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Leyendas de Arecibo



Se cuenta que el Sacerdote Juan Alejo de Arizmendi, estado en la oficina parroquial, oye un grito del Vicario Joseph de la Plaza el cual estaba dormido en un cuarto cerca. El Padre Arizmendi entro y encontro al Vicario desesperado y gritando. El Padre Arizmendi trató de tranquilizarlo y se dió cuenta que este tenía una pesadilla. El Padre de la Plaza le cuenta a Arizmendi que tubo un sueño en el que se le presentaron muchas personas con sotanas negras diciendole que el Obispo había muerto en la habitación de al lado. Padre Arizmendi le dijo que se calmara ya que el Señor Obispo estaba en audiencia y que todo estaba bien, pero el Padre de la Plaza le dice que el Obispo que había muerto era él (El Padre Arizmendi). Este se rió y le dijo que eso fue solo un mal sueño ya que él no era obispo y que no lo sería nunca. Después de 12 años en el 1803 Arizmendi es nombrado Obispo y para el 1814 visita a Arecibo. El Obispo Arizmendi enferma gravemente y muere en la misma habitación que el Vicario de la Plaza lo había visto muerto en su sueño.

Se cree que Pedro de Alejandría, Nicolás Serrano y el Capitán Corres y los arecibeños, que lucharon junto a este en el 1702 en defensa contra los ingleses, están enterrados en la Catedral San Felipe de Arecibo.

En el 1746 le fueron a dar a conocer a José Correa Rodríguez de Mathos que algunos vecinos de Arecibo habían sido víctimas de asalto, robos y que algunos habían desaparecidos cundiendo el terror en todo Arecibo. Se le atribuía a unos fujitivos que se escondían en los bosques y que los componían blancos renegados y negros cimarrones y que era dirigido por un extraño que vestía una túnica blanca. Celebraban raros ritos en los bosques, en los que el jefe invocaba al Diablo, llevando una vela negra encendida en las manos gritando mientras los otros bailaban. A este individuo se le dió el nombre de "El Hombre de la Vela Negra". Se organizó batidas por los milicianos los cuales persiguieron activamente a los malechores, pero nunca fueron encontrados; tal como si la selva los hubiese tragados. Unos decían que habían huido a otras tierran en barcos piratas; otros decían que fue el Arcangel San Miguel había fulminado con su espada el alma del endemoniado Hombre de la Vela Negra. Los milicianos atribuyeron a este personaje como Marcos Maldonado que había huido de la carcel de Guayama y se había internado en los bosques. Si murió violentamente en los bosques o de viejo, no se sabe; la crónica ha silenciado estos incidentes.

Se dice que para el 1833, siendo alcalde de Arecibo Don José Ramón Larrieu se le presenta, a este, un extraño y le dice que había visto sobre él una nube negra que decía cosas raras. Le informó que esa nube indicaba que él terminaría su vida súbitamente envuelto de problemas de salúd él y su familia terminarían igualmente con la enfermedad de los pobres. Veintidos años después, Don Jusé Ramón Larieu fue nombrado alcalde de Arecibo nuevamente y para el 1855 comenzó la epidemia de Cólera en Arecibo. Este alcalde se contagió de ella tratando de ayudar a las personas y murió súbitamente. Tanto él como su familia y sus trabajadores murieron de esta horrible enfermedad y su casa tubo que ser sellada por las autoridades de aquél entonces 23 años después de haber hecho su fatídica predicción el extraño.

Para el 1862 siendo alcalde Don Demetrio Santaella, persona de buen prestigio; querido por todos y buen administrador, a quien se le decía que tenía 3 amores: el baile, las flores y las mujeres. Se rumoraba la existencia de fantasmas en la Villa de Arecibo y por tal razón ya nadie salía después de las 10 pm por temor a este fenómen. Don Demetrio siempre advertía a todos que nunca salieran después de las 10pm para que nadie se encontrara con el fantasma. Por estas advertencias que daba don Demetrio se llegó a decir que en realidad era él mismo el que se vestía de fantasma y que se pasada dando la advertencia para que nadie saliera de noche ya que se vestía de fantasma para asustar a las personas y nadie lo reconociera para así poder visitar a diferentes mujeres que a él le gustaba.


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