Armando Fuentes Aguirre
El padre Soárez
charlaba con el Cristo de su iglesia.
-Señor
-le preguntó-. ¿Verdad que la tuya es la única verdadera
religión?
-No digas eso,
Soárez -lo reprendió con suavidad Jesús-. Cuando hablas
así no sólo faltas a la caridad, sino también a la
buena educación. Si un bondadoso caballero te invita a su casa,
¿te molestarás porque otros invitados llegaron por un camino
diferente al tuyo? Muchos son los invitados a mi casa, y muchos los caminos
por donde pueden llegar a ella.
-¿Te
refieres, Señor -preguntó tímidamente el padre Soárez-
a las diversas denominaciones cristianas?
-Oh, no -respondió
el Señor-. Hablo de todas las religiones. Y aun quienes no practican
ninguna son también mis invitados. Llegará a mi casa el que
haga el bien. Lo que está mal es dejar tu camino para pelear con
el que va por otro. ¿Es cristiano hacer de un hombre tu enemigo
por el solo hecho de que se dirige a mi casa por otro camino que tú?
El padre Soárez
se quedó pensando, y llegó a la conclusión de que
todos los caminos llevan mucho más allá de Roma.
¡Hasta mañana!