Xena: Warrior Princess y todos sus personajes son propiedad de MCA/Universal Pictures y de Renaissance Pictures. Esta historia es propiedad mía, así que por favor, si quieres copiarla, ponerla en tu web site o mandarme algún comentario sobre ella, me encuentras en xenapolis@hotmail.com

A Kevin Smith, este Fan Fiction es un pequeño tributo a su magnifica interpretación de Ares, el Dios de la Guerra.

Disclaimer: Si buscas escenas explícitas de sexo desenfrenado y frenético entre Xena y Gabrielle, lamento decirte que ésta historia no las tiene.

Recomendación: Para entender mejor lo que pasa en esta historia, ojalá ya hayas visto "Old Ares Had a Farm" de la sexta temporada. Si no lo has visto, te resumo: Ares perdió su deidad por salvar a Eve y a Gabrielle en la quinta temporada, entonces Xena y Gabrielle lo esconden en una granja que era de la abuela de Xena para evitar que guerreros lo ataquen ahora que ya no es un Dios, mi historia sigue en que Xena y Gabrielle se quedaron con Ares un tiempo y no se fueron como en el episodio real. También es bueno que hayas leído la primera parte de este Fan Fiction.


"MATRIMONIO Y MORTAJA DEL CIELO BAJA". II PARTE

Por Psico.

CAPITULO V - ¿Casada o Cazada?

Ares se levantó sintiendo como si tuviera un ejército entero entre su cabeza. Vio que Xena no estaba en la cama y se fue a buscarla. Cuando la vio asomada en la puerta, se paró detrás de ella y la abrazó por la cintura, luego le dió un beso en la mejilla.


- ¿Qué haces levantada tan temprano? Le preguntó Ares.

- Me despedía de los invitados...

- ¿Se fueron tan temprano?... son fanáticos de madrugar.... tengo tanta hambre, ojalá que la Rubia haga algo rico de desayunar...

- Gabrielle también se fue Ares... dijo Xena con algo de tristeza en su cara.

- ¿Qué? ¿Se fue? ¿Y cuando regresa?

- No regresará...

- ¿Pero.. pero porqué?

- Por que sintió que su lugar ya no estaba con nosotros...

- Pues sinceramente yo creo que Gabrielle ya está bastante grandecita para seguir dependiendo de ti, además, creo que Virgil la protegerá y estará con ella cuando lo necesite...

- Igual, no dejo de sentir preocupación por ella..

- ¡Xena! No vamos a pasar nuestro primer día de casados hablando de Gabrielle.. ¡Ella va a estar bien!... ya que no hay desayuno... entonces quiero disfrutar de la miel...

Ares toma de la mano a Xena y se la lleva para el cuarto.

Tres semanas después del matrimonio de Xena con Ares, Virgil y Gabrielle se encontraban en la taberna de Meg. Meg estaba ocupada sirviendo a los clientes y Virgil y Gabrielle se encontraban en una mesa hablando.

- Sabes Gabrielle, desde que te fuiste de la granja de Xena, no te he preguntado como te sientes...

- ¿Eh?... hmmmm... pues ha sido algo duro... llevaba muchísimo tiempo de estar con ella... ya me había acostumbrado a su presencia... a sus cosas... a su compañía... ahora es diferente... ella ya no está... tarde o temprano tenía que suceder... estoy muy feliz por ella, ojalá que Ares la haga feliz.

Meg se acerca a la mesa en donde están Virgil y Gabrielle y se sienta a hablar con ellos.

- ¡Hey! Gabrielle... supe que mi doble se casó con ese semental... JA! nunca pensé que la vida de casada fuera para Xena.

- Hola Meg... si, se casó hace tres semanas...

- Eso está bien... muy bien, verás... llega cierta edad, sobretodo en las mujeres... cuando ya hay que sentar cabeza, hay que buscar quién te caliente los pies en la noche... tu media naranja... Xena hizo bien, es más, creo que ya se le estaba haciendo tarde... ¿Y tu Gabrielle?, ¿Cuándo le vas a seguir los pasos a tu amiga? Tu tampoco eres una jovencita... yo creo que hay por ahí más de un hombre interesado en sacarte de tu estado de viudez... ¿Verdad hijo?..

Meg le da un codazo a Virgil, quién se sonroja y avergüenza.

- ¡Mamá!... ¡Por Favor! que va a decir Gabrielle...

- ¿Qué va a decir Gabrielle? ¡¡Pues ella va a decir que eres un buen partido!! Eres bien parecido, afortunadamente no sacaste la cara de tu padre jajajaja... eres un buen escritor, un hombre sensible, trabajador... ¡¡¡el marido perfecto!!! Yo que tú aprovechaba antes que otra por ahí lo atrape Gabrielle.

- ¡MAMA! ¿Por qué no vas a atender a esos guerreros de esa mesa si?

Meg los mira a los dos, luego se levanta y se va a seguir atendiendo su taberna.

- Discúlpala Gabrielle, mi mamá habla muchas cosas...

- No te preocupes Virgil... no dijo nada que no fuera cierto...

Gabrielle y Virgil siguieron hablando por un rato. Cuando estaban saliendo de la taberna, un grupo de Guerreros los detuvo.

- Hola... mi nombre es Mekastus, soy un guerrero... supe que tu amiga la Princesa Guerrera se casó, ahora es una granjera y es la esposa del ex Dios de la guerra Ares... hace mucho tiempo que llevo buscando a Ares... por que necesito ajustar algunas cuentas con él... ¿Quisiera saber en donde está?

- Lo siento, no lo sé, le dijo Gabrielle.

- No lo sabes... eres la mejor amiga de Xena y no sabes en donde está... ¡No te creo!

- Pues así es... no sé en donde está.

- ¡Mientes! No trates de engañarme, nadie engaña a Mekastus... ¡¡dime en donde está!!

- ¡¡Déjala en paz!! Dice Virgil.

- Aaaaaaah, un entrometido... ¿conque quieres problemas eh?

Mekastus le da un golpe en el estómago a Virgil y éste cae derribado al suelo.

- Es mejor que hables rubia... o tu amigo podría pasarla muy mal....

Gabrielle le da una patada a Mekastus, quién a su vez empuja a los otros 3 hombres que estaba con él. Luego saca sus sais y se pone en posición de ataque.

- ¡A ELLOS!

Mekastus saca su espada y ataca a Gabrielle, ésta le lanza un golpe en la cara y Mekastus retrocede, enfurecido el guerrero lanza un golpe el cual Gabrielle esquiva. Mientras tanto Virgil saca su espada y combate contra otro de los hombres, se escucha el chocar de las espadas y los gritos. Gabrielle ágilmente le pega a uno de los guerreros que pretendía atacarla por detrás con el cabo de uno de sus sais y luego le da un golpe con un brazo que lo manda contra una pared. Virgil se tira al suelo y con una de sus piernas derriba a otro de los guerreros, luego embiste con varias patadas y lo deja inconsciente. Mekastus se niega a rendirse ante los fuertes golpes de Gabrielle, así que sigue atacándola con su espada, Gabrielle hace una combinación patada - puño que manda a Mekastus lejos, Virgil toma un barril que estaba fuera de la taberna y con él golpea al último guerrero, este cae al suelo. Mekastus golpea a Gabrielle y la atonta por un momento, cuando parece que el guerrero va a hacer uso de su espada, Gabrielle toma una escoba que había cerca y la usa como báculo, propinándole a Mekastus una serie de golpes que lo dejan rendido.

Gabrielle se levanta y va a buscar a Virgil, quién se encuentra de rodillas en el suelo, lo mira y al parecer está bien, solo tiene una pequeña raspadura en su cara y un pequeño moretón en un brazo.

- ¿Virgil, estás bien?

- Si, no te preocupes...

Gabrielle lo ayuda a levantarse, lo lleva cerca de la taberna y lo sienta, entra a la taberna y saca un poco de agua y una esponjita y le empieza a curar a Virgil la raspadura de la cara.

- ¡Gracias Virgil!

- ¿De qué?

- Por tratar de defenderme...

- Para eso están los amigos...

Gabrielle y Virgil se quedan mirando por un momento, luego Gabrielle le sonríe.

Los problemas en las villas se habían aminorado mucho, pues si un Dios de la Guerra que incitara a las peleas, las personas se habían tornado más calmadas. Sin embargo como en el caso anterior de la pelea de Gabrielle y Virgil contra el Guerrero Mekastus, siempre existía alguien dispuesto a meterse en problemas.

Gabrielle y Virgil habían pasado 4 meses visitando a todas las personas que conocían, Lila, Sara, Varia, Xenan, Meg, los hijos de la Princesa Diana, ya no sabían que más hacer, así que decidieron irse a vivir a Potadia. Virgil vivía en un rancho donde tenía algunos caballos, le encantaba el herraje y criarlos. Gabrielle vivía con Lila y Sara, pero lo que más le gustaba era ir al rancho de Virgil y trabajar en la pequeña granja que había. Este gusto lo había aprendido en la granja de Xena.

Una mañana se encontraba Virgil martillando una herradura en su rancho, cuando un niño se acercó a la puerta, Virgil se acercó y el niño le entregó un pergamino. Era una nota de Xena diciéndoles a él y a Gabrielle que dentro de unos días iría con Ares a visitarlos. Virgil dejó lo que estaba haciendo y fue a avisarle a Gabrielle, quién se emocionó mucho con la noticia. Gabrielle como siempre se dedicó a arreglar un poco la casa y a preparar una habitación para Xena y Ares, luego se fue a recoger algunas cosas de la granja para prepararles una rica comida.

Llegado el día, Gabrielle se encontraba sacudiendo el polvo de la parte de arriba de un estante, tenía un vestidito muy corto y escotado azul y una pañoleta en la cabeza. Virgil estaba sin camisa sentado en la mesa, forjando un hierro.

Xena y Ares llegaron pero no tocaron a la puerta enseguida.

- Ares... querido, ¡por favor! No quiero que empieces a discutir con Gabrielle.

- Xena, yo no quería venir, ¿no ves que alguien hubiera podido verme y reconocerme? Estoy cansado, hemos cabalgado mucho de la granja hasta aquí, me duele el trasero, tengo sed...

- Ya descansarás un poco, por lo pronto.... ¡SE GENTIL!

Xena se asomó por la ventana y se quedó un buen rato mirando para adentro, no parpadeaba.

- ¡ Xena! ¡Vas a tocar la puerta o a esperar que nos del solsticio de invierno aquí afuera!

- Ah sí si..

Xena toca la puerta, Virgil se levanta de la mesa y abre.

- ¡Xena! ¡Qué alegría verte!

- ¡Hola Virgil! también me alegra verte...

Gabrielle dejó de sacudir e inmediatamente se fue a saludar a su vieja amiga.

¡XENA!... ¡GABBY! Ambas se dieron un fuerte abrazo.

- Pensé que estarías embarazada... le dijo Gabs a Xena.

- No Gabrielle, aún no es tiempo de que tengamos un hijo.

- Ares... ¿Cómo estás? Le preguntó Gabrielle.

- Estoy cansado, no sé si alguien me vio y me reconoció... cabalgamos mucho de la granja hasta aquí, me duele el trasero, tengo sed...

- También es un gusto verte..., le dijo con ironía Gabrielle.

Después de los saludos correspondientes, todos se sentaron en la mesa, Gabrielle les sirvió algo de beber.

- Veo que decidiste tener tu propia granja... le dijo Xena a Gabrielle.

- No es como la tuya, es más pequeña...

- ¿Y las gallinas al fin te aceptaron en su club? Le dijo Ares a Gabrielle.

Antes que Ares y Gabrielle se pusieran a discutir, Xena prefirió interrumpirlos.

- Y... ¿Ha habido por aquí muchos problemas?

- Muy pocos, tan solo hace un tiempo un Guerrero llamado Mekastus que buscó pelea... parece que te estaba buscando Ares..., dijo Virgil.

- Otro más que se quiere aprovechar de mi condición de mortal. ¿Qué demonios les pasa?

- Cálmate Ares, aquí vas a estar seguro, le dijo su esposa.

- Gabrielle, ¿Cómo han estado Lila y Sara?, Le preguntó Xena.

- Están bien, muy bien, por estos días andan de viaje, se fueron a Melódia al festival musical, a Lila siempre le ha gustado la música. Así que estoy sola en casa.

- Me gustaría poder saludarlas, dijo Xena sonriendo.

- Deben estar hambrientos, Virgil, ¿Me ayudas a servir la comida por favor?. Dijo Gabby.

Virgil y Gabrielle se levantan de la mesa y se dirigen a la cocina. Xena estaba aterrada de ver a Gabrielle, pues no se esperó verla haciéndose cargo de una casa, que aunque no era la suya, igual tenía el toque femenino para disponer de todo. Entre Gabby y Virgil sirvieron la comida. Todos comieron y así pasaron el rato hablando de todo. Llegada la hora de dormir, Gabrielle se iba a ir para su casa, pero ya era tarde y Virgil le dijo que se quedara ahí con ellos, además para que no estuviera sola mientras Lila y Sara no estaban. Gabrielle aceptó. Xena y Ares se acomodaron en un cuarto, Virgil le cedió su cama a Gabrielle y él se acomodó afuera de los cuartos con unas frazadas. A mitad de la noche, Xena se despertó, tenía sed, así que se levantó a buscar un poco de agua. Lentamente se paró de la cama para no despertar a su marido, quién roncaba como foca. Una vez fuera, fue a la cocina a buscar algo que beber. Con su mirada buscó la cocina, pero algo detuvo su búsqueda. Vio que alguien estaba acostado entre unas frazadas fuera de los cuartos y pensó que era Gabrielle, así que se acercó a investigar. Se acercó hasta que pudo notar que no se trataba de Gabrielle sino de Virgil.

Ares se había despertado, abrió sus ojos, y vio que Xena no estaba, se paró de la cama y se asomó a la puerta. Vio a su esposa muy cerca a Virgil, le iba a preguntar a Xena que qué estaba haciendo pero prefirió no hacerlo por que estaba muerto del sueño. Se devolvió a su cama y siguió roncando como foca. Mientras tanto Xena se alejó de Virgil y siguió buscando la cocina. En su búsqueda se tropezó con el cuarto de Virgil que tenía la puerta abierta. Se acercó a mirar y se dio cuenta que ahí si estaba durmiendo Gabrielle. Xena se quedó mirándola. Había algo en ella que no había notado antes, un aura, algo que no se sabía explicar. Xena notó que Gabrielle estaba desarropada, así que se acercó a cobijarla. En ese momento, un escalofrío recorrió la piel de la Princesa Guerrera, fue una electricidad que la recorrió de pies a cabeza, cuando hizo contacto visual con la piel de Gabrielle. Gabrielle se encontraba durmiendo boca arriba, sus piernas estaban descubiertas al igual que sus hombros. Xena le tapó primero las piernas y luego con muchísimo cuidad, subió la frazada para que los hombros de Gabrielle no quedaran descubiertos. Mientras hacía esto, suavemente rozó con sus dedos la piel de Gabrielle, Xena apretó sus dientes y rápidamente prefirió salir de ahí. Inmediatamente entró a la cocina y de un solo sorbo se bebió un jarro de agua, luego se echó otro poco de agua en la cara.

- ¡Ya basta! El encierro en esa granja me está volviendo loca, lo mejor es irme a dormir. Pensó Xena.

Luego se devolvió a su cama y trató de seguir durmiendo.

A la mañana siguiente, todos se levantaron. Gabrielle estaba ordeñando las vacas y Virgil consiguiendo pan para el desayuno. Xena estaba en el establo cepillando a Argo y allá la fue a buscar Ares.

- Buenos días amorcito, te levantaste muy temprano hoy... le dice Ares irónicamente.

- Hola Ares, si, es una hermosa mañana, quiero aprovechar todo el día.

Ares notó que Xena estaba muy nerviosa.

- Xena, aquí estás, dijo Virgil, he comprado pan de centeno, sé que a ti te gusta, creo que estamos listos para desayunar.

- Gra... gracias Virgil, en un momento vamos.

Ares miró a Virgil, notó que era bastante atlético y bien parecido.

- ¿Virgil no sacó nada de su padre eh?

- ¿Qué dices?

- Si, Joxer era un tonto, feo, simple, metiche... en cambio Virgil... es inteligente, apuesto, trabajador...

- Así es, Virgil es un gran tipo.

Diciendo esto, Xena acabó de cepillar a Argo y se fue a la casa.

Ares se quedó pensativo. Recordaba la imagen de Xena cerca a Virgil la noche anterior. Luego entró a la casa a tomar desayuno.

Xena y Ares estaban sentados a la mesa, Virgil estaba partiendo el pan y Gabrielle estaba en la cocina sirviendo leche en unos jarros. Xena le estaba dando la espalda a Gabrielle, no la podía ver. Virgil salió con el pan y lo puso encima de la mesa, luego salió Gabrielle y puso los jarros sobre la mesa también. Luego le puso una mano a Xena sobre el hombro y le dijo:

- ¿Qué tal noche Xena?

Dioses. Xena enseguida se acordó de su noche. Todo lo que sintió cuando rozó la piel de Gabrielle le volvió al cuerpo y tembló un poco. Como Gabrielle tenía la mano encima del hombro de Xena, notó esto.

- ¿Qué te pasa Xena?, ¿Qué tienes?

- Esteeeeee... nada Gabrielle, nada. Es que creo que aún estoy cansada por el viaje y mi cuerpo está un poco débil.

- Pues te voy a quitar ese cansancio Xena, después de desayunar, ¿Qué te parece si vamos a pescar?

- Qué buena idea. Dijo Xena.


CAPITULO VI - P
escando comfusiones

Mientras desayunaban, Xena pensaba que el pescar iba a sacar de su cabeza las ideas raras que se le estaban pasando por la mente. En todo el rato que estuvieron en la mesa, casi no se atrevió a mirar a Gabrielle, pues solamente el verla a la cara la ponía muy nerviosa. Solamente miraba a Virgil. Ares se dio cuenta de lo anterior y al igual que Xena, ideas raras se le estaban empezando a formar en la cabeza. Acabado el desayuno, Gabrielle sacó unas cañas de pescar, Xena se puso a afilar su espada, pues nunca se sabía si iba a haber problemas por el camino, Virgil estaba en el establo martillando unas herraduras que debía llevar a una villa cercana y Ares estaba asomado por la ventana.

- Bien, creo que ya nos podemos ir. Dijo Gabrielle.

- Yo me voy con ustedes pero me voy a desviar por la ruta a Darrel, tengo que ir a herrar un caballo.

- Vámonos Ares, le dijo Xena.

- No Xena... la pesca no es para mí. Prefiero quedarme durmiendo otro poco, pues anoche pasé mala noche, me desperté varias veces.

Ares esperó a que Xena reaccionara ante su comentario de que había estado despierto parte de la noche, pero Xena no reaccionó fuera de lo usual. Xena se acercó a su esposo, lo besó en los labios y le dijo que se fuera a descansar, que al su regreso le prepararía un rico salmón.

Todos salieron, kilómetros más adelante Virgil se desvió y acordó de verse con las chicas un rato más tarde. Xena y Gabrielle siguieron caminando hasta que llegaron al lago. Xena se puso muy contenta, pues hace rato que no pescaba. Se quedó mirando el lago por un rato.

- ¿En que piensas Xena?. Le preguntó Gabrielle.

- Ahhhh.. Es que extrañaba pescar. ¿Te acuerdas que lo hacíamos con frecuencia antes?

- Si, era divertido para ti quedar oliendo a pescado...

- Jajajajajaja.

Xena se sintió más tranquila, pues todos los pensamientos extraños que le estaban rondando la cabeza habían desaparecido.

- Bien Xena, ¡Vamos a Pescar!

Xena empezó a revisarla caña de pescar, calculó para donde soplaba el viento... cuando de repente empezó a ver que a su lado empezaba a caer la ropa de Gabrielle.

- ¡Gabrielle! ¿Qué.. Qué haces?

- ¿Vamos a pescar no?

- ¿Sin ropa?

- Antes pescábamos sin ropa, bueno tú en alguna oportunidad te quitaste la armadura y te dejaste el vestido de cuero, pero era por que estaba Joxer... pero cuando estábamos solas nos metíamos al lago sin ropa Xena, ¿Ya lo olvidaste?

Xena se había puesto nerviosa de nuevo, no se atrevía a mirar a Gabrielle.

- Ya.. Ya te alcanzo... voy en un momento.

Gabrielle se fue caminando despacio hacia el lago. Xena levantó la mirada y la observó por detrás. Soltó la caña de pescar y no podía dejar de mirar a Gabrielle.

- ¡Demonios! ¿Qué te está pasando Xena? ¡Reacciona por favor! ¡Debo enfocarme, debo enfocarme!.

Xena levantó la caña de pescar y se retiró un poco más lejos, estaba aturdida y muy muy nerviosa.

- ¡Xena! ¿A donde vas?

- Hoy no me quiero meter al agua Gabrielle, no tengo ganas, voy a pescar desde afuera...

- Nada de eso.. Yo sé cuanto te gusta pescar metida en el agua, ¡no seas floja! ven a mojarte un rato...

- No Gabrielle, mejor otro día...

Xena pensó que se había quitado el problema de encima, pero fue peor, Gabrielle salió del agua y se fue hacia donde estaba ella. Cuando Xena se dio cuenta empezó a hiperventilar, su corazón empezó a latir deprisa y su pulso se había vuelto torpe. Gabrielle llegó al frente de Xena, quién mantenía su mirada en el piso y en la caña de pescar.

- Xena, la Princesa Guerrera va a rechazar un día de pesca metida en el lago... ¿Qué te sucede Xena? ¡Esa no eres tú! Si estás preocupada por Ares, relájate que no le va a pasar nada, él no va a salir de la casa para arriesgarse que alguien lo vea...

- Es que Gabrielle...

- ¡Es que nada Xena!, Yo te ayudo con tu ropa, ¡vamos al agua a divertirnos!

Gabrielle empezó a remover la ropa de Xena. Xena tan solo se quedó quieta y miraba para otra parte. Todos sabían que avergonzar a la princesa guerrera era casi imposible, pero en ésta ocasión Xena estaba mas avergonzada que nadie en el mundo.

- Veo que aún después de casada y de no ejercitarte en batalla, sigues manteniendo la línea. Le dijo Gabrielle.

Cuando Gabrielle acabó de quitarle toda la ropa, la tomó de una mano y la llevó con ella hacia el lago, luego la haló hacia ella y la sumergió.

- ¿Ves? El agua está deliciosa.

A Xena realmente le sentó haberse sumergido en el lago, pues el agua la refrescaría y no se notaría que sus mejillas estaban rojas de vergüenza. Gabrielle empezó a nadar. Xena se quedó como una estatua en medio del lago. No sabía que hacer o que decir. Gabrielle se dio cuenta que Xena no hacía nada y se acercó a ella.

- Dioses Xena, estás actuando muy raro hoy. Yo sé que es lo que te pasa.

Gabrielle se puso detrás de Xena y empezó a masajear sus hombros. Xena estaba al borde del colapso, así que para evadir la situación, se sumergió.

- Oh Dioses Gabrielle disculpa, es que sentí un enorme pez que me rozó la pierna y pensé que podía atraparlo.

- Parece que ya te sientes mejor... y eso que no te hice nada, tienes que pescar la cena. Mientras tanto yo voy a ir a nadar un rato.

Gabrielle regresó al nado y Xena, viendo que no le quedaba otra opción, empezó a tratar de pescar, para distraerse y para sacar otra vez todas las ideas extrañas sobre Gabrielle que le estaban rondando la cabeza. Pasado un rato Xena ya había pescado lo suficiente para llevar a la casa. Gabrielle ya se había cansado de nadar, así que ambas mujeres se salieron del lago. Xena se empezó a vestir, pero Gabrielle la detuvo.

- ¿Acaso te quieres resfriar?, No te puedes poner esa ropa estando tu mojada, aprovechemos el sol para secarnos, ven, sentémonos aquí.

Gabrielle se acostó en el suelo boca abajo y Xena se sentó a su lado. No sabía por que ahora se sentía tan incómoda haciendo algo que acostumbraba a hacer con Gabrielle en el pasado. Ambas mujeres se quedaron en silencio. Gabrielle cerró sus ojos y entonces Xena aprovechó para mirarla rápidamente. Aún seguía manteniendo su cuerpo en buen estado. Su piel se veía suave y las gotitas de agua le daba un brillo especial.

- Creo que ya nos secamos suficiente Gabrielle, mejor vámonos antes que se nos haga mas tarde.

Ambas mujeres se vistieron y se fueron rumbo a Potadia. Por el camino efectivamente se encontraron con Virgil quien regresaba de herrar unos caballos. Faltando un par de kilómetros para llegar a la casa, Gabrielle les dijo que se adelantaría para prender el fuego y preparar los peces por que la estufa era un poco lenta. Xena y Virgil siguieron caminando.

- Me pagaron muy bien por mi trabajo, los caballos quedaron bien herrados. Mi padre estaría muy orgulloso de mí. Dijo Virgil.

- Seguro que desde los Campos Elíseos debe estar muy muy orgulloso de tí.

- Lo extraño tanto Xena, extraño sus historias, que aunque eran mentira, las contaba con mucha efusividad. No me gusta ver a mi madre sola atendiendo la taberna... nos hace mucha falta a todos.

A Virgil se le escurren las lágrimas. Xena lo abraza, pues ella también sabe lo que es perder a uno de sus padres, además siempre ha sentido un poco de culpa por que Eve, antes Livia fue la que lo mató.

Mientras tanto en la casa, Ares estaba sentado al frente, jugando a lanzar unas pierdas entre un jarro.

- Hola Ares.

- Casi que no llegas Gabrielle, ¡Me estoy muriendo del hambre!

- Cálmate que ya voy a empezar a encender la estufa.

- ¿Dónde está Xena?

- Viene atrás, con Virgil.

Ares se levantó y se fue a alcanzarla, venía caminando cuando vio a lo lejos a Virgil abrazado con Xena. Ares se escondió entre unos arbustos para poder ver sin que ellos lo vieran.

- Tu padre siempre está contigo Virgil. Heredaste de él la nobleza de su corazón. Perdonaste a mi hija por haberlo matado. Ese es un acto de mucha generosidad.

Luego Xena le acaricia la cara a Virgil y le dice: A mí me hubiera gustado haber tenido un hijo como tu. Y le sonríe.

Entre los arbustos, Ares empieza a sospechar que entre Xena y Virgil está pasando algo.

- Claro, esperaron a que la rubia se fuera para empezar a hacer de las suyas... pensó Ares. Pero no voy a permitir que un mocoso me quite a mi esposa.

Ares se devolvió a la casa y se sentó, nuevamente empezó a tirarle piedras al jarro cuando llegaron Xena y Virgil.

- ¡OUCH!

- Disculpa Virgil, es que mi puntería no anda muy afinada. Dijo Ares quién a propósito le había lanzado una piedra a Virgil en una pierna.

Virgil entró a la casa. Ares se quedó con Xena.

- Y... ¿Cómo estuvo la pesca?... ¿entretenida?, Le dijo irónicamente.

- Sí, bastante.

- ¿No le vas a dar un beso a tu esposo y a decirle que lo extrañaste?

Xena le da un beso a Ares en la mejilla y entra en la casa.

Todos están en el comedor Esperando a que los pescados se horneen. Ares sienta a Xena muy junto al, la abraza y empieza a hablar con los demás.

- Y... ¿Para cuando es la boda? Dice Ares.

- ¿La boda de quién? Le pregunta Gabrielle.

- ¡Pues la tuya con Virgil!

- ¿De que hablas Ares? Le dice Gabrielle.

- Vamos Gabrielle, no me vas a negar que tu y Virgil están enamorados como un par de tortolitos...

- ¡Ares! ¡¡Por favor!! Le dijo Xena.

- Además rubia, tienes que aprovechar al muchacho, es trabajador, apuesto, inteligente un buen partido... y tu Virgil, yo que tú le pedía matrimonio a Gabrielle, limpia, cocina, sabe ordeñar vacas y por si fuera poco ¡sabe pelear!

- ¿Puedo hablar contigo en privado?. Le dijo Xena a Ares.

Se fueron a un lado de la casa.

- ¿Qué rayos te sucede Ares? ¿Acaso te crees tu hermana Afrodita? ¿Cuál es el afán de estar armando matrimonios cual Cupido?

- ¿Qué tiene de malo Xena?, Gabrielle está sola, Virgil está solo...

- ¡Deja de ser un pesado y compórtate bien! Le dice Xena a Ares levantándole una ceja y en un tono no muy agradable.

Durante la noche, Xena no pudo dormir, se la pasó pensando en todas sus reacciones frente a Gabrielle, no entendía que le estaba pasando.

- ¿Qué me pasa? ¿Qué es lo que me pasa? ¡Demonios! Nunca había estado tan confundida... piensa Xena, debe ser... debe ser... debe ser que extraño mucho a Gabrielle y como no la veía hace mucho tiempo entonces estoy reaccionando con mucha alegría al verla... claro! Cuándo una persona se deja de ver con otra que quiere mucho y tiempo después se vuelve a encontrar con esa persona, siente muchas emociones fuertes.... pero...¿Emoción de verla desnuda? ¡Dioses!

Y así pasó la noche Xena, preguntándose una y otra vez que es lo que estaba pasando con ella.

CAPITULO  VII - Los Golpes de la Vida

Al otro día Xena se levantó temprano, ella quería ser la que ésta vez preparara el desayuno, ya estaba avergonzada de que la atendieran siempre. Miró a Ares y estaba profundamente dormido. Se levantó y se dirigió al establo a ordeñar las vacas. De repente sintió ruidos en la parte de atrás, lentamente fue a mirar que era y quedó perpleja ante lo que vieron sus ojos. Era Gabrielle, quién se encontraba lanzando sus sais a unos bultos que estaban amarrados a un árbol. Tenía puesta su ropa de guerrera, su brassier y su falda rojos y las botas que servían para guardar los sais. Hace muchísimo tiempo que Xena no la veía con ésta indumentaria.

- ¡Cielos! ¡Se ve hermosa! Pensó Xena.

Xena siguió en silencio observando a la rubia. Se estaba deleitando con la vista.

- ¡Aún conserva ese cuerpo tan perfecto!... ¡Su abdomen todo marcado!... ¡Sus hombros torneados!... ¡Su piel tan blanca!... ¡BASTA XENA! Siguió pensando.

Xena trató de escabullirse, pero se tropezó con una de las cubetas para poner la leche.

- ¿Quién anda ahí?, Preguntó Gabrielle alarmada.

- Ehhhhhh.. Soy yo Gabrielle, le dijo Xena sonrojada.

- ¡Uy! ¡Madrugó la Princesa!.... ¡Guerrera!

- Hooooo la Gabrielle... veo que aún te conservas en forma para la batalla... y que has guardado tu indumentaria.

- Pero claro Xena, aparte de ayudarle a Virgil con su granja y de estar pendiente de Lila y de Sara, a ratos hay que enfrentarse a los problemas... así como tu me lo enseñaste...

- ¡aaaaayyyyyy!, Suspiró Xena.

- Xena, te he notado muy pensativa, ¿Te pasa algo? ¡Recuerda que aún somos amigas y puedes confiar en mi!... le dijo Gabrielle acariciándole la mejilla...

- ¡Hades llévame contigoooooo! ¡No soporto ésta tortura! Pensaba Xena.

- No Gabrielle, son ideas tuyas, estoy bien..


- Déjame adivinar... es Ares, las cosas con él no están funcionando como lo pensaste....


- ¿Ares? no Gabrielle, Ares se ha comportado bien, no ha sido fácil, a veces es muy gruñón y se la pasa ensuciando la casa... debe ser que me vida de guerrera me hace falta...

- ¿Solo tu vida de guerrera? Le dijo Gabrielle mirándola intensamente a sus ojos azules.

Dioses. Xena se quedó paralizada ante la mirada de Gabrielle, se perdió en sus ojos verdes. Xena se moría por decirle a Gabrielle que ella era lo que más falta le estaba haciendo, pero no se quería dejar en evidencia.

- También extraño tu pollo asado... jajajajajajaja.. Dijo Xena.

- Eres una mala, le dijo Gabrielle riéndose también. Luego se acercó más a ella y le dijo: Xena, recuerda que yo siempre voy a estar aquí.

Xena le sonrió y prefirió irse a concentra en el ordeño de las vacas que seguir con su tentación rubia delante de ella. Mientras ordeñaba las vacas, Xena siguió pensando. Ya se estaba volviendo loca de pensar en que era lo que estaba sintiendo por Gabrielle, tenía miedo de descubrir sus verdaderos sentimientos. Pensaba en todo el tiempo que habían estado juntas y sentía una enorme alegría dentro de ella, pensaba en que junto a Gabrielle la pasaba muy bien, se divertía, se sentía acompañada, aprendía cosas nuevas, se sentía especial, querida, realmente la vida sin ella no era la misma. Luego se puso a pensar en su vida después que se casó con Ares, solamente se le venían a la cabeza pensamientos lujuriosos, aburrición, discusiones... Xena tengo hambre, Xena tengo dolor, Xena tengo calor, Xena tengo frío... ahora estaba viendo con otros ojos su matrimonio con Ares.

Ares ya se había levantado, estaba paseando por los alrededores, estaba muy intranquilo, pues estaba convencido que entre Xena y Virgil estaba sucediendo algo. Se miraba sus músculos, se ejercitaba, y corría.

- ¿Qué le habrá visto a ese mocoso?... ¡Yo tengo más musculatura que él! Además... ¡Yo soy un Dios! O será... ¿qué estoy envejeciendo?

- ¡ES ARES! Gritó un guerrero.

Era Mekastus otra vez con sus hombres, reconocieron a Ares y fueron a atacarlo. Ares al verse perseguido empezó a correr. Los guerreros iban a caballo, por lo que no les fue difícil empezar a acorralarlo. Cuando ya se vio perdido, Ares se quedó quieto.

-¡Mekastus! Viejo amigo... ¿Cómo estás? Dijo Ares tratando de calmar las cosas.

- ¿A quién tenemos aquí? ¡Es el ex-Dios de la guerra!

Mekastus baja de su caballo y se acerca a Ares.

- Han pasado... ¿Cuántos años?... un par creo... desde que me tendiste una trampa para quedarte con mi ejército... casi me matan en esa oportunidad...

- Lamento lo sucedido Mekastus, tuviste mala suerte...

- ¡Oh no! Mi mala suerte se acabó... Ahora tengo buena suerte... ¿verdad muchachos?

Los hombres de Mekastus se rieron.


- Cuándo eras un Dios no podía hacer nada en contra tuya Ares... pero siempre quedó dentro de mí el espíritu de la venganza... ahora... ahora las cosas son diferentes... ¡Ahora yo tengo el sartén por el mango!... y creo que tu hora ha llegado...

Mekastus saca su espada, Ares retrocede pero los hombres de Mekastus le impiden huir.

- Dijeron que Xena había matado los Dioses... ¡pero le faltó hacer lo mismo con su marido!

Los hombres de Mekastus se vuelven a reír.

- Antes de mandarte para el tártaro, primero vas a verlo en vida... ¡muchachos! ya saben que hacer...

Los hombres de Mekastus empezaron a golpear a Ares, le daban puños y patadas, lo golpeaban con la empuñadura de sus espadas. Ares empezó a sangrar por la boca y a ponerse muy mal.

- ¿Te gusta como se siente ser golpeado? ¿Somos los primeros en hacerte experimentar el dolor? jajajajajaja...

La cara de Ares estaba cubierta de sangre, Ares estaba de rodillas.

- Bien Ares... dijo Mekastus, te diría que le mandaras mis saludos a Hades, pero ya no está en el tártaro... ¡despídete de tu asquerosa y miserable vida! Mekastus levanta su espada, cuando está a punto de enterrársela a Ares se escucha un ruido.

- Whhhhhhhhhoooooooooooooooosssssssssssssshhhhhhhhhhhh

Era el Chakram de Xena, que había golpeado la mano de Mekastus.

-¡Es Xena! ¡Mataré dos pájaros de un tiro... ¡A ella!

Los hombres de Mekastus se dirigieron hacia donde estaba Xena, Argo se levantó e hizo perder el equilibrio a unos cuantos de ellos. Xena se bajó del caballo y sacó su espada, lista para atacar a los agresores de Ares. Todos los hombres se fueron hacia ella, y ella fue peleando uno a uno. Estando Xena en medio del combate aparecieron Gabrielle y Virgil, quienes le ayudaron a pelear contra los hombres de Mekastus. Gabrielle sacó sus sais y Virgil su espada y juntos ayudaron a su amiga a derrotar al enemigo. Cuando los hombres fueron derrotados, Solamente quedaron Mekastus quién sostenía su espada por el cuello de Ares, Xena y Gabrielle.

-¡Eres un cobarde Mekastus! ¡Atacar a un hombre indefenso!

- ¡Xena! Nos volvemos a encontrar. Tampoco te he olvidado... pero que lindo... mis dos peores enemigos unidos en matrimonio... pero lo que el matrimonio unió, yo lo voy a separar. Mekastus intentó cortar el cuello de Ares pero Virgil saltó por detrás y le pegó en la cabeza a Mekastus dejándolo inconsciente. Xena fue corriendo a dónde estaba Ares y lo examinó.

- ¿Estás bien? ¿Qué hacías solo fuera de la casa? ¡Pudieron haberte matado!

- ¡Dioses! creo que éste no es el momento para regañarme... me duele todo el cuerpo...

- Tienes dos costillas rotas... y muchos golpes... ¡Hay que llevarlo a la casa!

Gabrielle y Virgil ayudaron a Xena a llevar a Ares a la casa. Cuando llegaron, lo acostaron en una cama, Gabrielle le limpió las heridas y Xena entablilló el torso de Ares. Toda la situación que Xena estaba viviendo, su confusión sentimental y lo ocurrido con Ares, había hecho que tomara una decisión, en dos días, cuando Ares se sintiera mejor se irían de nuevo para la granja. En la noche Ares ya estaba un poco mejor, el dolor se había calmado y estaba durmiendo. Virgil también se encontraba durmiendo, pues el combate lo había dejado rendido. Xena se levantó del lado de Ares para ir a traer un poco de agua caliente y vio a Gabrielle afuera de la casa, sentada en un tronco que estaba cerca, la luz de la luna iluminaba su cara, la cual se encontraba mirando hacia el cielo estrellado. Xena se quedó mirándola, a pesar de lo que había pasado con su esposo, no se había podido sacar sus sentimientos confusos de la cabeza, y ahora al ver a Gabrielle sentada mirando la luna, la encontraba muy tierna y hermosa. Xena salió de la casa y lentamente se acercó a ella, Gabs no se había percatado de su presencia. Xena quiso abrazarla, se acercó, abrió sus brazos y cuando estaba a punto de hacerlo se arrepintió.

- ¿Qué haces? Le preguntó Xena.

- Xena, me siento muy mal, debí fijarme mejor en lo que hacía Ares.

- No es tu culpa Gabrielle, Ares no es un niño y sabía que corría peligro en los alrededores.

Gabrielle empezó a llorar, Xena se sintió demasiado conmovida.

- ¡No llores!... ¡Por favor! te repito que no es tu culpa...

- Es que... sé que tu estás sufriendo por Ares... por verlo así mal herido.... eso me pone muy mal Xena.

- En unos días se recuperará... ya verás que pronto estará en la granja correteando a las gallinas...

- Eso espero.

Ambas mujeres se quedaron en silencio por un instante, luego Xena habló.

- Gabrielle... Ares y yo... nos vamos a ir mañana para la granja..

- Pero Xena... cuando llegaron dijeron que se quedarían una semana... ¡No te vayas por favor!

- Debemos hacerlo Gabrielle... es lo mejor... si nos quedamos más tiempo... creo que podría haber más problemas...

- ¿Te refieres a hombres buscando a Ares? No nos despegaremos de su lado, no lo dejaremos solo, ¡lo cuidaremos!

- No Gabrielle, no me refiero a Ares.... me refiero a... a mí.

- ¿A ti? ¿Qué pasa contigo?

Dioses, era un momento muy difícil para Xena. No sabía si decirle a Gabrielle lo que estaba sintiendo por ella. La miró a sus ojos y vio un brillo especial en ellos, vio algo que le decía que si le contaba a Gabrielle lo que estaba pasando todo iba a estar bien, vio calma y tranquilidad... pero se acordó de Ares malherido y prefirió guardar silencio.

- No pasa nada Gabrielle... no me pongas atención. No hay más que decir, mañana a primera hora Ares y yo nos vamos para la granja.

Xena se levantó y se fue a su cuarto, sus ojos estaban llenos de lágrimas. Era muy doloroso tenerle que mentir a Gabrielle, pero tenía miedo de su reacción y de la reacción de Ares. Se guardó sus sentimientos en lo más profundo de su corazón. Estaba decidida a olvidarse de Gabrielle en cuanto saliera de la casa de Virgil.

Al otro día todos se habían levantado temprano. Ares ya se sentía mejor. Xena había acomodado a Argo de manera que Ares pudiera ir cómodo en ella. Ares en el fondo estaba feliz, pues pensó que todo lo que había pasado con él había servido para distanciarla a ella de Virgil.

- ¿Ya te vas? Le preguntó Gabrielle.

- Es un largo camino, es mejor irse temprano. Le contestó Xena tratando de no mirarla a la cara.

- Lo lamento Xena.

- Está bien.

Entre todos ayudaron a Ares a subirse al caballo, Xena iba abajo con las riendas sujetas en su mano.

- Que tengas buen viaje Xena. Le dijo Virgil quién le dio un abrazo.

- Gracias Virgil. Xena le tomó el brazo a Virgil.

- Cuídate....¡Y cuídala a ella!

- Te lo prometo. Respondió.

- Lamento que te tengas que ir... le dijo Gabrielle con los ojos aguados.

Xena casi no la podía mirar, la notó triste y sintió ganas de abrazarla y decirle que todo iba a estar bien, que no iba a estar sola por que estaba dejando su corazón en Potadia. Pero solo se limitó a abrazarla rápidamente.

- ¡Virgil!, ¡Espero que la próxima vez que nos veamos, sea con Eve celebrando tu matrimonio! Le dijo irónicamente Ares.

- ¡Ya vámonos! Dijo Xena.

Xena y Ares abandonaron Potadia. Xena iba en silencio metida en sus pensamientos. Tenía la cara de Gabrielle metida en su mente y a medida que la pensaba sentía que el corazón se le salía del pecho.

- Debo enterrar éste sentimiento... ¡No está bien!... ¡No es correcto!... ¡No puede ser!... ¡No te puedo volver a ver nunca Gabrielle!.... pensó Xena mientras andaba al paso de Argo. Y así siguió caminando, mientras Ares reposaba, se alejaba de la persona por la cual había sentido los sentimientos más puros y sinceros en toda su vida.

¿SERA POSIBLE QUE XENA DEJE ASI SUS SENTIMIENTOS POR GABRIELLE?
¿ESTARAN GABRIELLE Y VIRGIL ENAMORADOS?

NO SE PIERDA LA TERCERA PARTE DE: "MATRIMONIO Y MORTAJA DEL CIELO BAJA"

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