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Quiénes somosAl finalA Los Sonetos de mi VidaA O Recuncho do Galego
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TOMÁS DE IRIARTE.
(1750-1791)

EL GALÁN Y LA DAMA.

Cierto Galán a quien París aclama
Petimetre del gusto más extraño,
que cuarenta vestidos muda al año,
y el oro y plata sin temor derrama,
celebrando los días de su Dama,
unas hebillas estrenó de estaño,
sólo para probar con este engaño
lo seguro que estaba de su fama.
"¡Bella plata! ¡Qué brillo tan hermoso!
(dijo la Dama): ¡Viva el gusto y numen
del Petimetre, en todo primoroso!"
Y ahora digo yo: Llene un volumen
de disparates un Autor famoso
y si no le alabaren, que me emplumen.



TRES POTENCIAS BIEN EMPLEADAS
EN UN CABALLERITO DE ESTOS TIEMPOS.

Levántome a las mil, como quien soy.
Me lavo. Que me vengan a afeitar.
Traigan el chocolate, y a peinar.
Un libro... ya leí. Basta por hoy.
Si me buscan, que digan que no estoy...
Polvos... Venga el vestido verdemar...
¿Si estará ya la misa en el altar..?
¿Han puesto la berlina? Pues me voy.
Hice ya tres visitas. A comer...
Traigan barajas. Ya jugué. Perdí...
Pongan el tiro. Al campo, y a correr...
Ya doña Eulalia esperará por mí...
Dio la una. A cenar, y a recoger...
"¿Y es éste un racional?" "Dicen que sí."




MIS DESEOS

Si Dios omnipotente me mandara
de sus deseos tomar el que quisiera,
ni el oro ni la plata le pidiera,
ni imperios ni coronas deseara.
Si un sublime talento me bastara
para vivir feliz, yo le eligiera;
mas, ¡cuántos sabios referir pudiera
a quien su misma ciencia costó cara!
Yo sólo pido al Todopoderoso
propicios me conceda estos tres dones,
con que vivir en paz y ser dichoso:
un fiel amigo en todas ocasiones,
un corazón sencillo y generoso
y juicio que dirija mis acciones.




LA SEMANA ADELANTADA

Un tío enfermo y en edad anciana
casó con su sobrina (¡muy mal hecho!),
doncella alegre, joven y lozana,
pronta a cobrar el marital derecho.
Díjola el novio: "te prevengo, Juana,
pues vamos a estrenar el nupcial lecho,
que yo sólo una vez cada semana
podré servirte en algo de provecho"
Conformose la ninfa; y recibiendo
aquel tributo solitario y frío,
repetía entre sí: "peor es nada".
Mas, llamado el anciano reverendo,
le instaba humilde: "Vaya, tío mío,
siquiera una semana adelantada".




Al principio

La Palestra de Euterpe.