Disclaimers: Los personajes de Xena y Gabrielle son exclusiva propiedad de Renaissance Pictures y de MCA/Universal Studios. Esta historia tiene dueña: Yo. Así que está prohibido reproducirla, copiarla o hacerse rico con ella. Al menos compartan las ganancias conmigo.

Dedicatoria: a todas las hermosas personas que entran a ésta página por que saben que es la mejor de Xena. A todos los lectores de bueno gusto que leen las mejores historias.

Comentarios: Si tienen algo que decir con respecto a ésta historia, quejas, reclamos, venta de garaje, apariciones en el teleberry e inscripciones a Date el Bote, hacedlo a: souldremas_@hotmail.com


TE VAS A ENTERAR

Autora: Lane

Segunda Parte

Inhalé a conciencia para luego exhalar con parsimonia todo el aire que mis pulmones parecían decididos a no retener. Aunque se me secó la garganta, me descubrí tragando un nudo de no sé aun muy bien qué, deglutiendo mi deseo y apresando mis ansias de correr y tirarme al agua en la cárcel de mis entrañas. Pero el remedio fue peor que la enfermedad, puesto que no solamente no conseguí apaciguar el fuego que ardía en mi interior sino que no logré que no llegara a fines totalmente catastróficos, arrasando justo el centro de mi cuerpo.

Paralizada desde hacía lo que a mi ya me parecía una eternidad, seguí observándola mientras ella se bañaba y hacía la desentendida. Un camino hecho de ropa a orillas del río precedía la criatura más deseable de la faz de la Tierra, chapoteando en el agua en su gloriosa desnudez. Me pareció que todo enlentacía, creía sinceramente que Xena se insinuaba deslizante por el agua en cámara lenta. Sus movimientos no me pudieron parecer más perfectos, emanaban elegancia y sensualidad.

De espaldas a mí y con el agua por la cintura, Xena levantó un brazo y empezó a frotárselo muy lentamente, acariciando más que rozando su piel. Llegó a su cuello y, con gracia y experiencia, se recogió la melena y con un palo se la ató para que no volviera a caérsele. La suave piel de su nuca me eclipsó y me llevé, inconsciente, una mano al estómago, intentando que no estallara mi interior de anhelo. No estaba segura de estar respirando llegados a esas alturas.

-El agua está fresquita, Gabrielle, ¿estás segura de que no quieres refrescarte un poco? –la oí preguntar con picardía, mientras se giraba y me ofrecía una espléndida visión de sus pechos.

Se echó hacia atrás, y se deslizó por el agua hasta que le llegó al cuello. Parpadeé ceñuda al perder toda visión de su cuerpo y la miré, entonces, a los ojos. Me sonreía divertida y enarcando, como es costumbre ya, una ceja. Di unos cuantos pasos adelante, imbuida y totalmente hipnotizada por el aura de sensualidad que la envolvía, y me olvidé de desvestirme al llegar al agua. Su risa ligera me hizo despertar de mis tácitas ensoñaciones y bajé la vista, mirando sin ver que el agua ya me llegaba a la cintura. Con una mueca de disgusto hice ademán de retroceder, pero algo me detuvo.

Sentí un cosquilleo por mis piernas ascendiente, mientras Xena me miraba desde abajo con una sonrisa plateada y caprichosa. Delineó el contorno de mis piernas por fuera y luego, tan sólo con unos pocos dedos, descendió, esta vez por el interior de mis piernas. Exhalé una exclamación de sorpresa cuando se alzó sobre sus pies y quedó su pectoral totalmente a mi abasto. Aun sonriéndome con diversión, sus manos entraron en contacto con mi estómago, el cual no pude evitar que se contrajera. Abrí la boca, me faltaba aire, estaba siendo una batalla dura, muy dura. Tanto que estaba a punto de rendirme.

-¿Qué pasa, Gabrielle? –ronroneó más que preguntó, mientras sus dedos se enganchaban en el comienzo de mi falda- ¿Nunca te han enseñado que con ropa no se baña? –rió guturalmente, acercándose más a mí y deslizando mi falda por mis caderas.

No podía dejar de mirar sus pechos, perfectos y redondos, coronados por unos pezones mojados y endurecidos. Atormentada, aparté la mirada e intenté que se mantuviera en el agua que nos rodeaba, mientras Xena se inclinaba y situaba mi falda a la altura de mis rodillas. Cerré los ojos con fuerza cuando, al volver a incorporarse, Xena acarició mis muslos y se detuvo en mis caderas. De inmediato, sentí su aliento caliente abrumando la piel de mi cuello y solté un suspiro que hacía tiempo que retenía. Formé puños con mis manos cuando sus ávidas manos se aventuraron de nuevo a acariciar la piel de mi vientre pero, a diferencia de la vez anterior, no detuvieron su ascenso ahí. Me entró un fugaz escalofrío cuando sus fríos dedos rozaron la base de mis pechos y tuve que contener mis prisas para que aquel tormento acabara cuando Xena me desató el peto con espantosa y agonizante lentitud. Una vez me tuvo tan desnuda como ella, me cogió de las manos y tiró de mí mientras ella volvía a introducirse en el agua.

Abrí los ojos y sentí como reaccionaba mi piel ante el frío de aquella agua, pero no tardaría en calentarse la atmósfera cuando, maravillada, sentí que Xena pegaba su cuerpo al mío. Instintivamente, busqué sus labios, pero de inmediato apartó su rostro de mi alcance.

-Ah, ah, aah... –meneó la cabeza y, para más tormento, alzó sus caderas y rodeó mi cintura con ellas.

“¡Santa Era!”, rodeé de inmediato su cintura con mis brazos y aferré con más brío su caliente centro contra mi vientre, recién sorprendido. La miré a los ojos con intensidad, clamando piedad, y luego se me escapó la mirada a sus labios, ensanchados en una sonrisa y más deseables e invitadores que nunca. Volví a mirarla en muda súplica. “Me rindo, me rindo...!”. Ella sólo sonrió una vez más y acercó su rostro al mío, inclinándolo levemente. Gemí contra sus labios con alivio y me dispuse a soltar toda la pasión que contuve dolorosamente durante lo que me pareció demasiado tiempo. Capturé su superior mientras ella jugueteaba con mi inferior con su cálida lengua. Lo succioné en varias ocasiones, pero al final me descubrí devorándolo prácticamente.

-Más, quiero más... –dije con una voz cavernosa que no me pareció en absoluto mía cuando ella se separó y nuestro beso chasqueó.

Rodeó mi cuello con sus espléndidos brazos y se rió suavemente sobre mis labios antes de volver a besarme. Esta vez fue ella la más dispuesta y lanzada, entrando sin permiso en el interior de mi boca, cosa que me sorprendió tanto como excitó.

-Uhmm... –murmuré abrumada por la intromisión en mi boca e intenté seguirle el paso a Xena, quien lo aceleraba a velocidades casi astrológicas.

Empezó a mover sus caderas contra mi cuerpo a medida que profundizaba un beso que a mí ya me estaba asfixiando, pero que no me importaba en absoluto. La agarré por las nalgas y la ayudé a seguir un ritmo erróneo pero certero, y lo supe cuando se separó y jadeó echando su cuerpo atrás, cerrando sus ojos. De inmediato me lancé sobre sus pechos, bebiendo con sed totalmente desmesurada el agua que los empañaba. Mi lengua recorrió la redondez de uno de ellos para luego deleitarse con la de su gemelo. Junté mis labios capturando un pezón y empecé a dar sobre él, círculos con mi lengua, mientras Xena se agarraba a mi cuello y soltaba gemidos y suspiros que no parecía querer retener.

En un momento dado, me obligó a dejar el néctar de sus pechos y pegó casi inhumanamente su cuerpo al mío y empezó a restregarse esta vez de arriba abajo. Fascinada por la visión de Xena a un paso del éxtasis, me quedé como una idiota mirándola embobada, mientras ella susurraba palabras que nunca llegué a entender y cerraba sus ojos con fuerza centrándose en las sensaciones que, seguro, su cuerpo estaba sintiendo. Me ardió, su orgasmo me quemó el vientre tan dolorosa como exquisitamente. La rodeé por la cintura de nuevo, mientras ella se precipitaba sobre mis labios y me besaba con agradecimiento y satisfacción.

Pronto el beso, lento y sosegado al principio, intensificó las embestidas de los labios de Xena y animó a los míos a volver a empezar el ritual recién culminado. Se bajó de mis caderas y me obligó a retroceder hasta la orilla. Allí, sin abandonar mis labios, me tumbó con delicadeza y ubicó sutilmente una de sus piernas entre las mías. Nunca he podido ni creo que pueda expresar el impresionante contacto de mi cuerpo desnudo contra el de Xena. Y mucho menos podré siquiera describir ni la mitad de las sensaciones que sus manos, acariciando cada centímetro de mi piel, me hacen sentir.

Paseando las mías por su espalda de arriba a bajo, arqueé mi cuerpo cuando Xena fue descendiendo a besos por él. Sus manos se aferraron a mis costillas y sus labios atormentaron una bendita eternidad mis pechos a punto de estallar en puras descargas eléctricas. Apreté las piernas y capturé sin disimulos la pierna que me las dividía. Xena me pasó una mano por la espalda y me incorporó con ella, hasta que quedé sentada sobre uno de sus muslos. Paseó su lengua por mi cuello, intentando hallar nuevos rincones y recovecos aun por explorar, mientras deslizaba mi cuerpo por su muslo, haciendo que mi centro, literalmente, se restregara contra él.

Agarrada entonces yo a su cuello, me descubrí cabalgando desenfrenadamente y confesándole que necesitaba más, que tuviera compasión y.... Y, al fin, mis plegarias fueron escuchadas y sentí la palma de la mano de Xena pegada al exigente de mi centro. Solté un gruñido y dejé caer la cabeza en uno de sus hombros, jadeante y respirando realmente con dificultad. Primero sólo fue una caricia, un roce, pero luego dos de sus dedos se deslizaron con pasmosa facilidad para acariciar mi interior. Inspiré tensando mi cuerpo y abrazando con fuerza a Xena.

-Oh... dioses... –le susurré a su oído, meneando sin ya control mis caderas, cuando con su pulgar Xena presionó el botón de mi placer y felicidad.

-Gabrielle... –la oí murmurar, pero la verdad es que no lo puedo asegurar, puesto que en aquellos instantes el mundo se me perdía de vista.

Aceleré mis embestidas, deseando que sus dedos me penetraran más profundamente y empecé a gritar de pura excitación, creyendo que mi cuerpo no podía estarlo más. Era imposible. Un poco más y me vuelvo loca de placer. Y justo eso fue en lo último que pensé cuando un orgasmo arrasó mi interior y me hizo convulsionar el cuerpo mientras Xena me agarraba con fuerza.

-Te tengo, tranquila, te tengo, cariño...

Apreté dientes y cerré con fuerza los ojos, proyectando mi pecho hacia arriba y apoyándome en mis rodillas, cuando inmediatamente un segundo orgasmo volvió a sacudir mis sentidos sin ni siquiera avisar.

-¡Xena! –exclamé en la cumbre de, estoy segura, mi propio delirio.

Tardé, y muchísimo, pero al fin recuperé el aliento que las caricias de Xena, literalmente, me habían arrebatado. Abrazada a ella y sin dejar que saliera de mi interior, besé débilmente su cuello antes de separarme y mirarla cansina aunque sonrientemente.

-Supongo que he ganado, eh... –me devolvió la sonrisa mientras apartaba con ternura un mechón rebelde.

-Xena... –dije muy lentamente-... si todas la guerras contra ti acaban así, ten por seguro que siempre voy a dejarme vencer –y tras sonreírle cuando ella empezó a reír de buena gana, volví a envolverla con mis brazos y empecé a mecernos inconcientemente.

“Vaya que sí...”

-_Finnito_-


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