ADVERTENCIA: esta historia es subtexter.
DEDICATORIA: Para William Nicholson por su triologia de El viento en llamas.

Para críticas instructivas o intercambio de opiniones escribidme a:
embrujadas13@hotmail.com


PERGAMINOS, DIOSES, Y TODO HECHO

Marta Sofía

Escribo esto porque es la única forma de desahogare.

Esta es la única forma que tengo de expresar lo que siento, lo que sufro y lo que te quiero. Te quiero, te amo, llámalo como quieras, pero tú eres mi obsesión. Desde la primera vez que té vi supe que eras alguien especial, ahora que llevamos casi 4 años juntas sé lo especial que eres realmente. También sé que yo solo significo para ti algo así como una molesta hermana a la que tienes que proteger, también sé que solo soy un estorbo para ti, pero la idea de alejarme... me duele, solo de pensarlo.

No sé si tus movimientos, que tanto me seducen y enamoran, son en realidad señales tuyas. Solo por ellos caigo mas en tus redes, haciéndome desearte más. No sé que haces, pero solo puedo pensar en ti, ni si quiera puedo quitar tu imagen de mi cabeza. Cuando te bañas, cuando duermes, cuando practicas o entrenas, siempre te observo, me embaucas en un torbellino de sensaciones con solo sonreírme, y siento en todo mi cuerpo tu fría, pero a la vez tan cálida mirada, y siento que te necesito desesperadamente. Guardo en mi memoria todos tus movimientos, recuerdo cada una de tus palabras y guardo con celos tu imagen en mi corazón, por que no solo me duele él amarte tanto como te amo y no ser correspondida, también me duele él verte con otras personas, quizás ¿Ares?, aunque solo sea en plan amigos, es algo que me pone enferma, me recome por dentro y me provoca repentinos ataques de furia. Sé que debes estar preocupada porque ya no soy aquella parlanchina bardo que hablaba contigo sin parar, pero ahora tengo miedo de que notes en mis palabras, en mi comportamiento o en mi mirada lo que siento por ti.

A pesar de que este sentimiento crece y crece dentro de mí, sé que no es prudente que te lo diga, pues te alejarías de mí, de mi vida, dejarías de sorprenderme cada día con tu belleza y eso no podría soportarlo. Así que me conformo con ser tu amiga, con poder estar siempre junto a ti en nuestras aventuras, a pesar de que mis sentimientos me destrozan por dentro de mi ser, pero soy buena actriz, y nunca permitiré que esto se interponga en nuestra amistad.

Te quiero, tengo pensamientos extraños, son fantasías muy reales, que nunca se cumplirán. Pero quise escribir esta carta por si alguna vez me pasaba algo, entonces ya no importaría lo que yo siento.
Esta carta va dirigida a ti mi preciosa princesa guerrera, pero a pesar de escribirla como si contigo hablase, jamás, jamás la leerás.

Te amo como nunca quise a nadie:

Gabrielle

*****

Yo no soy muy buena con las palabras, y Gabrielle lo sabe, pero, a pesar de ello intentaré escribir esta carta. Es una carta de amor de una Princesa Guerrera más fría que el hielo, cuyo corazón estaba blindado con una gruesa coraza de hierro que solo una preciosa bardo pudo traspasar con sus palabras. La guerrera quedó embaucada por sus encantos, su belleza, su pureza, en resumen su entera perfección que la hacían ser el único ser de la tierra que parecía creado por la mismísima diosa del amor, Afrodita. La guerrera observaba cada día como la bardo la conquistaba mas, hasta un punto en el que todo su ser pedía a gritos aunque fuese el más leve roce de sus bellos labios con los suyos. La guerrera sabia perfectamente que el amor no era correspondido, así que nunca se atrevió a confesar sus sentimientos. Al saber guardar con mucho talento sus pensamientos, lo cual lo había aprendido en la guerra, decidió que lo mejor seria que todo siguiese como hasta ahora. Cada noche de cada día la guerrera pedía a gritos una señal para aclarar sus sentimientos, unos sentimientos que destrozaban su corazón mas que la mas afilada de las espadas. Y hoy, 5 meses después del descubrimiento de sus sentimientos, la guerrera sigue aun pidiendo una señal, una salida, una solución a este inmenso problema, que ocupaba su corazón.

Xena, la fría Princesa Guerrera

*****

Afrodita miraba con tristeza la desesperación de ambas amigas. Desde su viaje a la India ambas habían descubierto, gracias a un conjuro suyo, lo que sentían, pero de nada servia, ya que ninguna sacaba el valor suficiente para decírselo a la otra.

Todas las noches la Diosa observaba a las dos jóvenes amigas como luchaban por no sacar a la luz su mutuo amor, pero aquella noche se le ocurrió un plan. Solo necesitaba la ayuda de Cupido, y teniendo en cuenta que se trataba de un asunto de amor, él accedería gustoso a ayudar.

*****

Aquella noche como otras tantas ambas amigas miraban las estrellas en silencio, sin atreverse a decir palabra. Mientras, en las alforjas de Argo descansaban los pergaminos, tan privados que ambas habían escrito. Se encontraban muy separados el uno del otro, por lo que Afrodita decidió seguir con el plan. Con un mágico toque de dedos cambió las palabras de un pergamino a otro, sonriéndose a sí misma por su magnifica idea. Desapareció, sabiendo que su trabajo ya había terminado hasta la mañana siguiente.


Cuando el sol empezaba a salir, Gabrielle se despertó y se encontró a Xena cocinando. Aquello la extraño, mas no puso pegas:

"Buenos días. Que extraño, tu cocinando, ¿Qué planeas?"

"Huy pequeña bardo, cuidado al escoger tus palabras porque hoy me toca a mí cocinar tu desayuno, y dicen que puedo ser tan mortal peleando como cocinando" ambas rieron por el comentario, mientras que sin que lo notasen Afrodita y Cupido se metían en sus cabezas.
Al igual que hacia Cupido en Gabrielle, Afrodita le susurraba a Xena que mirase su pergamino, que tenia que releerlo por si acaso hubiese algo que pudiese llamar la atención de la rubia. Ambas sin entender muy bien el porque se acercaron hacia la yegua, y bajo la mirada atenta de la otra sacaron sus pergaminos, pero sin saber que Afrodita los había trucado.
Ambas se dieron cuenta al instante de que no era su pergamino, pero las picó la curiosidad y siguieron leyendo, cada palabra de amor, los sentimientos de cada frase y el mensaje del texto. Apenas había terminado Xena dejo de leer el pergamino corrió hacia donde se encontraba su amiga. Las lágrimas de la bardo corrían libremente por sus mejillas. Xena con una tierna caricia elevo su barbilla, y hizo esa pregunta que tanto tiempo había esperado decir:

"¿Qué es esto? ¿Soy yo la fria guerrera?" pregunto esperanzada acercándose a Gabrielle y mostrandole el pergamino.

"Si, mi fría princesa guerrera" contesto.

Gabrielle alzándose de puntillas para que sus labios alcanzaran los de Xena. La morena se sorprendió ante este contacto, pero enseguida empezó a reaccionar, rodeando a Gabrielle por la cintura mientras que la atraía hacia sí, pidiendo mas proximidad entre los cuerpos.

"¿Por qué nunca me lo dijiste, por qué no me besaste como haces ahora?" preguntó Gabrielle sin entender nada.

"Encontré este pergamino en donde debería estar este" dijo Xena señalando su escrito que ahora se encontraba entre las manos de Gabrielle.

"Así que ¿Es cierto lo que en este pergamino se ha escrito?"

"Si, pero en el no he sabido expresar lo que realmente siento por ti."

"¿En serio? ¿Y hay alguna forma de que me lo puedas expresar?" dijo Gabrielle con una mirada picara.

"Si, esta" y dicho esto poso una mano en la nuca de Gabrielle y la otra en su cintura atrayéndola suavemente hacia ella, mientras que sus manos iban desde el cabello de la rubia hasta su cintura. Gabrielle abrazo el cuello de Xena con sus brazos y empezó a besar su cuello, marcando una tierna línea de besos hasta su clavícula.

"Quiero que seas mia, y solo mía, pero para ello necesito estar segura de que tu sientes lo mismo."

"Te quiero, y sin lugar a dudas necesito ser tuya" le contesto Gabrielle. Aquellas palabras fueron las palabras claves para que sus bocas empezaran a hacer una investigación, al igual que sus manos, las cuales se dejan levar, llegando a tocar el cielo las dos juntas... varias veces.

A la mañana siguiente llega la hora de las aclaraciones. Ambas se encuentran juntas entre las mantas. Aun están exhaustas pero satisfechas de los acontecimientos de la noche anterior. Ambas se miran tiernamente y se sonríen.

"Oye Xena, ¿tu no dejaste tu pergamino donde yo lo encontré? ¿Verdad?"

"No, no."

"¿¿¿Estas pensando lo mismo que yo???"

"Creo que sí."

"¡¡¡¡¡AFRODITA!!!!!" dijeron las dos a la vez.

Fin


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