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ANTECEDENTES.

El feminismo igual que el socialismo ( del que es aliado y derivado natural) pertenece en realidad al siglo XIX, por más que antes de su advenimiento rebrotasen en el seno social de Europa algunas protestas a favor de la mujer y del obrero.

La abolición de los valores antiguos y la de la esclavitud, son del siglo de Franklin y de Víctor Hugo, quienes dominaron el rayo del cielo y el rayo de la palabra, y lidiaron eminentemente por la Libertad.
Los filósofos, los revolucionarios, los literatos, los economistas y utilitaristas del siglo, fueron los que llamaron a juicio a la humanidad ante el libre tribunal de la conciencia humana y proclamaron la emancipación de los débiles y, por ende, la emancipación de la mujer.

En la revolución francesa y en el seno de la Convención Nacional, Condorcet y Sieyés alzaron su voz para defender la igualdad de los sexos y el principio de su equivalencia psicológica y pedir por tanto la emancipación doméstica y política de las mujeres.
Así en la magna asamblea de la revolución que dictaminó los derechos del hombre fueron también discutidos los derechos femeninos.

Una representación de las mujeres del tercer estado solicitó en dicha Convención " regentear las escuelas y desempeñar cargos públicos, no para usurpar la autoridad de los hombres, sino para serles más útiles y para poseer los medios de vivir al abrigo de todo infortunio."

Más tarde, el economismo de Turgot y el utilitarismo de Stuart Mill, el inmortal autor de la lógica intuitiva y deductiva, apoyaron esas ideas redentoras, sobre todo el segundo en su célebre libro " La esclavitud de la mujer " que es uno de los primeros evangelios del feminismo mundial.

Guillermo Thomson, partidario de Owen y discípulo de Adam Smith, en la misma Inglaterra propuso también la emancipación de la mujer así como el ensanche de la esfera industrial y el establecimiento de una ley moral para los dos sexos, en un enérgico tratado que lleva el título de " Proclama dirigida a una mitad del género humano para que se defienda de la preponderancia de la otra mitad. ""
El espíritu práctico y el individualismo contemporáneos arietes son que defienden la noble cusa femenina de la que dice Bebel: " Los últimos decenios de la evolución humana han visto producirse en todas las capas sociales un movimiento, una agitación en los espíritus más intensa cada día. Se han planteado multitud de cuestiones cuya solución se discute en acalorada controversia, y la llamada cuestión de la mujer merece, sin género de duda, contarse entre las más importantes. "
Aparte de los bellos apóstrofes de Víctor Hugo a su siglo, dos notables escritoras francesas Jorge Sand y Madame Stáel en sus novelas abogan por el mejoramiento y el esplendor de su sexo.

En 1832, Jorge Sand publicó su célebre " Indiana " que produjó en el público una honda impresión porque constituía un violento ataque al matrimonio y a la servidumbre secular de la mujer y la enérgica esperanza de que en una sociedad mejor organizada tendría un puesto más noble, una posición más digan y más pura.
En " Lelia " y " Espiridión, " reanuda esa valiente escritora su campaña contra la sociedad de su tiempo y su alegato en pró de las reformas sociales que piden la emancipación de la mujer.

Por otra parte, Madame Stael en sus dos creaciones más celebradas " Delfina " y " Corina " insinuó la idea de la emancipación de su sexo, pero sin arrebatar a la mujer su función natural, moral y propia.

Marcel Prevost queriendo explicar la mentalidad de las mujeres francesas después de la " debacle " del 70, en fue su patria vencida por los alemanes, dice: " La posición recíproca del hombre y la mujer, en Francia, sobre la curva de la evolución intelectual y moral ha cambiado.

Las dos crisis apuntadas han sido casi concominantes. Durante el curso de los últimos treinta años, la mujer ha luchado por alcanzar al hombre y después se le ha adelantado más y más.
Notable fue el efecto de nuestra derrota del 70 sobre la mentalidad de los jóvenes.
La guerra del 70, bajo su apariencia de lucha entre una confederación monárquica y un imperio, no fue sino un episodio de las guerras de la Revolución contra Europa.

Por su parte, la mujer que en Michelet aparecía como un ser débil, condenada a la rutina y obstinadamente confinada en las tradiciones de una educación y de una moral fósiles y que todo lo era, salvo una personalidad, por lo que el marido podía a lo mejor insuflarle a sus ideas y convertirla en una réplica de sí mismo, tuvo a poco conciencia de su personalidad.

Y es que en los últimos años del siglo XIX, la intensa fermentación que agitaba ya a la sociedad femenina en Inglaterra, en los países escandinavos, en Rusia, y en una parte de Alemania, comenzó a invadir Francia.

He aquí el cuadro animado de un orto del feminismo, del glorioso despertar de las mujeres en Francia, a las que dice el mismo Prevost " Tomad muy a lo serio vuestra misión futura, vuestra misión del mañana. "
En el disgusto y el desorden finisecular, el único movimiento generoso y fecundo es el de la mujer de nuestro tiempo hacia una colaboración con el hombre, más eficaz y más libre cuanto más igual.
Aprontad nuestras energías, OH mujeres, y acaso la humanidad se salvará de una bancarrota definitiva.
Lleváis al nuevo siglo el vigor de la esperanza, el deseo del bien, y la fe en la justicia que ya han perdido o han maltratado los hombres de estos tiempos. Representáis la sola energía ascensional que subsiste, siempre tendida hacia el ideal !
Es muy grande vuestro papel. Sois la sal de la tierra, como decía el bambino de Noel.
Si la sal pierde su sabor, ¿ con qué la reemplazaremos?

Otro escritor español, eminentemente feminista, dice:
" La infelicidad y el dolor, nosotros mismos los hemos engendrado no otorgando a la mujer la independencia y la libertad de que en todos los tiempos debió disfrutar como ser igual y de análoga factura que el hombre y aptitud de participar de cuantas ventajas al que vive concede la existencia.
El prejuicio del hombre analizando el carácter moral y, el temperamento o idiosincrasia de su compañera en la vida, es notorio en todos los tiempos.
Casi siempre la analiza desde un punto de vista personal partiendo del estado del alma que de su comunicación y rato ha formado.
Rara vez la imparcialidad y la justicia se imponen al hábito que quiere a la mujer sierva y no mujer, objeto de sensualidad y no persona, fuente de placeres y no vaso de virtudes y honestidades.
Porque cuanto han dicho a este respecto cientos de escritores, desde Metelo que se lamentaba que la naturaleza no fuese bastante sabia para librarnos de las mujeres evitando así que les debiéramos la vida, hasta Michelet que hizo su apología, si bien de un modo objetivo y concretándose a la mujer francesa, no nos revela el fondo siempre indescifrable y misterioso de su alma.
El alma femenina es más pura, más aérea, más inescrutable y compleja que la del hombre.
Donde este flaquea y tiembla, aquella encuentra un espléndido campo de victorias. Es un hecho cierto que la generalidad de los hombres juzga por sus impresiones a la mujer. La creen sensual y dominada por las exigencias violentas e irresistibles de la carne. Este es, sencillamente, un grosero y vulgarísimo prejuicio, que no se funda en ninguna razón sólida y que destruye el principio del equilibrio y serenidad que conservan invariablemente todos los organismos animales.

Importa tener en cuenta, para juzgar a la mujer, que cuando se rinde no lo verifica sino después de un sitio prolongado y tenaz. Cuando el hombre ha empleado las armas más peligrosas, los ruegos más ardientes, las promesas más cumplidas y todo género de asechanzas, emboscada y traiciones. Cuando le ha prometido una devoción eterna, in amor inextinguible, un paraíso de venturas y alegrías. ¿ Por qué la sociedad castiga con un desprecio tan injusto como criminal a la que, abandonada, engañada, escarnecida, estafada, robada de alma y de cuerpo no sabe ocultar el fraude de que ha sido víctima?
Porque la sociedad es un conjunto de convencionalismos y de prejuicios casi siempre equivocados, informada y dirigida por el hombre.
La mujer por su belleza o por su gracia podía ser el objeto de adoración íntima del hombre, pero subordinada a él exclusivamente satélite suyo.

En la India, es propiedad del marido, y con otras tiene que compartir sus atenciones y caricias. Solo la salva, dignifica y enaltece: parir un hijo. En este caso es elevada al primer rango y pasa a ser la esposa sagrada.
Pero ¡ hay de ella! Si da a luz a una niña: la casa vístase de luto y el silencio que produce la muerte reina en torno de ella.

En Grecia carece de personalidad: vive en el geneceo. No levanta la voz ante su superior: no tiene otra misión más que la de producir hombres para la patria.
Un hecho histórico revela el estado social y familiar que la mujer alcanza en los días esplendorosos de Atenas.
Fueron a lamentarse ante Pericles las mujeres atenienses de la muerte de sus hijos, ocurrida en una de las últimas batallas contra Esparta, y el ilustre gobernante, molestado por sus gritos de dolor, las despidió ásperamente, diciéndoles:
- Idos a vuestros gineceos, que las madres de nuestros hijos no tienen derecho a llorar en público su muerte.

Sólo una clase de mujeres hacía vida exterior y llamativa en Atenas: las hetairas o cortesanas. Pero ¿ acaso trató mejor Roma a la mujer? No en verdad. Igual que al marido, tenían sobre ella derecho de vida y muerte los propios hijos. Vivió siempre bajo su potestad y en los primeros siglos de la República ni aún podían heredar a su padre.

No fue mejor el feudalismo que creó los mayorazgos que absorbían toda la vida del hogar y a favor de los cuales, por atender al ilustre y grandeza de la casa, se acumulaba toda la riqueza.
Tan infeliz y amarga era la vida de la mujer en la Edad Media, que le hermano mayor podía cederla en matrimonio, sin su consentimiento, a quien tuviese voluntad de hacerlo.
Cointra este sistema brutal que imperó hasta el siglo XVIII, fueron una hermosa protestad las Cortes de Amor creadas en 1150. Pero ¿ quiénes las sostenían y gobernaban? Mujeres casadas y de la más alta alcurnia, hasta las que no podían llegar los ataques ni las groseras burlas de los hombres.
Leonor de Poitou, que fue esposa de Luis VII y de Enrique II de Inglaterra y la vizcondesa de Narbona, tenían la suya. Otras tenían las condesas de Champagne y de Flandes.

La edad moderna no fue más generosa con la mujer. La revolución francesa apenas si se ocupó de ella, y los renovadores Voltaire, Rousseau, Diderot y Montesquieu, más bien que con simpatía, la trataron con sarcástico desdén. Sólo Condorcet y Seyés, se atrevieron a pedir su emancipación doméstica y política, pero quedaron arrollados por la elocuencia de Mirabeau, Danton y Robespierre, que, si no mantenían el absurdo criterio de Metelo, no estaban lejos del salvajismo de Luis XI, que quiso matar a su primera hija Juana de Valois, cuando se la presentaron alegremente sus cortesanos, por el crimen de no nacer varón.

En realidad, la mujer continúa careciendo de personalidad y tan subordinada al padre, al esposo y a los hijos como en los obscuros días de la historia

La mujer es tan apta como el hombre para todo género de labores intelectuales, ¿ no ha de serlo para la política en donde vemos a tanto imbécil consagrado?
Pero si le faltan algunos conocimientos ¿ por qué no se mejora su educación? ¿ Por qué no se le instruye de la utilidad de conservar su corazón y su cuerpo libres de toda ansia y contacto?
Sin duda alguna, la mujer es menos voluptuosa y mucho más casta que el hombre. Generalmente es él quien le allana el camino dela corrupción y el vicio.

Tendamos la vista a las clases menesterosas, a las obreras, a las agrícolas. ¿ Quién cría y educa a los hijos? ¿ Quién forma su alma? ¿ Es el marido que gasta sus jornales en la taberna y que vuelve borracho y maldiciente a su casa?
No, es la mujer que casi siempre en el hogar es un genio y una mártir.
En la clase media, ¿ no es también la mujer la que administra y orienta en lo interior toda la vida familiar? El hombre está ocupado en sus trabajos y profesiones, políticos, artísticos, industriales ó comerciales, y ella es quien cuida de sus hijos, les infiltra las ideas, les forma el corazón y les modela los sentimientos.
¿ Acaso no es de está gran cantera humana, de donde salen los descubridores, los inventores, los poetas, los escritores, los escultores, los pintores, cuántos que de algún modo contribuyen al desenvolvimiento del progreso general? Se alega siempre por sus adversarios - esclavistas en el fondo - la grave cuestión del aparto, de la crianza y de la educación íntima de la prole.
Este argumento es fácil de destruir. La mujer no podrá controlar las leyes de la naturaleza, aunque frecuente las academias, delibere en los municipios y legisle en los congresos. Cuando vaya a ser madre sabrá reconocer y respetar su estado. Y cuando lo sea, no tendrá que recibir lecciones para amar y defender a su hijo. Este amor brota en el mismo instante en que el hijo rasga sus entrañas para venir a la luz de la vida.

La mujer de nuestros días, por falta de otros menesteres más altos, vive esclava de la moda, hace versos y novelas, pinta y borda, trabaja en los talleres y en el acarreo de carbón; pero cambiará de modo de ser y de pensar y será austera, sencilla y honesta cuando tenga la responsabilidad de un deber cívico.

No existe en el fondo de su alma otro misterio que el que se ve obligada a crear desde que nace, frente al núcleo masculino que le es hostil y que traduce equivocada y falsamente sus menores actos.
Cuando la mujer sin desdoro de su honra pueda decirlo todo; cuando no avergüence a los pudibundos tenorios y a las viejas cocotas blasonadas que haga pública ostentación de sus inclinaciones amorosas; cuando no sea un crimen el desliz, sino una simple equivocación que se remedia y enmienda; cuando no sufra el galanteo brutal del chulo y el señorito afeminado y pueda escupir el rostro de los soeces, la injuria que a diario se le hace en admiraciones cínicas y eróticas; cuando sea dueña de ir y venir a donde le plazca, sin miedo a los sátiros de profesión, y las leyes civiles y políticas la igualen al hombre, entonces la mujer vencerá a su enemigo.

Que hay mujeres pervertidas, mentirosas, enredadoras, perversas, frívolas y necias, ¿ quién lo duda? Pero ¿ acaso los hombres no padecen en grado superlativo estas dolencias?
Nunca ha resaltado la lógica ni ha brillado la justicia cuando se ha pretendido juzgar a la mujer. Los hombres sólo han querido verla desde el punto de vista de sus egoísmos y conveniencias.
Que sea libre en toda la acepción de l apalabra, dueña y señora de su persona y de su voluntad, y habrá, entonces, una razón plausible para exigirle que sea su fuerte y sepa resistir.
La libertad que otorga derechos no exime de responsabilidades. Pero es necesario tener libertad para tener fuerza de resistencia y grandeza en la dignidad. "

La antigüedad pagana, cuya esencia moral consistía en los derechos del fuerte sobre el débil, asignaba a la mujer un papel pasivo de sierva ó esclava: el varón que es él más fuerte de ambos, era el amo natural y lógico. De su solo capricho dependían en Oriente, salvo Egipto, la vida y la muerte de las esposas. Todas las religiones de esas antiguas sociedades patriarcales coinciden en proclamar la inferioridad y la perversidad de la mujer.


En la Biblia y el Tamud se afirma hasta la evidencia el estado de inferioridad moral y jurídica de la mujer, de donde dimana el prejuicio de su inexistencia social.
La mujer judía, sometida a la autoridad de su padre ó marido, es incapaz de heredar en la vida civil se le asimila a la esclava, no puede testificar en justicia, ni formular juramentos ni votos sin autorización del padre o esposo.

En Grecia la situación de la mujer no mejora sino en modo harto vago. El estado no le reconoce más que un papel en la sociedad: el de la conservación de la familia.
Solo Platón más adelante en la " República " la hará ciudadano y soldado, le dará la capacidad del hombre, para retrotraerla a su papel de madre de familia, en los años de vejez de filósofo. La mujer griega se educa y vive en el gineceo. Jenofonte y Aristóteles colocan a la mujer apenas un grado arriba del esclavo.
En Roma Cicerón, eco de Platón, reivindica para la mujer la noble tendencia feminista y la mujer ya pudo ir a la escuela.
En Séneca, a pesar de llamarla animal impudens, declara que la mujer es para un Estado causa de salvación o pérdida.

El cristianismo que en su origen fue la religión de los oprimidos pide para la mujer una condición mejor.
En la edad media las ideas germánicas proclaman el respeto a la mujer y a pesar del estado de la época un estado continuo de guerra, surge el tipo caballeresco de la mujer feudal, la cual puede poseer tierras y vasallos.
La educación femenina del medioevo se imparten en los conventos y los monasterios y adolece de misticismos y el ascetismo más rigurosos, pues están prescritos allí el ayuno, la abstinencia, las mortificaciones de la carne, aparte de que la joven no podía bañarse, no debe cuidar de su cuerpo, ni oír música, ni andar en los caminos del siglo sino vivir en su retiro sin amigas ni tratos con el otro sexo y debe leer un solo libro: La Biblia.

El Judaísmo y los Padres de la Iglesia maltratan a la mujer a menudo.
Se le considera como un ser perverso y hasta se discute si tiene alma.
" Soberana peste de la mujer, que es dardo agudo del demonio " dice S. Juan Crisóstomo.
" ¡ Mujer - exclama Tertuliano- eres puerta del diablo, eres la primera que tocó el árbol del mal y desertó de la ley de Dios. Deberías andar siempre en duelos y harapos, ofreciendo a las miradas tus ojos llenos de lágrimas de arrepentimiento, para hacer olvidar que has perdido al género humano!"
Según el concilio de Metz del año de 888 la mujer es: " la impura, la corruptora que ha traído el pecado a la tierra y corrompido al hombre."
En el renacimiento - verdadera época de luz de la historia - las tradiciones del paganismo y del neocristianismo judaico, mantienen a la mujer en su inferioridad secular.
La Legislación del Digesto y las de las Siete Partida le prohíben los oficios viriles y el ejercicio de la abogacía.
Se decía entonces que una mujer era bastante sabia cuando sabía distinguir entre la camisa y el jubón de su marido.
Las ideas prohibitivas de Montaigne sobre la educación femenina, inspiran más tarde a Locke y a Rousseau.
Solo Vives y Erasmo tienden a que las mujeres tengan una cultura clásica y frecuenten los textos de Platón y de Séneca.

Del socialismo parte, la flecha audaz del feminismo hendiendo los tiempos.
Así se define al feminismo como " el movimiento que en la sociedad contemporánea, tiende a reclamar para la mujer los mismos derechos que existen para el hombre."
Todos los congresos socialistas, especialmente el de Erfurth de 1891, el Bruselas del mismo año y el de Gante de 1893 tienden a abolir todas las leyes jurídica que deprimen a la mujer y a afirmar explícitamente la igualdad para los dos sexos y la posesión de los derechos civiles y democráticos para la Mujer.
El análisis comparativo de los sexos en sus fases, biológica, fisio - psicológica y sociológica, si bien reconoce en la mujer su papel de multiplicadora de la vida y conservadora de la especie, llega siempre a esta notable conclusión: " Que la mujer no es solamente un útero."

Desentendiéndonos de las variadas formas del feminismo que andan militando y triunfando en el mundo y que son feminismo celibatario, sufragismo, feminismo burgués y feminismo radical queremos para la mujer en nuestro medio nacional derechos y funciones similares a las del varón en la educación, la vida y la democracia, de acuerdo con el programa de la Revolución Social Mexicana que quiere para el débil y para el paria. - inclusive la mujer, - el ejercicio del derecho para " construir la patria mexicana sobre indestructibles bases de equidad y de igualdad ante la justicia moral y ante la ley positiva."


PRECURSORES DE FEMINISMO.

Anthony, Susan Brownell (1820-1906)
Destacada reformadora social estadounidense que dirigió la lucha por el sufragio femenino. Falleció antes de que se adoptara la decimonovena Enmienda (26 de agosto de 1920.
Nació el 15 de febrero de 1820 en Adams (Massachusetts. Educada por su padre (maestro de escuela), Anthony se convirtió en pedagoga y ejerció la docencia hasta la edad de 30 años.
Cuáquera liberal y reformista radical, participó desde 1848 hasta 1853 en el movimiento antialcohólico. Entre los años 1856 y 1861 asumió la causa abolicionista y trabajó en la Sociedad Antiesclavista Americana. En 1863, durante la Guerra Civil estadounidense, fundó la Liga de Mujeres Leales para luchar en favor de la emancipación de los esclavos. Finalizado el periodo de la reconstrucción posterior a la Guerra Civil, protestó contra la violencia infligida a los negros y exigió la total participación de éstos en el movimiento sufragista femenino.
La lucha por los derechos de la mujer
La lucha de Anthony por los derechos de la mujer comenzó en 1851, cuando conoció a Elizabeth Cady Stanton. Desde 1854 hasta 1860 ambas propugnaron la reforma de las leyes discriminatorias del estado de Nueva York, pronunciando conferencias y organizando una campaña para modificar la legislación existente.
Después de la guerra, Anthony y Stanton consideraron que el objetivo primordial de su lucha debía ser conseguir el sufragio universal, por lo que en 1869 fundaron la National Woman Suffrage Association para conseguir una enmienda constitucional que otorgara a las mujeres tal derecho. Aunque la 15ª Enmienda permitió el derecho al voto de los esclavos recién liberados, las mujeres de todas las razas continuaban siendo excluidas. Entre los años 1868 y 1870 Anthony y Stanton publicaron un periódico, Revolution, en el que denunciaron las injusticias que sufrían las mujeres. Viajó a Europa en 1883, y en 1888 participó en la creación de la Asamblea Internacional de Mujeres, donde estaban representados 48 países. Dimitió a los 80 años del cargo de presidenta de la National American Woman Suffrage Association, si bien continuó participando regularmente en sus convenciones hasta su fallecimiento, ocurrido el 13 de marzo de 1906 en Rochester (Nueva York).

Arenal, Concepción (1820-1893)
Reformadora social y pensadora española nacida en El Ferrol (La Coruña).
A partir de una formación autodidacta llegó a convertirse en una de las mujeres españolas más destacadas del siglo XIX. Bien conocida por sus tareas en favor de las reformas penitenciarias y de actividades de beneficencia, y muy cercana al krausismo, Concepción Arenal colaboró con Fernando de Castro en la fundación del Ateneo Artístico y Literario de Señoras en 1869. Pese a su poco éxito, fue el precedente de iniciativas posteriores en favor de la formación y la instrucción de la mujer como primer paso para lograr la igualdad de derechos de ésta en la sociedad. Como penalista, participaba de la línea de pensamiento de Pedro Dorado Montero, reformador del Derecho penal de la época, que proponía una orientación educativa y no represiva del sistema penitenciario, que reformara al delincuente en lugar de castigarle.
Fue autora de diversos libros, entre los que destacan Beneficencia, filantropía y caridad (1861), Estudios penitenciarios (1877) y La mujer del porvenir (1884). Falleció en Vigo en 1893.

Bebel, August (1840-1913)
Escritor y dirigente político alemán. Nacido en Colonia, Bebel se estableció en Leipzig en 1860, donde trabajó como oficial tornero. Se identificó casi inmediatamente con el movimiento socialista extendido entre la clase obrera. En 1867 fue elegido presidente de la comisión permanente del sindicato de trabajadores alemán. En 1869, en Eisenach, participó en la fundación del Partido Socialdemócrata, que estaba muy vinculado a la Asociación Internacional de Trabajadores, la I Internacional fundada por Karl Marx en Londres.
En 1871, Bebel pasó a ser miembro del nuevo parlamento alemán, el Reichstag, cargo que desempeñó casi ininterrumpidamente hasta su muerte. Fue encarcelado desde 1872 hasta 1874 y nuevamente en 1886, condenado por traición al emperador alemán. Su rotundo antimilitarismo y su defensa de medidas progresistas en materia social le hicieron enemistarse con el canciller alemán, Otto von Bismarck. A partir de 1890, Bebel se trasladó a Berlín. Tenía ya fama de convincente orador y era el miembro más influyente de su partido, cuyo ascenso prosiguió hasta 1912, año en el que alcanzó la mayoría en el Reichstag. Fue el director de la publicación socialista Vorwärts (Adelante). Entre sus obras se encuentran La guerra de los campesinos en Alemania (1876), La mujer y el socialismo (1883), Charles Fourier (1888) y Mi vida (1910).

Becker, Lydia (1827-1890)
Nacida en Manchester. Estudió botánica. En 1866, tras asistir a una conferencia pro-sufragio, se convirtió en activista y fundó el Comité por el Sufragio Femenino de Manchester. En 1870 fundó el Diario por el Sufragio de la Mujer.
Elegida para la Junta de Educación de Manchester, luchó por mejorar la educación de las mujeres, defendiendo que los chicos debían también aprender a coser sus calcetines y cocinar sus propias comidas.
Cuando aceptó la propuesta planteada en 1874 de promover el voto sólo para las mujeres solteras, se encontró con la oposición rotunda de algunas sufragistas casadas, como Emmeline Pankhurst.
Esto no le impidió continuar como editora del Diario por el Sufragio de la Mujer durante la década de los 1870 y 1880.

Campoamor, Clara (1888-1972)
Hija de un modesto empleado y de una modista. A los 21 años ingresó en el Cuerpo en el Cuerpo de Correos y Telégrafos. En 1924 obtiene el titulo de licenciada en derecho por la Universidad de Madrid, tenían entonces 36 años y apenas había mujeres que ejercieran la profesión de abogado.
Elegida diputada en 1931 como miembro del Partido Radical, formó parte de la comisión encargada de redactar el proyecto de Constitución de la Segunda República. Destacó su intervención en el artículo 36, en el que defendió la concesión del sufragio femenino sin ningún tipo de limitaciones, pese al riesgo que suponía que el voto se inclinase a favor de la derecha. Contraria a esta posición se muestra Victoria Kent, partidaria de reconocer a las mujeres el derecho al voto pero con ciertas limitaciones.
En octubre de 1931 fundó la Unión Republicana Feminista. En 1935 se separó del Partido Radical, debido a la "pérdida de confianza y la fe en el Partido" por llevar a cabo una política de derechas.
En 1936 escribió su obra más conocida El voto femenino y yo, en la que argumentaba su defensa de la concesión del voto a las mujeres.
Con el estallido de la guerra civil se exilió a Francia, para pasar posteriormente a Argentina y Suiza. Murió en Lausana el 30 de abril de 1972.


Condorcet, Jean Antoine (1743-1794)
Filósofo francés, dirigente político y matemático, nacido en Ribemont y educado en escuelas jesuitas y en el Colegio de Navarra de París.
Condorcet apoyó los objetivos de la Revolución Francesa y entró en la política. Fue elegido miembro de la Asamblea Legislativa y presidente de esta Cámara en 1792. Tal vez su mayor contribución legislativa fue el programa para diseñar el sistema educativo francés, aprobado más tarde y que se ha mantenido vigente en líneas generales desde entonces. Durante la Revolución, criticó los excesos que se estaban cometiendo contra los girondinos moderados, a los que apoyó durante el El Terror de 1793. Tuvo que huir, y mientras estuvo escondido escribió su obra más importante Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano (1795). En esta obra perfiló el progreso de la especie humana a través de nueve etapas, empezando por la primitiva. También esbozó el concepto de una décima etapa donde, en gran medida a través de la educación, podría alcanzarse la perfección humana. Sospechando que su refugio ya no era seguro, Condorcet intentó escapar. Fue descubierto en Clamart, pueblo cercano a París, y encarcelado; al día siguiente fue encontrado muerto.

Engels, Friedrich (1820-1895)
Pensador y economista político alemán, fundador, junto con Karl Marx, del socialismo científico o comunismo.
Su experiencia y sus estudios le llevaron a la convicción de que la historia sólo podía explicarse a partir del desarrollo económico de la sociedad, afianzándose su teoría de que los males sociales de su tiempo eran el resultado inevitable de la aparición de la propiedad privada, y de que aquellos sólo podrían eliminarse mediante la lucha de clases, que culminaría con la instauración de una sociedad comunista. Estas conclusiones fueron expuestas en un estudio histórico, La situación de la clase obrera en Inglaterra (1844), ensayo que le proporcionó fama de economista político revolucionario.
En París, en 1844, Engels visitó a Marx, quien había publicado una serie de escritos que simpatizaban con el comunismo. Los dos descubrieron que habían llegado, por caminos separados, a las mismas conclusiones, por lo que decidieron trabajar de forma conjunta. Esta colaboración se prolongó hasta la muerte de Marx en 1883.
Las contribuciones de Engels a la exposición teórica del comunismo incluyen los siguientes trabajos: La subversión de la ciencia por Mugen Dühring (conocido popularmente como Anti-Dühring, 1878), obra de la cual se publicaron separadamente varios capítulos, bajo el título Del socialismo utópico al socialismo científico (1892), que se convirtieron en una de las exposiciones básicas más conocidas del socialismo; y El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884).

Gouges, Olimpia de (1748-1793)
Nacida en 1745, hija de un carnicero y una lavandera, se casó con un anciano rico. Tras quedarse viuda, quedó con dinero suficiente para mantenerse a sí misma en Paris desde 1788, viviendo de los precarios ingresos que obtuvo como escritora. Pobremente educada, su gramática, ortografía y caligrafía dejaban mucho que desear y sus escritos tendían a ser demasiado prolijos y ampulosos. Pese a sus sostenidos esfuerzos, no consiguió ser una autora de éxito.
Ridiculizada por su franco y obstinado feminismo, sus tempranos intentos de organizar a las mujeres, su manifiesto rupturista por los derechos femeninos y despreciada como traidora a la revolución por oponerse a la pena de muerte contra el rey Luis XVI y su familia, se convirtió en un objetivo del Terror jacobino.
Prolífica escritora política, se manifestó claramente contra la represión jacobina y contra Robespierre y Marat. Acusada de ser una realista reaccionaria fue guillotinada en 1793.
Sin embargo, las obras de Olimpia de Gouges fueron a la vez profundamente feministas y revolucionarias. Exaltada por las ideas de la Revolución Francesa, publicó en septiembre de 1791 un manifiesto titulado La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana. Tomando como modelo la Declaración de 1789, y aplicándolo de manera exhaustiva a las mujeres, escribió el, hasta entonces, más brillante y radical alegato en favor de las reivindicaciones femeninas.
Gouges reclamó un trato igualitario de la mujer con respecto al hombre en todos los aspectos de la vida, públicos y privados: el derecho de voto, de ejercer cargos públicos, de hablar en público sobre asuntos políticos, de igualdad de honores públicos, de derecho a la propiedad privada, de participar en el ejército y en la educación e, incluso, de igual poder en la familia y en la Iglesia.

Kent, Victoria (1898-1987)
Política y jurista española. Nació en Málaga en 1898. Fue la primera mujer española que intervino como abogado ante los tribunales. Defendió a los encausados por la sublevación republicana de Jaca en 1930.
Afiliada al Partido Radical Socialista, obtuvo un acta de diputada en las elecciones de 1931 y, durante el debate parlamentario del proyecto de constitución, se opuso a la concesión del sufragio activo de la mujer en igualdad de condiciones con el hombre, por considerar que la falta de formación de las mujeres no garantizaba el apoyo a una república liberal y democrática.
Designada durante la II República directora general de prisiones (1931-1934), alcanzó gran popularidad por sus intentos de reforma del sistema penitenciario español.
Fue socia fundadora y vicepresidenta del Lyceum Club creado en Madrid (1926) para debatir libremente todos los problemas de la condición femenina. Fue elegida diputada en las elecciones de 1931 y 1936. Exiliada al término de la Guerra Civil, marchó a Francia y se trasladó posteriormente a México. Desarrolló una importante labor intelectual desde la dirección de la revista Ibérica. Publicó también obras como Cuatro años en Paría (1947) y Cuatro años de mi vida (1978). En 1978 regresó a España, aunque siguió manteniendo su residencia en Nueva York, ciudad donde murió.

Marx, Karl (1818-1883)
Filósofo alemán, creador junto con Friedrich Engels del socialismo científico (comunismo moderno) y uno de los pensadores más influyentes de la historia contemporánea.
En 1847, Marx y Engels recibieron el encargo de elaborar una declaración de principios que sirviera para unificar todas estas asociaciones e integrarlas en la Liga de los Justos (más tarde llamada Liga Comunista). El programa que desarrollaron -conocido en todo el mundo como el Manifiesto Comunista- fue redactado por Marx basándose parcialmente en el trabajo preparado por Engels y representaba la primera sistematización de la doctrina del socialismo moderno. Las proposiciones centrales del Manifiesto, aportadas por Marx, constituyen la concepción del materialismo histórico. Según se explica en estas tesis, el sistema económico dominante en cada época histórica, por el cual se satisfacen las necesidades vitales de los individuos, determina la estructura social y la superestructura política e intelectual de cada periodo. De este modo, la historia de la sociedad es la historia de las luchas entre los explotadores y los explotados, es decir, entre la clase social gobernante y las clases sociales oprimidas. Partiendo de estas premisas, Marx concluyó en el Manifiesto que la clase capitalista sería derrocada y suprimida por una revolución mundial de la clase obrera que culminaría con el establecimiento de una sociedad sin clases. Esta obra ejerció una gran influencia en la literatura comunista posterior y en el pensamiento revolucionario en general; ha sido traducida a multitud de lenguas y de ella se han editado cientos de miles de ejemplares.
Su ensayo más importante, El capital (volumen 1, 1867; volúmenes 2 y 3, editados por Engels y publicados a título póstumo en 1885 y 1894, respectivamente),es un análisis histórico detallado de la economía del sistema capitalista, en el que desarrolló la siguiente teoría: la clase trabajadora es explotada por la clase capitalista al apropiarse ésta del 'valor excedente' (plusvalía) producido por aquélla.
Sus esfuerzos y los de sus colaboradores culminaron en 1864 con la fundación en Londres de la I Internacional. Pronunció el discurso inaugural, escribió sus estatutos y posteriormente dirigió la labor de su Consejo General (órgano directivo), superando las críticas del grupo seguidor de Mijaíl Bakunin, de carácter anarquista. Tras la eliminación y represión de la Comuna parisina, en la que habían participado miembros de la I Internacional, la influencia de esta organización disminuyó y Marx recomendó trasladar su sede a Estados Unidos.

Mill, John Stuart (1806-1873)
Filósofo y economista británico, hijo de James Mill; su obra causó gran impacto en el pensamiento británico del siglo XIX, no sólo en filosofía y economía sino también en las áreas de ciencia política, lógica y ética.
A Mill se le considera figura puente entre la inquietud del siglo XVIII por la libertad, la razón y la exaltación del ideal científico y la tendencia del XIX hacia el empirismo y el colectivismo. En filosofía, sistematizó las doctrinas utilitaristas de su padre y de Jeremy Bentham en obras como Utilitarismo (1836), donde defendía que el conocimiento descansa sobre la experiencia humana y ponía de relieve el papel de la razón humana. En economía política, Mill defendió aquellas prácticas que creía más acordes con la libertad individual, y recalcó que la libertad podía estar amenazada tanto por la desigualdad social como por la tiranía política, ideas que expuso en el que quizá sea el más famoso de sus ensayos, Sobre la Libertad (1859). Estudió las doctrinas socialistas premarxistas, y, aunque no llegó a ser considerado un socialista, luchó de forma muy activa por mejorar las condiciones de los trabajadores. En el Parlamento, Mill fue considerado un radical al defender medidas como la propiedad pública de los recursos naturales, la igualdad de las mujeres, la educación obligatoria y el control de natalidad. Su defensa del sufragio femenino en los debates sobre el Programa de Reformas de 1867 llevó a la formación del movimiento sufragista. Mill también investigó la causalidad, buscando una explicación en términos de principios empíricos. Entre sus numerosos escritos destacados figuran Principios de economía política (1848), Sobre la esclavitud de las mujeres (1869), Autobiografía (1873) y Tres ensayos sobre religión (1874).

Mott, Lucretia (1793-1870)
Nacida en Nantucket, Massachussets, fue enviada con 13 años a un internado donde finalmente terminó como profesora. Su interés por los derechos de la mujer se inició cuando descubrió que sus compañeros profesores recibían el doble de sueldo que las profesoras.
Perteneciente a la confesión protestante de los cuáqueros, se opuso al tráfico de esclavos y fue un miembro activo de la Sociedad Americana contra la Esclavitud.
En 1840 viajó con su amiga Elizabeth Cady Stanton a Londres como delegadas a la Convención Mundial en contra de la Esclavitud. Furiosas ambas al serles negado el derecho a hablar, resolvieron organizar a su vuelta a los Estados Unidos una sociedad que defendiera los derechos de la mujer.
Fue, sin embargo, ocho años más tarde cuando consiguió con Mrs. Stanton organizar una Convención sobre los Derechos de la Mujer en Seneca Falls. Junto a Elizabeth Cady Stanton y Lucy Stone creó en 1866 la Asociación Americana por la Igualdad de Derechos. Al año siguiente, la organización inició sus actividades en Kansas, donde se iba a decidir por votación la concesión del sufragio a los negros y a las mujeres.
Permaneció activa hasta una edad muy tardía como defensora de los derechos de la mujer.

Mozzoni, Ana Maria
Formada en sus primeros años en los círculos mazzinianos en Lombardía, pronto inició, tras la unificación de Italia en 1870, la lucha contra la discriminación de la mujer en el recién nacido estado. Para Mozzoni, el nivel de democracia y liberalismo en Italia debía medirse en función de la capacidad del nuevo estado para integrar a la mujer como ciudadana y como participante en el desarrollo moral y material del país.
En 1892 se integró en el Partido de los Trabajadores Italianos que daría lugar poco después al Partido Socialista, del cual Mozzoni fue una de las fundadoras.
En el seno del partido, Mozzoni tuvo enfrentamientos con sus colegas masculinas por su tibia actitud ante la consecución del sufragio femenino.


Nelken, Margarita (1898-1968)
Aunque nacida en Madrid, al ser hija de judíos alemanes emigrados a España, no obtuvo la nacionalidad hasta 1931.
Tras marchar muy joven a Paris y estudiar pintura, música y periodismo, muy pronto colaboró en periódicos y revistas especializadas de diversos países.
En 1931 obtuvo su acta de diputada por el Partido Socialista, aunque tuvo que esperar para tomar posesión hasta que le fue concedida la nacionalidad española. Sobre el voto femenino opinaba, como muchos otros diputados de su partido, que las mujeres españolas no estaban preparadas para ejercer libremente el voto.
Volvió a ser elegida diputada en 1933 y 1936. Al estallar la guerra colaboraba con el Partido Comunista y con sus organizaciones afines, formando parte del Comité de Auxilio Femenino y del Comité Nacional de Mujeres Antifascistas. Con la finalización de la guerra emigró a México. Entre sus principales obras destacan: La mujer en las Cortes Constituyentes (1931) y La condición social de la mujer en España.

Pankhurst, Emmeline Goulden (1858-1928)
Sufragista británica que dirigió en su país el movimiento en favor del derecho de voto de la mujer. Nació en Manchester y estudió en la École Normale de París (1873-1877). Contrajo matrimonio con Richard Marsden Pankhurst, un abogado que defendía la igualdad de derechos de la mujer, en 1879. Fue una de las fundadoras de la Liga para el Sufragio Femenino (WFL) creada en 1889, que cinco años después consiguió que se aprobara una ley que permitía votar a las mujeres en las elecciones locales. En 1903 organizó junto con sus hijas Christabel y Silvia la Unión Social y Política de Mujeres (WSPU) en Manchester, grupo que adquirió cierto renombre cuando trasladó su sede a Londres y comenzó a organizar reuniones públicas y marchas de protesta frente a la Cámara de los Comunes. Sus actividades fueron adquiriendo un tono cada vez más agresivo, por lo que fue arrestada y encarcelada en varias ocasiones desde 1908 hasta 1913. Realizó varias huelgas de hambre en señal de protesta durante los periodos que pasó en prisión.
En 1914, a comienzos de la I Guerra Mundial, alentó a las sufragistas a que abandonaran su campaña y se entregaran al trabajo de guerra. Falleció en Londres el 14 de junio de 1928, pocas semanas después de que se otorgara el derecho al voto femenino.

Proudhon, Pierre Joseph (1809-1865)
Escritor y teórico político francés, llamado a veces el padre del anarquismo moderno.
En su panfleto Qu'est-ce que la propriété? (¿Qué es la Propiedad?, 1840), Proudhon denunció los abusos a que da lugar la concentración del poder económico y de la propiedad privada. Sus teorías radicales le hicieron popular como pensador anarquista.
Rechazaba el uso de la fuerza para imponer un sistema al pueblo. En la sociedad ideal, lo que él llamaba "orden en la anarquía", el pueblo actuaría de forma ética y responsable y por su propia voluntad.
Se considera que la obra más importante de Proudhon es su Sistema de las contradicciones económicas, o La Filosofía de la miseria (1846), que le valió la réplica de Karl Marx en su ensayo Miseria de la filosofía (1847). Otras obras importantes son Las Ideas revolucionarias (1849), De la justicia en la revolución y en la Iglesia (3 vols.,1858) y De la capacidad política de las clases obreras (1863).

Pardo Bazán, Emilia, condesa de (1852-1921)
Novelista española que también escribió poemas y crítica, introductora del naturalismo en España.
Nació en La Coruña. Era hija de los condes de Pardo Bazán, título que heredaría en 1890. Recibió los estudios elementales propios de una mujer de su condición social, pero su avidez por saber y una autodisciplina autodidacta y sistemática hicieron que se convirtiera en una mujer culta y experta en diferentes disciplinas humanistas. En 1868 se casó con José Quiroga y el matrimonio se trasladó a vivir a Madrid desde donde hacían frecuentes viajes a Francia, Italia, Suiza, Austria e Inglaterra; sus impresiones las dejó reflejadas en libros como Al pie de la torre Eiffel (1889), Por Francia y por Alemania (1889) o Por la Europa católica (1905). En 1876 doña Emilia publicó su primer libro, Estudio crítico de Feijoo, y una colección de poemas, Jaime, con motivo del nacimiento de su primer hijo. Su primera novela, Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina, la publica el año del nacimiento de su hija Blanca, en 1879. La publicación de la novela Viaje de novios (1881), según la crítica, la primera novela naturalista española -aunque la autora lo negara- fue el año en que nació su tercera y última hija, Carmen.
Una hepatitis la lleva al balneario de Vichy, en 1880, donde coincide con el escritor francés Víctor Hugo y mantienen largas conversaciones sobre literatura que le hicieron variar el rumbo de su escritura. Era una mujer muy culta y de vigoroso talento y de 1831 a 1893 publicó la revista Nuevo Teatro Crítico, redactada por ella en su totalidad. En 1896 viaja a París y allí conoce a Émile Zola, Alphonse Daudet y los hermanos Goncourt; fue también por esa época cuando leyó a los novelistas rusos que tanto influirían en su obra. Pero, además de escritora también tuvo una actividad social y política importante pues fue consejera de Instrucción Pública y activista feminista, actitud que en la actualidad se está revalorizando. Desde 1916 hasta su muerte fue profesora de Literaturas románicas en la Universidad de Madrid, cátedra que se creó para ella.


Obras principales


Después de La tribuna (1883), novela proletaria que tiene como protagonista a una obrera de la Fábrica de Tabacos de La Coruña, encontró el medio más apropiado para su naturalismo en el campo gallego, donde sitúa la acción de su obra más típica y estimada, Los pazos de Ulloa (1886). Historia y naturaleza, religiosidad medieval y paganismo, violencia y sensualidad, feudalismo y barbarie, ciudad y campo son los elementos temáticos que la novelista combina en un panorama muy bien trabado de la vida rural gallega, en la que intervienen también factores económicos, políticos y eclesiásticos.
La madre naturaleza (1887) es el relato de una atracción incestuosa y prolonga algunos de los personajes de su novela anterior. Insolación y Morriña, ambas de 1899, suponen el final de su periodo naturalista. La influencia de la novelística rusa, planteada teóricamente en su ensayo La revolución y la novela en Rusia (1887), queda patente en sus novelas La quimera (1905) y La sirena negra (1908).
Su labor como crítica también fue importante. La cuestión palpitante (1882-1883) es una colección de artículos -algunos de los cuales ya había publicado en revistas- en los que trata de explicar su posición ante el naturalismo y provocó un gran escándalo. Era una mujer noble, católica y casada, y la sociedad puritana de la época no entendía ni aprobaba que defendiera los planteamientos de Zola pues aunque criticara las cuestiones antirreligiosas de este movimiento, sí admitía las bases ideológicas del determinismo social y darwinista. También fue autora de unos quinientos relatos breves.

Roussel, Nelly (1878-1922)
Librepensadora, anarquista y feminista francesa. Militó por la difusión de las ideas neomaltusianas, favorables al uso de la anticonceptivos, y contra la ley francesa de 1920 que prohibía el control de la natalidad y su propaganda. Oradora de talento, dio conferencias por toda Francia exaltando la maternidad consciente y atacando el machismo de los hombres, incluidos el de muchos militantes de izquierdas.
Reclamó la independencia completa para las mujeres, fundada en unas nuevas relaciones entre ambos sexos. Entre sus escritos destaca Palabras de combate y esperanza (1919).

Stanton, Elizabeth Cady (1815-1902)
Feminista estadounidense que, junto a Susan Brownell Anthony, dirigió la lucha por el sufragio femenino en Estados Unidos.
Elizabeth Cady nació el 12 de noviembre de 1815 en Johnstown (Nueva York) y estudió en el Seminario Femenino Troy. Se interesó muy pronto por los movimientos de abstinencia de bebidas alcohólicas y antiesclavistas, y gracias a estos últimos conoció a Henry Brewster Stanton, periodista y orador antiesclavista. Se casaron en 1840 y tuvieron siete hijos.
En 1848 Stanton y Lucretia Coffin Mott, a quien había conocido en 1840, organizaron la primera asamblea en defensa de los derechos de la mujer en Seneca Falls (Nueva York). Para este congreso, Stanton redactó una Declaración de Sentimientos, en la que propuso una resolución que exigía el derecho al voto para la mujer. Fue en este congreso donde conoció a Susan B. Anthony. Desde 1868 hasta 1870, ambas publicaron el semanario Revolution, en Nueva York, y en 1869 fundaron la Asociación Nacional para el Sufragio Femenino (que a partir de 1890 se llamó Asociación Nacional para el Sufragio de las Mujeres Estadounidenses), de la cual Stanton fue presidenta hasta 1892. En 1888 colaboró en la fundación del Consejo Internacional de las Mujeres. Fue coautora, junto con Anthony y Matilda Joslyn Gage, de los tres primeros volúmenes de Historia del sufragio femenino, (6 volúmenes, 1881-1922). Stanton murió el 26 de octubre de 1902 en Nueva York.

Stone, Lucy (1818-1893)
Nacida en West Brookfield, Massachussets, en 1918. Trabajó como profesora en la Sociedad Americana en contra de la Esclavitud. En sus clases abogó tanto contra la esclavitud como a favor de los derechos de la mujer. Fue la responsable de unir al movimiento a Susan B. Anthony.
Al casarse en 1855 con Henry B. Blackwell, activo militante del movimiento en contra de la esclavitud, ambos prometieron tener derechos absolutamente iguales en su matrimonio. En protesta contra las leyes discriminatorias, Stone mantuvo su apellido en contra de la costumbre anglosajona de cambiarlo por el de marido.
En 1869 formó la Asociación Americana por el Sufragio de la Mujer (American Woman Suffrage Association), menos militante que la Asociación Nacional por el Sufragio de la Mujer (National Woman Suffrage Association) de Elizabeth Candy Stanton y Susan B. Anthony. Su organización sólo hizo campaña por la consecución del voto femenino, no ocupándose de otras situaciones discriminatorias que pudiera sufrir la mujer.

Stowe, Harriet Beecher (1811-1896)
Escritora y abolicionista estadounidense, autora de La cabaña del Tío Tom (1850-1852), una severa denuncia de la esclavitud y una de las mejores novelas de la literatura estadounidense en su género.
Nació el 14 de junio de 1811 en Litchfield, Connecticut, hija del clérigo liberal Lyman Beecher. Se casó con el reverendo Calvin Ellis Stowe, un ferviente luchador contra la esclavitud. Su primer libro, El Mayflower o apuntes de escenas y personajes entre los descendientes de los peregrinos, apareció en 1843. Mientras vivía en Brunswick (Maine), escribió La cabaña del Tío Tom. La novela se publicó por entregas en un periódico abolicionista, el National Era, y en 1852 se editó como libro.
La historia por entregas no llamó especialmente la atención, pero el éxito del libro no tuvo precedentes. En sólo cinco años se vendieron 500.000 ejemplares en Estados Unidos y la novela se tradujo a más de veinte idiomas. Este libro contribuyó a la cristalización de los sentimientos militantes contra la esclavitud en el Norte y aceleró así el desencadenamiento de la Guerra Civil. La cabaña del Tío Tom, como la mayoría de las novelas de Stowe, posee una estructura irregular, pero está llena de sucesos dramáticos que atrapan poderosamente al lector. En 1853 publicó Claves a la cabaña del Tío Tom, donde incluye una abrumadora cantidad de pruebas documentales para justificar su ataque contra la esclavitud. Stowe volvió a la carga con Dred: Relato del gran pantano sombrío (1856). El galanteo del ministro (1859) es la más conocida de sus novelas románticas. También escribió relatos y poesía religiosa. Su reputación quedó gravemente dañada en Gran Bretaña tras publicar un artículo titulado La auténtica historia de la vida de Lord Byron, donde afirma que el poeta mantuvo relaciones incestuosas con su hermana.

Tristán, Flora (1803-1844)
Autora y activista francesa que escribe en su lengua natal sobre Perú; y es también recordada por ser la abuela del pintor Paul Gauguin.
Hija de una dama francesa y del aristócrata peruano Mariano Tristán y Moscoso, quien no la reconoció legalmente, nació en París. Esta condición de bastarda le impidió recobrar los bienes pertenecientes a su padre, por lo que se vio obligada a contraer apresuradamente un matrimonio de conveniencia; esta unión se disolvió años más tarde, a causa de los celos crónicos y malos tratos del esposo. En 1833, visitó Perú con el fin de reclamar su herencia paterna y esclarecer todo lo relacionado con su situación familiar, empresa que se vio frustrada por las constantes negativas de su tío paterno Juan Pío. De regreso a Francia, emprendió una campaña a favor de la emancipación de la mujer, los derechos de los trabajadores y contra la pena de muerte. En 1840, publicó la Unión obrera, en donde clama por la necesidad de los trabajadores de organizarse y aboga por su "unidad universal". Karl Marx, refiriéndose a ella, dijo que era "una precursora de altos ideales nobles".
Peregrinaciones de una paria (París, 1833-1834; traducida al español en 1946) presenta, con un auténtico sabor romántico, sus impresiones durante su viaje a Lima y Arequipa, y muestra su identificación con las costumbres propias de ambas regiones.

Ward, Mary Augusta (1851-1920)
Novelista nacida en Australia y retornada a Gran Bretaña, y tras estudiar en Oxford inició su carrera como periodista y novelista. Su mayor éxito fue la novela Robert Elsmere, de alto contenido espiritual, propició la creación de un establecimiento para los pobres de Londres. Sus últimas novelas se basaron en temas sociales y espirituales.


Wollstonecraft, Mary (1759-1797)
Escritora y feminista inglesa nacida probablemente en Londres. En 1780 se marchó de su casa para ganarse la vida dirigiendo con sus hermanas una escuela durante dos años y más tarde trabajó como institutriz en Irlanda. El moderado éxito de su primera novela, La novela de María (1788), la llevó a establecerse en Londres, donde trabajó como profesora y traductora. Fue miembro de un grupo de intelectuales formado por el poeta y artista inglés William Blake, el filósofo político angloamericano Thomas Paine, el químico inglés Joseph Priestley y el pintor y escritor anglosuizo Henry Fuseli. En su obra más famosa, Vindicación de los derechos de la mujer (1792), afirmó que el ideal del matrimonio reside en la afinidad intelectual y abogó por la igualdad educativa y de oportunidades para ambos sexos. Durante la Revolución Francesa acudió a París, donde se enamoró del escritor y aventurero estadounidense Gilbert Imlay. En 1794 nació su hija, y durante cierto tiempo vivieron en Inglaterra, hasta que Imlay la abandonó y ella intentó suicidarse. En 1797 se casó con el filósofo político William Godwin. Murió aquel mismo año al poco tiempo de nacer su hija Mary, que más tarde sería esposa de Percy Bysshe Shelley y escritora de fama. Wollstonecraft también escribió Relatos originales de la vida real (1791) y Vindicación de los derechos del hombre (1793). Su correspondencia, Memorias de la autora de los derechos de la mujer (1798), fue publicada por William Godwin.

Zetkin, Clara (1857-1933)
Política feminista alemana, creadora del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo). Zetkin (de soltera apellidada Eissner) nació en Wiedenau (Sajonia) el 5 de julio de 1857. Mientras estudiaba para maestra en Leipzig, se casó con un estudiante ruso, Osip Zetkin, e ingresó en el Partido Socialdemócrata en 1881, poco antes de que fuera prohibido por el gobierno de Otto von Bismarck. Después de pasar ocho años exiliada en Suiza, regresó a Alemania cuando se levantó la prohibición, en 1890, para organizar la sección femenina del partido. En 1907 ayudó a organizar la primera conferencia internacional para mujeres, y en 1910, durante la conferencia de mujeres socialistas celebrada en Copenhague, propuso la resolución que convirtió al 8 de marzo en el Día Internacional de la Mujer.
A partir de 1914, año en que Alemania entró en la I Guerra Mundial, Zetkin colaboró con su amiga Rosa Luxemburg en actividades para detener la guerra, se unió a los espartaquistas y fue encarcelada en varias ocasiones. En 1918 se convirtió en miembro del primer Comité Central del Partido Comunista, y lo representó en el Reichstag desde 1920 hasta 1932, aprovechando su última intervención para hacer un llamamiento a la unidad contra el auge de los nacionalsocialistas (nazis). Cuando éstos alcanzaron el poder en 1933, Clara Zetkin se exilió a la Unión Soviética, donde murió poco después.