ANTECEDENTES.
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El feminismo igual que el socialismo ( del que es aliado y derivado natural) pertenece en realidad al siglo XIX, por más que antes de su advenimiento rebrotasen en el seno social de Europa algunas protestas a favor de la mujer y del obrero.
La abolición de los valores
antiguos y la de la esclavitud, son del siglo de Franklin y de Víctor
Hugo, quienes dominaron el rayo del cielo y el rayo de la palabra, y lidiaron
eminentemente por la Libertad.
Los filósofos, los revolucionarios, los literatos, los economistas y
utilitaristas del siglo, fueron los que llamaron a juicio a la humanidad ante
el libre tribunal de la conciencia humana y proclamaron la emancipación
de los débiles y, por ende, la emancipación de la mujer.
En la revolución francesa y
en el seno de la Convención Nacional, Condorcet y Sieyés alzaron
su voz para defender la igualdad de los sexos y el principio de su equivalencia
psicológica y pedir por tanto la emancipación doméstica
y política de las mujeres.
Así en la magna asamblea de la revolución que dictaminó
los derechos del hombre fueron también discutidos los derechos femeninos.
Una representación de las mujeres del tercer estado solicitó en dicha Convención " regentear las escuelas y desempeñar cargos públicos, no para usurpar la autoridad de los hombres, sino para serles más útiles y para poseer los medios de vivir al abrigo de todo infortunio."
Más tarde, el economismo de Turgot y el utilitarismo de Stuart Mill, el inmortal autor de la lógica intuitiva y deductiva, apoyaron esas ideas redentoras, sobre todo el segundo en su célebre libro " La esclavitud de la mujer " que es uno de los primeros evangelios del feminismo mundial.
Guillermo Thomson, partidario de Owen
y discípulo de Adam Smith, en la misma Inglaterra propuso también
la emancipación de la mujer así como el ensanche de la esfera
industrial y el establecimiento de una ley moral para los dos sexos, en un enérgico
tratado que lleva el título de " Proclama dirigida a una mitad del
género humano para que se defienda de la preponderancia de la otra mitad.
""
El espíritu práctico y el individualismo contemporáneos
arietes son que defienden la noble cusa femenina de la que dice Bebel: "
Los últimos decenios de la evolución humana han visto producirse
en todas las capas sociales un movimiento, una agitación en los espíritus
más intensa cada día. Se han planteado multitud de cuestiones
cuya solución se discute en acalorada controversia, y la llamada cuestión
de la mujer merece, sin género de duda, contarse entre las más
importantes. "
Aparte de los bellos apóstrofes de Víctor Hugo a su siglo, dos
notables escritoras francesas Jorge Sand y Madame Stáel en sus novelas
abogan por el mejoramiento y el esplendor de su sexo.
En 1832, Jorge Sand publicó
su célebre " Indiana " que produjó en el público
una honda impresión porque constituía un violento ataque al matrimonio
y a la servidumbre secular de la mujer y la enérgica esperanza de que
en una sociedad mejor organizada tendría un puesto más noble,
una posición más digan y más pura.
En " Lelia " y " Espiridión, " reanuda esa valiente
escritora su campaña contra la sociedad de su tiempo y su alegato en
pró de las reformas sociales que piden la emancipación de la mujer.
Por otra parte, Madame Stael en sus dos creaciones más celebradas " Delfina " y " Corina " insinuó la idea de la emancipación de su sexo, pero sin arrebatar a la mujer su función natural, moral y propia.
Marcel Prevost queriendo explicar la mentalidad de las mujeres francesas después de la " debacle " del 70, en fue su patria vencida por los alemanes, dice: " La posición recíproca del hombre y la mujer, en Francia, sobre la curva de la evolución intelectual y moral ha cambiado.
Las dos crisis apuntadas han sido
casi concominantes. Durante el curso de los últimos treinta años,
la mujer ha luchado por alcanzar al hombre y después se le ha adelantado
más y más.
Notable fue el efecto de nuestra derrota del 70 sobre la mentalidad de los jóvenes.
La guerra del 70, bajo su apariencia de lucha entre una confederación
monárquica y un imperio, no fue sino un episodio de las guerras de la
Revolución contra Europa.
Por su parte, la mujer que en Michelet aparecía como un ser débil, condenada a la rutina y obstinadamente confinada en las tradiciones de una educación y de una moral fósiles y que todo lo era, salvo una personalidad, por lo que el marido podía a lo mejor insuflarle a sus ideas y convertirla en una réplica de sí mismo, tuvo a poco conciencia de su personalidad.
Y es que en los últimos años del siglo XIX, la intensa fermentación que agitaba ya a la sociedad femenina en Inglaterra, en los países escandinavos, en Rusia, y en una parte de Alemania, comenzó a invadir Francia.
He aquí el cuadro animado de
un orto del feminismo, del glorioso despertar de las mujeres en Francia, a las
que dice el mismo Prevost " Tomad muy a lo serio vuestra misión
futura, vuestra misión del mañana. "
En el disgusto y el desorden finisecular, el único movimiento generoso
y fecundo es el de la mujer de nuestro tiempo hacia una colaboración
con el hombre, más eficaz y más libre cuanto más igual.
Aprontad nuestras energías, OH mujeres, y acaso la humanidad se salvará
de una bancarrota definitiva.
Lleváis al nuevo siglo el vigor de la esperanza, el deseo del bien, y
la fe en la justicia que ya han perdido o han maltratado los hombres de estos
tiempos. Representáis la sola energía ascensional que subsiste,
siempre tendida hacia el ideal !
Es muy grande vuestro papel. Sois la sal de la tierra, como decía el
bambino de Noel.
Si la sal pierde su sabor, ¿ con qué la reemplazaremos?
Otro escritor español, eminentemente
feminista, dice:
" La infelicidad y el dolor, nosotros mismos los hemos engendrado no otorgando
a la mujer la independencia y la libertad de que en todos los tiempos debió
disfrutar como ser igual y de análoga factura que el hombre y aptitud
de participar de cuantas ventajas al que vive concede la existencia.
El prejuicio del hombre analizando el carácter moral y, el temperamento
o idiosincrasia de su compañera en la vida, es notorio en todos los tiempos.
Casi siempre la analiza desde un punto de vista personal partiendo del estado
del alma que de su comunicación y rato ha formado.
Rara vez la imparcialidad y la justicia se imponen al hábito que quiere
a la mujer sierva y no mujer, objeto de sensualidad y no persona, fuente de
placeres y no vaso de virtudes y honestidades.
Porque cuanto han dicho a este respecto cientos de escritores, desde Metelo
que se lamentaba que la naturaleza no fuese bastante sabia para librarnos de
las mujeres evitando así que les debiéramos la vida, hasta Michelet
que hizo su apología, si bien de un modo objetivo y concretándose
a la mujer francesa, no nos revela el fondo siempre indescifrable y misterioso
de su alma.
El alma femenina es más pura, más aérea, más inescrutable
y compleja que la del hombre.
Donde este flaquea y tiembla, aquella encuentra un espléndido campo de
victorias. Es un hecho cierto que la generalidad de los hombres juzga por sus
impresiones a la mujer. La creen sensual y dominada por las exigencias violentas
e irresistibles de la carne. Este es, sencillamente, un grosero y vulgarísimo
prejuicio, que no se funda en ninguna razón sólida y que destruye
el principio del equilibrio y serenidad que conservan invariablemente todos
los organismos animales.
Importa tener en cuenta, para juzgar
a la mujer, que cuando se rinde no lo verifica sino después de un sitio
prolongado y tenaz. Cuando el hombre ha empleado las armas más peligrosas,
los ruegos más ardientes, las promesas más cumplidas y todo género
de asechanzas, emboscada y traiciones. Cuando le ha prometido una devoción
eterna, in amor inextinguible, un paraíso de venturas y alegrías.
¿ Por qué la sociedad castiga con un desprecio tan injusto como
criminal a la que, abandonada, engañada, escarnecida, estafada, robada
de alma y de cuerpo no sabe ocultar el fraude de que ha sido víctima?
Porque la sociedad es un conjunto de convencionalismos y de prejuicios casi
siempre equivocados, informada y dirigida por el hombre.
La mujer por su belleza o por su gracia podía ser el objeto de adoración
íntima del hombre, pero subordinada a él exclusivamente satélite
suyo.
En la India, es propiedad del marido,
y con otras tiene que compartir sus atenciones y caricias. Solo la salva, dignifica
y enaltece: parir un hijo. En este caso es elevada al primer rango y pasa a
ser la esposa sagrada.
Pero ¡ hay de ella! Si da a luz a una niña: la casa vístase
de luto y el silencio que produce la muerte reina en torno de ella.
En Grecia carece de personalidad:
vive en el geneceo. No levanta la voz ante su superior: no tiene otra misión
más que la de producir hombres para la patria.
Un hecho histórico revela el estado social y familiar que la mujer alcanza
en los días esplendorosos de Atenas.
Fueron a lamentarse ante Pericles las mujeres atenienses de la muerte de sus
hijos, ocurrida en una de las últimas batallas contra Esparta, y el ilustre
gobernante, molestado por sus gritos de dolor, las despidió ásperamente,
diciéndoles:
- Idos a vuestros gineceos, que las madres de nuestros hijos no tienen derecho
a llorar en público su muerte.
Sólo una clase de mujeres hacía vida exterior y llamativa en Atenas: las hetairas o cortesanas. Pero ¿ acaso trató mejor Roma a la mujer? No en verdad. Igual que al marido, tenían sobre ella derecho de vida y muerte los propios hijos. Vivió siempre bajo su potestad y en los primeros siglos de la República ni aún podían heredar a su padre.
No fue mejor el feudalismo que creó
los mayorazgos que absorbían toda la vida del hogar y a favor de los
cuales, por atender al ilustre y grandeza de la casa, se acumulaba toda la riqueza.
Tan infeliz y amarga era la vida de la mujer en la Edad Media, que le hermano
mayor podía cederla en matrimonio, sin su consentimiento, a quien tuviese
voluntad de hacerlo.
Cointra este sistema brutal que imperó hasta el siglo XVIII, fueron una
hermosa protestad las Cortes de Amor creadas en 1150. Pero ¿ quiénes
las sostenían y gobernaban? Mujeres casadas y de la más alta alcurnia,
hasta las que no podían llegar los ataques ni las groseras burlas de
los hombres.
Leonor de Poitou, que fue esposa de Luis VII y de Enrique II de Inglaterra y
la vizcondesa de Narbona, tenían la suya. Otras tenían las condesas
de Champagne y de Flandes.
La edad moderna no fue más generosa con la mujer. La revolución francesa apenas si se ocupó de ella, y los renovadores Voltaire, Rousseau, Diderot y Montesquieu, más bien que con simpatía, la trataron con sarcástico desdén. Sólo Condorcet y Seyés, se atrevieron a pedir su emancipación doméstica y política, pero quedaron arrollados por la elocuencia de Mirabeau, Danton y Robespierre, que, si no mantenían el absurdo criterio de Metelo, no estaban lejos del salvajismo de Luis XI, que quiso matar a su primera hija Juana de Valois, cuando se la presentaron alegremente sus cortesanos, por el crimen de no nacer varón.
En realidad, la mujer continúa careciendo de personalidad y tan subordinada al padre, al esposo y a los hijos como en los obscuros días de la historia
La mujer es tan apta como el hombre
para todo género de labores intelectuales, ¿ no ha de serlo para
la política en donde vemos a tanto imbécil consagrado?
Pero si le faltan algunos conocimientos ¿ por qué no se mejora
su educación? ¿ Por qué no se le instruye de la utilidad
de conservar su corazón y su cuerpo libres de toda ansia y contacto?
Sin duda alguna, la mujer es menos voluptuosa y mucho más casta que el
hombre. Generalmente es él quien le allana el camino dela corrupción
y el vicio.
Tendamos la vista a las clases menesterosas,
a las obreras, a las agrícolas. ¿ Quién cría y educa
a los hijos? ¿ Quién forma su alma? ¿ Es el marido que
gasta sus jornales en la taberna y que vuelve borracho y maldiciente a su casa?
No, es la mujer que casi siempre en el hogar es un genio y una mártir.
En la clase media, ¿ no es también la mujer la que administra
y orienta en lo interior toda la vida familiar? El hombre está ocupado
en sus trabajos y profesiones, políticos, artísticos, industriales
ó comerciales, y ella es quien cuida de sus hijos, les infiltra las ideas,
les forma el corazón y les modela los sentimientos.
¿ Acaso no es de está gran cantera humana, de donde salen los
descubridores, los inventores, los poetas, los escritores, los escultores, los
pintores, cuántos que de algún modo contribuyen al desenvolvimiento
del progreso general? Se alega siempre por sus adversarios - esclavistas en
el fondo - la grave cuestión del aparto, de la crianza y de la educación
íntima de la prole.
Este argumento es fácil de destruir. La mujer no podrá controlar
las leyes de la naturaleza, aunque frecuente las academias, delibere en los
municipios y legisle en los congresos. Cuando vaya a ser madre sabrá
reconocer y respetar su estado. Y cuando lo sea, no tendrá que recibir
lecciones para amar y defender a su hijo. Este amor brota en el mismo instante
en que el hijo rasga sus entrañas para venir a la luz de la vida.
La mujer de nuestros días, por falta de otros menesteres más altos, vive esclava de la moda, hace versos y novelas, pinta y borda, trabaja en los talleres y en el acarreo de carbón; pero cambiará de modo de ser y de pensar y será austera, sencilla y honesta cuando tenga la responsabilidad de un deber cívico.
No existe en el fondo de su alma otro
misterio que el que se ve obligada a crear desde que nace, frente al núcleo
masculino que le es hostil y que traduce equivocada y falsamente sus menores
actos.
Cuando la mujer sin desdoro de su honra pueda decirlo todo; cuando no avergüence
a los pudibundos tenorios y a las viejas cocotas blasonadas que haga pública
ostentación de sus inclinaciones amorosas; cuando no sea un crimen el
desliz, sino una simple equivocación que se remedia y enmienda; cuando
no sufra el galanteo brutal del chulo y el señorito afeminado y pueda
escupir el rostro de los soeces, la injuria que a diario se le hace en admiraciones
cínicas y eróticas; cuando sea dueña de ir y venir a donde
le plazca, sin miedo a los sátiros de profesión, y las leyes civiles
y políticas la igualen al hombre, entonces la mujer vencerá a
su enemigo.
Que hay mujeres pervertidas, mentirosas,
enredadoras, perversas, frívolas y necias, ¿ quién lo duda?
Pero ¿ acaso los hombres no padecen en grado superlativo estas dolencias?
Nunca ha resaltado la lógica ni ha brillado la justicia cuando se ha
pretendido juzgar a la mujer. Los hombres sólo han querido verla desde
el punto de vista de sus egoísmos y conveniencias.
Que sea libre en toda la acepción de l apalabra, dueña y señora
de su persona y de su voluntad, y habrá, entonces, una razón plausible
para exigirle que sea su fuerte y sepa resistir.
La libertad que otorga derechos no exime de responsabilidades. Pero es necesario
tener libertad para tener fuerza de resistencia y grandeza en la dignidad. "
La antigüedad pagana, cuya esencia moral consistía en los derechos del fuerte sobre el débil, asignaba a la mujer un papel pasivo de sierva ó esclava: el varón que es él más fuerte de ambos, era el amo natural y lógico. De su solo capricho dependían en Oriente, salvo Egipto, la vida y la muerte de las esposas. Todas las religiones de esas antiguas sociedades patriarcales coinciden en proclamar la inferioridad y la perversidad de la mujer.
En la Biblia y el Tamud se afirma hasta la evidencia el estado de inferioridad
moral y jurídica de la mujer, de donde dimana el prejuicio de su inexistencia
social.
La mujer judía, sometida a la autoridad de su padre ó marido,
es incapaz de heredar en la vida civil se le asimila a la esclava, no puede
testificar en justicia, ni formular juramentos ni votos sin autorización
del padre o esposo.
En Grecia la situación de la
mujer no mejora sino en modo harto vago. El estado no le reconoce más
que un papel en la sociedad: el de la conservación de la familia.
Solo Platón más adelante en la " República "
la hará ciudadano y soldado, le dará la capacidad del hombre,
para retrotraerla a su papel de madre de familia, en los años de vejez
de filósofo. La mujer griega se educa y vive en el gineceo. Jenofonte
y Aristóteles colocan a la mujer apenas un grado arriba del esclavo.
En Roma Cicerón, eco de Platón, reivindica para la mujer la noble
tendencia feminista y la mujer ya pudo ir a la escuela.
En Séneca, a pesar de llamarla animal impudens, declara que la mujer
es para un Estado causa de salvación o pérdida.
El cristianismo que en su origen fue
la religión de los oprimidos pide para la mujer una condición
mejor.
En la edad media las ideas germánicas proclaman el respeto a la mujer
y a pesar del estado de la época un estado continuo de guerra, surge
el tipo caballeresco de la mujer feudal, la cual puede poseer tierras y vasallos.
La educación femenina del medioevo se imparten en los conventos y los
monasterios y adolece de misticismos y el ascetismo más rigurosos, pues
están prescritos allí el ayuno, la abstinencia, las mortificaciones
de la carne, aparte de que la joven no podía bañarse, no debe
cuidar de su cuerpo, ni oír música, ni andar en los caminos del
siglo sino vivir en su retiro sin amigas ni tratos con el otro sexo y debe leer
un solo libro: La Biblia.
El Judaísmo y los Padres de
la Iglesia maltratan a la mujer a menudo.
Se le considera como un ser perverso y hasta se discute si tiene alma.
" Soberana peste de la mujer, que es dardo agudo del demonio " dice
S. Juan Crisóstomo.
" ¡ Mujer - exclama Tertuliano- eres puerta del diablo, eres la primera
que tocó el árbol del mal y desertó de la ley de Dios.
Deberías andar siempre en duelos y harapos, ofreciendo a las miradas
tus ojos llenos de lágrimas de arrepentimiento, para hacer olvidar que
has perdido al género humano!"
Según el concilio de Metz del año de 888 la mujer es: " la
impura, la corruptora que ha traído el pecado a la tierra y corrompido
al hombre."
En el renacimiento - verdadera época de luz de la historia - las tradiciones
del paganismo y del neocristianismo judaico, mantienen a la mujer en su inferioridad
secular.
La Legislación del Digesto y las de las Siete Partida le prohíben
los oficios viriles y el ejercicio de la abogacía.
Se decía entonces que una mujer era bastante sabia cuando sabía
distinguir entre la camisa y el jubón de su marido.
Las ideas prohibitivas de Montaigne sobre la educación femenina, inspiran
más tarde a Locke y a Rousseau.
Solo Vives y Erasmo tienden a que las mujeres tengan una cultura clásica
y frecuenten los textos de Platón y de Séneca.
Del socialismo parte, la flecha audaz
del feminismo hendiendo los tiempos.
Así se define al feminismo como " el movimiento que en la sociedad
contemporánea, tiende a reclamar para la mujer los mismos derechos que
existen para el hombre."
Todos los congresos socialistas, especialmente el de Erfurth de 1891, el Bruselas
del mismo año y el de Gante de 1893 tienden a abolir todas las leyes
jurídica que deprimen a la mujer y a afirmar explícitamente la
igualdad para los dos sexos y la posesión de los derechos civiles y democráticos
para la Mujer.
El análisis comparativo de los sexos en sus fases, biológica,
fisio - psicológica y sociológica, si bien reconoce en la mujer
su papel de multiplicadora de la vida y conservadora de la especie, llega siempre
a esta notable conclusión: " Que la mujer no es solamente un útero."
Desentendiéndonos de las variadas formas del feminismo que andan militando y triunfando en el mundo y que son feminismo celibatario, sufragismo, feminismo burgués y feminismo radical queremos para la mujer en nuestro medio nacional derechos y funciones similares a las del varón en la educación, la vida y la democracia, de acuerdo con el programa de la Revolución Social Mexicana que quiere para el débil y para el paria. - inclusive la mujer, - el ejercicio del derecho para " construir la patria mexicana sobre indestructibles bases de equidad y de igualdad ante la justicia moral y ante la ley positiva."
PRECURSORES DE FEMINISMO.
Anthony, Susan Brownell (1820-1906)
Destacada reformadora social estadounidense que dirigió la lucha por
el sufragio femenino. Falleció antes de que se adoptara la decimonovena
Enmienda (26 de agosto de 1920.
Nació el 15 de febrero de 1820 en Adams (Massachusetts. Educada por su
padre (maestro de escuela), Anthony se convirtió en pedagoga y ejerció
la docencia hasta la edad de 30 años.
Cuáquera liberal y reformista radical, participó desde 1848 hasta
1853 en el movimiento antialcohólico. Entre los años 1856 y 1861
asumió la causa abolicionista y trabajó en la Sociedad Antiesclavista
Americana. En 1863, durante la Guerra Civil estadounidense, fundó la
Liga de Mujeres Leales para luchar en favor de la emancipación de los
esclavos. Finalizado el periodo de la reconstrucción posterior a la Guerra
Civil, protestó contra la violencia infligida a los negros y exigió
la total participación de éstos en el movimiento sufragista femenino.
La lucha por los derechos de la mujer
La lucha de Anthony por los derechos de la mujer comenzó en 1851, cuando
conoció a Elizabeth Cady Stanton. Desde 1854 hasta 1860 ambas propugnaron
la reforma de las leyes discriminatorias del estado de Nueva York, pronunciando
conferencias y organizando una campaña para modificar la legislación
existente.
Después de la guerra, Anthony y Stanton consideraron que el objetivo
primordial de su lucha debía ser conseguir el sufragio universal, por
lo que en 1869 fundaron la National Woman Suffrage Association para conseguir
una enmienda constitucional que otorgara a las mujeres tal derecho. Aunque la
15ª Enmienda permitió el derecho al voto de los esclavos recién
liberados, las mujeres de todas las razas continuaban siendo excluidas. Entre
los años 1868 y 1870 Anthony y Stanton publicaron un periódico,
Revolution, en el que denunciaron las injusticias que sufrían las mujeres.
Viajó a Europa en 1883, y en 1888 participó en la creación
de la Asamblea Internacional de Mujeres, donde estaban representados 48 países.
Dimitió a los 80 años del cargo de presidenta de la National American
Woman Suffrage Association, si bien continuó participando regularmente
en sus convenciones hasta su fallecimiento, ocurrido el 13 de marzo de 1906
en Rochester (Nueva York).
Arenal, Concepción (1820-1893)
Reformadora social y pensadora española nacida en El Ferrol (La Coruña).
A partir de una formación autodidacta llegó a convertirse en una
de las mujeres españolas más destacadas del siglo XIX. Bien conocida
por sus tareas en favor de las reformas penitenciarias y de actividades de beneficencia,
y muy cercana al krausismo, Concepción Arenal colaboró con Fernando
de Castro en la fundación del Ateneo Artístico y Literario de
Señoras en 1869. Pese a su poco éxito, fue el precedente de iniciativas
posteriores en favor de la formación y la instrucción de la mujer
como primer paso para lograr la igualdad de derechos de ésta en la sociedad.
Como penalista, participaba de la línea de pensamiento de Pedro Dorado
Montero, reformador del Derecho penal de la época, que proponía
una orientación educativa y no represiva del sistema penitenciario, que
reformara al delincuente en lugar de castigarle.
Fue autora de diversos libros, entre los que destacan Beneficencia, filantropía
y caridad (1861), Estudios penitenciarios (1877) y La mujer del porvenir (1884).
Falleció en Vigo en 1893.
Bebel, August (1840-1913)
Escritor y dirigente político alemán. Nacido en Colonia, Bebel
se estableció en Leipzig en 1860, donde trabajó como oficial tornero.
Se identificó casi inmediatamente con el movimiento socialista extendido
entre la clase obrera. En 1867 fue elegido presidente de la comisión
permanente del sindicato de trabajadores alemán. En 1869, en Eisenach,
participó en la fundación del Partido Socialdemócrata,
que estaba muy vinculado a la Asociación Internacional de Trabajadores,
la I Internacional fundada por Karl Marx en Londres.
En 1871, Bebel pasó a ser miembro del nuevo parlamento alemán,
el Reichstag, cargo que desempeñó casi ininterrumpidamente hasta
su muerte. Fue encarcelado desde 1872 hasta 1874 y nuevamente en 1886, condenado
por traición al emperador alemán. Su rotundo antimilitarismo y
su defensa de medidas progresistas en materia social le hicieron enemistarse
con el canciller alemán, Otto von Bismarck. A partir de 1890, Bebel se
trasladó a Berlín. Tenía ya fama de convincente orador
y era el miembro más influyente de su partido, cuyo ascenso prosiguió
hasta 1912, año en el que alcanzó la mayoría en el Reichstag.
Fue el director de la publicación socialista Vorwärts (Adelante).
Entre sus obras se encuentran La guerra de los campesinos en Alemania (1876),
La mujer y el socialismo (1883), Charles Fourier (1888) y Mi vida (1910).
Becker, Lydia (1827-1890)
Nacida en Manchester. Estudió botánica. En 1866, tras asistir
a una conferencia pro-sufragio, se convirtió en activista y fundó
el Comité por el Sufragio Femenino de Manchester. En 1870 fundó
el Diario por el Sufragio de la Mujer.
Elegida para la Junta de Educación de Manchester, luchó por mejorar
la educación de las mujeres, defendiendo que los chicos debían
también aprender a coser sus calcetines y cocinar sus propias comidas.
Cuando aceptó la propuesta planteada en 1874 de promover el voto sólo
para las mujeres solteras, se encontró con la oposición rotunda
de algunas sufragistas casadas, como Emmeline Pankhurst.
Esto no le impidió continuar como editora del Diario por el Sufragio
de la Mujer durante la década de los 1870 y 1880.
Campoamor, Clara (1888-1972)
Hija de un modesto empleado y de una modista. A los 21 años ingresó
en el Cuerpo en el Cuerpo de Correos y Telégrafos. En 1924 obtiene el
titulo de licenciada en derecho por la Universidad de Madrid, tenían
entonces 36 años y apenas había mujeres que ejercieran la profesión
de abogado.
Elegida diputada en 1931 como miembro del Partido Radical, formó parte
de la comisión encargada de redactar el proyecto de Constitución
de la Segunda República. Destacó su intervención en el
artículo 36, en el que defendió la concesión del sufragio
femenino sin ningún tipo de limitaciones, pese al riesgo que suponía
que el voto se inclinase a favor de la derecha. Contraria a esta posición
se muestra Victoria Kent, partidaria de reconocer a las mujeres el derecho al
voto pero con ciertas limitaciones.
En octubre de 1931 fundó la Unión Republicana Feminista. En 1935
se separó del Partido Radical, debido a la "pérdida de confianza
y la fe en el Partido" por llevar a cabo una política de derechas.
En 1936 escribió su obra más conocida El voto femenino y yo, en
la que argumentaba su defensa de la concesión del voto a las mujeres.
Con el estallido de la guerra civil se exilió a Francia, para pasar posteriormente
a Argentina y Suiza. Murió en Lausana el 30 de abril de 1972.
Condorcet, Jean Antoine (1743-1794)
Filósofo francés, dirigente político y matemático,
nacido en Ribemont y educado en escuelas jesuitas y en el Colegio de Navarra
de París.
Condorcet apoyó los objetivos de la Revolución Francesa y entró
en la política. Fue elegido miembro de la Asamblea Legislativa y presidente
de esta Cámara en 1792. Tal vez su mayor contribución legislativa
fue el programa para diseñar el sistema educativo francés, aprobado
más tarde y que se ha mantenido vigente en líneas generales desde
entonces. Durante la Revolución, criticó los excesos que se estaban
cometiendo contra los girondinos moderados, a los que apoyó durante el
El Terror de 1793. Tuvo que huir, y mientras estuvo escondido escribió
su obra más importante Bosquejo de un cuadro histórico de los
progresos del espíritu humano (1795). En esta obra perfiló el
progreso de la especie humana a través de nueve etapas, empezando por
la primitiva. También esbozó el concepto de una décima
etapa donde, en gran medida a través de la educación, podría
alcanzarse la perfección humana. Sospechando que su refugio ya no era
seguro, Condorcet intentó escapar. Fue descubierto en Clamart, pueblo
cercano a París, y encarcelado; al día siguiente fue encontrado
muerto.
Engels, Friedrich (1820-1895)
Pensador y economista político alemán, fundador, junto con Karl
Marx, del socialismo científico o comunismo.
Su experiencia y sus estudios le llevaron a la convicción de que la historia
sólo podía explicarse a partir del desarrollo económico
de la sociedad, afianzándose su teoría de que los males sociales
de su tiempo eran el resultado inevitable de la aparición de la propiedad
privada, y de que aquellos sólo podrían eliminarse mediante la
lucha de clases, que culminaría con la instauración de una sociedad
comunista. Estas conclusiones fueron expuestas en un estudio histórico,
La situación de la clase obrera en Inglaterra (1844), ensayo que le proporcionó
fama de economista político revolucionario.
En París, en 1844, Engels visitó a Marx, quien había publicado
una serie de escritos que simpatizaban con el comunismo. Los dos descubrieron
que habían llegado, por caminos separados, a las mismas conclusiones,
por lo que decidieron trabajar de forma conjunta. Esta colaboración se
prolongó hasta la muerte de Marx en 1883.
Las contribuciones de Engels a la exposición teórica del comunismo
incluyen los siguientes trabajos: La subversión de la ciencia por Mugen
Dühring (conocido popularmente como Anti-Dühring, 1878), obra de la
cual se publicaron separadamente varios capítulos, bajo el título
Del socialismo utópico al socialismo científico (1892), que se
convirtieron en una de las exposiciones básicas más conocidas
del socialismo; y El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado
(1884).
Gouges, Olimpia de (1748-1793)
Nacida en 1745, hija de un carnicero y una lavandera, se casó con un
anciano rico. Tras quedarse viuda, quedó con dinero suficiente para mantenerse
a sí misma en Paris desde 1788, viviendo de los precarios ingresos que
obtuvo como escritora. Pobremente educada, su gramática, ortografía
y caligrafía dejaban mucho que desear y sus escritos tendían a
ser demasiado prolijos y ampulosos. Pese a sus sostenidos esfuerzos, no consiguió
ser una autora de éxito.
Ridiculizada por su franco y obstinado feminismo, sus tempranos intentos de
organizar a las mujeres, su manifiesto rupturista por los derechos femeninos
y despreciada como traidora a la revolución por oponerse a la pena de
muerte contra el rey Luis XVI y su familia, se convirtió en un objetivo
del Terror jacobino.
Prolífica escritora política, se manifestó claramente contra
la represión jacobina y contra Robespierre y Marat. Acusada de ser una
realista reaccionaria fue guillotinada en 1793.
Sin embargo, las obras de Olimpia de Gouges fueron a la vez profundamente feministas
y revolucionarias. Exaltada por las ideas de la Revolución Francesa,
publicó en septiembre de 1791 un manifiesto titulado La Declaración
de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana. Tomando como modelo la Declaración
de 1789, y aplicándolo de manera exhaustiva a las mujeres, escribió
el, hasta entonces, más brillante y radical alegato en favor de las reivindicaciones
femeninas.
Gouges reclamó un trato igualitario de la mujer con respecto al hombre
en todos los aspectos de la vida, públicos y privados: el derecho de
voto, de ejercer cargos públicos, de hablar en público sobre asuntos
políticos, de igualdad de honores públicos, de derecho a la propiedad
privada, de participar en el ejército y en la educación e, incluso,
de igual poder en la familia y en la Iglesia.
Kent, Victoria (1898-1987)
Política y jurista española. Nació en Málaga en
1898. Fue la primera mujer española que intervino como abogado ante los
tribunales. Defendió a los encausados por la sublevación republicana
de Jaca en 1930.
Afiliada al Partido Radical Socialista, obtuvo un acta de diputada en las elecciones
de 1931 y, durante el debate parlamentario del proyecto de constitución,
se opuso a la concesión del sufragio activo de la mujer en igualdad de
condiciones con el hombre, por considerar que la falta de formación de
las mujeres no garantizaba el apoyo a una república liberal y democrática.
Designada durante la II República directora general de prisiones (1931-1934),
alcanzó gran popularidad por sus intentos de reforma del sistema penitenciario
español.
Fue socia fundadora y vicepresidenta del Lyceum Club creado en Madrid (1926)
para debatir libremente todos los problemas de la condición femenina.
Fue elegida diputada en las elecciones de 1931 y 1936. Exiliada al término
de la Guerra Civil, marchó a Francia y se trasladó posteriormente
a México. Desarrolló una importante labor intelectual desde la
dirección de la revista Ibérica. Publicó también
obras como Cuatro años en Paría (1947) y Cuatro años de
mi vida (1978). En 1978 regresó a España, aunque siguió
manteniendo su residencia en Nueva York, ciudad donde murió.
Marx, Karl (1818-1883)
Filósofo alemán, creador junto con Friedrich Engels del socialismo
científico (comunismo moderno) y uno de los pensadores más influyentes
de la historia contemporánea.
En 1847, Marx y Engels recibieron el encargo de elaborar una declaración
de principios que sirviera para unificar todas estas asociaciones e integrarlas
en la Liga de los Justos (más tarde llamada Liga Comunista). El programa
que desarrollaron -conocido en todo el mundo como el Manifiesto Comunista- fue
redactado por Marx basándose parcialmente en el trabajo preparado por
Engels y representaba la primera sistematización de la doctrina del socialismo
moderno. Las proposiciones centrales del Manifiesto, aportadas por Marx, constituyen
la concepción del materialismo histórico. Según se explica
en estas tesis, el sistema económico dominante en cada época histórica,
por el cual se satisfacen las necesidades vitales de los individuos, determina
la estructura social y la superestructura política e intelectual de cada
periodo. De este modo, la historia de la sociedad es la historia de las luchas
entre los explotadores y los explotados, es decir, entre la clase social gobernante
y las clases sociales oprimidas. Partiendo de estas premisas, Marx concluyó
en el Manifiesto que la clase capitalista sería derrocada y suprimida
por una revolución mundial de la clase obrera que culminaría con
el establecimiento de una sociedad sin clases. Esta obra ejerció una
gran influencia en la literatura comunista posterior y en el pensamiento revolucionario
en general; ha sido traducida a multitud de lenguas y de ella se han editado
cientos de miles de ejemplares.
Su ensayo más importante, El capital (volumen 1, 1867; volúmenes
2 y 3, editados por Engels y publicados a título póstumo en 1885
y 1894, respectivamente),es un análisis histórico detallado de
la economía del sistema capitalista, en el que desarrolló la siguiente
teoría: la clase trabajadora es explotada por la clase capitalista al
apropiarse ésta del 'valor excedente' (plusvalía) producido por
aquélla.
Sus esfuerzos y los de sus colaboradores culminaron en 1864 con la fundación
en Londres de la I Internacional. Pronunció el discurso inaugural, escribió
sus estatutos y posteriormente dirigió la labor de su Consejo General
(órgano directivo), superando las críticas del grupo seguidor
de Mijaíl Bakunin, de carácter anarquista. Tras la eliminación
y represión de la Comuna parisina, en la que habían participado
miembros de la I Internacional, la influencia de esta organización disminuyó
y Marx recomendó trasladar su sede a Estados Unidos.
Mill, John Stuart (1806-1873)
Filósofo y economista británico, hijo de James Mill; su obra causó
gran impacto en el pensamiento británico del siglo XIX, no sólo
en filosofía y economía sino también en las áreas
de ciencia política, lógica y ética.
A Mill se le considera figura puente entre la inquietud del siglo XVIII por
la libertad, la razón y la exaltación del ideal científico
y la tendencia del XIX hacia el empirismo y el colectivismo. En filosofía,
sistematizó las doctrinas utilitaristas de su padre y de Jeremy Bentham
en obras como Utilitarismo (1836), donde defendía que el conocimiento
descansa sobre la experiencia humana y ponía de relieve el papel de la
razón humana. En economía política, Mill defendió
aquellas prácticas que creía más acordes con la libertad
individual, y recalcó que la libertad podía estar amenazada tanto
por la desigualdad social como por la tiranía política, ideas
que expuso en el que quizá sea el más famoso de sus ensayos, Sobre
la Libertad (1859). Estudió las doctrinas socialistas premarxistas, y,
aunque no llegó a ser considerado un socialista, luchó de forma
muy activa por mejorar las condiciones de los trabajadores. En el Parlamento,
Mill fue considerado un radical al defender medidas como la propiedad pública
de los recursos naturales, la igualdad de las mujeres, la educación obligatoria
y el control de natalidad. Su defensa del sufragio femenino en los debates sobre
el Programa de Reformas de 1867 llevó a la formación del movimiento
sufragista. Mill también investigó la causalidad, buscando una
explicación en términos de principios empíricos. Entre
sus numerosos escritos destacados figuran Principios de economía política
(1848), Sobre la esclavitud de las mujeres (1869), Autobiografía (1873)
y Tres ensayos sobre religión (1874).
Mott, Lucretia (1793-1870)
Nacida en Nantucket, Massachussets, fue enviada con 13 años a un internado
donde finalmente terminó como profesora. Su interés por los derechos
de la mujer se inició cuando descubrió que sus compañeros
profesores recibían el doble de sueldo que las profesoras.
Perteneciente a la confesión protestante de los cuáqueros, se
opuso al tráfico de esclavos y fue un miembro activo de la Sociedad Americana
contra la Esclavitud.
En 1840 viajó con su amiga Elizabeth Cady Stanton a Londres como delegadas
a la Convención Mundial en contra de la Esclavitud. Furiosas ambas al
serles negado el derecho a hablar, resolvieron organizar a su vuelta a los Estados
Unidos una sociedad que defendiera los derechos de la mujer.
Fue, sin embargo, ocho años más tarde cuando consiguió
con Mrs. Stanton organizar una Convención sobre los Derechos de la Mujer
en Seneca Falls. Junto a Elizabeth Cady Stanton y Lucy Stone creó en
1866 la Asociación Americana por la Igualdad de Derechos. Al año
siguiente, la organización inició sus actividades en Kansas, donde
se iba a decidir por votación la concesión del sufragio a los
negros y a las mujeres.
Permaneció activa hasta una edad muy tardía como defensora de
los derechos de la mujer.
Mozzoni, Ana Maria
Formada en sus primeros años en los círculos mazzinianos en Lombardía,
pronto inició, tras la unificación de Italia en 1870, la lucha
contra la discriminación de la mujer en el recién nacido estado.
Para Mozzoni, el nivel de democracia y liberalismo en Italia debía medirse
en función de la capacidad del nuevo estado para integrar a la mujer
como ciudadana y como participante en el desarrollo moral y material del país.
En 1892 se integró en el Partido de los Trabajadores Italianos que daría
lugar poco después al Partido Socialista, del cual Mozzoni fue una de
las fundadoras.
En el seno del partido, Mozzoni tuvo enfrentamientos con sus colegas masculinas
por su tibia actitud ante la consecución del sufragio femenino.
Nelken, Margarita (1898-1968)
Aunque nacida en Madrid, al ser hija de judíos alemanes emigrados a España,
no obtuvo la nacionalidad hasta 1931.
Tras marchar muy joven a Paris y estudiar pintura, música y periodismo,
muy pronto colaboró en periódicos y revistas especializadas de
diversos países.
En 1931 obtuvo su acta de diputada por el Partido Socialista, aunque tuvo que
esperar para tomar posesión hasta que le fue concedida la nacionalidad
española. Sobre el voto femenino opinaba, como muchos otros diputados
de su partido, que las mujeres españolas no estaban preparadas para ejercer
libremente el voto.
Volvió a ser elegida diputada en 1933 y 1936. Al estallar la guerra colaboraba
con el Partido Comunista y con sus organizaciones afines, formando parte del
Comité de Auxilio Femenino y del Comité Nacional de Mujeres Antifascistas.
Con la finalización de la guerra emigró a México. Entre
sus principales obras destacan: La mujer en las Cortes Constituyentes (1931)
y La condición social de la mujer en España.
Pankhurst, Emmeline Goulden (1858-1928)
Sufragista británica que dirigió en su país el movimiento
en favor del derecho de voto de la mujer. Nació en Manchester y estudió
en la École Normale de París (1873-1877). Contrajo matrimonio
con Richard Marsden Pankhurst, un abogado que defendía la igualdad de
derechos de la mujer, en 1879. Fue una de las fundadoras de la Liga para el
Sufragio Femenino (WFL) creada en 1889, que cinco años después
consiguió que se aprobara una ley que permitía votar a las mujeres
en las elecciones locales. En 1903 organizó junto con sus hijas Christabel
y Silvia la Unión Social y Política de Mujeres (WSPU) en Manchester,
grupo que adquirió cierto renombre cuando trasladó su sede a Londres
y comenzó a organizar reuniones públicas y marchas de protesta
frente a la Cámara de los Comunes. Sus actividades fueron adquiriendo
un tono cada vez más agresivo, por lo que fue arrestada y encarcelada
en varias ocasiones desde 1908 hasta 1913. Realizó varias huelgas de
hambre en señal de protesta durante los periodos que pasó en prisión.
En 1914, a comienzos de la I Guerra Mundial, alentó a las sufragistas
a que abandonaran su campaña y se entregaran al trabajo de guerra. Falleció
en Londres el 14 de junio de 1928, pocas semanas después de que se otorgara
el derecho al voto femenino.
Proudhon, Pierre Joseph (1809-1865)
Escritor y teórico político francés, llamado a veces el
padre del anarquismo moderno.
En su panfleto Qu'est-ce que la propriété? (¿Qué
es la Propiedad?, 1840), Proudhon denunció los abusos a que da lugar
la concentración del poder económico y de la propiedad privada.
Sus teorías radicales le hicieron popular como pensador anarquista.
Rechazaba el uso de la fuerza para imponer un sistema al pueblo. En la sociedad
ideal, lo que él llamaba "orden en la anarquía", el
pueblo actuaría de forma ética y responsable y por su propia voluntad.
Se considera que la obra más importante de Proudhon es su Sistema de
las contradicciones económicas, o La Filosofía de la miseria (1846),
que le valió la réplica de Karl Marx en su ensayo Miseria de la
filosofía (1847). Otras obras importantes son Las Ideas revolucionarias
(1849), De la justicia en la revolución y en la Iglesia (3 vols.,1858)
y De la capacidad política de las clases obreras (1863).
Pardo Bazán, Emilia, condesa de (1852-1921)
Novelista española que también escribió poemas y crítica,
introductora del naturalismo en España.
Nació en La Coruña. Era hija de los condes de Pardo Bazán,
título que heredaría en 1890. Recibió los estudios elementales
propios de una mujer de su condición social, pero su avidez por saber
y una autodisciplina autodidacta y sistemática hicieron que se convirtiera
en una mujer culta y experta en diferentes disciplinas humanistas. En 1868 se
casó con José Quiroga y el matrimonio se trasladó a vivir
a Madrid desde donde hacían frecuentes viajes a Francia, Italia, Suiza,
Austria e Inglaterra; sus impresiones las dejó reflejadas en libros como
Al pie de la torre Eiffel (1889), Por Francia y por Alemania (1889) o Por la
Europa católica (1905). En 1876 doña Emilia publicó su
primer libro, Estudio crítico de Feijoo, y una colección de poemas,
Jaime, con motivo del nacimiento de su primer hijo. Su primera novela, Pascual
López. Autobiografía de un estudiante de medicina, la publica
el año del nacimiento de su hija Blanca, en 1879. La publicación
de la novela Viaje de novios (1881), según la crítica, la primera
novela naturalista española -aunque la autora lo negara- fue el año
en que nació su tercera y última hija, Carmen.
Una hepatitis la lleva al balneario de Vichy, en 1880, donde coincide con el
escritor francés Víctor Hugo y mantienen largas conversaciones
sobre literatura que le hicieron variar el rumbo de su escritura. Era una mujer
muy culta y de vigoroso talento y de 1831 a 1893 publicó la revista Nuevo
Teatro Crítico, redactada por ella en su totalidad. En 1896 viaja a París
y allí conoce a Émile Zola, Alphonse Daudet y los hermanos Goncourt;
fue también por esa época cuando leyó a los novelistas
rusos que tanto influirían en su obra. Pero, además de escritora
también tuvo una actividad social y política importante pues fue
consejera de Instrucción Pública y activista feminista, actitud
que en la actualidad se está revalorizando. Desde 1916 hasta su muerte
fue profesora de Literaturas románicas en la Universidad de Madrid, cátedra
que se creó para ella.
Obras principales
Después de La tribuna (1883), novela proletaria que tiene como protagonista
a una obrera de la Fábrica de Tabacos de La Coruña, encontró
el medio más apropiado para su naturalismo en el campo gallego, donde
sitúa la acción de su obra más típica y estimada,
Los pazos de Ulloa (1886). Historia y naturaleza, religiosidad medieval y paganismo,
violencia y sensualidad, feudalismo y barbarie, ciudad y campo son los elementos
temáticos que la novelista combina en un panorama muy bien trabado de
la vida rural gallega, en la que intervienen también factores económicos,
políticos y eclesiásticos.
La madre naturaleza (1887) es el relato de una atracción incestuosa y
prolonga algunos de los personajes de su novela anterior. Insolación
y Morriña, ambas de 1899, suponen el final de su periodo naturalista.
La influencia de la novelística rusa, planteada teóricamente en
su ensayo La revolución y la novela en Rusia (1887), queda patente en
sus novelas La quimera (1905) y La sirena negra (1908).
Su labor como crítica también fue importante. La cuestión
palpitante (1882-1883) es una colección de artículos -algunos
de los cuales ya había publicado en revistas- en los que trata de explicar
su posición ante el naturalismo y provocó un gran escándalo.
Era una mujer noble, católica y casada, y la sociedad puritana de la
época no entendía ni aprobaba que defendiera los planteamientos
de Zola pues aunque criticara las cuestiones antirreligiosas de este movimiento,
sí admitía las bases ideológicas del determinismo social
y darwinista. También fue autora de unos quinientos relatos breves.
Roussel, Nelly (1878-1922)
Librepensadora, anarquista y feminista francesa. Militó por la difusión
de las ideas neomaltusianas, favorables al uso de la anticonceptivos, y contra
la ley francesa de 1920 que prohibía el control de la natalidad y su
propaganda. Oradora de talento, dio conferencias por toda Francia exaltando
la maternidad consciente y atacando el machismo de los hombres, incluidos el
de muchos militantes de izquierdas.
Reclamó la independencia completa para las mujeres, fundada en unas nuevas
relaciones entre ambos sexos. Entre sus escritos destaca Palabras de combate
y esperanza (1919).
Stanton, Elizabeth Cady (1815-1902)
Feminista estadounidense que, junto a Susan Brownell Anthony, dirigió
la lucha por el sufragio femenino en Estados Unidos.
Elizabeth Cady nació el 12 de noviembre de 1815 en Johnstown (Nueva York)
y estudió en el Seminario Femenino Troy. Se interesó muy pronto
por los movimientos de abstinencia de bebidas alcohólicas y antiesclavistas,
y gracias a estos últimos conoció a Henry Brewster Stanton, periodista
y orador antiesclavista. Se casaron en 1840 y tuvieron siete hijos.
En 1848 Stanton y Lucretia Coffin Mott, a quien había conocido en 1840,
organizaron la primera asamblea en defensa de los derechos de la mujer en Seneca
Falls (Nueva York). Para este congreso, Stanton redactó una Declaración
de Sentimientos, en la que propuso una resolución que exigía el
derecho al voto para la mujer. Fue en este congreso donde conoció a Susan
B. Anthony. Desde 1868 hasta 1870, ambas publicaron el semanario Revolution,
en Nueva York, y en 1869 fundaron la Asociación Nacional para el Sufragio
Femenino (que a partir de 1890 se llamó Asociación Nacional para
el Sufragio de las Mujeres Estadounidenses), de la cual Stanton fue presidenta
hasta 1892. En 1888 colaboró en la fundación del Consejo Internacional
de las Mujeres. Fue coautora, junto con Anthony y Matilda Joslyn Gage, de los
tres primeros volúmenes de Historia del sufragio femenino, (6 volúmenes,
1881-1922). Stanton murió el 26 de octubre de 1902 en Nueva York.
Stone, Lucy (1818-1893)
Nacida en West Brookfield, Massachussets, en 1918. Trabajó como profesora
en la Sociedad Americana en contra de la Esclavitud. En sus clases abogó
tanto contra la esclavitud como a favor de los derechos de la mujer. Fue la
responsable de unir al movimiento a Susan B. Anthony.
Al casarse en 1855 con Henry B. Blackwell, activo militante del movimiento en
contra de la esclavitud, ambos prometieron tener derechos absolutamente iguales
en su matrimonio. En protesta contra las leyes discriminatorias, Stone mantuvo
su apellido en contra de la costumbre anglosajona de cambiarlo por el de marido.
En 1869 formó la Asociación Americana por el Sufragio de la Mujer
(American Woman Suffrage Association), menos militante que la Asociación
Nacional por el Sufragio de la Mujer (National Woman Suffrage Association) de
Elizabeth Candy Stanton y Susan B. Anthony. Su organización sólo
hizo campaña por la consecución del voto femenino, no ocupándose
de otras situaciones discriminatorias que pudiera sufrir la mujer.
Stowe, Harriet Beecher (1811-1896)
Escritora y abolicionista estadounidense, autora de La cabaña del Tío
Tom (1850-1852), una severa denuncia de la esclavitud y una de las mejores novelas
de la literatura estadounidense en su género.
Nació el 14 de junio de 1811 en Litchfield, Connecticut, hija del clérigo
liberal Lyman Beecher. Se casó con el reverendo Calvin Ellis Stowe, un
ferviente luchador contra la esclavitud. Su primer libro, El Mayflower o apuntes
de escenas y personajes entre los descendientes de los peregrinos, apareció
en 1843. Mientras vivía en Brunswick (Maine), escribió La cabaña
del Tío Tom. La novela se publicó por entregas en un periódico
abolicionista, el National Era, y en 1852 se editó como libro.
La historia por entregas no llamó especialmente la atención, pero
el éxito del libro no tuvo precedentes. En sólo cinco años
se vendieron 500.000 ejemplares en Estados Unidos y la novela se tradujo a más
de veinte idiomas. Este libro contribuyó a la cristalización de
los sentimientos militantes contra la esclavitud en el Norte y aceleró
así el desencadenamiento de la Guerra Civil. La cabaña del Tío
Tom, como la mayoría de las novelas de Stowe, posee una estructura irregular,
pero está llena de sucesos dramáticos que atrapan poderosamente
al lector. En 1853 publicó Claves a la cabaña del Tío Tom,
donde incluye una abrumadora cantidad de pruebas documentales para justificar
su ataque contra la esclavitud. Stowe volvió a la carga con Dred: Relato
del gran pantano sombrío (1856). El galanteo del ministro (1859) es la
más conocida de sus novelas románticas. También escribió
relatos y poesía religiosa. Su reputación quedó gravemente
dañada en Gran Bretaña tras publicar un artículo titulado
La auténtica historia de la vida de Lord Byron, donde afirma que el poeta
mantuvo relaciones incestuosas con su hermana.
Tristán, Flora (1803-1844)
Autora y activista francesa que escribe en su lengua natal sobre Perú;
y es también recordada por ser la abuela del pintor Paul Gauguin.
Hija de una dama francesa y del aristócrata peruano Mariano Tristán
y Moscoso, quien no la reconoció legalmente, nació en París.
Esta condición de bastarda le impidió recobrar los bienes pertenecientes
a su padre, por lo que se vio obligada a contraer apresuradamente un matrimonio
de conveniencia; esta unión se disolvió años más
tarde, a causa de los celos crónicos y malos tratos del esposo. En 1833,
visitó Perú con el fin de reclamar su herencia paterna y esclarecer
todo lo relacionado con su situación familiar, empresa que se vio frustrada
por las constantes negativas de su tío paterno Juan Pío. De regreso
a Francia, emprendió una campaña a favor de la emancipación
de la mujer, los derechos de los trabajadores y contra la pena de muerte. En
1840, publicó la Unión obrera, en donde clama por la necesidad
de los trabajadores de organizarse y aboga por su "unidad universal".
Karl Marx, refiriéndose a ella, dijo que era "una precursora de
altos ideales nobles".
Peregrinaciones de una paria (París, 1833-1834; traducida al español
en 1946) presenta, con un auténtico sabor romántico, sus impresiones
durante su viaje a Lima y Arequipa, y muestra su identificación con las
costumbres propias de ambas regiones.
Ward, Mary Augusta (1851-1920)
Novelista nacida en Australia y retornada a Gran Bretaña, y tras estudiar
en Oxford inició su carrera como periodista y novelista. Su mayor éxito
fue la novela Robert Elsmere, de alto contenido espiritual, propició
la creación de un establecimiento para los pobres de Londres. Sus últimas
novelas se basaron en temas sociales y espirituales.
Wollstonecraft, Mary (1759-1797)
Escritora y feminista inglesa nacida probablemente en Londres. En 1780 se marchó
de su casa para ganarse la vida dirigiendo con sus hermanas una escuela durante
dos años y más tarde trabajó como institutriz en Irlanda.
El moderado éxito de su primera novela, La novela de María (1788),
la llevó a establecerse en Londres, donde trabajó como profesora
y traductora. Fue miembro de un grupo de intelectuales formado por el poeta
y artista inglés William Blake, el filósofo político angloamericano
Thomas Paine, el químico inglés Joseph Priestley y el pintor y
escritor anglosuizo Henry Fuseli. En su obra más famosa, Vindicación
de los derechos de la mujer (1792), afirmó que el ideal del matrimonio
reside en la afinidad intelectual y abogó por la igualdad educativa y
de oportunidades para ambos sexos. Durante la Revolución Francesa acudió
a París, donde se enamoró del escritor y aventurero estadounidense
Gilbert Imlay. En 1794 nació su hija, y durante cierto tiempo vivieron
en Inglaterra, hasta que Imlay la abandonó y ella intentó suicidarse.
En 1797 se casó con el filósofo político William Godwin.
Murió aquel mismo año al poco tiempo de nacer su hija Mary, que
más tarde sería esposa de Percy Bysshe Shelley y escritora de
fama. Wollstonecraft también escribió Relatos originales de la
vida real (1791) y Vindicación de los derechos del hombre (1793). Su
correspondencia, Memorias de la autora de los derechos de la mujer (1798), fue
publicada por William Godwin.
Zetkin, Clara (1857-1933)
Política feminista alemana, creadora del Día Internacional de
la Mujer (8 de marzo). Zetkin (de soltera apellidada Eissner) nació en
Wiedenau (Sajonia) el 5 de julio de 1857. Mientras estudiaba para maestra en
Leipzig, se casó con un estudiante ruso, Osip Zetkin, e ingresó
en el Partido Socialdemócrata en 1881, poco antes de que fuera prohibido
por el gobierno de Otto von Bismarck. Después de pasar ocho años
exiliada en Suiza, regresó a Alemania cuando se levantó la prohibición,
en 1890, para organizar la sección femenina del partido. En 1907 ayudó
a organizar la primera conferencia internacional para mujeres, y en 1910, durante
la conferencia de mujeres socialistas celebrada en Copenhague, propuso la resolución
que convirtió al 8 de marzo en el Día Internacional de la Mujer.
A partir de 1914, año en que Alemania entró en la I Guerra Mundial,
Zetkin colaboró con su amiga Rosa Luxemburg en actividades para detener
la guerra, se unió a los espartaquistas y fue encarcelada en varias ocasiones.
En 1918 se convirtió en miembro del primer Comité Central del
Partido Comunista, y lo representó en el Reichstag desde 1920 hasta 1932,
aprovechando su última intervención para hacer un llamamiento
a la unidad contra el auge de los nacionalsocialistas (nazis). Cuando éstos
alcanzaron el poder en 1933, Clara Zetkin se exilió a la Unión
Soviética, donde murió poco después.