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¿CÓMO NACEN,
CRECEN, Y SE DESARROLLAN LOS GRUPOS DE ADULTOS MAYORES? |
Area
Adultos Mayores
A medida
que las personas crecen en edad, la sociedad las va relegando a un plano cada
vez más pasivo y alimenta la imagen negativa del envejecimiento.
Las
personas de edad constituyen una parte fundamental de la sociedad: “Ayudan a
clarificar la escala de los valores humanos y manifiestan la continuidad de las
generaciones”. (DPF 230)
La
Pastoral de Adultos Mayores promueve la integración de los mismos en la
comunidad parroquial.
Siguiendo
el ejemplo de muchas parroquias, se debe estimular la participación de las
personas de edad.
Este
propósito puede cumplirse formando grupos que participen en la actividad
pastoral, catequética y social.
“Urge
despertar en los mayores la conciencia de que tienen una misión que cumplir y
una ayuda que dar.” (DPF 225)
¿PARA
QUÉ FORMAR UN GRUPO...? |
Para testimoniar el
valor de la vida e impulsar la plena integración en la comunidad de este
numeroso sector de la población;
Para que, en la
medida de sus posibilidades, los mismos mayores se conviertan en sujetos y
agentes de evangelización de sus pares;
Para aliviar la soledad en que se encuentran muchas personas de edad y
ayudarlas a recuperar su autoestima;
Porque no debemos olvidar que las personas mayores sufren heridas
profundas que la Iglesia puede contribuir a sanar.
Nuestros
Obispos invitan a la comunidad parroquial «a facilitar la presencia de las
personas mayores en los servicios religiosos regulares y favorecer la
continuidad
de
sus prácticas sacramentales.»
¿CÓMO
EMPEZAR? |
Convocando a personas mayores con experiencia pastoral.
Conviene que el párroco impulse la idea hasta reunir un equipo dispuesto
a compartir la experiencia.
Cualquier ocasión resulta oportuna para que se encienda la chispa que
permitirá concretar el proyecto. Lo importante es sembrar, porque siempre
alguna semilla cae en tierra fértil.
Diez
o doce personas constituyen un número ideal para formar un grupo. A medida que
aumente el número habrá que formar otros grupos con similar número de
participantes.
Con
menos personas en cada grupo se corre el riesgo de la monotonía; y si son más
se favorece la influencia de los audaces. En la medida que todos puedan
expresarse, se favorece la amistad y se promueve la apertura espiritual.
El
grupo debe fomentar la participación plena de todos sus integrantes.
Cada
grupo podrá elegir sus actividades sin dejar de lado la complementación y
coordinación de las mismas con los otros grupos.
¿DÓNDE
Y CUÁNDO REUNIRSE? ¿DE
QUÉ HABLAR? |
Cada uno puede
aportar su propia experiencia de vida. El diálogo debe sustentarse en la
preocupación por el otro y en la “sabiduría” del corazón.
Los temas de reflexión
deben contemplar las inquietudes y necesidades de los participantes. Para
favorecer el crecimiento en la fe, tienen que vincular la realidad que a cada
uno le toca vivir con la luz del evangelio.
Donde haya espacio suficiente para sentarse en círculo, que facilita la
comunicación: un salón de la parroquia, un aula del colegio, o la casa de
alguno de los participantes.
De acuerdo a las características y objetivos de cada grupo, los encuentros pueden realizarse en forma mensual, quincenal o semanal. La
frecuencia debe decidirse entre todos.
ESQUEMA
DE REUNIONES SUGERIDO |
Saludo fraternal
Oración comunitaria
de apertura
Intercambio sobre lo
vivido desde la última reunión
(para consolidar los lazos de amistad y
unidad grupal)
Informaciones sobre los que no pudieron venir
(a quienes habrá que contarles lo que se trató en la reunión)
Informaciones de
interés
(Temas vecinales, eclesiales, sociales...)
Exposición de un
tema en forma clara y breve para reflexionar (Preferentemente,
por uno o varios de los participantes)
Puesta en común de
las opiniones sobre el tema
Programación de la
siguiente reunión
Oración comunitaria
de cierre
Se pueden preparar los temas con mucha anticipación
o resolver en cada reunión el tema a tratar en la próxima, pero evitar las
improvisaciones o “inspiraciones” del momento. (Finalmente, conviene
compartir algunas cosas ricas como celebración del encuentro)
Las
actividades recreativas son necesarias para la
promoción humana integral. |
PERFIL
DE LOS COORDINADORES |
Se sugiere que un equipo coordine las actividades de los grupos teniendo en cuenta que, como está integrados por personas distintas, cada uno de los mismos también tendrá características diferentes. Los coordinadores no son jefes sino hermanos al servicio de los demás. Sus funciones pueden ejercitarse en forma rotativa, hasta que todos pasen por esa importante experiencia.
Son
tareas propias de los coordinadores:
Animar y sostener un clima de amistad y confianza.
Apoyar las
posibilidades y riquezas de cada uno.
Facilitar la
participación y responsabilidad encomendando diversas tareas.
Preparar los
temas, leer las oraciones, ensayar y dirigir los cantos, arreglar el salón,
etc.
Recoger las
inquietudes e integrarlas en las actividades que se programen, pero NO ocuparse
de lo que pueden hacer los demás miembros del grupo (Los coordinadores
extremadamente “activos” suelen olvidar con frecuencia esta regla
fundamental).
“Aprender
a envejecer
requiere sabiduría y valor,
porque
la experiencia de la vejez
es uno
de
los capítulos más difíciles del gran
arte de vivir”.
(Juan
Pablo II, 1986)
La
Comisión Episcopal de Pastoral Familiar, a
través del Secretariado Nacional para la Familia, promueve desde 1982 un
servicio de información y asesoramiento a las diócesis sobre envejecimiento y
desarrollo de la espiritualidad.
Este
servicio está orientado a:
• Animar la participación de
los adultos mayores.
• Promover una pastoral
evangelizadora de la tercera edad.
• Asesorar en la formación
de las personas mayores como agentes de pastoral.
Secretariado Nacional para la Familia
Área
Adultos Mayores
Av.
Paseo Colón 221 PB (1399) BUENOS AIRES – Argentina
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+54-11-4331-3701
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