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El suicidio

entre los adolescentes ha tenido un aumento dramático recientemente a través de la nación. Cada año miles de adolescentes se suicidan en los Estados Unidos. El suicidio es la tercera causa de muerte más frecuente para los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad, y la sexta causa de muerte para los de entre 5 y 14 años.

Los adolescentes experimentan fuertes sentimientos de estrés, confusión, dudas sobre sí mismos, presión para lograr éxito, incertidumbre financiera y otros miedos mientras van creciendo.

Para algunos adolescentes el divorcio, la formación de una nueva familia con padrastros y hermanastros o las mudanzas a otras nuevas comunidades pueden perturbarlos e intensificarles las dudas acerca de sí mismos. En algunos casos, el suicidio aparenta ser una "solución".

La depresión y las tendencias suicidas son desórdenes mentales que se pueden tratar. Hay que reconocer y diagnosticar la presencia de esas condiciones tanto en niños como en adolescentes y se debe desarrollar un plan de tratamiento. Cuando hay duda en los padres de que el niño o el joven pueda tener un problema serio, un examen psiquiátrico puede ser de gran ayuda.

Muchos de los síntomas de las tendencias suicidas son similares a los de la depresión.

Los padres deben de estar conscientes de las siguientes señales que pueden indicar que el adolescente está contemplando el suicidio:

cambios en los hábitos de dormir y de comer,
retraimiento de sus amigos, de su familia o de sus actividades habituales,
pérdida de interés en sus pasatiempos y otras distracciones,
actuaciones violentas, comportamiento rebelde o el escaparse de la casa,
uso de drogas o de bebidas alcohólicas,
abandono poco usual en su apariencia personal,
cambios pronunciados en su personalidad,
aburrimiento persistente, dificultad para concentrarse, o deterioro en la calidad de su trabajo escolar,
quejas frecuentes de síntomas físicos, tales como: los dolores de cabeza, de estómago y fatiga, que están por lo general asociados con el estado emocional del joven,
poca tolerancia de los elogios o los premios.

El adolescente que está contemplando el suicidio también puede:

quejarse de ser una persona mala o de sentirse "abominable",
lanzar indirectas como: "no les seguiré siendo un problema", "nada me importa", "para qué molestarse" o "no te veré otra vez",
poner en orden sus asuntos; por ejemplo, regalar sus posesiones favoritas, limpiar su cuarto, botar papeles o cosas importantes, etc.,
ponerse muy contento después de un período de depresión, y
tener síntomas de psicosis (alucinaciones o pensamientos extraños).

Si el niño o adolescente dice, "yo me quiero matar" o "yo me voy a suicidar", tómelo muy en serio y llévelo a un psiquiatra de niños y adolescentes o a otro médico para que evalúe la situación. La gente se siente incómoda y no le gusta hablar sobre la muerte. Sin embargo, puede ser muy útil el preguntarle al joven si está deprimido o pensando en el suicidio. Esto no ha de "ponerle ideas en la cabeza"; por el contrario, esto le indicará que hay alguien que se preocupa por él y que le da la oportunidad de hablar acerca de sus problemas.

Si una o más de estas señales ocurre, los padres necesitan hablar con su niño acerca de su preocupación y deben de buscar ayuda profesional. Con el apoyo moral de la familia y con tratamiento profesional, los niños y adolescentes con tendencias suicidas se pueden recuperar y regresar a un camino más saludable de desarrollo.

Para información adicional puede ver las siguientes hojas sueltas de "Información para la Familia":

#3 Los adolescentes: el alcohol y las otras drogas
#4 El niño deprimido
#37 Los niños y las armas de fuego y
#38 La enfermedad maníaco-deprersiva en los adolescentes.

 

LOS ADOLESCENTES: EL ALCOHOL Y OTRAS DROGAS

Los adolescentes pueden estar envueltos en varias formas con el alcohol y las drogas legales o ilegales. Es común el experimentar con el alcohol y las drogas durante las adolescencia. Desgraciadamente, con frecuencia los adolescentes no ven la relación entre sus acciones en el presente y las consecuencias del mañana. Ellos tienen la tendencia a sentirse indestructibles e inmunes hacia los problemas que otros experimentan. El uso del alcohol o del tabaco a una temprana edad aumenta el riesgo del uso de otras drogas luego. Algunos adolescentes experimentan un poco y dejan de usarlas, o continúan usándolas ocasionalmente sin tener problemas significativos. Otros desarrollarán una dependencia, usarán drogas más peligrosas y se causarán daños signaficativos a ellos mismos y posiblemente a otros.

La adolescencia es el tiempo de probar cosas nuevas. Los adolescentes usan el alcohol y las otras drogas por varias razones, incluyendo la curiosidad, para sientirse bien, para reducir el estrés, para sentirse personas adultas o para pertenecer a un grupo. Es difícil el poder determinar cuáles de los adolescentes van a desarrollar problemas serios. Los adolescentes que corren el riesgo de desarrollar problemas serios con el alcohol y las drogas incluyen aquéllos:

con un historial familiar de abuso de substancias,
que están deprimidos,
que sienten poco amor propio o autoestima, y
que sienten que no pertenecen y que están fuera de la corriente.

Los adolescentes abusan de una variedad de drogas, tanto legales como ilegales. Las drogas legales disponibles incluyen las bebidas alcohólicas, las medicinas por receta médica, los inhalantes (vapores de las pegas, aerosoles y solventes) y medicinas de venta libre para la tos, la gripe, el insomnio y para adelgazar. Las drogas ilegales de mayor uso común son la marijuana (pot), los estimulantes (cocaína, "crack" y "speed"), LSD, PCP, los derivados del opio, la heroína y las drogas diseñadas (éctasis). El uso de las drogas ilegales está en aumento, especialmente entre los jóvenes o adolescentes. La edad promedio del que usa marijuana por vez primera es 14, y el uso del alcohol puede comenzar antes de los 12. El uso de la marijuana y el alcohol en la escuela superior (high school) se ha convertido en algo común.

El uso de las drogas esta asociado con una variedad de consecuencias negativas, que incluyen el aumento en el riesgo del uso serio de drogas más tarde en la vida, el fracaso escolar, el mal juicio que puede exponer a los adolescentes al riesgo de accidentes, violencia, relaciones sexuales no planificadas y arriesgadas y el suicidio. Los padres pueden ayudar en la educación a temprana edad acerca de las drogas, estableciendo comunicación, siendo ejemplo modelo y reconociendo desde el las otras comienzo si hay problemas desarrollandose.

Las señales principales del uso de alcohol y del abuso de drogas por los adolescentes pueden incluir:

Físicas: fatiga, quejas continuas acerca de su salud, ojos enrojecidos y sin brillo y una tos persistente.
Emocionales: cambios en la personalidad, cambios rápidos de humor, irritabilidad, comportamiento irresponsable, poco amor propio o autoestima, carencia de juicio, depresión y una falta general de interés.
Familia: el comenzar argumentos, desobedecer las reglas, el retraerse o dejar de comunicarse con la familia.
Escuela: interés decreciente, actitud negativa, faltas al deber, calificaciones bajas, ausencias frecuentes y problemas de disciplina.
Problemas Sociales: amigos nuevos a quienes no les interesan las actividades normales de la casa y de la escuela, problemas con la ley y el cambio hacia estilos poco convencionales en el vestir y en la música.

Algunas de estas señales de aviso pueden también ser señales indicativas de otros problemas. Los padres pueden reconocer las señales de problemas pero no se espera que ellos hagan el diagnóstico. Una manera eficaz para los padres demostrar su preocupación y afecto por el adolescente es discutir francamente con éste el uso y abuso de las bebidas alcohólicas y de las otras drogas.El primer paso que los padres deben de dar es el consultar con un médico para estar seguros de que las señales de aviso que descubren no tengan causas físicas. Esto debe de ser acompañado o seguido por una evaluación comprensiva llevada a cabo por un psiquiatra de niños y adolescentes.

EL NIÑO DEPRIMIDO


No son sólo los adultos los que se deprimen. Los niños y los adolescentes pueden sufrir también de depresión, que es una enfermedad tratable. La depresión se define como una enfermedad cuando la condición depresiva persiste e interfiere con la habilidad de funcionar del niño o del adolescente.

Aproximadamente el 5 por ciento de los niños y adolescentes de la población general padece de depresión en algún momento. Los niños que viven con mucha tensión, que han experimentado una pérdida o que tienen desórdenes de la atención, del aprendizaje o de la conducta corren mayor riesgo de sufrir depresión. La depresión tiende a correr en las familias.

El comportamiento de los niños y adolescentes deprimidos es diferente al comportamiento de los adultos deprimidos. Los psiquiatras de niños y adolescentes le recomiendan a los padres que estén atentos a síntomas de depresión que puedan presentar sus niños.

Los padres deben de buscar ayuda si uno o más de los siguientes síntomas de depresión persisten:

Tristeza persistente, lloriqueo y llanto profuso
Desesperanza
Pérdida de interés en sus actividades favoritas; o inhabilidad para disfrutar de las actividades favoritas previas
Aburrimiento persistente y falta de energía
Aislamiento social, comunicación pobre
Baja autoestima y culpabilidad
Sensibilidad extrema hacia el rechazo y el fracaso
Aumento en la dificultad de relacionarse, coraje u hostilidad
Dificultad en sus relaciones
Quejas frecuentes de enfermedades físicas, tales como dolor de
Ausencias frecuentes de la escuela y deterioro en los estudios cabeza o de estómago
Concentración pobre
Cambios notables en los patrones de comer y de dormir
Hablar de o tratar de escaparse de la casa
Pensamientos o expresiones suicidas o comportamiento autodestructivo

Un niño que jugaba a menudo con sus amigos empieza a pasarse la mayor parte del tiempo solo y pierde interés por todo. Las cosas de las que disfrutaba previamente ya no le dan placer al niño deprimido. Los niños y adolescentes deprimidos dicen a veces que quisieran estar muertos o pueden hablar del suicidio. Los adolescentes deprimidos pueden abusar del alcohol o de otras drogas tratando de sentirse mejor.

Los niños y adolescentes que se portan mal en la casa y en la escuela pueden estar sufriendo de depresión sin que nadie se dé cuenta de ello. Los padres y los maestros no se dan cuenta de que la mala conducta es un síntoma de depresión porque estos niños no siempre dan la impresión de estar tristes. Sin embargo, si se les pregunta directamente, los niños algunas veces admiten que están tristes o que son infelices.

El diagnóstico y tratamiento temprano de la depresión es esencial para los niños deprimidos. Esta es una enfermedad real que requiere ayuda profesional. Un tratamiento comprensivo a menudo incluye ambas terapias, individual y de familia. Puede también incluir el uso de medicamentos antidepresivos. Para ayudarles, los padres deben pedirle a su médico de familia que los refiera a un psiquiatra de niños y adolescentes, quien puede diagnosticar y tratar la depresión en niños y adolescentes.

LOS NIÑOS Y LAS ARMAS DE FUEGO

Los padres, los profesionales y muchas otras personas están muy preocupados por el número creciente de niños y adolescentes que perecen a causa de las armas de fuego. Las siguientes estadísticas han sido tomadas del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades y el Centro para la Prevención de Violencia con Armas de Fuego:

Las heridas causadas por las armas de fuego son la segunda causa de muertes entre los jóvenes de 10 a 24 años de edad. Por cada niño que resulta muerto, cuatro son heridos.
En el 1994, aproximadamente un 90% de las víctimas de homicidios entre los 15 a los 19 años fueron asesinados con un arma de fuego.
En el 1995, 1 de cada 2 estudiantes informó que cargaba con un arma de fuego para pelear o para defensa propia por lo menos por una vez en los últimos 30 días, un alza de 1 en 24 del 1990.
De las muertes violentas en las escuelas, el 77% son causadas por armas de fuego.
Aproximadamente en la mitad de todas las casas en los Estados Unidos se mantiene un arma de fuego y más de la mitad de ellas estan cargadas.
En el 1996, más de 1,300 niños entre las edades de 10 a 19 años cometieron suicidio con un arma de fuego.

No podemos hacer a los niños y adolescentes a prueba de balas. A los niños les gusta jugar y estar activos. Los adolescentes son curiosos e impulsivos. Tales características saludables, cuando se combinan con las armas de fuego, pueden causar la muerte.

La mejor manera de proteger a los niños contra la violencia es sacando todas las armas de fuego de la casa. Si se tienen armas de fuego en la casa, siempre van a haber peligros. Las precauciones siguientes son cruciales para reducir el riesgo:

Guarde las armas de fuego, sin balas y desamartilladas, en una caja cerrada con llave. Sólo los padres deben de saber dónde se guarda la caja.
Guarde las balas por separado de las armas y también bajo llave.
Para los revólveres, ponga un candado alrededor de la barra superior para que no pueda cerrarse el cilindro, o use un candado de gatillo; para las pistolas, use un candado de gatillo.
Nunca deje el arma de fuego fuera de su vista, ni por un segundo, cuando la esté limpiando o la haya sacado por cualquier razón, debe mantenerla a la vista en todo momento.

Aun cuando los padres no posean un arma de fuego, deben siempre preguntarles a otros padres a cuyas casas van a jugar los hijos para asegurarse que ellos han tomado todas las medidas de seguridad. En un estudio de disparos accidentales hiriendo a niños menores de 16 años se encontró que un 40% de los disparos ocurrieron en casas de amigos o parientes. Las tragedias ocurrieron con mayor frecuencia cuando los niños no estaban siendo supervisados.

El riesgo de violencia aumenta rápidamente cuando los jóvenes toman bebidas alcohólicas y hay armas de fuego disponibles. En un estudio de suicidio juvenil, las víctimas que se suicidaron con armas de fuego tenían una probabilidad cinco veces mayor de haber estado bebiendo que las que usaron otros medios. En un estudio de muertes asociadas con armas de fuego en la familia, casi el 90% de los atacantes y de las víctimas habían estado tomando bebidas alcohólicas o usando drogas antes de los homicidios.

El niño americano promedio presencia un número creciente de actos de violencia cada día en la televisión, en el cine y mediante los juegos en las computadoras, la mayor parte de los cuales involucran armas de fuego. Los niños a menudo imitan lo que ven y se vuelven más agresivos después de ver mucha violencia en la televisión, en el cine, y/o en juegos violentos de videos en la computadora o en las galerías de juegos. Los padres deben de ayudar a proteger a sus niños de los efectos de la violencia en los medios. Por ejemplo, ellos pueden ver programas en la televisión, películas y videos junto a los hijos, racionar la televisión, y expresar su desaprobación frente a los niños cuando vean episodios violentos diciendo que ésa no es la mejor forma de resolver los conflictos.

Los niños y los adolescentes con problemas emocionales o del comportamiento corren un mayor riesgo de usar armas de fuego contra otros o contra sí mismos. Los padres que se preocupan porque su hijo es demasiado agresivo o tiene un desorden emocional pueden desear conseguir una evaluación por un siquiatra de niños y adolescentes.


DESORDEN BIPOLAR (LA ENFERMEDAD MANIACO-DEPRESIVA) EN LOS ADOLESCENTES

Los adolescentes con un Desorden Bipolar pueden sufrir cambios de humor continuos que fluctúan entre extremadamente altos (maníacos) y bajos (deprimidos). Los altos pueden alternar con los bajos, o la persona puede sentir los dos extremos al mismo tiempo.

El Desorden Bipolar usualmente comienza en la vida adulta. Aunque es menos común, puede ocurrir en la adolescencia y raras veces en la niñez. Esta enfermedad puede afectar a cualquiera. Sin embargo, si uno o ambos padres tienen un Desorden Bipolar, hay mayor probabilidad de que los hijos desarrollen el desorden. La historia familiar de abuso de drogas o de alcohol puede también estar asociada con el Desorden Bipolar en los adolescentes.

El Desorden Bipolar puede comenzar con síntomas maníacos o con síntomas depresivos.

Los síntomas maníacos incluyen:

cambios de humor severos en comparación a otros jóvenes de la misma edad y ambiente - o sentirse demasiado contento, o reírse mucho, o estar demasiado irritable, enfadado, agitado o agresivo
altas poco realistas en la autoestima - por ejemplo, el adolescente que se siente todopoderoso o como un super héroe con poderes especiales
aumento de energía desmedido y la habilidad de poder seguir durante días sin dormir y sin sentirse cansado
hablar excesivamente - el adolescente no deja de hablar, habla muy rápido, cambia de tema constantemente y no permite que lo interrumpan
distracción - la atención del adolescente pasa de una cosa a otra constantemente
comportamiento arriesgado repetitivo, tal como el abuso del alcohol y las drogas, el guiar temerario y descuidado o la promiscuidad sexual.

Los síntomas depresivos incluyen:

irritabilidad, depresión, tristeza persistente, llanto frecuente
pensamientos acerca de la muerte o el suicidio
disminución en la capacidad para disfrutar de sus actividades preferidas
quejas frecuentes de malestares físicos, tales como el dolor de cabeza y de estómago
nivel bajo de energía, fatiga, mala concentración y se queja de sentirse aburrido
cambio notable en los patrones de comer o de dormir, tales como comer o dormir en exceso

Algunos de estos síntomas se parecen a otros que ocurren en el adolescente con otros problemas, tales como el abuso de drogas, la delincuencia, el Desorden de Deficiencia de Atención debido a Hiperactividad (ADHD – Attention Deficit Hyperactivity Disorder), o inclusive la esquizofrenia. El diagnóstico sólo se puede hacer después de una observación cuidadosa, durante un largo período de tiempo. Una evaluación minuciosa por un siquiatra de niños y adolescentes puede ayudar a identificar los problemas y a comenzar el tratamiento específico.

Los adolescentes con un Desorden Bipolar pueden ser tratados efectivamente. El tratamiento para el Desorden Bipolar incluye por lo general la educación e información al paciente y a su familia acerca de la enfermedad, el uso de medicamentos estabilizadores del humor tales como el litio, el ácido valpórico y la sicoterapia. Los medicamentos estabilizadores del humor a menudo reducen el número y la severidad de los episodios maníacos y ayudan también a prevenir la depresión. La sicoterapia ayuda al adolescente a comprenderse a sí mismo, a adaptarse al estrés, a rehacer su autoestima y a mejorar sus relaciones.

Enseñemosle a nuestros hijos las enseñanzas de DIOS para que tengan en sus mentes el amor de DIOS y no anden por otros caminos asi las soledad no ara daño en ellos.

att. Fredy martinez

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