Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

¿Usted es rica señora?
Los vi apelotonados junto a la puerta fiambrera: Dos niños con abrigos
gastados y raídos.
-¿Tiene diarios viejos ,señora?
Yo estaba muy ocupada. Iba a decirles que no...
Pero les miré los pies. Calzaban sandalias muy livianas, empapadas por el
aguanieve.
-Pasen. Les voy a preparar una taza de cocoa caliente..
No hubo ninguna conversación. Las sandalias mojadas dejaron marcas en la
piedra del hogar.
Les serví cocoa y tostadas con mermelada, para que pudieran resistir el frío
exterior. Luego volví a la cocina, a seguir planificando los gastos
domésticos.
De pronto me llamó la atención el silencio que reinaba en la sala. Asomé la
cabeza.
La niña tenía la taza vacia en las manos y la estaba observando. El varón
preguntó, con voz inexpresiva:
-¿Usted es rica señora?
-¿Qué si soy rica? ¡No, Dios mio! -exclamé, echando un vistazo a las
harapientas fundas de los sillones.
La niña dejó la taza en el platillo, con mucho cuidado.
-Pero sus tazas hacen juego con los platos.- Su voz sonaba a vejez, a un
hambre que no estaba en el estómago.
Luego se marcharon, apretando sus atados de papeles para protegerlos del
viento. No me habian dado las gracias. No hacia falta. Me habían dado algo
mucho mejor. ¡Sencillas tazas de loza azul...pero con platitos haciendo
juego!.
Probé las papas y revolví la salsa del estofado. Estofado con papas, un
techo que me protegía y un marido con empleo seguro. Esas cosas también
hacian juego.
Aparté los sillones del fuego y limpié la sala. En la piedra del hogar se
veían aún las huellas lodosas de esas pequeñas sandalias. Las dejé allí.
Quiero verlas por si alguna vez olvido lo rica que soy.

Marion Doolan