invernal el advenimiento de Huitzilopochtli, dios de la Guerra, que se efectuaba en el mes llamado Panquetzaliztli, correspondiente en el calendario juliano al lapso que va del 7 al 26 de diciembre, temporada que coincidia con la práctica europea de celebrar la Navidad.

Probablemente fueron religiosos agustinos quienes promovieron la sustitución de personajes en estas festividades en su tarea de evangelización, desapareciendo a Huitzilopochtli del culto, pero mantuvieron la celebración durante la misma época, con características diferentes y siguiendo la tradición cristiana.

Los religiosos encargados de la evangelización representaron en las posadas el peregrinar de José y María a su salida de Nazaret en camino a Belén y, posteriormente, el nacimiento de Jesús. Esta representación se conforma de nueve posadas, que se inician el 16 de diciembre y consiste en solicitar alojamiento en ese simbólico camino a Belén hasta el día 24, fecha del nacimiento de Jesús.

Uno de los lugares donde se establecieron los agustinos, fue el pequeño pueblo de San Agustín Acolman, situado a unos cuarenta kilómetros al noroeste de la Ciudad de México, en el camino a Teotihuacan. En este lugar se originó la práctica de las posadas, cuando en 1587 fray Diego de Soria obtuvo del Papa Sixto V una bula (permiso) en la que autorizaba la celebración en Nueva España de unas misas llamadas de aguinaldo, del 16 al 24 de diciembre, y que se llevaban a cabo en los atrios de la iglesia. Entre estas misas se intercalaban pasajes y escenas de la Navidad.

Como atractivo se le agregaban a la celebración luces de bengala, cohetes, piñatas y villancicos, cantos populares que se ejecutaban en diferentes festejos, entre ellos la Navidad. Estos cantos fueron conocidos y recreados por la población de México

En el siglo XVIII, Carlos III prohibió estos cantos. Aun cuando a su muerte se volvieron a poner en práctica, ya habían perdido arraigo en la población.

Así pues, las posadas no fueron en sus inicios como las conocemos ahora. Desde las misas de aguinaldo en los atrios de las iglesias, pasaron a formar parte del ritual familiar y del barrio en el siglo XVIII, y aun cuando en las iglesias no desaparecieron del todo en las casas, adquirieron mayor popularidad.

Esta transición, del templo al pueblo, se dió con el interés de que más gente tuviera acceso y participación en estas celebraciones, y es como se ha ido transformando de acuerdo a sus posibilidades y a sus propias características culturales.

Fue el censo de población ordenado por César Augusto lo que obligó a José y a María a trasladarse de Nazaret a Belén en donde Jesús nacería, y dado que en las posadas se rememora este hecho, se incorporó la costumbre de pasear a los santos peregrinos.

En México, Gerónimo de Mendieta refiere que san Juan de Béjar fue quien mas contribuyó a difundirla, aunque también esta costumbre se arraigó debido a que monjas concepcionistas enviaban a los distintos conventos, en visita solemne, a los santos peregrinos, costumbre que llegó a generalizarse entre las familias de la Nueva España.

A las posadas se fueron agregando diversos elementos, ofrecer a los individuos alimentos que variaban dependiendo de cada región; el baile, incluido ya en tiempos de la colonia, y la petición de aguinaldo encargada a grupos de niños y jóvenes.

Con estos elementos llegaban las posadas al siglo XX, despojadas, en buena medida de la religiosidad que inicialmente les había dado vida. Permanecen como una manifestación pagana, al decir de algunos, llenas de elementos que surgieron de las aportaciones del pueblo, que en cada lugar adquirió sus peculiariades para hacer una expresión propia.

La organización varía de acuerdo al lugar en que se realiza. Una tradición casi totalmente olvidada es la de "Corona de adviento", portada por jovencitas, confeccionada con flores y ramas entre las cuales se insertan cuatro velas, tres de color morado, que simbolizan los domingos de penitencia de adviento, y una blanca, que representa el triunfo de la esperanza con la llegada del Mesías.

Para muchos investigadores las posadas fueron utilizadas por los misioneros para poder explicar a los naturales los nueve meses de embarazo de María ya que resultaba un tanto cuanto díficil hacerles entender el que había sido por obra y gracia del espiritu santo.

Lo más importante de las posadas tradicionales es que reunen al barrio o la comunidad ya que, por el hecho de ser repartido cada día entre una familia o un grupo de familias, entran en competencia amigable y sobre todo en un mayor esplendor de alegría navideña.

Las posadas, inexorablemente, pierden su finalidad, han sido mixtificadas y es que mucho de lo que fuimos, de lo que aún somos, lo hemos perdido y lo estamos dejando que se nos escape. Influencias extrañas, perniciosas, a nuestra manera de ser, de obrar y de pensar, han llegado con nefandas innovaciones para adulterarlo todo, para contaminar nuestras costumbres, lo nuestro, lo auténtico y en este caso nuestras posadas.

Ahora, las más de las veces se han convertido en bulliciosos bailes sin el recorrido de los peregrinos por la casa o el patio de vecindad. Enmudecieron las guijolas, ya no arden las multicolores velitas ni se encienden las luces de bengala ni los faroles. El abundante licor suple al tradicional ponche de granada, de tamarindo, de jamaica etc.

Y es que todo cambia, todo es continua mutación de costumbres, ideas, tradiciones, etc., pero no existe templo, parroquia o capilla por pequeña que sea que durante el periodo del 16 de Diciembre al 6 de Enero, que no levante un nacimiento en ocaciones con verdaderas joyas escultóricas o figuras de barro realizadas en Tonalá o Tlaquepaque y celebren las posadas con cantos religiosos, guijolas, panderos, triangulos,etc., para crear mayor alegría en los asistentes.

Durante los años del siglo XIX y principios del siglo XX, en el periodo porfirista, las posadas se debilitan con expresión popular. Sólo después de la Revolución Mexicana es cuando se inicia la revaloración de nuestras tradiciones culturales y las posadas tomaron nuevo auge.

 

COMO SE CELEBRA LA POSADA EN MEXICO

Los asistentes, divididos en dos grupos, cantan la parte que les corresponde. Quienes piden posada, hacen un recorrido con velitas en las manos. Al frente de ellos van José, María montada en el burro y el Arcángel San Gabriel y los santos peregrinos. En un cuarto de la casa se colocan los que darán la posada y responderán a los cantos.

Terminada la petición de posada, se inicia la repartición de la colación en canastitas de papel o de vara, luces de bengala, cohetes, buscapiés y silbatos de diferentes clases, de manera que en pocos segundos se transforma el ambiente solemne en festivo.

Se cuelga la piñata y se cantan a coro algunos versos, unos muy conocidos y otros que surgen de la inspiración popular, de acuerdo a las condiciones del momento. Así, hay versos para la piñata, pero también para diversas situaciones que surgen en el desarrollo de la posada, algunos dedicados a los que comen mucho, otros para los que permanecen sentados.

Cuando se ha roto la piñata se reparte la "JURIA", una porción de fruta y canastistas con colación para los que no tuvieron nada de la piñata, y que la piden cantando.

Como complemento se reparten entre los invitados algunos alimentos que también son característicos de la época. Atole, buñuelos, tamales o cualquier otro elemento en los que se especializan las cocineras de las diferentes regiones del país, y a través de los que se manifiesta, también, la creatividad popular.

La última posada, la del día 24, por lo general se realiza con un número reducido de personas, por ser el día en que se prepara la cena de Navidad para dar inicio a otro acto, la "arrullada del niño", en el que se establecen relaciones de compadrazgo.

Los anfitriones seleccionan a una persona para tal efecto y así se transforman en compadres. Este ceremonial se continúa al partir la rosca de reyes, el 6 de enero, ya quienes obtengan un muñeco de la rosca ayudarán con los gastos al compadre el 2 de febrero, Día de la Candelaria, en que se hace la "levantada del niño".

 

EL NACIMIENTO

Al parecer fue Francisco de Asís, fundador de la orden franciscana el iniciador de los nacimientos, entre 1200 y 1226.

Se cuenta que siendo apóstol, recorría la campiña cercana a la pequeña población de Rieti en el invierno de 1223.

La Navidad de ese año lo sorpendió en la ermita de Greccio y fue allí donde tuvo la inspiración de reproduciren vivo el misterio del nacimiento de Jesús. Construyó una casita de paja a modo de portal puso un pesebre en su interior, trajo un buey y un asno de los vecinos del lugar e invitó a un pequeño grupo de gente a reproducir la escena de la adoración de los pastores.

 

La idea de reproducir el nacimiento, se popularizó rápidamente en todo el mundo cristiano. De los seres vivos se pasó a la utilización de figuras. También se cree que el primer nacimiento se contruyó en Nápoles a fines del siglo XV y que estuvo hecho de figuras de barro. Carlos III ordenó que los "Belenes" se extendieran y popularizaran en todo el reino itálico y español.

En América, los frailes introdujeron las costumbres navideñas cristianas utilizándolas para la evangelización de los naturales. Entre ellos, los nacimientos toman un papel importante. En el Códice Franciscano, Fray Pedro de Gante describe cómo preparaba cantos y rezos para los mexicanos: "...hizo venir a los indios de toda la comarca y en un patio que se llenó a reventar, se cantó el himno "Ha nacido el redentor". Las iglesias contaban con capillas "posas" que utilizaban los religiosos y los vecinos para sus solemnes precesiones de Navidad. Fray Pedro, en la escuela que fundó en Texcoco, adiestró a los indígenas en la elaboración de las figuras y los detalles de los nacimientos para estas procesiones. Como escribiera Salvador Novo, "el gusto indígena por el espectáculo: la riqueza poética de su imaginación y su destreza manual para las artes suntuarias..." fueron elementos que la iglesia logró acrisolar en su labor catequizante.

Posiblemente, la celebración de las fiestas navideñas en México no es la más importante, pero sin duda es la más popular. Antes, no había familia, por humilde que fuera que no gozara al "poner el nacimiento". El misterio de la natividad representado en el pesebre, era indispensable en todas las casas.

Esta tradición ha pasado de padres a hijos, como la labor que realizan los artesanos que, empleando los materiales más sencillos crean una magia que no se pierde a pesar de los años ¿Qué material más humilde que la paja? Pero, qué maravillosa estilización de líneas, qué elegancia en el diseño de esos ángeles de los nacimientos de Tzintzuntzan, Mich., muestra y prueba de una refinada sensibilidad artística ancestral.

No menos humilde y aún más simbólico es que San Antonio pequeña población vecina a Ocotlán, Oax., tomenpara hacer sus adornos navideños pequeñas florecitas secas de siempre vivas, formando con ellas una media luna sobre la que con trazos toscos dibujan los personajes tradicionales. Asimismo, los nacimientos o "misterios" que Alberto Jiménez, de Arrasola, Oax., elabora en madera, enmarcados por un nicho como escenario de una pastorela antigua, cuyas imágenes recuerdan, dado el hieratismo de sus rostros severos, a las primeras tallas en madera de vírgenes sentadas del medievo europeo.

Frente a su sobriedad, el estallido del barroquismo indígena en el barro de Metepec, estado de México, verdadera fiesta de formas y colores surgidos de los estratos más profundos de nuestra nacionalidad, con sus rubicundos arcángeles, vírgenes de mantos bordados reyes que cabalgan en elefantes y camellos de color magenta, y donde hasta los animales del tradicional pesebre están plagados de flores y estrellas multicolores.

Entre las figuras relacionadas con este tema sobresalen por su originalidad unos seres misteriosos creados por los artífices del barro en Ameyaltepec, San Agustín de la Flores Xalitla y Tolimán, Gro. En tonos cremas y ocres encontramos estilizadas a estas etéreas creaturas aladas, altísimas y delgadas con rostros orientales de rasgados ojos que se antojan semejantes a figurillas etruscas, con sus cabezas adornadas por estéticos tocados.

La discreción en el color, la elegancia de sus esbeltas figuras y los enigmáticos rasgos de sus rostros, les confieren un incomparable atractivo a estas creaciones tan especiales en la producción artesanal del país. Pero quizá los nacimientos que cuentan con más fama y popularidad sean los de miniaturas, modelados a mano y policromados en Tlaquepaque, Jal. Además de los personajes tradicionales, diminutas figurillas adoptan la de tipos populares, como el globero, la taquera, vendedores de escobas, aguadores, carteros, gente comiendo, asando carne en una fogata, pastores alrederor del fuegos y todos aquellos seres cotidianos con los que el pueblo esta familiarizado.

 

LAS PASTORELAS

Según se dice, en 1524 Fray Pedro de Gante pide a los poetas sobrevivientes de la corte de Moctezuma escriban un himno náhualt para honrar a la virgen, y así se lo comunica al rey Carlos V. Los franciscanos usan entonces la representanción teatral religiosa como ritual para instruir a los nativos.

El inicio formal de las pastorelas es ubicado por algunos historiadores en 1527, cuando se presentó en Cuernavaca la comedia de los reyes.

Fray Juan de Zumarraga ordenó, en 1530, una escenificación de la farsa de la natividad gozosa de nuestro Salvador, la obra fue un trabajo pleno de sugerencias y hermosura, de emociones para los misioneros ante los primeros cristianos mexicanos.

Andrés de Olmos, misionero y escritor políglota, compuso en náhualt "La adoración de los Reyes Magos" para celebrar la epifanía, festividad intimamente relacionada con la Natividad.

La obra fue aceptada y tuvo resultados sorprendentes ante miles y miles de espectadores.

Por la vía del arte dramático, del teatro y del diálogo, avanzó el ideal cristiano.

La comunidad indígena utilizaba las pastorelas incluso para "limpiar el aire de los malos espíritus", aún cuando en las postrimerías del siglo XVI y principios del siglo XVII la Santa Inquisición prohibe este tipo de manifestaciones por su irreligiosidad.

La pastorela nació en nuestra tradición cultural decembrina como una forma de diseminación de la doctrina cristiana que rápidamente se convirtió en una auténtica manifestación de teatro popular.

Durante la colonia, las órdenes religiosas aprovecharon la fuerte tradición teatral de la cultura náhualt para propagar en forma didáctica la evangelización.

Los Jesuitas, llegados a la Nueva España en 1572, y quienes ejercieron amplia influencia en la educación del pueblo, fueron los principales impulsores de los coloquios.

Pero el fervor indígena prevalece y sobrevive la pastorela, y ya en pleno siglo XVII se divide de hecho en tres tipos: la de las casas de la comedia ( en teatros y con fines lucrativos); la de los indígenas de gran valor religioso y fuerza ritual, y la de los sacerdotes, como apoyo a la evangelización.

Tanto la pastorela mexicana como la virreynal tienen la esencia de Fernández de Lizardi, cuando, en 1821 escribió su tradicional "La Noche más Venturosa", como reacción a las impuras manifestaciones "antireligiosas".

Las pastorelas que desde entonces pueden llamarse género teatral se vuelven de lo más flexible en su intención y representación.

La primera representación que se recuerda en Jalisco se ubica en Zapotlán, hoy Ciudad Guzmán, donde se presencia la primera batalla entre San Miguel y Lucifer , en lengua indígena. En los primeros años las pastorelas se convierten en importantes elementos de comunicación y participación social. Así para fines del siglo XVI, pueden encontrarse referencias a una pastorela propiamente mexicana, sobre todo en estados de antigua influencia jesuíta: Puebla, Querétaro, Guanajuato y Jalisco.

Las pastorelas de las iglesias, que conservan su contenido esencialmente religioso y un lenguaje culto, surgen y se desenvuelven las pastorelas tradicionales representadas en las zonas rurales. Se caracterizan por un lenguaje rudo y esencial propio de pastores; están impregnadas de cierto humorismo involuntario y son ingenuas y picarescas. Sus autores son anónimos, están escritas en verso, y tienen mucho de improvisación.

Las pastorelas de los barrios se constituyen en tradición de familia y han ido poco a poco dejando su lenguaje pulcro para dar paso a otro cargo: de sexualidad, sentido irónico y cómico. En los últimos años la crítica social y política también se ha hecho presente en la trama de muchas obras que son producto de la creatividad popular.

La trama que reproduce a humildes pastores: Bartolo, Gila y Blas; guiados por el ermitaño hacia Belén, con la ayuda de San Miguel que los defiende de Luzbel y que éste los deja llegar, así como a los Reyes Magos a adorar al Niño Dios.

En Jalisco las pastorelas siguen presentándose en forma tradicional en casi todos los municipios, destacándose muy especialmente las que se hacen en Tuxpan, San Martín de las Flores y en Cuquío.

Pero también sin dejar de mecionar las de otras poblaciones como son la de Hacienda de El Cuis, La de Atengo, Lagos de Moreno y San Diego de Alejandría.

 

LAS PIÑATAS

El complemeto indispensable en las posadas son las piñatas que tiene un origen bastante incierto, aunque llegaron a México por medio de los colonizadores españoles y éstos, a su vez, las conocieron por los italianos.

Por algunas informaciones se atribuye a Marco Polo haber llevado las piñatas a Italia en el siglo XII después de que las conoció en oriente.

En efecto los chinos confeccionaban una figura de vaca, de buey o de búfalo cubierta con papeles de colores a la que le colgaban instrumentos agrícolas.

Esta figura servía para realizar una ceremonia al inicio de la primavera, que coicide con el año nuevo chino, los colores de la figura representaban las condiciones en que se desarrollaría el año, en relación con la agricultura.

El buey o la vaca estaban rellenos de semillas de cinco clases que se derramaban cuando los mandarines las golpeaban con varas de diferentes colores.

Después de haberla vaciado, se quemaba el papel y era el momento en el que la gente trataba de obtener un poco de esas cenizas ya que eran consideradas de buena suerte para todo el año.

Al pasar esta costumbre a Europa tuvo otra aplicación, ya que con otras creencias religiosas se le adoptó para la Cuaresma; al primer domingo se le llamaba Domingo de Piñata. Esta era una olla de barro con papeles de colores que estaba llena de dulces, y para romperla, se vendaban los ojos.

Cuando llegó a América, y considerando su ambiente festivo, se le usó para atraer a la gente a las ceremonias religiosas. Posteriormente el pueblo se apropió de ella para las celebraciones populares y fue así como se ha conservado entre nosotros.

Puede aventurarse, sin embargo, que las piñatas en nuestro país son producto del sincretismo cultural. Si las teorías sobre su origen son diferentes, no lo son menos acerca de su simbolismo.

Mas entre todas las interpretaciones que se han formulado la más común es la de que representa la lucha que sostiene el hombre valiéndose de la fé, simbolizada por el palo para destruir el maleficio de la pasiones, que originalmente tiene siete picos que representan los siete pecados capitales de la religión cristiana.

Las formas clásicas de las piñatas han sido estrellas, animales, frutas y flores, pero también se han representado personajes de la época como sátira política.

Con el empleo de la piñata durante todo el año para cumpleaños y fiestas populares han proliferado figuras de historietas, películas y programas de televisión. También a cambiado la elaboración, pues tradicionalmente se utiliza una olla de barro a la que se le pegan los elementos decorativos ya que actualmente sólo se usa cartón y papel.

Es usual que una piñata se llene con frutas de la temporada decembrina: cacahuates, jícamas. naranjas, limas, tejocotes, cañas, y en ocasiones se le agreguen dulces. También existe otro tipo de piñatas, a las que se les llama "de trampa" rellenas con harina, confeti o "agua florida".

Existen pueblos de alfareros que se dedican a hacer "ollas piñateras", como ellos las llaman, estas ollas llegan a los mercados a donde la gente puede adquirirlas. Posteriormente les aplican engrudo con el que pegan el papel periódico que servirá de base para darle la forma que se desea, usando papeles de colores más apropiados.

Cuando se va a romper la piñata, ésta se cuelga con un lazo sostenido desde sus dos extremos por personas que la mueven tratando de que no la rompan pronto. Por su parte, quienes intentan romperla, deben tener cubiertos los ojos, y les darán vueltas hasta hacerles perder la noción del espacio de manera que no sea fácil romperla.

Con la desaparición de los villancicos, se perdió una parte importante de esta celebración. Sin embarago, los cantos de piñatas y los que destinan a la colación, a los invitados y anfitriones, entre otros, dan la oportunidad para que se elaboren nuevos versos, que se enriquecen constantemene en cada región. Algunos perduran, pero otros, por sus mismas características locales, tienden a desaparecer. Para la piñata los mas conocidos son:

Las piñatas fueron utilizadas por los evangelizadores para mostrarles lo que era la tentación (el cántaro adornado bellamente por fuera y con fruta y dulces por dentro); la fuerza de voluntad (el palo) el penitente para obtener las alegrías de la piñata sin caer en el pecado se le vendaban los ojos, se le giraba en treinta y tres vueltas en recuerdo de los treinta y tres años que vivió Cristo, y entonces se le dejaba romper el cántaro y obtener los regalos los cuales no llegaban sin sacrificio.

Otra versión nos dice que los frailes españoles instruían a los indígenas de México en el catecismo, usando piñatas con esta explicación:

"La piñata simboliza a las tres virtudes teologales:

La FE, porque vamos con los ojos vendados, sin otra guía que las voces arriba, abajo, atrás, que tratan de hacernos el mal.

La ESPERANZA, porque todos miramos al cielo anhelando y esperando el premio.

La CARIDAD, porque si rompemos la piñata destrozando los vistosos oropeles del pecado, alcanzamos los regalos deseados para compartirlos con los demás.

De aquellas piñatas tradicionales de Jalisco como las estrellas de siete picos, los rábanos y zanahorias, cebollas, etc., sólo van quedando en el recuerdo ya que la influencia masiva de los medios de comunicación que crean héroes y superhéroes como el chapulín colorado, super-ratón para no decir mas nombres que han contaminado las mentes de los niños y de los papás de los niños, que se sienten muy ah-doc destruyendo la tradición y entrando en el girar de la moda.

 

 

LA COMIDA

La historia de la cocina es extremadamente rica. Cada región, cada grupo étnico elabora platillos con características y sabores especiales.

Con la llegada de los españoles cuya variada y rica cocina era el resultado de la influencia de las muchas invasiones y colonizaciones que ocurrieron en aquel país. Basada en una tradición eminentemente mediterránea surgió una nueva manera culinaria criolla, que trajo aparejada la mejoría de los medios nativos y la creación de nuevos manjares compuesta por los productos que llegaban de más allá de los mares.

Del encuentro de la olla de barrro indígena con el caldero de cobre español se revela el linaje de la actual cocina mexicana, que comprende valores de la primitiva autóctona que, por su originalidad de composición y ejecución, continuaron persistiendo por siempre en el gusto de nacionales y extranjeros.

La cocina mexicana representa pues, la feliz unión de las semillas, frutos y legumbres originarios del nuevo continente con los variados comestibles traídos a América por los conquistadores.

Es la fusión de dos civilizaciones que da como resultado nuestra exquisita comida.

Provenientes de España llegan productos vegetales y animales (como el ganado) desconocidos para los mexicas, con ellos se van produciendo una nueva serie de resultados alimenticios e industriales.

La leche, también desconocida, da lugar a la implantación y rápido desarrollo de derivados como son las cremas, requesones y quesos, que con el tiempo van tomando particularidades propias en cada región. Llegan en interminable desfile vinos, aceites y vinagres, aguardientes, arroz y especias; como clavo, canela, y nuez moscada.

A los frutos encontrados en México, se unen y combinan, entre otros, la caña de azúcar, el trigo -cereal de mayor clase- los cuales prestaron grandes oportunidades a la elaboración de panes y pasteles, a la vez que mejoraron atoles, chocolates y demás bebidas.

El mestizaje resultado de la fusión de dos grandes pueblos hace que el tipo de comida española quede enraizada, pero transformada por las variaciones impuestas por las influencias ambientales y por las características peculiares de los viejos y nuevos productos al conjuntarse en los recetarios del nuevo país.

Las fechas histórico-nacionales, las festividades de los santos patrones de cada pueblo, los santos de devoción de cada barrio, y las celebraciones religiosas han sido siempre la base y fundamento para organizar ferias y diversiones, en las que los artículos comestibles son muy variados: golosinas, comidas, antojitos y bebidas tonificantes.

Desde tiempos precortesianos se realizaban celebraciones de tipo religioso en las que había comidas y tributos, entre ellas destaca la celebración del advenimiento de Huitzilopochtli, había fiestas en las casas, obsequiándose a los invitados con comidas y regalando una estatuilla del festejado, hecha de una masa comestible llamada tzotl.

En un principio, los frailes que llegaron con los conquistadores consideraron oportuno permitir a los indígenas el conservar algunas costumbres paganas, con sus hechos y danzas, incluso mezclar algunos ritos aztecas con los cristianos, usando una gran habilidad para ir sometiéndoles a los principios fundamentales de la religión católica.

La coincidencia de las fiestas indígenas con las de la navidad cristiana fue capitalizada por los evangelizadores iniciándose la celebración de las "misas de aguinaldo", que dieron lugar a las tradicionales posadas, en las cuales se ofrecen alimentos típicos de nuestra cocina como son los buñuelos; de crujientes pastas, endulzados con miel; torrejas, gran profusión de dulces, colación, confites, pastas, dulces cristalizados y cubiertos, turrones y mazapanes, frutas frescas y secas, tamales, etc. Todo lo anterior acompañado de ponches, champurrados calientes, chocolates, jugos de frutas y semillas entre otras bebidas.

La última de estas posadas culmina con la celebración de nochebuena, en la que tradicionalmente se reúnen los miembros de la familia alrededor de la mesa, saboreando deliciosos platillos característicos de esta época como son: el popular y clásico guajolote, el bacalao, los romeritos, los moles, acompañados por la clásica "ensalada de nochebuena".

Asimismo, la celebración tradicional para festejar el arribo de un nuevo año y despedir al que termina ha tomado auge entre nuestro pueblo, y se va arraigando la costumbre de realizar una cena en la que familiares y amigos se reúnen a departir alrededor de una mesa, en cuyo centro se coloca un frutero que contiene uvas y se ingieren doce granos al sonar las campanas de la media noche. El menú está conformado, en forma similar al de la cena de nochebuena, por platillos típicos mexicanos.

Dentro de las platillos más tradicionales en temporada navideña tenemos los tamales de dulce y mole rojo, los ponches calientes de frutas y el de masa así como el ponche de granada y los buñuelos de viento.

 

MISA DE GALLO

La Misa de Gallo se celebra la noche del 24 de Diciembre a las 24 horas, para amanecer el 25 en un marco bellamente adornado con hilos de heno, escarcha y esferas; la misa se celebra para conmemorar el nacimiento del Niño Dios y en ella las 2 lecturas y el evangelio se enfocan a narrar el nacimiento de Jesús.

ADORNOS NAVIDEÑOS

Los adornos navideños más tradicionales son el heno, los faroles y las coronas de papel celofán los cuales daban un peculiar encanto a la casa proporcionando un ambiente totalmente navideño.

Las casas se adornaban con una serie de lazos llenos de heno los cuales cubrían los grandes patios y los faroles lucían diferentes colores, en algunos lugares les colocaban una vela por dentro, lo cual era lo que los hacía lucir. Las coronas eran colocadas detrás de las ventanas.

Posteriormente se añadieron esferas y escarcha para dar un toque más vistoso a los adornos. Pero lamentablemente debido a la evolución que ha tenido nuestra civilización y a los cambios modernistas que se han implementado, nuestra tradición ha venido quedando atrás ya que ahora lo que nos interesa son los adornos más llamativos o aquellos que luzcan más bonitos, afortunadamente en algunas poblaciones de Jalisco y más dentro de la clase media, todavía se siguen conservando esta tradición, no perdiendo el valor auténtico de nuestra real navidad.

LA FLOR DE NOCHE BUENA

Esta flor es originaria de México. Su nombre náhuatl es tlazochitl, que significa "flor que se marchita" y para los aztecas, simbolizaba la sangre de los sacrificios que los indígenas ofrendaban al sol para renovar sus fuerzas.

Los españoles bautizaron la flor como Nochebuena porque florece en diciembre. Desde entonces, estas flores se usan como símbolo de las fiestas navideñas en todo el mundo.

 

 

CENA DE NOCHE BUENA

Después de la Misa de Gallo, donde se celebra el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, algunas familias en la intimidad de su hogar se reúnen a recordar tan grande acontecimiento. Antes de la cena y de abrir los regalos, toman unos momentos para meditar la razón por la cual están reunidos. A continuación se presenta un esquema para hacer esta reflexión. Por lo general esta reflexión la dirige la cabeza de la familia, la Corona de Adviento tiene las cuatro velas encendidas y se agrega una vela de color blanco o el cirio pascual (apagado) en el centro. El esquema que se muestra puede variar, lo importante es recordar a los presentes que Cristo ha nacido.