UNA RELACIÓN DE AMISTAD CON DIOS
Cómo tener una relación de amistad con Dios:
La semana pasada (11 de marzo de 2007) mi pastor me contó que un ministro predicó sobre un versículo de la Biblia durante todo un año. Al meditar sobre ese dato quedé muy impresionado; todos sabemos que las Sagradas Escrituras son muy profundas, pero ¿un año predicando del mismo versículo? Después de meditar un poco más caí en cuenta: “Toda la Biblia se basa en lo que ese versículo contiene”. Por eso, algunas personas lo llaman: “la Biblia en miniatura”. El versículo dice así: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en El cree no se pierda sino que tenga vida eterna”.

Ese pastor pudo predicar todo un año sobre ese versículo porque la Biblia completa ES la historia de Jesucristo, inspirada por El Espíritu Santo. Verá, todo el Viejo Testamento fue escrito para anunciar la llegada de El Mesías. Todo el Nuevo Testamento fue escrito para anunciar las buenas nuevas que El Mesías ya llegó.

Pero la Biblia además de ser la historia de Cristo, es la historia tuya y mía, escrita desde antes de que naciéremos. Dice la Palabra que el Señor nos conoce y nos ha elegido desde antes que estuviésemos en el vientre de nuestras madres. Por eso la Biblia es también la historia de nuestra relación con Dios. Si escudriñamos las Escrituras notaremos que esas tres historias se entrelazan, y a veces se resumen, como es el caso de Juan 3:16. Hoy yo te quiero hablar de uno de esos resúmenes.

Se trata del resumen de cómo tener una relación personal con Dios. Esta enseñanza nos fue dada por el propio Señor Jesucristo.
Abramos nuestras Biblias en el capitulo seis de Mateo. Leamos los versículos del nueve al trece.
9. Vosotros pues orad de esta manera:
Padre nuestro
Que estás en los cielos,
Santificado sea tu nombre.
10. Venga tu reino.
Hágase tu voluntad
Así en la tierra
Como en el cielo.
11. Danos hoy el pan nuestro de cada día.
12. Y perdónanos nuestras deudas,
Como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.
13. Y no nos metas en tentación,
Más líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amen.

Si queremos mantener una relación con DIOS, lo primero que tenemos que hacer es aceptar que somos pecadores, luego tenemos que confesar que NO somos capaces de redimirnos nosotros mismos. Sólo Jesucristo puede redimirnos, ya que EL es nuestro único salvador. Al aceptar a Jesús y reconocer su sacrificio en la Cruz y su victoria sobre la muerta y el pecado, estamos entrando en esa relación.
Cuando eso ocurre, estamos aceptando a DIOS como nuestro Padre. Ahora podemos comenzar esa relación personal. DIOS es un buen padre, y como tal, le gusta mantener comunicación con sus hijos. Por eso debemos acercarnos a EL para hablarle cada día. Imagine como se sentiría usted si tuviese un hijo que no se comunica con usted. Seguramente DIOS se siente de manera similar. No olvidemos a quien siempre está dispuesto a escucharnos y otorgar nuestras peticiones.

Pero cuando hablamos con nuestro Padre celestial tenemos que entender quién es EL. La Palabra dice que DIOS habita en la luz; también dice que DIOS habita en las tinieblas. Es decir, Dios habita en más de un lugar a la vez. Nuestro Padre está en los cielos, no en UN cielo. DIOS es omnipresente. Por eso Jonás no pudo huir del SEÑOR, aunque se había ido en un viaje a tierras lejanas. Dios lo encontró y obró para que se cumpliesen sus ordenanzas. Ni el espacio ni el tiempo influyen sobre DIOS porque el es eterno. Por eso cuando oremos, tenemos que tener cuidado con lo que pedimos. A veces intentamos influenciar a DIOS, como si EL fuese igual a nosotros y capaz de ceder a la presión. A veces le damos toda una serie de razones de porque debe complacer nuestra petición. Pero DIOS nos ha dicho que todo lo que pidamos sea de acuerdo con su palabra. Sus pensamientos son más altos que nuestros pensamientos, así que confiemos en EL cuando no nos complace, seguramente nos está librando de algún mal o preparándonos para algo mejor.

Cuando uno tiene un Padre que es tan grande, no puede hacer otra cosa que dejárselo saber a toda persona. Eso es precisamente lo que hacía el rey David en sus Salmos. El escribió sobre su profunda admiración por su DIOS. David no se cansaba de decirle a DIOS cuanto lo adoraba, le decía que no podía vivir sin su presencia. Le regalaba alabanzas, santificaba su nombre, porque su nombre es sobre todo nombre. Eso necesitamos hacer nosotros para nuestro querido Padre celestial.

Nuestro Padre tiene un Reino. Y todos queremos que ese reino venga a nosotros. Pero tenemos que entender lo que verdaderamente es un reino. Para nosotros que hemos vivido en una democracia todas nuestras vidas nos resulta un poco difícil comprender el alcance del significado de la palabra Reino. En un reino hay un monarca, quien es la autoridad máxima INDISCUTIBLEMENTE. Lo que el diga es ley. Así es el Reino de DIOS y EL es el monarca. Pero hay dos clases de reinos: los que son administrados por líderes perversos y los que son administrados por reyes que aman a su pueblo. DIOS ama a su pueblo y por eso quiere darles lo mejor. Verá, cuando los siervos del rey viven bien, el rey demuestra cuan bien administra su reino. Por eso El SEÑOR le ha hecho una serie de promesas a su pueblo, para que tenga TODO lo necesario. Jesús dijo: “Yo vine para que tengan vida, y vida en abundancia”. Así es que ya hemos sido bendecidos con todo lo que necesitamos para nuestras vidas; pero para recibir esas bendiciones, necesitamos hacer algo.

El Señor nos enseño que cuando oremos pidamos que se haga la voluntad del Padre. EL mismo, cuando estaba orando antes de ser entregado por Judas, clamaba por que pasara ese trago amargo de su vida. Sin embargo, aceptó la voluntad del Padre. Si Cristo siendo Dios acató la voluntad del Padre, ¿cuanto más debemos hacer lo mismo nosotros que somos más pequeños?
Algunos dicen que el Reino de Dios es en el cielo, pero el Señor nos enseñó que la voluntad del padre se tiene que hacer tanto en la tierra como en el cielo. No hay diferencia, pues DIOS no puede ser limitado por el espacio.

Como DIOS no tiene limitaciones, EL quiere que su pueblo aprenda a confiar plenamente en EL. Por eso cuando el Señor envió a sus discípulos a predicar su Palabra, les dijo que no llevasen nada para el camino. En otras palabras les dijo: “Aprendan a depender de mí”. Después que regresaron del viaje el Señor les preguntó si les había faltado algo, pero ellos respondieron que no les había faltado nada. El Señor sabe cuáles son nuestras necesidades antes que nosotros se las digamos. Pero es importante recordar nuestra dependencia de EL. Por eso oramos: “Danos hoy el pan nuestro de cada día”. El pueblo de Israel aprendió a depender del Señor cuando estaban en el desierto. Todos los días, excepto el de reposo, el Señor les proveía de alimento, maná del cielo. Ese alimento no se podía almacenar, solamente se les permitía acumular lo suficiente para alimentarse durante un día. Si acumulaban maná de más, este se podría. Pero el día antes del reposo, el Señor les permitía recoger porción doble. Amigo, no se preocupe por almacenar y haga la voluntad del Señor, que cuando EL decida que usted va a reposar, le otorgará suficiente para disfrute de su reposo.
En el Reino de Dios tenemos que reconocer la fuerza redentora de la sangre de Cristo. Nuestro Señor padeció para que nosotros no tengamos que padecer. EL nos ofrece perdón de nuestros pecados sin importar cuan graves sean. Cristo mismo nos ha enseñado a perdonar mediante su perdón a nosotros. Pero cuidado. Había un siervo que le debía miles de dólares en impuestos a su rey y éste le perdonó su deuda. Sin embargo, después de haber sido perdonado fue a cobrarle una cuenta mucho menor a un consiervo suyo. Si el rey, quien tiene autoridad para otorgar castigo perdona, es para que el siervo también lo haga.

Si comprendemos que día tras día necesitamos clamar a nuestro Dios, nos libraremos de la tentación de hacer las cosas contrarias a su voluntad.
El Salmo treinta y cuatro dice: “El Ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen y los protege”. Esto quiere decir que tenemos una promesa del Señor que EL nos librara del mal. Por lo tanto, el cristiano no tiene que andar asustado por el mundo: “Si Jehová está conmigo, ¿quién contra mí?”
Para finalizar, todo aquel que quiere tener una relación personal con Dios tiene pasar a ser parte de su reino. Tiene que reconocer la soberanía de DIOS Porque EL es el dueño del reino y del poder y de la gloria para siempre jamás. Amen.

Estamos frente a dos caminos. Uno de los caminos es amplio, cómodo para transitar. En ese camino encontrarás todo lo que la sensualidad y el egoísmo apetecen. Al transitar por ese camino sentirás que todo se te ha hecho fácil. Pero al final de ese camino te espera un barco. Allí te espera tu último viaje. Lamentablemente, el barco no se parece en nada al camino espacioso y cómodo que dejaste atrás. Ese barco está destartalado, su aspecto es semejante al de un barco fantasma. Su capitán es conocido como engañador, mentiroso, devorador de almas y príncipe de las tinieblas. El motor de su barco funciona con vapor, y su combustible son los cuerpos de los engañados que eligieron el camino amplio. Ese es el barco de los perdedores y su destino de ese barco es la condenación.

El otro camino es estrecho, a veces hay espinos, otras veces hay que subir cuestas, y otras hay sufrimientos. Pero en ese camino siempre hay un Guía que te dice: “Pon tu confianza en el Señor y EL te dará gozo, paz y valor para terminar tu camino”. Ese Guía es el Espíritu Santo. Y ese camino te conduce a otro barco. Y ese barco es de aspecto hermoso, adornado con oro y piedras preciosas. Y de la cabina del Capitán brota una luz, como faro que te alumbra el camino, y esa luz es hermosa como nunca antes se había visto. Y el Capitán de ese barco tiene por nombre Admirable, Bondadoso, Bienhechor, Maestro de maestros, Cordero inmaculado y Rey de reyes.
Y el motor de ese barco es el poder de Dios. Y su destino es la Capital del Reino de Dios. Y tu viaje ha estado reservado durante dos mil años. Valió la pena transitar el camino estrecho. Y cuando subes el tablón, pregustas cuánto vale el viaje, pero el ángel que te recibe te dice: “Ya ha sido pagado, ha sido pagado. Tu boleto ha sido comprado con la sangre más valiosa que jamás ha habido o habrá”. Y el ángel dice por el altoparlante: “¡Todos a bordo! Bienvenidos al barco de los ganadores, próxima parada el cielo”.

GRACIAS A JESUCRISTO

Estimados hermanos y hermanas, le damos las gracias a nuestro salvador Jesucristo por habernos salvado mediante su gran sacrificio. Próximamente tendremos más información sobre nuestra iglesia en este blog.

Tambien puede visitarnos en IGLESIA DE JESUCRISTO.