Conciencia Turística

Las Yungas. Imágen de marca de nuestro bello paisaje turístico.

La invasión de turistas que estamos viviendo sorprendió a mas de uno. En realidad, ya en el 2002 tuvimos una afluencia enorme de visitantes, de acuerdo a las estadísticas que maneja la Intendencia del Parque Nacional Calilegua.
La diferencia con la actual temporada es que año tras año mejora el sistema y, es ahí donde nos damos cuenta la verdadera dimensión del fenómeno.
Porque, hasta el año pasado, la gente venía y pasaba de largo. Visitaba el Parque o las Termas; y las agencias, en su mayoría de Salta o Jujuy, se lo llevaban de vuelta.
Muchos ni siquiera accedían a la ciudad. Ni hablar de pernoctar. Estoy hablando de una gran mayoría. Es decir, exceptúo del concepto a alguna que otra persona o pequeño contingente que se quedaba.
Lo cierto es que este año, mejoró la difusión, los agentes turísticos entendieron que había que armar un paquete un poco mas amplio para las Yungas que en algunos casos incluye hacer noche en Libertador.
Se trata de una mejora notable. Sustancial.

Aún falta, obvio. Falta que el capital privado empiece a pensar en plural y entre todos, ámbitos privados y público, armen una verdadera estructura turística, que incluya, entre otros temas:

DIFUSIÓN Y MARKETING EN LAS PRINCIPALES CIUDADES DEL PAÍS.
ARREGLO Y MANTENIMIENTO DE VÍAS DE ACCESO A LOS LUGARES TURÍSTICOS.
ARMADO DE UN CIRCUITO TURÍSTICO LOCAL.
CALENDARIO ANUAL DE EVENTOS.

Pero, sin dudas, lo que falta y sobre lo que hay que trabajar y mucho es sobre la capacitación de nosotros, los habitantes ledesmenses. Si bien parece sencillo es, a no dudarlo, la tarea mas difícil que tenemos por delante. Porque debemos convenir que no somos un pueblo con tradición turística, por ende, no todos sabemos como manejarnos en situaciones que se presentan de manera habitual, cuando de turismo se trata.

De ahí que sea imperiosamente necesaria una capacitación apuntada a la mentalización de nuestros habitantes. Desde el mas pequeño hasta el mas grande. Quizás en el ámbito de la niñez e infancia, los ámbitos adecuados sean los escolares. Habrá que coordinar con el Ministerio de Educación o, eventualmente, con Región V, para que el niño en edad escolar comience a conocer los rudimentos del Turismo. Y poner énfasis en esa educación, porque no cabe dudas, por lo menos yo no las tengo, que de su educación y de su formación dependerá el crecimiento turístico de los próximos 20 años.

En ese mismo ítem se encuentran los adolescentes. Solo que en este segmento habrá que educar con la práctica. No puede hoy, haber un joven o un adolescente de Libertador que no conozca nuestras bellezas naturales. Con el conocimiento cabal del terreno, los jóvenes serán portadores de la información para sus hogares. Independientemente de este último concepto, se debe realizar una profunda mentalización casa por casa, habitante por habitante.

Cada ledesmense debe saber que al transformarnos en una ciudad turística, cada uno de nosotros somos promotores turísticos. Y para ello, necesitamos capacitarnos y educarnos turísticamente. Debemos entender entre todos que si bien es importante la llegada del turista, es mucho mas importante que el turista vuelva o que el turista difunda en su ciudad natal, las bondades no solo de nuestra bendita naturaleza sino de la calidad humana de los ledesmenses.

Solo así iremos creciendo progresivamente. Y cada año nos congratularemos con la llegada de contingentes de turistas. Solo así podremos darnos cuenta que el turismo ayuda al crecimiento de los pueblos, pero solo si interpretamos que para recibir, primero debemos dar. Y nuestro aporte será la amabilidad, la simpatía, el conocimiento y, fundamentalmente, no pasarnos de vivos, tratando de sacar ventajas económicas.

Hay muchos ejemplos de cómo ciudades potencialmente aptas para el turismo, dejaron de serlo por haber fracasado en algunos de estos aspectos. Me parece que los pasos a dar no son para nada difíciles. Sólo hay que adaptar algunos mecanismos usados en otros lugares e ir avanzando. Despacio. Lentamente. Sin parar.

Editorial | 25-Julio-2003

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