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los valores humanos

Desde los albores de la historia humana, el sentido y el valor de la vida diaria es un tema entendido y representado de diferentes maneras. Así, por ejemplo, Platón representa la vida diaria como la esfera de la "cueva", en la que los hombres son esencialmente sonámbulos, aún no conocen el bien y la verdad, y viven como prisioneros: por lo tanto, la vida cotidiana es un mundo que tiene sólo una realidad aparente. Para Aristóteles en cambio la vida cotidiana es la realidad ordinaria en la que el hombre ejerce sus virtudes, ya que es más pequeña y la virtud, por así decirlo, privado. Muy brevemente, desde los griegos hasta nuestros días, las concepciones de la vida cotidiana oscilaron entre una polaridad negativa (la vida diaria como la negación o privación de valores) y una polaridad positiva (la vida diaria como una afirmación y la generación de valores). Este profundo, ya veces radical ambivalencia ha impregnado la historia humana, y no sólo de Occidente, haciendo la vida diaria sigue siendo un lugar y un tiempo siempre es incierto, y, en principio, es poco propicio para la vida espiritual.

Es en este contexto que se debe considerar, al menos desde la perspectiva de la sociología, la idea de Josemaría Escrivá. Con él apareció una concepción de la vida agarrando algo diarias profundamente nuevas culturas y prácticas, tanto "religioso" y "secular", del pasado. De hecho su novedad radica en proponer una especie de "tolerancia" de la distinción sagrado / profano, ya que estuvo representada y vivió en las culturas y sociedades que conocemos. Un "paso" eso no quiere decir "cancelación" o "realización" de los términos (sagrado y lo profano) que conecta (la manera idealista), pero la exaltación de una calidad especial de sus medios de notificación: ver la vida cotidiana como el aquí y ahora ( aquí y ahora) de los actos divinos y se revela en el mundo tan "ordinario" a través de la tormenta.

Para Escrivá, la vida cotidiana es, sobre todo, lo contrario de la "cueva" de Platón. Es el mundo de la gran vigilia, entendiendo brillante, conciencia, la advertencia del "estado de alerta", para citar algunos fenomenólogos, siempre y cuando consuma simple como los niños: capaz, pues sólo ellos son, de sentir sorpresa frente a la realidad. Si para muchos (para gran parte de la cultura de hoy) la vida cotidiana es una especie de contenedor vacío, donde los factores económicos y tecnológicos determinan el contenido, es decir, los eventos, la aleatoriedad, las herramientas e incluso las pasiones, el fundador de ' vida diaria Opus Dei es en cambio el mundo más concreto y real que la gente tiene, un desafío constante a sus propios sentimientos, su propia identidad, su propia necesidad de sentido, que sin duda debe enfrentar los tópicos y contradicciones, pero que es capaz de distanciarse de toda alienación.

Justo donde parece que sólo hay cosas triviales, sin sentido, Josemaría Escrivá invita a los cristianos a buscar los tesoros de la vida de Dios, tesoros sólo se descubren cuando la lucha contra las enajenaciones personal y colectiva con amor y por amor. De esta manera se muestra cómo es posible dar un alma al mundo, día a día, en el trabajo, en la familia, el compromiso cívico y social, en la simple amistad y la conversación con los demás, en todos los gestos y actos de cada día donde es: "cuando un cristiano desempeña con amor lo menos trascendente, que la acción rebosa de la trascendencia de Dios" (J. Escrivá Conversaciones, 116).

La profundidad de este mensaje, que cambia el sentido del mundo, ya que ven el mundo sin separar o confunden lo que en él es humano y lo divino, porque todo se mostró el amor de Dios todos los días para los hombres y mujeres, es prácticamente no tiene fronteras y es en gran parte inexplorado. De hecho, el mensaje de Escrivá incita teología para reflexionar sobre los vínculos relacionales íntimas entre lo humano y lo divino, y, de esta manera, para renovar la misma antropología. En la intención teológica y eclesial para iluminar el significado y el valor de la vida diaria le permite hacer una operación que no tiene precedentes: definir el profano en un sentido positivo. Esto es teóricamente posible, siempre y cuando la condición permanece sentar al otro lado de una distinción entre el orden sagrado y el resto del mundo, por lo que es una especie de "cara de la luna", invisible, irreconocible, indescriptible, como si Dios no lo hace estaba dentro de la vida cotidiana en el mundo. Mostrado (observado) de una manera positiva, el laico es su lugar al lado de una distinción que hace que el "sistema", el actor de una nueva manera de ser y de hacer la catolicidad.

Sólo si usted ve la naturaleza no residual de la vida cotidiana de la fe cristiana a continuación pueden ver la identidad del laico. Y sólo un laicado que se caracteriza por esta visión de la vida cotidiana puede animar un nuevo "mundo" de la sociedad civil: el mundo no sólo porque en una escala global, sino porque en el interior del "mundo" y al mismo tiempo no está vinculada a las fronteras y límites territoriales una mentalidad de grupo.

http://tiposdevalores.com/valores-humanos-tipos-y-su-sentido-en-nuestra-vida/

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