El invierno caía crudo, las ráfagas de viento helado desestabilizaban los pasos de dos
mujeres que se deslizaban por el camino. El cielo se había vuelto de color gris y
grandes nubes negras corrían en camino contrario al que las guerreras se dirigían.
Xena ajustó más en su mano las riendas de Argo, ya que el dorado animal se encabritó
cuando un rayo cayó. Gabrielle iba caminado al lado de la guerrera y se arrebujaba en
su abrigo en busca de mas calor.
- Parece que Zeus está enojado, Xena...- la voz de la bardo se perdía en el viento,
pero eso no impidió que la guerrera la oyera.
- Así parece, Gabrielle- Xena tomó de la mano a la rubia y tiró de ella para acercarla
más a su cuerpo - Ven, debemos buscar un refugio, antes de que se largue a llover.
Luego de caminar un buen rato llegaron hasta una zona boscosa cerca de la montaña, ya
había empezado a caer algunas gotas, esto hizo que Xena tomara la decisión de montar en
Argo junto a Gabrielle, para acelerar el paso.
- Mmm, Xena allí creo que hay una cueva - Gabrielle, se apretó contra el cuerpo y pasó
la manos por la cintura agarrándose cuando Xena puso a su yegua al galope, pues ya había
empezado a llover mas fuerte
- Debemos apurarnos así conseguiremos algo de leña, está haciendo mucho frío.
Al llegar a la cueva que la bardo había señalado se apresuraron a entrar. Gabrielle se
ocupó de Argo, mientras Xena iba por leña y algo de comer.
Al llegar la guerrera apiló la leña y encendió el fuego, Gabrielle había distribuido el
campamento, acomodado las mantas y sacado ropa seca. Inspeccionó la cueva y encontró una
cascada interna que caía en una pequeña depresión del suelo.
Tomó un cubo y lo llenó, regresó al campamento y lo puso a calentar.
- Hay una pequeña cascada allí atrás- señaló a Xena.
- Bien, porque vamos a necesitar agua para bañarnos y calentarnos un poco... tengo el
cuerpo entumecido de frío.
- Venga guerrera, ya pronto va a estar la comida. Y el agua.- dijo Gabrielle con una
sonrisa bailando en su cara.
Gabrielle sirvió en los cuencos un poco de comida para cada una mientras que Xena
cepillaba a Argo.
Gabrielle la observó y volvió a sentir ese calor recorrer por el cuerpo cada vez que
miraba a la guerrera, un calor que empezaba en el estómago y terminaba más abajo. Se
sonrojó por los pensamientos que invadía su mente, cuando admiraba a cierta guerrera.
Xena sintió los profundos ojos verdes recorrerla entera y se alegró por eso. Hacía
varias lunas que sentía esa mirada recorrerla entera y fantaseó con la idea de que su
sueño se hiciera realidad. Quería que su bardo la mirara de la misma forma, pero de
frente y sin rodeos. Pero cada vez que cruzaban las miradas la pequeña rubia la
desviaba centrándose en otra cosa que no fuera ella.
Gabrielle y Xena estaban enamoradas, pero ninguna quería revelar los sentimientos por
miedo a perder a la otra.
*****
Luego de cenar, tomar un delicioso y caliente baño y viendo que la lluvia no había
mitigado, decidieron descansar.
Gabrielle se acomodó a un lado de la fogata y tomó de su zurrón pergamino y pluma, aun
no tenía sueño, entonces decidió escribir un rato.
La guerrera estaba echada en su manta y observaba a la rubia mujer. Entonces se dio
cuenta de cuanto había crecido en estos últimos tiempos. Gabrielle estaba tan sumida en
la escritura que no se dio cuenta que era observada.
"Como desearía poder decirte todo lo que siento por ti, decirte por ejemplo que me
pierdo en el mar de tus ojos cuando me miras y que mi piel se vuelve fuego en cada
lugar donde me tocas. Que cada palabra se graba en mi mente y se arrima cada vez mas a
mi corazón. No sé cuando empecé a sentir esto, en realidad sí lo sé, fue el mismo día
en que me salvaste de ser vendida a los esclavistas. Y lo que también sé es que jamás
voy a dejar de sentirlo.
Te amo, guerrera... ¿Tú me amas?..."
Gabrielle cerró el pergamino y lo guardó en el fondo del zurrón junto con los otros.
Xena observaba los movimientos de su chiquilla, como ella la llamaba en su mente.
Su mente... hoy la estaba traicionando...
"Mi pequeña, mi bardo, como desearía saber que es lo que piensas, que es lo que
escribes, que es lo que provoca esa sonrisa tuya o esas lágrimas que surcan sin miedo
tu mejilla y mueren en tu boca. Como has crecido, Gabrielle... en que momento dejaste
de ser una chiquilla, para convertirte en una hermosa mujer. Realmente no sé cuando
empecé a sentí esto, aunque pensándolo bien, fue esa tarde en Amphipolis, frente a
tumba de mi hermano, cuando más sola me sentía y tú, sin más me dijiste "que no estaba
sola". No, nunca más he estado sola, porque tu alma me acompaña aún dormida, en mis
sueños.
Te amo, Gabrielle... ¿Tú me amas?..."
- Xena... Xenaaaa- Gabrielle esbozó una sonrisa, había pillado a la guerrera en la
luna y eso casi nunca ocurría- Grecia llamando a La Gran Princesa- ironizó.
Xena salió de sus pensamientos y miró a la bardo, parpadeó un momento hasta que sus
ojos se posaron en dos esmeraldas que la miraban risueñas.
- Uhg...- se incorporó apoyándose en los codos - ¿Qué pasa?- preguntó.
- ¿Estás bien?... estás como ida...
- Solo pensaba- Xena se estiró en su manta y giró la cabeza para ver la entrada de la
cueva, aun llovía torrencialmente.- no ha dejado de llover...
- No, y está haciendo más frío.- coincidió la bardo.
- Ven, vamos a dormir, ya es tarde...
- Voy... voy.
Gabrielle guardó sus cosas y se acostó en su manta junto a Xena, se estremeció cuando
una correntada de aire se coló por debajo de las mantas y le recorrió el cuerpo.
Xena sonrió al escuchar el murmullo molesto de Gabrielle, extendió su mano y frotó la
espalda de la joven, de pronto advirtió lo rígida que se había puesto Gabrielle.
- Gabrielle, ¿estás bien?
- Sí solo tengo algo de frío, pero ya se me pasará... - la voz le temblaba y sus
dientes chocaban entre sí.
- Ven acuéstate conmigo, así entraremos en calor más rápido. - Xena se puso de costado
para hacerle lugar a la bardo pero esta permaneció en su manta.
- Estoy bien Xe... duerme tranqui...- la voz se le cortó cuando sintió que las mantas
se apartaban de su cuerpo y el cuerpo de la guerrera se amoldaba a su lado.
Xena se había metido en la cama de Gabrielle y estaba echando las mantas sobre ellas,
la bardo se puso de costado y cerró sus ojos, ante el cúmulo de emociones que pasaron
por su cuerpo al sentir el de su guerrera pegado a ella.
- ¿Qué haces?- preguntó en un susurro.
- Solo trato de que no mueras congelada- el calor que irradiaba el cuerpo de la
guerrera era suficiente para derretir el témpano más grande. Entonces Xena se acomodó
al contorno del cuerpo de la bardo y pasó sus piernas por encima de las de Gabrielle-
Cielos, estás helada... ven date la vuelta.
- Estoy entrando en calor, en serio.
- Vamos Gabrielle, no seas niña... Date la vuelta...
Gabrielle cerró sus ojos al sentir el susurro en su oído. Lentamente cambió de posición
y se dio de bruces con un mar celeste, que la miraban con... "pasión", ¿era eso lo que
veía Gabrielle en los ojos de la guerrera?.
Xena la había abrazado y acariciaba suavemente su espalda.
- ¿Mejor?- Gabrielle asintió.
- Mmm, sí... gracias- Xena miraba a los ojos de la bardo y se sentía completa. Seguía
acariciando la espalda de la joven con movimientos leves y sensuales, sus ojos no
dejaban de mirar las lagunas verdes y sonrió cuando Gabrielle cerró sus ojos y gimió,
sus manos habían tocado algún lugar sensible del pequeño cuerpo, repitió el movimiento
y Gabrielle dio un respingo.
- Ohh... mmm, creo que no deberías hacer eso...- Gabrielle tomó las manos de Xena y
las detuvo.
- ¿Qué pasa?... - Xena entrelazó los dedos con los de la bardo y llevó la pequeña mano
a su boca, la besó.
- Xena...- la mano de Gabrielle recorrió la mandíbula y perfiló la mejilla, su pómulo,
la guerrera se abandonó a la caricia y cerró sus ojos.- ¡No!... mírame.- susurró. Xena
así lo hizo, arrimó a su preciado tesoro mas a su cuerpo y la volvió a abrazar.- Mmm...
Dioses - Xena acercó su rostro al de Gabrielle y la besó en la frente, siguió por su
pequeña nariz, y culminó en sus labios. Fue un roce... pero la bardo no se aparto, se
acercó mas a la boca de su guerrera, la mano estaba ahora entre los cabellos y tiraba
hacia ella, el beso se hizo mas profundo, cuando la guerrera manifestó el deseo de
explorarla.- mmm, Xe... espera- Xena se separó y la abrazó.
- Te quiero Gabrielle... que los dioses me perdonen, pero no pude contenerme, te amo
tanto- Gabrielle levantó la cabeza del pecho de la guerrera y la miró a los ojos, en
ellos habían lágrimas, las retiró y se acercó para besarla en los labios.
- Te amo... - susurró. Se acomodó encima de Xena y comenzó a besarla. Los nervios
invadían su cuerpo, no sabía como hacerle el amor a una persona. Xena notó los
movimientos torpes y se incorporó dejando a la bardo sentada a horcajadas en su pelvis.
La bardo la estaba besando de forma urgente e irracional.
- Espera, despacio... - Gabrielle se separó haciendo chasquear el beso y la miró.
- Lo siento... No sé que hacer Xena... - confesó- Quiero amarte... pero no se como. -
dijo bajando la mirada.
- Tranquila... - la guerrera se acercó a la boca de su bardo y la besó suavemente...
sin prisa.- esto se hace de a dos, Gabrielle.
Xena levantó la camisa de Gabrielle y se la quitó por la cabeza, recorrió la suave piel
del cuello con sus labios y los guió hasta llegar a los senos, besó cada uno de ellos,
Gabrielle arqueó la espalda al sentir el cálido aliento sobre su piel y gimió cuando la
guerrera lamió sus pezones haciendo que se endurezcan, con sus caricias. Xena acostó a
la bardo sobre las mantas y se puso sobre ella.
- Te amo tanto... - susurró en el oído mientras lo besaba, fue recompensada con un
gemido y el feroz abrazo por parte de la bardo. Xena continuó el reguero de besos por
el cuello, los pechos y el vientre plano y trabajado de su amante. Sintió el temblor
del cuerpo más pequeño, tomó de las manos y las apretó para transmitirle tranquilidad.
Acarició la cintura y recorrió los muslos con su mano, subió para besarla, mientras
escuchaba cada suspiro y lamento de Gabrielle. Las lenguas buscaban su igual, mientras
se abrazaban con ímpetu. Xena dejó descansar su mano sobre el sexo de Gabrielle y la
miró - Gab...¿lo deseas?- Gabrielle respondió abriendo más las piernas...
- Sí... hazme tuya... por favor- Xena introdujo los dedos entre los pliegues y
encontró la tibieza del deseo. La acarició por unos momentos tratando de evitar la
pequeña protuberancia- mmm, síiii...- gimió en su boca, Xena introdujo lentamente dos
dedos en su amante, Gabrielle, pegó un pequeño salto y de su boca salió un grito, Xena
notó la incomodidad y detuvo el avance.
- Gab... ¿estás bien?...- la bardo abrió sus ojos llorosos y la miró- ¿te duele... te
hice daño?- Gabrielle enjuagó sus lágrimas y se abrazó más.
- Está bien, amor... es que yo nunca.....- el deseo la seguía invadiendo y toda
cordura se perdía en las caricias que Xena le proporcionaba- olvídalo... ámame.- Xena
siguió estimulándola hasta que el orgasmos la traspasó... Gabrielle enterró su cara en
el cuello de su amante y su nombre salió entonado en agudas letras.- Xxxxeeennnaaaa-
el pequeño cuerpo se estremecía y convulsionaba. Cuando los últimos vestigios se
esfumaron, la guerrera pudo soltarla del abrazo, y sintió como Gabrielle apenas se
movía.
Luego de unos minutos de calma y sosiego, Xena abrió sus ojos y se encontró con el
rostro aun sudoroso de su amor. Acarició la frente apartando los mechones húmedos.
- ¿Estás bien?- Gabrielle levantó su rostro del pecho de la morena y sonrió.
- Mmm, si... genial- su brazo sin fuerza rodeó la cintura y su cuerpo se amoldó al más
grande.- estoy bien...
- ¿Te hice daño? - la rubia negó con la cabeza - Gab... yo creía que tu no eras... -
Gabrielle había estado casada, aunque solo duró un día, pero ella daba por sentado que
su bardo había pasado la noche de boda con Perdicas. La bardo miró a los ojos celestes
que tanto la perdían y decidió contarle la verdad. Se sentó con las piernas flexionadas
y bajó la mirada algo avergonzada- ¿qué pasa, amor?
- Xena... tengo que contarte algo- Xena se sentó y abrió sus brazos, Gabrielle acomodó
su espalda en el pecho de la morena y tomó sus manos.- esa noche... cuando Perdicas y
yo... estuvimos juntos.
- Gab... si te hace mal...
- No, déjame contarte- Xena besó la rubia cabeza- cuando llegó el momento, él empezó a
besarme y lentamente nos fuimos desnudando, pero cuando sentí su cuerpo sobre mí...- la
guerrera apretó la mano de su bardo- no pude... no pude entregarme a él... no podía
entregarme cuando todo el tiempo te tenía a ti en mi cabeza, Xena. Estaba enamorada de
ti.
- Oh... amor- Xena sabía de su amor por la bardo desde el mismo momento que la salvó
de las manos de los traficantes, pero nunca sospechó que era correspondida. - ¿Pero por
qué te casaste?
- Por miedo a que te enteraras de mis sentimientos por ti- la bardo empezó a llorar-
no quería que me echaras de tu lado.
- Nunca, me oyes...- Xena se separó y la encaró con la mirada- nunca, te voy a dejar,
Gabrielle... además no podría, por que eres parte de mí... de mi alma.
- Te amo Xena.- la bardo la abrazó y comenzó a besarla.- Xe... quiero amarte, como tu
lo has hecho. - le susurró a tiempo que le quitaba la camisa a la guerrera.
- Te amo...
Gabrielle, comenzó a besarla, con besos cortos primero y luego más profundos, sus manos
temblorosas acariciaban por primera vez la piel de su guerrera, delineó cada vieja y
nueva cicatriz, provocando que la guerrera se estremeciera. Sus labios siguieron el
camino desde la mandíbula a su clavícula, cuando llegó a los pechos se detuvo para
disfrutarlos, lamió el pezón del derecho mientras que el izquierdo era atormentado con
sus dedos, los gemidos que Xena soltaba no ayudaba para calmar la quietud en los deseos
bardicos. Siguió bajando hasta la altura del estómago y su lengua se introdujo en el
pequeño ombligo. La guerrera se apoyó en los codos cuando sintió los besos de su amante
ir mas abajo, encontró la mirada hambrienta de Gabrielle y dejó caer la cabeza hacia
atrás cuando sintió los dedos introducirse dentro.
- Dioses Gabrielle...- la bardo rozó con un dedo su clítoris, provocando que sus
caderas se encabriten- así... despacio...
- ¿Así?- preguntó con inocencia, Xena se limitó a asentir, la bardo sintió como sus
dedos resbalaban en la esencia de su amor y probó llevando los dedos mas abajo, Xena
correspondió abriendo mas las piernas y alzando las caderas. - ¿Xena?...
- Hazlo... te necesito dentroooo- gimió. Gabrielle introdujo dos dedos de un limpio
empujón, esto hizo que la guerrera retuviera el aliento por un momento, luego comenzó a
moverse al ritmo que su bardo le imponía.- Ohhhh... mmm- la liberación estaba próxima,
entonces tiró de Gabrielle y la abrazó- ohh dioses... Gabrielleeee. - Sus ojos se
cerraron con fuerza mientras sentía recorrer una electricidad por todos lados.
Gabrielle aun mantenía los dedos en el interior y sintió como los músculos se contraían.
Lentamente los retiró y miró el cuerpo sudoroso e indefenso, besó la frente de Xena y
la estrechó mas contra ella.
- ¿Estás bien? - la guerrera apenas pudo asentir.- descansa... - la bardo miró hacia
la entrada de la cueva y vio que aun no había parado de llover, tomó la manta y cubrió
sus cuerpos.- Te amo, Xena.
Ambas cayeron al reino de Morfeo.
Cuando la guerrera despertó, sintió el calor de su bardo sobre su cuerpo, sonrió al
acordarse de la maravillosa noche que habían pasado. De cómo esta pequeña mujer, le
había entregado a ella su don y de cómo le había hecho el amor. Xena miró la forma
durmiente y le apartó unos cuantos mechones de la cara, Gabrielle hizo una mueca con su
boca y arrugó el ceño. La guerrera acarició la zona y logró que el rostro de su ángel
estuviera de nuevo en calma.
Con cuidado se levantó y se puso su camisa de dormir. Caminó hasta la hoguera y agregó
varios troncos al fuego, luego tomó las cosas y acicaló a su yegua, una vez que terminó
se dirigió a la pequeña cascada, lavó su cuerpo y se colocó una camisa limpia. Regresó
al campamento y preparó algo para desayunar, se acercó a la bardo y se sentó a su lado.
- Gabby... amor- le acarició el largo cabello dorado- despierta dormilona.
- Mmm- la bardo abrió sus ojos verdes y una sonrisa se instaló en su rostro.- hola.
- Hola, tu...- se agachó y le dio un beso en los labios.- así era como soñaba
despertarte, Gabrielle.- La rubia, se sentó y se ruborizó cuando se dio cuenta de su
desnudez, Xena le alcanzó una camisa y puso la comida entre ellas.
- ¿Mmm, desayuno en la cama?- Gabrielle, la miró a los ojos, extendió su mano y rozó
la mejilla de la guerrera.
- Ha dejado de llover y hay sol, pero aun creo que debemos quedarnos un día más, el
camino está muy barroso y Argo no podrá pasar.- dijo mientras le daba un bocado al
estofado.
- Lo que tu digas, Xena- le sonrió. Gabrielle, se quedó mirándola un momento.
- ¿Qué?- la guerrera, conocía cada cara de su bardo, y esta que tenía ahora era de que
algo importante tenía para decirle.
- Nada, solo quería agradecerte...
- ¿Agradecerme... por qué?- Gabrielle dejó su comida y se arrodilló, se acercó a la
guerrera y se sentó a horcajadas, rodeó su cuello y la besó en los labios.
- Por cuidarme... amarme y por hacerme tuya...- Xena abrazó a su pequeña y le besó la
cabeza.
- Gracias a ti, amor... escúchame...- Gabrielle se separó y la miró con los ojos
llenos de lágrimas- también ha sido mi primera vez, Gabrielle...- la bardo soltó una
carcajada que reprimió cuando vio que Xena seguía seria.
- ¿Cómo?... es imposible...
- No... es verdad, Gabrielle, en mi vida, han pasado muchas personas, hombres y
mujeres,- la bardo se removió inquieta, pues no le gustaba saber del pasado "amoroso"
de su guerrera- mírame... pero con ellos solo ha sido sexo... nunca hice el amor...
tu... eres la primera persona con la que hago el amor.
- Oh... te amo, Xena... - empezaron a besarse y en minutos el fuego de la pasión se
encendió en ambos cuerpos.
Cuando la bardo despertó Xena estaba acurrucada en sus brazos, parecía una niña, tan
vulnerable... se levantó y tomó un pergamino y comenzó a escribir. Xena se despertó y
que quedó mirando como su bardo escribía.
Se levantó y le dio un beso en el cabello. Salió de la cueva e inspeccionó el lugar,
cerca de la cueva encontró un pequeño manantial de aguas claras y tibias, probablemente
serían aguas termales, proveniente del centro de la tierra, volvió a la cueva y se lo
informó a la bardo, tomaron unas pastillas de jabón y ropa limpia. Se introdujeron con
cuidado y se bañaron entre caricias y besos.
Estaban sentadas en unas piedras fuera de la cueva, mientras Argo pastaba y retozaba,
cerca. La morena no podía dejar de mirar a su amante, cada parte de ella ahora parecía
diferente. Gabrielle notó la intensa mirada y levantó la vista del pergamino.
- ¿Qué ocurre Xena?- preguntó.
- Nada, amor... solo te observaba.
- ¿Me observabas?- preguntó desconcertada.
- Sí te estaba mirando... es que estás diferente.
- Xena, tu siempre me miras, qué tengo de diferente ahora...?
- Que ahora eres una mujer...- Gabrielle se sonrojó y bajó su mirada, entonces la
guerrera se permitió bromear- y dejaste de ser esa chiquilla molesta...- los ojos de
Gabrielle fulminaron a la guerrera.
- ¿Tu dijiste que yo era una chiquilla molesta?- Gabrielle se levantó de la roca donde
estaba sentada y se acercó a la guerrera, Xena la vio venir y en sus labios se formó
una sonrisa irónica.
- Sip, yo dije que eras una chiquilla molesta... ¿acaso mentí?
- Bien, guerrera, ahora vamos a ver si puedes vencer a esta chiquilla molesta.-
Gabrielle se lanzó sobre la guerrera y comenzó a hacerle cosquillas, esa noche había
descubierto ciertos puntos donde la guerrera tenía cosquillas, aunque ella sabía quien
perdería en esa guerra.
- Paraaaa Gabrielleeeee... ja ja ja... no allí noooo- Xena logró tomar ambas manos de
la pequeña bardo y trenzó los dedos, la había dejado divertirse aunque ella también lo
había hecho. La guerrera se había caído de la roca donde estaba sentada y su bardo
estaba sobre ella, se incorporó y la besó. - ¿Sabes que te amo... verdad?.
- Siempre lo supe amor...- Gabrielle tomó una mano de la guerrera y la puso sobre su
corazón.- Aquí... siempre lo supe, me enamoré de ti el mismo día que te conocí, el día
que me salvaste, siempre supe que no sólo había oscuridad en ti, Xena, que el amor
estaba allí.- ahora señaló el corazón de la guerrera.- estaba muy escondido, lo sabía,
pero me propuse sacar lo mejor de ti... y creo que lo he logrado. Pero también sé que
la oscuridad, fue, es y será parte de ti, pero debemos dejarla ahí... en el lugar donde
un día ocupó el amor... allí en el fondo. Te amo guerrera.
Xena la rodeó con sus brazos a tiempo que sorbía el llanto.
- Te amo tanto, Gabrielle... por favor... nunca me dejes... te necesito para vivir...-
Xena lloraba mientras que Gabrielle la acariciaba el largo cabello- A veces tengo miedo
de que la oscuridad me invada y te haga daño... no quiero hacerte daño...
- Nunca vas a hacerme daño... y cuando la oscuridad intente salir, juntas vamos a
luchar... una vez te dije que no estabas sola... ¿recuerdas?
- Si...
- Bien, porque quiero que lo recuerdes siempre... jamás volverás a estar sola...
porque donde quieras que vaya, yo estaré a tu lado... siempre.
- Sabía que dirías eso...- Gabrielle la miró desconcertada y la guerrera sonrió- lo
sabía aquí...- señaló su corazón. Lentamente se acercó y la besó.
FIN