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ERAN MÁS.. Por Luis Alvarez Gelves

 

ESCRITO ENTRE 2000 Y 2001, DE RIGUROSA ACTUALIDAD, ESTE ES UN ARTICULO QUE VUELVE A REFLEJAR NUESTRAS NECESIDADES POLITICAS Y NUESTRAS FALENCIAS.

Mucho se ha dicho sobre el resultado de las pasadas elecciones y sobre la reacción del electorado en las urnas, coincidiéndose en la mayoría de los casos en que la abstención, la cantidad de votos en blanco y los anulados son una clara señal de repudio a la clase política.

Desde distintos sectores se ha hecho una prédica sistemática en favor de alguna de las tres actitudes señaladas, sin profundizarse demasiado en algunas las causas en las que se funda el descontento generalizado y el descreimiento de la sociedad respecto de su clase dirigente.

Aunque por las razones que más adelante apuntaremos gran parte de la culpa del descrédito es adjudicable a la Alianza que triunfó en las pasadas elecciones de 1999, no es menos cierto que asistimos al fracaso de una generación política que desde 1983 no ha dado muestras de renovación en sus métodos ni en sus dirigentes y que ha sido incapaz de generar un proyecto de país que siente las bases del crecimiento y el desarrollo sostenidos. Tal vez el interregno durante el cual gobernó la Argentina el ex-Presidente Carlos Menem pueda destacarse como el período en el que se discutieron los grandes problemas nacionales, se desterró el constante estado deliberativo sobre los temas menudos de la política que signó el gobierno de Alfonsín y que viene caracterizando al actual de Fernando de la Rúa y se avanzó en la definición de un modelo en el que creían el ex-Presidente Menem y sus ministros. Ello sin embargo no enerva la crítica generalizada dirigida a la mayoría de los dirigentes políticos, quienes no obstante la gravedad de la crisis permanecen mas preocupados por mantener sus privilegios sectoriales antes que por asumir sus responsabilidades ciudadanas, excepción hecha de algunas comunidades locales en las que asoman dirigentes con ideas y métodos renovados.

Decíamos antes que mucha de la culpa del descrédito en el que está sumida la clase política tiene su origen en en el gobierno de una Alianza que nació unida mas por su animadversión a lo que se dió en llamar el "menemismo" que por coincidencias sinceras respecto de las políticas que eran necesario aplicar para enfrentar la crisis. El correlato de ello ha sido la improvisación, los constantes cambios de rumbo y la falta de acompañamiento de los socios de la Alianza respecto de las medidas tomadas.

Refiriéndose a los adversarios del partido Nacional se preguntaba el estadista Dr. Carlos Pellegrini si la coalición de éstos fundada en su propia impotencia podía llegar a formar "...un gobierno que asegure la felicidad y la prosperidad general, dentro de cierto criterio político y con todos los elementos de acción necesarios para hacerlo tranquilo, eficaz y fecundo, para contestarse luego que "en manera alguna, y lo demuestra ya desde su forma de proceder. En líneas paralelas se ha dicho. Exactamente: cuando hay deseos de acercarse e imposibilidad de unirse, las paralelas son una solución intermedia. Pero dos partidos distintos (en la actualidad la UCR y el Frepaso), al colocarse en columnas paralelas, adoptan una formación perfectamente indicada para llevar un asalto al poder...; pero de un asalto jamás resultará un gobierno capaz de dirigir tranquilamente los destinos del país...Las paralelas no pueden dar por resultado un gobierno homogéneo y estable, sino una coalición transitoria y efímera, que ofrecerá para el porvenir todas las zozobras e inquietudes..." que nacen de su composición heterogénea. Decía que ello era tan evidente que se olvidan las paralelas y empieza a hablarse de fusión. "Pero no hay fusión posible, sin que las fracciones empiecen por disolverse...y para esto hay que renegar de declaraciones e intransigencias pasadas y declararse todos materia fusionable, sin tradiciones, ni principios, ni pensamientos, ni pasiones....Esta fusión, obedeciendo, sin duda, a la ley de las reacciones, es sólo un oportunismo ultrautilitario en que cada uno pone precio a su adhesión. Para éste, la presidencia; la vicepresidencia para aquél; el gobierno de Buenos Aires para un tercero...para los que se contentes con ilusiones, y para los poetas menores, diputaciones, etc, etc. En una palabra, una gran tómbola política, con premios grandes y pequeños, que nos ofrecerá, como única perspectiva, un gobierno vestido con retazos de todos los colores, sin principios ni fé política, sujeto a coaliciones y combinaciones diarias que lo mantendrán en crisis perpetua".

Luego de citar las palabras del estadista, perfectamente aplicables a lo que fue la génesis de la Alianza gobernante, resulta difícil intentar retomar una línea que nunca estará a la altura de su pensamiento.

Pero superado el complejo debemos decir que el resultado de la confrontación en el seno del propio gobierno nacional tuvo su primera expresión con la dimisión del vice-presidente Carlos Alvarez, quien colocando por encima del interés nacional su particular visión de la responsabilidad asumida no hesitó en renunciar a ella. Allí puede coincidirse en que la población asistió a la primera gran decepción, no tanto por la trascendencia de la figura del renunciante como porque con ello se automarginaba un dirigente que se había erigido, aunque mas no fuera en el discurso, en el portavoz de un estilo político diferente que había concitado la adhesión de gran parte de la ciudadanía. La historia posterior es conocida: ausencia de objetivos permanentes, medidas coyunturales, falta de cohesión, renuncias, asunción de dirigentes mediocres...fracaso de la Alianza...decepción popular. Como decíamos al principio, todos elementos que contribuyeron a minar las bases de la confianza de la ciudadanía en sus dirigentes y su posterior rechazo en las urnas.

Esto sin embargo no debe ser aceptado como una imposibilidad trágica de ser cambiada. Si bien es cierto que por la coincidencia que vastos sectores independientes, conservadores, liberales, demócratas o como se llamen quienes se identifican con una corriente de pensamiento unificada en lo que podría llamarse centrismo, adhirieron en su momento a las políticas aplicadas por el ex-Presidente Menem, no lo es menos que el escenario político de hoy es distinto. Resulta entonces imperativo recrear una fuerza que nuclee a todos aquellos que crean que un partido político no debe vivir sólo de la política o de la disputa por el puesto público, que estudie y se preocupe por todo lo que afecta al bienestar general, inspirado, como decía el estadista, en "la seriedad y el amor a la verdad; la constancia en el esfuerzo, sin desfallecimientos ni arranques febriles; el horror a la declamación, a la charlatanería, al exhibicionismo; el respeto por el saber, por el valer, por el mérito..."

DR. LUIS A. ALVAREZ GELVES