Para definir muy brevemente el marketing bién se puede decir que es la función de diferenciar los productos. Con el crecimiento económico, el exceso de oferta y la urbanización, se produce una superposición y saturación de ofertas. Los recursos mentales humanos se organizan por prioridades y están muy ligados al lenguaje.
El número medio de palabras de un ser humano de aceptable nivel socio-económico es muy inferior a la cantidad de productos volcados al mercado. Inevitablemente se hace necesario diferenciar los productos y facilitar el proceso de selección a los clientes y prospectos (clientes en perspectiva).
Un profesional universitario llega manejar 8000 palabras y hay más de 12000 productos en permanente oferta, los estudiantes universitarios 4000 y mucho menos las personas de niveles educacionales inferiores. Se deduce fácilmente la dificultad.
La competencia es inevitable, mayor cuanto más agregada viva la gente y los servicios de salud son productos que están en oferta dentro de los 12000 (la computadora de una farmacia carga 12000 productos de farmacia). Además hay competencia por la preferencia y por la prioridad.
La cuota de un plan de pagos para un auto puede competir con un tratamiento odontológico o un chequeo de medicina preventiva. El tratamiento de una enfermedad crónica puede ser postergado por la fiesta de cumpleaños de 15a. de una hija. Si un producto de salud no se encuentra correctamente diferenciado, no tiene chances de ser encontrado y tampoco de ser entendido. La mente humana se estrecha en el foco de la conciencia en donde las opciones se suceden en bajo número, lo que justifica el posicionamiento de los productos.
Básicamente, un producto diferenciado es aquel claramente definido para una necesidad en la mente del consumidor, no en la del diseñador del mismo.
Diferenciación, tangibilización y posicionamiento son procesos obligados para los productos de salud que pretenda estar y sobrevivir en el mercado.
Dr. Héctor H. Zorrilla
medimarket@angelfire.com
