Disclaimers: Xena: Princesa Guerrera, Gabrielle: Reina Amazona, son absoluta propiedad de copyright de MCA/Universal y Renaissance Pictures. Esta historia no puede ser vendida o usada en beneficio de ningún tipo, pues hay derechos de autor propios.

Advertencias: No contiene contenido sexual explícito ni violencia.tan sólo amor del verdadero.

Dedicatorias: Se la dedico a mi gran amiga, maravillosa persona, y excelente bardo FFMORGAN ( siempre te las dedicaré, pues tu me has ayudado y te debo mucho.Gracias) también a Karlix, que la pobre ha estado esperando impaciente la historia, y en general a todos los que gastan su hermoso tiempo en leer mi historia. Ahh! Y por supuesto, se la dedico a esa persona que me espera y que será capaz de enamorarme tan sólo cuando cruce su mirada con la mía.mi alma gemela que anhelo.

Mi correo: Si queréis contarme qué os ha parecido mi historia, hacedla a: lucy_xen@hotmail.com


SINCERIDAD

(8ª parte)

By: Shyara

En la noche de estrellas infinitas, donde los susurros de la nueva unión cubrían su silencio y adornaban la calidez del entorno, dos hermosas amantes se fundían en un solo ser, entregándose todo su corazón una vez más. Suspiros, besos, caricias...eran la mera demostración y entrega de su amor eterno originados por la pasión y el deseo de conocer y explorar cada uno de los rincones que escondían sus cuerpos.
Cuando la luna alcanzó su mayor auge, estas dos recién casadas se asieron en un abrazo, sumidas en el sabor exquisito del cansancio tras aquel puro y delicioso acto de amor.
Xena se encontraba tumbada encima de su adorada Gabrielle, apoyando la cabeza en su pecho desnudo y sintiendo el palpitar de su bardo aún acelerado, del mismo modo en que el suyo galopaba a rienda suelta. Gabrielle acariciaba el sedoso cabello de su guerrera, entrelazando sus dedos y adentrándose en la espesura, para luego bajar a la espalda y dibujar en ella, con la yema, figuras abstractas, produciendo en Xena espasmos y escalofríos. Mientras, ambos cuerpos sudorosos yacían en su silencio, tan sólo percibiendo el apacible crujir de los leños de la chimenea y oyendo la coqueta brisa nocturna que resonaba desde la ventana abierta, calando sus pieles con su frescura.

- Te...quiero - dijo Xena con la voz entrecortada.
- Yo también - pronunció exhausta sellando con sus labios una gota rebelde de sudor a la que se le había antojado recorrer la frente de su amada.
- Mi esposa....- suspiró besando el pecho al no encontrar otro lugar para plasmar la suavidad de sus labios.
- Es todo tan hermoso...no me canso de admitir lo feliz que me siento junto a ti...Contigo la vida es tan fácil...- una sonrisa se dibujó inevitable en sus labios.
Tras un momento de parcial silencio, debido al sonido de su respiración aún agitada, Xena decidió romperlo - Es increíble -.
- ¿El qué?-.
- Que yo, la princesa guerrera, después de todo el mal que he causado al mundo, después de tantos baños de sangre, de tanto dolor...-.
- Xena...- susurró al oír las hirientes palabras de Xena que aún no se perdonaba a si misma.
- Tenga el placer de poder experimentar lo que es el amor, tenerte a mi lado, y ser tan feliz como en este momento me siento - continuó haciendo caso omiso a la detención de la bardo. Clavó sus codos a ambos lados de la cintura de Gabrielle, apoyando su cara en las manos y mirándola a los ojos para ver su reacción.
- ¿Es que crees que no me mereces?-.
- No lo sé.cuando me sentía perdida pensé que sólo la muerte era lo que me merecía, pero apareciste tú con tu sonrisa, enamorándome y a la vez volviéndome loca. Entonces, comprendí que tal vez no merecía una persona tan especial como tú a mi lado, pero ambas queríamos estar juntas, y, créeme, si se me ha otorgado esta oportunidad es por algo.y no pienso desaprovecharla -.
- Reconozco que yo al principio pensaba que...- se detuvo.
- ¿Qué pensabas? Vamos dime- dijo curiosa mientras llevaba su cuerpo hasta alcanzar el rostro de Gabrielle a la misma altura que el suyo.
- Que tu me considerabas una niña tonta que no servía para nada, y que jamás podrías sentir nada por aquella cría infantil. Y por ende, me sorprendió tanto que me cuidaras y me protegieras como lo hiciste. Me costaba entender como una gran guerrera como tú se podía estar preocupando por alguien tan insignificante como yo, al menos así me sentía. Pero fuiste tú la que verdaderamente descubrió lo mejor de mi, y fue cuando entendí que debía estar contigo -.
- Tenemos suerte de habernos encontrado, ¿eh? -.
- Mucha...- sentenció con semblante apacible. Xena, con una hermosa sonrisa, acercó sus labios a los de Gabrielle y los unió en uno solo. - ¿Sabes? Para mi hacer el amor contigo siempre es como la primera vez; es perder la virginidad de nuevo y renacer en esta relación -.
- Para mi también es así...Aunque no lo creas haber hecho el amor contigo ha sido como perder mi virginidad -.
- ¿Pero qué dices? ¿Tú? ¡Ja! Cuando te conocí eras de todo menos virgen - sonrió con sarcasmo y burla.
- Sí, pero hasta entonces sólo había tenido sexo...Quizás con Marcus fue lo más peculiar hasta entonces , pero contigo...uff - suspiró hundiendo su mirada azul en las esmeraldas de Gabrielle - fue lo mejor que jamás he hecho nunca, fue diferente...especial. Contigo fue ternura, entrega, pasión. y sentí cosas que con nadie había sentido. Era demostrarte todo mi amor con cuidado de no hacerte daño. Y estoy segura de que esa fue la primera vez que hice verdaderamente el amor -.

Después de regalarle una de sus mejores sonrisas, una duda cruzó la alocada mente de la bardo.

- ¿Te puedo hacer una pregunta?-.
- Claro -.
- ¿Qué pasaba por tu mente en nuestra primera vez?-.
- ¡ Ja !...no tuve tiempo para pensar ni siquiera en el resto del mundo...tan sólo sentía...Sentía tu cuerpo...sentía que era la mujer más feliz del mundo...que aquella niña que conocí en Potedaia ahora mismo me estaba haciendo completamente suya...sentí muchas cosas inexplicables -.
- Pero venga Xena...vamos a ser sinceras y digamos lo que pensábamos, no sobre lo que comenzaba a ser una relación, sino explícitamente sobre lo que la otra hacía y el estímulo que nos causaba físicamente -.
- Esta bien...Empieza tú - Xena rodó hasta colocarse al lado izquierdo de la menuda mujer rubia, apoyando la cabeza en su mano derecha y posando su brazo en la cintura de la bardo.
- A ver...fue algo.......- buscó la palabra adecuada con ambas cejas extremadamente elevadas mientras inspiraba hondamente - nuevo - confesó al fin - algo que jamás había sentido. Pensé que eras toda una experta. Cada beso y caricia que hacías y haces, me excita. La primera vez me trataste con mucho cuidado, y eso me gustó. Realmente fue algo muy bonito. Aunque sinceramente, las primeras veces eras delicada...y yo...necesitaba ver a esa Xena famosa por su fuego y pasión desenfrenada. Pronto te lo hice saber y me diste justo lo que quería - Gabrielle había estado con los ojos cerrados y con la cabeza hacia el techo, intentando describir la imagen que en su mente aparecía mientras Xena había estado escuchado muy atenta cada una de las palabras que emanaban de sus sedosos labios - Muy bien, te toca - sentenció girando su cabeza para mirarla divertida e intrigada.
- Pues yo me sorprendí bastante contigo, ¿eh? - dijo a la vez que jugaba con el ombligo de la bardo.
- ¿Ah sí? ¿A qué te refieres?-.
- Pues a que ahí donde la gente ve a una dulce y delicada bardo, yo pude ver a una ardiente mujer que me excitaba con cada uno de sus movimientos. Me diste un placer distinto a todos los demás -.
- ¿Pero se notaba mucho que era una principiante?-.
- Bueno...algo se notaba, se te veía algo poco decidida en tus primeros movimientos, incluso algo...torpe - susurró la última palabra intentando acallar lo dicho, siendo en vano, pues en la mente de la bardo resonaban las letras que unidas formaban la palabra torpe - Pero eso era lo que más me gustaba de ti - intentó defenderse.
- Ahhh - Gabrielle implantó exageradamente aire hasta sus pulmones con los ojos bien abiertos y con la boca abierta, llevándose las manos al pecho - ¿Has dicho torpe? - preguntó incrédula.
- Ehh...- Xena recapacitó: "O ser sincera, o intentar borrar la torpeza de mis palabras" - NO - ese "no" fingido sonó rotundo.
- ¿Cómo que no? Te he oído Xena -.
- Has oído mal - dijo en su defensa.
- He oído bien - replicó. Gabrielle empezó a enrojecer a causa de su rabia.
- Bueno vale, lo he dicho pero me refería...-.
- Me da igual al lo que te refirieras, me has dicho torpe - interrumpió aún sorprendida.
- No, Gabrielle, no saques las cosas de quicio -.
- ¿Que no saques las cosas de quicio? ME HAS DICHO TORPE - repitió alzando el tono de voz - Buenas noches - gruñó metiéndose entre las sábanas.
- Gabrielle, está amaneciendo -.
- Pues...buenos días - pronunció con el orgullo herido alzando su cabeza. Salió de la cama y se dirigió firme al baño, dando grandes zancadas y acentuando el movimiento de brazos que la ayudaban a ir más rápido, para vestirse mientras bufaba en voz alta para sí misma - ¡¿Torpe?! ¡Será posible! -.

Xena intentó en vano ahogar la risa que le producía el orgullo y la manera fingida en que Gabrielle intentaba hacerse la víctima por esa minucia.

- Te estoy oyendo Xena - sonó la voz de Gabrielle desde el baño.
- Jajajaja - esa risa...esa era la risa que Gabrielle no podía resistir, le encantaba la forma en la que Xena reía, a carcajadas limpias, entrecerrando sus ojos y haciendo bajar y subir su pecho.era una risa magnífica.a sabiendas que eran más las veces que no la regalaba que las que sí lo hacía. "Esta vez no será igual, guerrera mía, voy hacerte pagar tu error" pensó Gabrielle.

Cuando Gabrielle bajó al comedor, Xena ya estaba desayunando. Se acercó entonces a Eva, que se encontraba en la cocina preparando el almuerzo.

- Buenos días tía Gabrielle, ¿te importaría mover la comida mientras voy al pozo por agua?-.
- Mmm, huele de maravilla ¿Qué es? -.
- Guiso de conejo. Lo ha cazado Virgil. Muévelo, ¿de acuerdo? Ahora vengo -.
- No sé si sabré hacerlo, ¿sabes? Por que es la primera vez que me enfrento a este guiso y tal vez te pueda parecer algo.torpe - dijo con sarcasmo lo suficientemente alto para que Xena la oyera. Ésta no pudo evitar que media sonrisilla, que ya bailaba en sus labios, se le asomara, mientras revolvía los ojos y los ponía en blanco.
- ¿Qué tal después de vuestra primera noche de bodas? -.
- ¿Yo? Estoy a la perfección, ¿y tú Xena? También esta perfecta - dijo enfatizando sus movimientos tanto, que parecía que le estaba dando una paliza el pobre conejo con la cuchara en vez de moverlo.Eva frunció ceño.
- Me voy por agua - intentó evadirse de la evidente situación de enfado.
- Ya está bien - se quejó Xena levantándose de su asiento en cuanto Eva salió por la puerta.
- ¿He dicho algo que te moleste? - ironizó cínicamente.
- Gabrielle...- suavizó el tono de voz mientras se acercaba por detrás y la abrazaba por la espalda, rodeando con sus musculosos brazos la cintura de Gabrielle. Antes de empezar a hablar besó su cuello para tranquilizar a lo que parecía una enfadada bardo. Mas ésta reía para sus entrañas al ver que Xena se había rendido ante sus pies - Eso era lo que más me gustaba de ti, que aprendiste conmigo y de mi, acometida tras acometida. Me excitaba ver como me mirabas llena de deseo y a la vez interrogando si me satisfacía lo que hacías. Y sí, me encantaba. Cariño, es una forma de decir que se te veía algo nerviosa, y era normal, yo también lo estaba, era nuestra primera vez. Y mírame - andó a su alrededor hasta situar su rostro frente al de Gabrielle, casi obligándola a mirarla - lo que sentí esa primera y todas las veces que he hecho el amor contigo no lo cambiaría por nada en este mundo - luego se acercó a ella y besó levemente sus labios - Además, sólo dije los primeros movimientos. Recuerdo que la segunda vez te vi mucho más suelta y a paso decidido. Aprendes rápido, ¿eh?- Gabrielle sólo sonrió - ¿Una tregua mosqueona? -.
- De acuerdo, pero ya pensaré en el castigo adecuado para sentenciar tu delito, ¿eh? - dijo con un tono de voz ronco y seductor "Adoro ese tono de voz." se confesó a sí misma Xena.
- ¿Sí? Dame una pista - Gabrielle se acercó a ella y la besó con pasión - Wow, definitivamente me condeno culpable... -.

Eva entró con un cubo lleno de agua en su mano derecha y al ver la escena, carraspeó su garganta para que percibieran su rotunda presencia.

- Ahh, Eva, bueno, ya estás aquí - sonrió Gabrielle.
- ¿Sabes que cuando te mosqueas te encuentro extremadamente guapa? - susurró juguetona en el oído de la bardo sin que Eva oyera lo que había dicho pero ésta evidentemente se lo imaginó.
- Bueno, tortolitas, ¿os importa babear en otra parte que no sea mi cocina? -.
- Vale, vale...- corearon al unísono.

Ambas salieron de aquella cocina inundada por el olor a conejo y se dirigieron hacia el exterior de la taberna. Xena se apoyó en la pared entrecruzando sus brazos mientras Gabrielle recogía un jazmín del arbusto. Lo pegó a si nariz e inspiró hondamente, queriendo absorber la agradable esencia de la flor que rozaba casi la perfección.

- ¿Qué vamos a hacer hoy?-.
- Quedamos en que tras la boda nos iríamos de aquí, ¿no?-.
- No sé, Xena...aquí se está de maravilla. Mira, no tenemos que ir por allí vagando sin saber donde y qué comer, ¿me entiendes? Sin embargo, aquí podemos estar tranquilas y olvidarnos de peligros, dioses y demás preocupaciones. Podemos vivir las dos juntas y en paz -.
- Gabrielle...- dijo esperando que la interrumpiera.
- Lo sé, lo sé. Te conozco y sé que los peligros, dioses y demás aventuras son las que a ti te gustan - intervino devolviendo la mirada al jazmín.
- Pues sí. Alojarme en un sitio durante un largo periodo de tiempo no es para mi. Siempre hemos permanecido juntas en la vida de los caminos, y hemos estado bien, ¿no? Además, el mundo sigue necesitándonos, ¿no crees?-.
- Sí, supongo que tienes razón. Al fin y al cabo te he conocido, deseado y amado en el campo. Todo por lo que hemos pasado ha sido viajando...Además, aún tengo ganas de aventuras -.
- Perfecto. Por cierto, hablando de aventuras y de la vida en los caminos, hace mucho tiempo que no escribes...-.
- Lo sé, es que he encontrado mejores cosas que hacer, ¿sabes?- dijo posando su mano en el trasero de Xena.
- Gabrielle...- exclamó sorprendida.
- Pues ¿sabes qué?- dijo poniendo sus brazos en jarra.
- Qué -.
- Que me gustaría volver a hacerlo...-.
- Anoche lo hicimos...eres demasiado insaciable...-.
- Me refiero a escribir mal pensada -.
- Ahhh...- tras un breve silencio, ambas rompieron en carcajadas. Una vez que recuperaron el aliento, retomaron la conversación - Pues vuelve a hacerlo, eres una persona muy creativa, y no te costará mucho trabajo, ¿no?-.
- O tal vez deba dedicarme a otra cosa. Si soy tan creativa como dices, debería apreciar alguno de los muchos otros matices que presenta el arte, ¿no crees?-.
- ¿Como cuales?-.
- No sé...contigo puedo aprender otro tipo de arte...- susurró al oído insinuante y seductora, para luego voltearse, dándole la espalda, y alejándose para entrar en la casa, enfatizando el vaivén de lo que se había convertido casi en una danza de caderas.
- ¿Ves? eres insaciable...Después dices que soy yo una mal pensada - gritó justo antes de que Gabrielle desapareciera por la puerta. Xena sonrió y se mordió el labio inferior "Ay mi Gabrielle...cuanto te quiero...si supieras todo lo que me está costando ocultarte lo que me en realidad me pasa..." habló para sus adentros.

Todos se sentaron en la mesa para almorzar el guiso de conejo que Eva había preparado. Tras degustarlo a las mil maravillas, Xena y Gabrielle se pusieron a recoger las pocas pertenencias que poseían. Cuando todo estaba sobre Argo, la familia se despidió entre besos y abrazos, y quedaron en verse lo más pronto posible. Lo sorprendente fue ver a la gran princesa guerrera llorar ante la despedida de su hija Eva. " En cualquier madre eso sería normal pero...¿en Xena? He visto muy pocas veces llorar a Xena debido a ese mundo interior profundo, el cual, le costaba tanto mostrar ante los demás. O Xena estaba cambiando, cosa que dudo, o últimamente se ha vuelto más sentimental" meditó Gabrielle. Todos decidieron olvidarlo y entrar en la casa. Ambas mujeres subieron en la yegua y se pusieron en marcha hacía la espesura del denso bosque que rodeaba la villa donde se encontraba la posada de su ya fallecido amigo Joxer. Al estar una hora cabalgando y no encontrar ni rastro del camino dirigido a la próxima aldea, Xena descendió la velocidad.

- Si te digo la verdad...creo que estamos perdidas. Si seguimos un par de marcas de velas más, estoy segura que encontraremos el camino para ir a la aldea que se encuentra detrás de aquella colina - la cual se encontraba en la lejanía.
- Xena, ¿porque no paramos un rato para reposar la comida? Hace tan sólo una hora que hemos almorzado y hace mucho calor. Me va a dar algo malo como sigamos cabalgando -.
- Está bien, pero no podemos tardar mucho que dentro de cinco horas oscurece y no me gustaría montar en Argo de noche -.
- Sólo será un par de horas, no te preocupes - dijo bajando de la yegua.

Acto seguido, Xena la imitó y soltó a Argo para que pastara por el campo, "Al fin y al cabo ella también se merecía descansar, ¿no?". Gabrielle se tumbó en la fresca hierba e invitó a Xena a hacerlo a su lado. Así permanecieron unos minutos, las dos boca arriba percibiendo los sonidos de la naturaleza. Aquello era un lugar precioso, un perfecto paraíso eterno que parecía ser recién encontrado. Un sinfín de flores decoraban el entorno, todas ellas de casi todos los colores, formando un arco iris perfecto, y regalando sus esencias al más vil olfato humano. Árboles, arbustos y demás plantas elementaban el paisaje y daba sombra a aquel soleado día. Todo ello conjuntado de la suave brisa que chocaba con las hojas de los árboles, formando un apacible sonido de paz. Xena, que estaba con sus manos debajo de su cabeza, inspiró hondamente, deseando parar el tiempo y disfrutar toda la eternidad con aquella esencia en sus pulmones para así poder olvidar todo lo que la perturbaba...todo lo que inevitablemente le ocultaba a la bardo. Ésta tenía sus brazos encima de su estómago, intentando digerir toda la comida que había ingerido. Cerró los ojos, intentando apreciar el sonido de la cascada que probablemente se encontraría cerca de ellas, ya que sus ojos no alcanzaban a verla. La guerrera le sorprendió con una inesperada pregunta.

- Gabrielle, ¿has pensado en volver a ser madre? Es decir, que dirías si ambas tuviéramos un bebé -.
- Pues, a pesar de mi fracaso como madre en el pasado, sería maravilloso que la naturaleza y los dioses nos dieran la oportunidad de tener un hijo que saliera de nuestro amor ¿no sería bonito cuidarlo las dos? -.
- Sí, supongo que sí...-.
- Pero eso no es humanamente posible, a no ser que una de las dos se quedara embarazada de un hombre -.
- O también se le puede pedir al ángel de Callisto que nos preste otra hija, como hizo con Eva - bromeó.
- Esa alternativa ya no existe, pues con Eva ya tuvimos suficiente y ni Callisto ni Eli nos va a otorgar otro bebé. Tan sólo queda la mía, y la verdad, no me satisface pensar en esa idea. ¿Porqué me preguntas eso?-.
- Por hablar de algo.-.
- ¿Es que acaso quieres tener otro hijo? -.
- ¡No! Por todos los dioses, con la experiencia que poseo como madre, no me apetece traer otro hijo a mi vida, la verdad - el semblante de Xena se oscureció de repente.

Tras un buen rato de silencio, Gabrielle, para variar, rompió el hielo con otro tema. A Xena siempre le había gustado como Gabrielle sabía siempre cuando una conversación le estaba haciendo daño, y el modo en que ésta intentaba evitarlo, y esta vez, no iba a ser la excepción. Xena agradeció que no siguiera con más preguntas.

- Que hermosura, Xena...¿es que estamos en los Campos Elíseos?-.
- Ojalá, sería todo tan fácil...-.
- ¿Es que tienes alguna dificultad?- se oyó decir con un tono de voz algo extraño comparado con el normal.
- No...- "no quiero mirarte Gabrielle...no puedo...Claro que tengo una dificultad...y no puedo decírtela...pero no quiero ocultártelo...además esta mentira no puede durar mucho más tiempo" pensaba Xena.
- Xena, tenemos que ver algún día de estos las estrellas...- Antes de volver a hablar, carraspeó su garganta para volver a pronunciar su auténtica voz y no la de antes, e intentó cambiar de tema. Ambas quedaron en silencio, pero al cabo de unos instantes la bardo continuó - Prométeme que tenemos que verlas juntas...otra vez...ahora más unidas que nunca...Y buscarle formas como siempre hacíamos...Añoro esos momentos...- suplicó mirando al celeste cielo.

Xena, con semblante casi austero, permaneció callada...Se encontraba a escasos centímetros de la bardo, pero su mente viajaba a mil años luz de ella. Ni siquiera la estaba escuchando...y no porque no quisiera, claro. Desde hacía unos días andaba preocupada por un tema que no quería mencionar frente a Gabrielle.

- ¿Qué pasa? Estás muy seria de repente -.
- No pasa nada - intentó sonreír de forma forzada pero Gabrielle se percató de ello. "Estás ausente, ¿te pasará algo? Ohh Xena ¿porqué tienes siempre la dificultad de contarme lo que te preocupa?" discurría Gabrielle.
- ¿Entonces me lo prometes? - ésta seguía sin mirarla.
- Que si te prometo el qué - Gabrielle entrecerró sus ojos para luego fruncir sus cejas.
- Que me podré acostar con todos aquellos hombres que quiera - lanzó el anzuelo.
- Ohh sí, te lo prometo - evidentemente Xena picó.
- ¡ Xena ! - gritó sacándola del trance de sumisión absoluta.
- ¡¿Qué?!- Xena parpadeó varias veces antes de mirar a los ojos a Gabrielle.
- Que qué te pasa. ¿En qué mundo estás? Desde que has empezado la conversación de tener un bebé te has quedado como ensimismada ¿Es por el recuerdo de tus hijos?- Xena, al cruzar su mirada con la profunda de Gabrielle, optó por retirarla e incorporarse, apoyando sus brazos en las piernas flexionadas y enterrando, por un momento, su rostro en ellos.
- Claro que no, ese tema está ya superado - Gabrielle sabía que Xena decía la verdad, pero entonces qué era lo que le perturbaba.
- Sé que te cuesta pero al final siempre sabes contarme lo que te preocupa. ¿Porqué ahora no lo haces? ¿Es que no confías es mi?-.
- Gabrielle, no me preocupa nada, solo estoy un poco distraída pensando sobre - se atoró -...nada en especial - Gabrielle volvió a entrecerrar los ojos pero, frustrada y herida por la desconfianza, prefirió dejar el tema para otro momento. Algo pasaba, sí, eso lo sabía Gabrielle, pero al parecer a Xena le dolía, y no estaba dispuesta a hacer sangrar las heridas abiertas. Ya se lo sacaría en otro momento.
- Bueno, pues será mejor que retomemos el camino, ¿no te parece? -.
- Sí -.
Gabrielle silbó a Argo para que se acercara y ésta, como era de costumbre, la ignoró. Xena se dirigió a la yegua y montó en ella. Luego, la llevó hasta donde estaba Gabrielle y le ofreció su mano para subir. Gabrielle se agarró fuerte a la cintura de Xena y apoyó la cabeza en su espalda. Una vez más, Xena se puso a pensar en lo que sucedía...había intentado ocultarlo durante ya dos semanas y no podía seguir haciéndolo. Sin duda había conseguido que Gabrielle creyera que todo andaba a la perfección, pero ésta debía saber la verdad, una verdad que cada vez se hacía más rotunda y evidente.
Una vez que salieron de aquel hermoso lugar, cruzaron el bosque hasta llegar a la aldea que se situaba tras la colina. Cuando llegaron, ya era de noche. Xena le propuso a Gabrielle que llevara a Argo al establo mientras ella se encargaba de revisar la aldea para estar fuera de cualquier peligro y de alquilar una habitación en la posada. Gabrielle entró en la taberna y se sentó en la barra esperando a que alguien le atendiera. Cuando el tabernero llegó, ésta le pidió comida y bebida para cenar, y una vez que se la sirvieron, buscó una mesa donde sentarse. A ella nunca le había importado estar en medio de la multitud, pero a Xena...no le agradaba en absoluto estar con mucha gente a su alrededor, por eso, ocupó la mesa más apartada y marginada de la taberna a esperar a Xena. Las puertas se abrieron para recibir a la princesa guerrera, y mirando por encima de la gente, cosa que no le suponía demasiado esfuerzo, encontró a su bardo.

- ¿Está todo bien?- preguntó la bardo.
- Todo en orden -.
- ¿Ya tenemos habitación?-.
- Sí, descuida. Ahora vamos a centrarnos en cenar...mmmm - inspiró el olor a comida - muero de hambre.

Ambas comieron en silencio, como rara vez hacían, cada una pensando en sus propios demonios mentales. Gabrielle seguía pensando en el extraño comportamiento que últimamente mostraba Xena. "¿En que estás pensando, Xena? ¿Tan tremendo es que no puedes contárselo ni a tu esposa?"
Mientras tanto, a Xena se le antojó mirar la mesa de al lado. Era una familia de cinco componentes que conversaban de forma amena mientras cenaban. "Parecen felices pero...¿que hace una familia cenando en una taberna? ¿Es que acaso no cenan normalmente en su propio hogar como los demás aldeanos? La verdad es que no me parece adecuando que unos niños tan pequeños estén en un lugar como este, lleno de viejos borrachos babeando por cualquier muchacha que se le pasa por delante. Pero bueno.a pesar de eso...parecen felices...¿Cómo tendría que ser la familia de la pequeña Gabrielle? Me la imagino jugando por ahí muy feliz con su hermana Lila, radiante por su luminosa sonrisa y ayudando a los demás. Supongo que la educación que te inculcan tus padres y el ambiente en que te desenvuelves contribuye a criarte y formarte como persona. Yo no tuve padre, pero aún así fui feliz y me alegro de tener a mi madre y mis hermanos. Recuerdo que en mi casa cuando era pequeña, cenábamos todos, a excepción de mi padre, claro. Y lo hacíamos muy temprano...para luego irnos fuera a jugar los tres. Aunque por desgracia yo, por el hecho de ser la única mujer entre mis hermanos, tenía que quedarme, junto con mi madre, a recoger la mesa. A pesar de todo eso añoro con todo mi corazón aquellos momentos con mis dos hermanos y mi madre..."

- Cinco dinares por tus pensamientos - dijo Gabrielle, interrumpiendo de forma tan brusca los pensamientos de Xena que hasta pegó un brinco.
- Pensaba en mi infancia -.
- Xena, estamos casadas...- pronunció de repente ignorando la respuesta que la guerrera le había dado. Volviendo a la realidad y a la ¿afirmación? de Gabrielle, Xena se limitó a enarcar una de sus cejas para saber a donde quería llegar su bardo - por lo tanto...nuestra relación se basa en la confianza y en la sinceridad, ¿verdad?- "Gabrielle, te ruego que no vayas por ese camino" suplicó en su mente Xena.
- Verdad - se oyó decir no muy confiada.
- ¿Y no hay nada que quieras contarme?-.

Xena se atoró con la bebida junto cuando Gabrielle terminó la frase, la cual se quedó esperando una respuesta. En su lugar, Xena, con la cara descompuesta en plena arcada, se levantó y salió corriendo a fuera, buscando un sitio para vomitar. Gabrielle salió extrañada de la taberna en su busca y cuando la encontró apoyada en un barril vacío, posó su mano en la frente de Xena para auxiliarla. Cuando la guerrera expulsó todo lo que había cenado, se incorporó.

- ¿Te encuentras mejor?-.
- Sí...supongo que algo de la cena me habrá sentado mal -.
- Entonces vamos ya a la habitación, ¿no crees?
- Sí... le he dicho a la posadera que prepare la tina con agua caliente, creo que no me sentará mal -.

Gabrielle, bastante preocupada, la agarró por la cintura para ayudarla a subir las escaleras de la posada. Cuando encontraron su habitación, introdujeron la llave y abrieron la puerta. Xena se desvistió nada más entrar, y se introdujo en la tina. La bardo se encargó de limpiar el traje de la guerrera que, inevitablemente, se había manchado, a pesar de que Xena le dijo que no lo limpiara.

- ¿Te apetece bañarte conmigo?-.
- No, voy a ponerme a escribir -.
- De acuerdo -.

Gabrielle sacó de su especie de mochila su pluma y un pergamino nuevo. Había mucho que escribir desde la última vez que lo hizo, así que se sentó en la cama y, con las piernas cruzadas entre si, apoyó el pergamino en su regazo y se dispuso a escribir. Justo antes de empezar a hacerlo, miró de reojo a Xena, que se enjabonaba el cuerpo despreocupadamente. Se quedó mirándola detenidamente, intentando traducir lo que sus expresiones y su mirada perdida quería decir. "Bueno, si no me lo quiere contar será por algo, yo confío en ella y sé que pronto o tarde me lo contará, así que deja de pensar en ello" se regañó a si misma. Xena terminó su baño y se relió en una toalla y Gabrielle aún no había empezado a escribir en su pergamino "Dioses, ¿tanto tiempo he estado mirándola?" se preguntó a su yo interior.

- ¿Has escrito mucho?-.
- Pues...sí...Ya he escrito o que quería escribir. Mañana continuaré - mintió.
- Vale - murmuró casi sin importancia, retomando su intento de secarse y vestirse. La simple pero bella imagen de Xena desnuda entre la toalla...con su pelo recogido a excepción de algunos mechones rebeldes que se habían escapado de moño...y las gotas deslizándose lentamente por la sedosa piel morena de Xena...se estampó contra la mirada de Gabrielle.
- ¡Se me ha ocurrido una idea! - exclamó de repente casi en un grito la bardo, poniéndose de un salto de pie encima de la cama.
- Ay que susto, Gabrielle - "tú y tus avenates".
- Ven -.
- ¿Qué? -.
- Tú hazme caso que se me ha ocurrido una genial idea - saltó de la cama y se dirigió a la mesa que se encontraba al lado de ésta.
- Miedo me dais tú y tus ingeniosas ideas -.

Gabrielle sonrió y arrastró la mesa para ponerla en frente de la cama. Después quitó el jarrón que descansaba tranquilamente sobre ella y finalmente se acercó a Xena. Ésta, con los ojos abiertos como platos cuestionándose qué era lo que pretendía la Gabrielle y a la vez, ahogando la risa y aguantando para no estallar a carcajadas debido a los sorprendentes arrebatos de la bardo. Ésta le quitó rápido la toalla que posaba tranquilamente sobre Xena para mirar lenta y detalladamente su cuerpo desnudo de arriba a abajo.

- ¿Esa es tu idea? -.
- Noooo...- alargó la "o" pesadamente.
- ¿Entonces me puedes decir que es lo que se te pasa por esa cabezita loca tuya?- Gabrielle la empujó delicadamente hasta la mesa.
- Tú siéntate -.

Y por último, Gabrielle, se sentó en la cama con la misma postura anterior. Cogió el pergamino y sostuvo su misma pluma.

- ¿Y bien? -.
- ¿Es que no lo ves? Este va a ser el nuevo matiz del arte que quiero experimentar -.
- ¿Así que además de bardo quieres ser pintora?-.
- Dibujante - corrigió.
- Bueno...perdona dibujante...- enfatizó en tono burlón.
- Es que lo he pensando y me he dicho: voy a intentarlo con el dibujo. ¿Y qué mejor modelo que una hermosa guerrera desnuda posando solo y exclusivamente para mi?- dijo casi ordenándole, incluso incitándola a posar para ella a la vez que le regalaba una encantadora sonrisa.
- De modo que quieres que pose solo y exclusivamente para ti ¿eh?- le devolvió la sonrisa un poco mas risueña.
- Así es - le guiñó un ojo.
- Eres tremenda Gabrielle -.
- ¿Debo suponer que eso es un halago?-.
- Claro que sí -.
- A ver, pon la postura que tu quieras, incluso la expresión que quieras, pero no te muevas ¿vale? Quiero expresar bien tus...encantos...- Xena elevó una de sus cejas.

Xena se acomodó más adentro en la mesa. Su pierna derecha colgaba de la mesa despreocupadamente, y la izquierda estaba flexionada, apoyando su pie en la mesa, mientras que sus brazos rodeaban esta pierna, de modo que impregnaba una postura perfecta, que no permitía ver sus pechos pero que sí insinuaba su desnudez. Finalmente, la guerrera miró profundamente a su rubia, incluso intimidándola, e intensificó la mirada sólo como ella sabía hacer.
Gabrielle se quedó pasmada observando semejante cuadro. Xena enarcó su ceja esperando la concreción de la bardo.

- ¿No hace falta usar tinta y papel para dibujarme?- preguntó con sarcasmo.
- Ahhh sí - brincó abandonando el trance.

Gabrielle mojó la punta de su pluma con la lengua para que se deslizara con mayor facilidad para luego comenzar a trazar líneas curvas sobre el pergamino. Xena frunció el ceño intentando averiguar como estaba haciendo el dibujo, pero cuando ella le devolvía la mirada para absorber más su rostro, si eso era posible después de haberlo memorizado millares de veces, volvía a poner la penetrante mirada que intentaba dibujar Gabrielle. La guerrera optó por mirarse la pierna que colgaba y observó como una pequeña gota se deslizaba traviesa por el muslo hasta encontrarse con otra y unirse rápidamente a ella para juntas seguir bajando con más facilidad."Esas gotas somos nosotras.pues el destino decidió que debíamos encontrarnos y fundirnos en una sola.para recorrer el camino juntas con mayor facilidad." pensó Xena. Una vez más, pasó su lengua por los labios para humedecerlos debido a la inerte postura. Sonrió al ver lo inundada que estaba Gabrielle en el dibujo y se mordió el labio inferior al verla, muy concentrada ella, asomando la punta de su lengua inconscientemente, cosa que a Xena le pareció de lo más encantador.

- No me contestaste - sentenció de repente sin apartar la mirada del pergamino.
- ¿Qué?-.
- Lo que te pregunté en la taberna antes de que salieras corriendo a vomitar...no me contestaste - ya era bastante sacar el tema como para encima tener que cruzar la mirada. No lo hizo.
- Pues no sé...no sé que quieres que te cuente -.
- Vamos a hacer una cosa, primero yo te diré algo que no sepas...algún secretillo sin importancia que aún desconozcas...y luego lo harás tú, ¿de acuerdo?-.
- Tú y tus jueguecitos...- "sé perfectamente a donde quieres llegar. De todos modos te lo tengo que decir algún día, y a lo mejor así hasta me entero de algún secreto oculto tuyo ".
- A ver...yo empiezo. Déjame pensar - "a ver si con este jueguecito me cuentas de una vez por todas lo que te pasa..." discurrió la bardo - Cuando perdí mi virginidad con Pérdicas...pensé en ti...sólo en ti. Es decir, que me casé con Pérdicas porque lo que sentía por ti era demasiado fuerte y me estaba volviendo loca...Lo consideraba un amor prohibido e imposible...una amor tabú.y como le tenía tanto cariño...creí que alejarnos era lo mejor para las dos -.
- Eso no es un secreto mona, esa ya me la sé -.
- Bueno, pues no sé que más contarte...no hay nada que te oculte.De todos modos...te toca a ti...Dime princesa guerrera...algo que nunca me hayas dicho-.
- Pues...verás...Debes comprender que esto es muy difícil para mi, ¿vale? Y que aún existe una duda de cómo pudo suceder, pero es algo cierto...totalmente comprobado y seguro -.
- Me estás asustando - " Ohh.dioses.¿es que acaso estás enferma?".
- Gabrielle yo...- se atoró. Por un momento pensó decirle todo pero en el momento de la verdad se rindió. A pesar de la ruda y fuerte impresión que la guerrera presentaba ante los demás, en ese momento le entró tanto miedo de decir la verdad que se sintió la persona más débil y absurda de todo el universo. Pensó en otro secreto que poder contarle y rápidamente lo encontró, al fin y al cabo, no le guardaba muchos más - Yo.me acosté con Callisto -.
- ¡¡¡¿Qué?!!! - la bardo agrandó sus ojos incrédula a más no poder. "Que tu qué.".
- Como lo oyes, pero.-.
- ¿Cómo lo oigo? ¿Y lo dices así de tranquila? - interrumpió las vanas explicaciones de la guerrera "Será posible." La bardo se llevó ambas manos a la boca para que no se percataran nadie de su inevitable apertura.
- Déjame explicarme, ¿vale? - replicó. Gabrielle asintió frustrada - Fue cuando te casaste con Pérdicas.justo en tu noche de bodas -.
- Ahhh.- intentó tranquilizarse al saber que no le había engañado, y fue entonces cuando comprendió realmente lo que le había confesado y trató de imaginárselas - Dioses que asco.ella es.en fin.es.una loca asesina, arrogante, odiosa, rencorosa, egoísta, es repugnante.- no encontraba las palabras apropiadas para definir a la lunática de Callisto. La peor de las palabras no expresaban ni la mitad de lo que era ella, una de las personas a las que más odiaba la bardo.
- Es Callisto -.
- ¡Exacto! ¿Cómo pudiste hacer eso? Bueno.después de todo lo que pasó.después del odio que siempre le has guardado.No sé, me es bastante difícil de creer.Pero bueno, yo estaba en ese momento casada y no soy quien para preguntarte el porqué - la radiante mirada esmeralda se apagó de repente sin saber muy bien porqué al ver que Xena había tenido otras relaciones a sus espaldas.
- Gabrielle.estaba ebria -.
- ¿Ebria?-.
- Así es, y no era consciente de lo que hacía. Créeme, si pudiera haber hecho cualquier otra cosa en vez de acostarme con ella lo hubiera hecho.- volvió los ojos poniéndolos en blanco al pensar en los pocos recuerdos que tenía de esa corta noche.
- ¿Y porqué estabas ebria.en fin, tú no sueles estarlo desde hace ya tiempo -.
- Pues.verás.- comenzó a relatar - Como sabes siempre he estado enamorada de ti. Y tú.ese día me demostraste que no sentías lo mismo por mi, o al menos eso pensaba yo. Estaba contenta por ti, porque eras feliz casándote con él, pero tu ausencia se incrementó con el paso de las milésimas de segundos, de modo que me fui a la taberna más cercana y allí pedí lo más fuerte para.ahogar las penas.como se suele decir. Estaba destrozada al saber que en ese momento tu estarías entregándole todo tu cuerpo y alma a otro.Ahora sé que ambas hicimos lo que hicimos porque nos amábamos, pero ninguna de las dos se atrevía a confesar su amor por miedo a perdernos la una a la otra - Gabrielle estaba allí pasmada, prestando toda su atención en cada una de las palabras de Xena. Le pareció ver un mohín de tristeza al recordar esos momentos por parte de Xena, al fin y al cabo parecía que ella lo había pasado tan mal como la bardo. " Y yo como una imbécil, voy y le hago más daño cuando Pérdicas murió. Y encima luego tuvo que matarla ella para que la culpa se adueñara de su corazón para.siempre. Perdóname Xena por favor " el semblante de Gabrielle se ablandó - Y bueno.tras la primera copa, cayeron la segunda, la tercera.Y no me pude controlar. Fue ahí cuando Callisto apareció, y no me acuerdo muy bien, pero supongo que me llevaría a una habitación y se aprovechó de mi estado -.
- Lógico.-.
- ¿Cómo que lógico?-.
- Está muy claro, ¿la.excitante y fogosa.princesa guerrera con sus defensas desactivadas? Ja! Cualquier persona se hubiera aprovechado de tu estado, Xena. Todo ello sin contar la debilidad de Callisto hacia ti - dijo con ambas cejas elevadas y con una sonrisilla difícil de clasificar.
- ¿A qué te refieres? - tan sólo se limitó a elevar una de las suyas.
- Pues a esa atracción sexual que sentía cada ver que te veía. Aunque.tú tampoco te quedabas corta, ¿eh?-.
- ¿Disculpa? Jamás he sentido nada por Callisto -.
- No te engañes, Xena, siempre habéis tenido esa vinculación sexual. Cada ver que os enfrentabais me daba la impresión de que ibais a.liaros allí en medio - elevó el tono de voz.
- Gabrielle - le regañó.
- Es verdad, esas miradas insinuantes.esa ironía malévola.esa seducción.En fin, supongo que será esa fiebre guerrera -.
- No digas tonterías Gabrielle, quizás había una leve atracción pero todo eso acabó en cuanto fue a por ti y a por Pérdicas.a partir de entonces el fastidio se convirtió en odio y pena por ella -.

Gabrielle devolvió la mirada al pergamino que había descansado en su regazo y continuó dibujando el torso de Xena.

- ¿Y qué tal? - pronunció la experta en preguntas inesperadas. Xena izó las dos cejas y empujó su propio cuello hacia delante.
- No entiendo -.
- ¿Qué tal era ella en al cama? ¿Te lo pasaste bien? - preguntó con cierto tono quisquilloso.
- Pues.mis recuerdos son algo borrosos pero.no estuvo nada mal.-.

Gabrielle hendió exageradamente su boca, y a pesar de ordenarle su cierre, ésta pareció tener vida propia y permanecer abierta. Xena soltó una descomunal carcajada a la que le siguieron unas cuantas otras. Gabrielle arrugó su frente " ahora la que no entiende soy yo.¿qué es lo que te hace tanta gracia?" pensó Gabrielle. La guerrera se levantó de la mesa donde había permanecido ya largo rato, y se sentó en la cama, junto a Gabrielle. Alzó su mano y se dispuso a encajar la mandíbula de la bardo que aún estaba abierta. Luego, sin quitar la mano que reposaba en su rostro, fue acariciando con la yema de sus dedos la barbilla de Gabrielle.sus labios.sus pómulos.sus ojos. Gabrielle los cerró "¿porqué posees esa habilidad de hacerme olvidar cualquier pena con tan sólo un roce tuyo? Tan sólo quemándome la piel." Entonces Xena acercó sus labios al oído izquierdo.

- Es broma tonta.- Gabrielle abrió los ojos bruscamente mientras Xena se alejaba de su oreja para fijar su mirada en los verdes esmeraldas de la bardo - Sólo de pensarlo me entra fatiga. Cuando me desperté desnuda bajo las sábanas, ella ya se había ido. El dolor martilleaba mi cabeza pero de repente unas imágenes volvieron a mi mente al ver mis vestimentas esparcidas por el suelo de aquella habitación. Me maldije una y otra vez por lo ocurrido, y justo antes de salir, me percaté de que una nota suya descansaba en una mesilla -.
- ¿Qué ponía? - pregunté interesada.
- "Eres tan excitante en la cama como dicen por ahí, pero tu sentimentalismo es tu debilidad y yo acabaré con ella ". Entonces comprendí a qué se refería y salí corriendo. Me encontré con Theodorus, él me contó los planes de Callisto y corrí en tu busca -.
- ¿Cómo sabía ella lo que sentías por mi? -.
- El alcohol hace mucho -.
- ¿Y porqué nunca me has contado nada de eso? -.
- ¿Cómo iba a hacerlo? No te podía confesar mis sentimientos después de todo lo ocurrido con Pérdicas -.
- Me alegro de haber ideado este especia de juego de preguntas. ¿Hay algo más que me quieras contar?- "me estás poniendo unos morritos? Pensó la morena.
- Mmmm - "Sí" - No -.
- ¿Seguro?-.
- Seguro - una vez más oscureció su rostro, pero esta vez lo disimuló.
- ¿Ya has terminado el dibujo? -.
- Más o menos - Gabrielle le mostró aquel garabato abstracto con un sinfín de líneas y trazados, donde si te quedabas largo rato mirándolo, parecía una extraña y leve figura humana. Xena rió sin parar.
- ¿Para eso me has tenido tanto tiempo quieta?-.
- ¡Oye! Tan sólo quería probar, pero está claro que se me da mucho mejor el arte de la escritura -.
- De la escritura y de la lengua - concluyó.
- Tienes razón - murmuró de forma seductora mientras se acercaba lentamente a la guerrera para besar sus labios suavemente. El primer beso fue corto y breve, pero Gabrielle, casi sin dejar respirar a Xena, presionó sus labios fuertemente en un segundo beso. Entreabrió sus labios para hacer del beso algo más rico y profundo, entrelazando sus lenguas y marcando ella el propio ritmo, el cual, era demasiado rápido. Xena intentó sobrellevarlo.
- Me refería a hablar -.
- Dejémonos de hablar - propuso con mohín seductor.

Gabrielle, poco recatada ella, desde el lateral de la cama, la empujó para que cayera en ella. Se quitó con vehemencia la ropa y se tiró encima suya. Comenzó a besar desmesuradamente los labios de Xena "¿Gabrielle?" pensó. Normalmente le gustaba que la bardo tomara la iniciativa, incluso le encantaban esos arrebatos de pasión, pero esta vez algo fallaba."Dile la verdad, dile la verdad, dísela de una vez." se repetía una y otra vez mientras Gabrielle succionaba su cuello dejando, probablemente una marca. "Ella tiene que saberlo.". Gabrielle bajó hasta sus pecho. "Prácticamente le estás engañando.". Siguió bajando entre besos hasta situarse entre sus piernas. "No se merece que le mientas.ella te ama y tú sólo le ocultas la verdad." gritó su mente.

- ¡¡¡Bueno ya basta!!! - vociferó para sus otro yo.
- ¿Qué?- Gabrielle se apartó de un brinco de ella y se sentó. Con el corazón galopando por su pecho, y asustada, a la vez que preocupada, por su amor. "¿Porque esos cambios de humor Xena?" pensó Gabrielle.
- ¿Qué?- "Nooo, lo he dicho en voz alta." - O sea.- las palabras se borraron de su mente por unos segundos y por mucho que intentó recuperarlas, no lo consiguió hasta unos instantes después. Se incorporó - No era a ti - se defendió. Gabrielle entrecerró los ojos.
- Por si no te has percatado sólo estamos tú y yo en esta habitación -.
- Gabrielle.no me encuentro bien.será mejor dejarlo para otro día. Ahora no es el momento más oportuno - Xena agachó su mirada hasta el suelo, no era capaz de mirarla, ahora no podía hacerlo.
- Bien.- se limitó a decir con semblante apagado y frustrado, parpadeando varias veces para no dejar escapar ni una lágrima. " Jamás me habías dado un NO para hacer el amor conmigo.¿es que ya no quieres?".
- Voy a dar un paseo - declaró con mohín afligido levantándose de la cama y dirigiéndose a la puerta con la toalla otra vez enrollada.
- ¿Porqué no me dices lo que perturba tu mente y te atormenta, Xena? - preguntó con semblante serio, mirando a los pequeños azulejos del suelo, en forma de mosaico, justo antes de que la morena cruzara la puerta. Su tono de voz sonó ronco, aguantando el llanto - Y no me digas que nada porque te conozco - Entonces Gabrielle se levantó de la cama y se volteó para observa la espalda de la guerrera, que permanecía ahí parada bajo el marco de madera de la puerta - Xena, por favor, sabes que puedes confiar en mi, siempre lo has hecho. Y no creas que me interesa sólo por curiosidad, no es así, sino porque te amo con todo mi corazón y tengo miedo de que algo o alguien le haga daño a mi mujer. Quiero ayudarte, no sabes cuánto, pero si no te abres a mi no puedo hacerlo- las lágrimas de la bardo se asomaron desobedientes a sus ojos verde azulados - ¿Es que padeces de alguna enfermedad?- "Primero el llanto, luego los cambios de humor, después el vómito.¿Y si ha ido al médico y le ha dicho que tiene alguna enfermedad? Por favor que no sea eso, que no esté enferma.Ohh dioses todo poderosos, concederme a mi cualquier enfermedad.cualquier castigo.incluso la muerte.pero que a ella no le pase nada, por favor, ya ha pagado de sobra sus errores pasados, no merece que la atormentéis más.os lo ruego" comenzó a rezar Gabrielle.
- No - susurró con el nudo e la garganta que pronto se deshizo en un llanto bajo.

Aún estando de espaldas, Gabrielle se pudo percatar a través de ese murmuro, que estaba llorando. "O tus hormonas están algo revoloteadas, o realmente lo que ocurre es de seria gravedad.". Entonces se acercó casi corriendo hasta llegar a su espalda y abrazarla con fuerza. Apoyó la cabeza a la altura de sus omoplatos y los besó tan suavemente, que parecía que se le fuera la vida en ello. Rodeó con sus brazos la cintura de la guerrera y, con la yemas de los dedos, empezó a juguetear con los vellos de los antebrazos de la morena, delineando círculos y figuras abstractas y acercándose a las muñecas. Finalmente, decidió entrelazar sus dedos con los de Xena sobre su vientre, y lentamente ese abrazo se convirtió, sin ser a propósito, en un delicado vaivén de izquierda a derecha como modo de consolación. Tras esa hermosa postura, sostenida durante varios minutos, Xena se dio la vuelta y pasó sus brazos por debajo de los de Gabrielle, pegando sus cuerpos aún más.

- Tranquila cariño.estoy aquí.no llores.estoy aquí y siempre lo estaré.No estás sola.siempre te apoyaré.Te quiero Xena.- repetía una y otra vez Gabrielle mientras acariciaba el pelo de Xena. "Me siento tan segura y protegida contigo Gabrielle.siento haberte ocultado la verdad todo este tiempo.sé que puedo confiar en ti.te amo tanto.".
- Gabrielle.- mustió llena de valor antes de levantar la cabeza y clavar sus ojos azules como el mar en los de la bardo.
- Dime Xena -.
- Siento habértelo ocultado durante este tiempo, pero me daba miedo a tu reacción, y sobre todo creérmelo yo misma después de mi propia experiencia.Sé que la sinceridad es la base de una relación, y yo la he quebrantado, pero quiero que sepas que esto es muy duro para mi, y que aún no sé cómo ha podido suceder.prometo que jamás volveré a ocultarte nada.-.
- ...-.
- ESTOY EMBARAZADA- confesó al fin. "¡¡¡¿Qué?!!!." pensó Gabrielle.

Continuará.


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