Para poner un plato de judías que puedan asombrar al mundo entero, se debe preparar un cocinero estudiando el asunto quince días. ¿Se pueden aplicar las salsas frías? ¿Se deben de servir en el puchero? Resolver tales dudas yo no quiero ni escribir sobre el caso tonterías. No extrañes, pues, lector, que tan mal ande el que tan regalón pasó la vida, que comiendo con gusto y con deleite se engulló casi siempre la comida sin poder distinguir, ¡lástima grande! la manteca, en los guisos, del aceite.