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SEMINARISTAS DEFENDIENDO LA FE EN LOS MEDIOS DE TRANSPORTE PUBLICO

Somos cuatro seminaristas que cursamos el primer año de filosofía: Noé Acosta Pérez, José Obed Cuellar, Alejandro Fernández Lindsey y Jaime Melchor Valdez. El 10 de noviembre de 1997, dentro de la clase de apologética, que nos imparte Martín Zavala Galván, apóstol de la Palabra, efectuamos algunos diálogos actuados; a raíz de esta experiencia nació la inquietud de presentar un diálogo en una ruta (así se les llama en Ciudad Juárez a los camiones de transporte público, n. de la r.). El diálogo que presentamos fue sobre las imágenes.

Uno de nosotros se caracterizó como testigo de Jehová, imitando a algunos de ellos que se suben a leer la Biblia y, en ocasiones, a atacar a la Iglesia Católica. Nuestro compañero Obed Cuellar lo hizo manejando citas bíblicas relacionadas con el tema, y llamando idólatras a quienes veneran imágenes e ignorantes de la Biblia por no saber que, según afirman ellos, prohibe tener imágenes. Pudimos darnos cuenta de como la gente, al no tener conocimiento exacto para refutar las afirmaciones de las sectas, reacciona de manera violenta y con agresividad; podemos afirmar que se sentían impotentes. Otro de nosotros trató de calmar el ambiente, e invitó a los pasajeros a escuchar al "hermano" para comprobarle su error. Así se hizo, y la gente se sorprendía e incluso reía al ver la reacción de nuestro compañero "protestante"; éste aceptó nuestros argumentos después de una larga discusión.

Algo que es muy importante anotar es que algunas personas reaccionan de manera muy agresiva, y el no poderlos controlar es uno de los riesgos que vimos; pero a nuestro criterio, esto no se compara con el beneficio de esta práctica, pues la gente toma conciencia de que tiene que prepararse para no ser engañada ni embaucada. Todo el diálogo duró alrededor de veinte minutos. De regreso al seminario volvimos a hacerlo, obteniendo reacciones semejantes en los pasajeros, sólo que en esta ocasión, un pasajero que se autodenominó "pentecostés", se puso a apoyar a nuestro compañero "testigo", convirtiéndose así en un diálogo real.

El sacó sus argumentos y lo refutamos correctamente, tal como nos enseñaron los apóstoles de la Palabra, hasta que llegó el momento en que comenzó a contradecirse, llegando al extremo de decir que esa era su verdad y que así era feliz, cayendo en un gravísimo error filosófico. Calificamos esta experiencia como muy positiva, sólo que si es importante apuntar que es necesario ser muy prudentes con esta práctica, teniendo presente que no se trata de ridiculizar a los no católicos, sino de fortalecer la fe de los fieles católicos y motivarlos a prepararse.


Copyright; 1998 Actividades Culturales, A:C.

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