Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

Durante el regreso a la ciudad se encontró con el grupo de hombres armados con impresionantes arcos y flechas que habían salido en su búsqueda.

“Alteza, el Rey nos envió a buscarla, está muy preocupado”, dijo el jefe del grupo haciendo una  exagerada reverencia.

“Adelante, sigan adelante, estoy bien”, les ordenó.

Eran casi las seis de la tarde cuando llegó al centro de la ciudad, los guardias reales le seguían de cerca. Se sentó sobre uno de los asientos de piedra al lado de una fuente de agua que tenía una estatua del dios del Viento. Era una plaza con monumentos y esculturas en madera lacada, eran figuras altas, talladas en bajo relieve de personajes mitológicos y de aves gigantes. A dos metros de la fuente había un  alto arco de  gruesa madera tallada y bambú con imágenes de serpientes, cocodrilos y aves de rapiña. Más adelante quedaba la plaza ceremonial y un alto templo sin columnas, sencillo, construido en adobe y piedra, la entrada principal estaba localizada al norte de la plaza.


Fracmento de la novela Kamaria escrita por Sixto Alvelo