El
efecto invernadero es un fenómeno natural que permite la vida en
la Tierra. Es causado por una serie de gases que se encuentran
en la atmósfera, provocando que parte del calor del sol que
nuestro planeta refleja quede atrapado manteniendo la
temperatura media global
en +15º centígrados, favorable a la vida, en lugar de -18 º
centígrados, que resultarían nocivos.
Así, durante muchos millones de
años, el efecto
invernadero natural mantuvo el
clima de la Tierra a una temperatura media relativamente estable
y permitía que se desarrollase la vida. Los gases invernadero
retenían el calor del sol
cerca de la superficie de la tierra, ayudando a la evaporación
del agua superficial para formar las nubes, las cuales devuelven
el agua a la Tierra, en
un ciclo vital que se había mantenido en equilibrio.
Durante unos 160 mil años, la
Tierra tuvo dos periodos en los que las temperaturas medias
globales fueron alrededor de 5º centígrados más bajas de las
actuales. El cambio fue
lento, transcurrieron varios miles de años para salir de la era
glacial. Ahora, sin embargo, las concentraciones de gases
invernadero en la atmósfera están creciendo rápidamente, como
consecuencia de que el
mundo quema cantidades cada vez mayores de combustibles fósiles
y destruye los bosques y praderas, que de otro modo podrían
absorber dióxido de carbono y favorecer
el equilibrio de la
temperatura.
Ante ello, la comunidad científica
internacional ha alertado de que si
el desarrollo mundial,
el crecimiento
demográfico y el consumo
energético basado en los combustibles fósiles, siguen aumentando
al ritmo actual , antes del año 2050 las concentraciones de
dióxido de carbono se habrán duplicado con respecto a las que
había antes de la Revolución Industrial. Esto podría acarrear
consecuencias funestas para la viva planetaria.