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Alberdi y el momento clave de la Confederación Argentina

Carta enviada por el Presidente de la Confederación Argentina Justo José de Urquiza a Juan Bautista Alberdi en una misión diplomática crucial para la Nación

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Historia Argentina
Sobre la Constitución Nacional

Introducción Una lectura atenta de lo escrito sobre Juan Bautista Alberdi permite ir formulando preguntas e ir viendo qué respuestas ofrecen los distintos autores; qué dicen y qué no dicen. Y al conseguir reseñar puntualmente el origen de las ideas, este análisis podrá ir más allá de ser admirado o no. Podrá ser aceptado o rechazado. Una lectura atenta de la obra principal de Alberdi, deja entrever una idea que subyace en todos sus escritos: liberarse de todas las trabas, barreras, obstáculos e impedimentos de todo tipo, que impiden la libre comunicación, el libre intercambio y el progreso de los hombres y los pueblos. La idea es fuerte y es sólida porque es simple. Es una síntesis elaborada a partir del conocimiento del pensamiento, las Leyes, Constituciones, Códigos Civiles y de Comercio de países que lograron prosperidad para sus ciudadanos, en contraposición a pueblos que por distintos motivos, no consiguieron eliminar las barreras, trabas, limitaciones y exclusiones, que mantienen a sus ciudadanos sin la plenitud de vida de que son capaces. Juan Bautista Alberdi y la Constitución Nacional Todos nosotros vamos a pasar por esta vida, y algunos de nosotros, con la ilusión de dejar un trabajo que otros puedan retomar y continuar. Juan Bautista Alberdi vivió en nuestra Argentina en su tiempo y dejó algo para nosotros. Juan Bautista Alberdi dejó una idea clara a favor de eliminar todas las barreras, físicas o mentales, que los hombres y los pueblos por distintas razones interponen en todos los órdenes de la vida. Y una idea clara, por lo tanto, a favor del vivir en paz, de compartir los beneficios, de respeto ante las ideas o costumbres que no se comparten; con una ley presente, no para separar a los buenos y a los malos (sin que esté claro quiénes son unos y quiénes son otros) sino para que, reconociendo nuestras diferencias, vivamos tranquilos manteniéndonos todos dentro de ciertas normas y ciertos límites. En toda la vida y la obra de Alberdi, en cualquier libro suyo que abramos al azar, encontraremos palabras en favor de la concordia y la tolerancia y en contra de las exclusiones y de todo lo que lleva a la incomunicación y aislamiento de los pueblos. Como base para el progreso de las personas y de los pueblos. Para que las vidas sean más lindas y más dignas de ser vividas. De esta idea madre nacen los dos pilares de nuestra organización constitucional: el respeto de los derechos de las personas y la organización del Poder Constituído. La idea tomó cuerpo por escrito en la Constitución y en los hechos, en la organización del país, pero aunque no tuvieramos una u otra, el legado de Alberdi, imperecedero, está al alcance de todos nosotros, siempre. Plan de Trabajo Comenzaré con una brevísima semblanza de la vida de Alberdi señalando en ella y en su obra las expresiones en favor de la concordia y en contra de todo lo que frene el desarrollo y el bienestar de los individuos y los pueblos. A continuación, una idea fundamental sobre la organización de los pueblos, con una mirada de Alberdi sobre ésta. Finalmente, un repaso de los principales temas de la vida social, económica y política argentina en su época, la visión de Alberdi y la proyección de sus ideas en la Constitución Nacional hasta el día de hoy. Para este último punto, como índice de temas, voy a utilizar uno tan bueno y tan arbitrario como cualquier otro: una carta (1) que le envía el general Justo José de Urquiza a Juan Bautista Alberdi cuando estaba en misión diplomática en Europa (2), en la cual, en diecisiete párrafos, lo pone al tanto de toda la situación de la Confederación Argentina, tocando todos los temas, aprovechando cada uno de estos para mostrar el punto de vista de Alberdi e imaginarnos que tendría en mente cuando los leía. Ciertamente, en toda la historia de nuestro país, muchas veces nos apartamos de la concordia entre la gente y los pueblos del mundo, más allá de que la idea esté plasmada por escrito en la Constitución y sus reformas. Pero también es cierto que en el día de hoy, la idea de no buscarnos frenos, de liberarnos de las trabas mentales y del enemigo que vive en nosotros mismos, en fin, la idea de que la paz y la tolerancia pueden ser posibles, no es sólo una utopía. Brevísima semblanza de la vida Nació en Tucumán el 29 de Agosto de 1810 en una familia que adhirió inmediatamente a la Revolución de Mayo. Su madre, que murió a consecuencia del parto, era de una familia tradicional criolla y su padre, Salvador Alberdi, era un comerciante español y amigo de Manuel Belgrano,quien frecuentaba su casa. A los 15 años ingresó al Colegio de Ciencias Morales (fundado por éste), donde se contactó con los famosos personajes de la que luego se denominaría generación del '37: Cané, Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Echeverría, Gutiérrez, todos unidos en la misma idea de organizar el país respetando los derechos de las personas. Desde entonces y hasta los 34 años lo encontramos estudiando jurisprudencia en Buenos Aires y Córdoba, obteniendo el grado de bachiller en Derecho Civil, y en el exilio, colaborando como periodista en "El Nacional", "El grito argentino", "El iniciador" y fundando con Miguel Cané la "Revista del Plata". Lo vemos luego en Montevideo obteniendo su título de abogado, viajando a Europa y radicándose finalmente en Chile donde obtiene el título de Licenciado en Leyes y Ciencias Políticas, instalándose a trabajar con éxito y reconocimiento de su profesión. Sus tesis doctorales "Fragmentos Preliminares al Estudio del Derecho" primero y "Memoria del Congreso General Americano" van dejando ver su amplísima idea de libertad y acuerdos. Así llegamos a 1852, con el país listo para organizarse, y Juan Bautista Alberdi interviene de manera crucial y decisiva: redacta su obra cumbre "Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina", cuya segunda edición, pocos meses después, lleva añadido un proyecto de Constitución de la Confederación Argentina, guía de los Constituyentes de 1853. El general Urquiza se encarga de difundirla, y un año después la visión amplia y generosa, la idea de allanar obstáculos de Alberdi, toma cuerpo en el papel y en los hechos. En sus otras obras "Elementos del Derecho Público Provincial Argentino", "El sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina", "Grandes y pequeños hombres del Plata", "El Brasil ante la democracia de América" y "El crimen de la guerra", publicado póstumamente, encontramos por doquier referencias a las mismas ideas que guiaron su pensamiento. En su último libro, "La República Argentina consolidada en 1880 con la ciudad de Buenos Aires como capital", se congratula finalmente por la superación de la antítesis Buenos Aires - Interior, que fue un tema candente durante muchos años para todos y especialmente doloroso para él, cuando los hechos lo pusieron a trabajar en favor de una de las partes, de la Confederación, y el absoluto éxito de su misión le valió la antipatía de la otra parte, Buenos Aires, o al menos, sus hombres de mayor renombre, durante toda la vida. Tres años después fallece en París, en 1884, a la edad de 74 años. Ya pasaron 120 años, y como ya fue dicho, su ideal de tolerancia sigue intacto, aunque no siempre lo vemos plasmado en la realidad. Una idea fundamental sobre la organización de los pueblos Como lector de Rousseau, Alberdi no pudo dejar de imaginar para nuestra patria, un Contrato Social en que todos los hombres ceden una parte de sus bienes y de su poder para constituir un poder y una riqueza común, para luego obtener beneficios de ello. Pero ciertamente advirtió que el verdadero origen de todas las naciones es la conquista de un pueblo por otro, como lo destaca en la Introducción de su "Bases...". Sin entrar a juzgar más allá de lo debido esta "providencial ley de expansión" (3) y una vez que las culturas y las razas se han entremezclado, se han comunicado las ideas y creencias y se han igualado los niveles de subsistencia, comienza el trabajo de Alberdi. Un trabajo que consiste en presentar una idea de vida sin obstáculos que impiden el desarrollo de los pueblos. E incluso a veces liberarse directamente del pasado que nos mantiene atados. De alcanzar una síntesis de los principios contrapuestos que no pueden seguir luchando eternamente. En el capítulo XXXIV de Bases, en cuyo título aparece el adverbio "después": "... Política conveniente para después de dada la Constitución" lo expresa claramente: "La gloria es la plaga de nuestra pobre América del Sur. Después de haber sido el aliciente eficacísimo que nos dio por resultado la Independencia, hoy es un medio estéril de infatuación y de extravío, que no representa cosa alguna útil ni seria para el país. La nueva política debe tender a glorificar los logros industriales, a ennoblecer el trabajo, a rodear de honor las empresas de colonización, de navegación y de industria... Aspiramos todos a ser héroes y nadie se contenta con ser hombre". En cualquier orden de la vida en que haya algo que fluye y encuentra un obstáculo, este algo se acumula de un lado y escasea del otro. Removamos el obstáculo y este algo discurrirá libremente para beneficio de todos. Pongámosle nombre a este algo: población, capital, ideas, bienes y pongámosle nombre al obstáculo: barreras aduaneras, leyes exclusivas, mitos, desdén, egoísmo, miedo... y tenemos el pensamiento que Juan Bautista Alberdi nos dejó. Principales temas de la vida social, económica y política argentina en su época, la visión de Alberdi y la proyección de sus ideas hasta el día de hoy La carta (presentada sólo en sus puntos más relevantes, por razones de espacio) en la cual está basada este punto, fue escrita, como ya fue señalado, por Justo José de Urquiza, Presidente de la Confederación desde agosto de 1853 desde Paraná, establecida como capital de la Confederación, a Juan Bautista Alberdi que en esos momentos llevaba a cabo su mayor éxito diplomático.(4) "Paraná, 21 de abril de 1857. Exmo. Señor Dr. Juan B. Alberdi... Mi Distinguido amigo: Tengo el gusto de avisarle recibo de su muy interesante correspondencia, fechada 15 de Diciembre y 31 de Enero, la primera desde París y la segunda de Madrid, a la que he concedido una preferente atención... También he recibido al Sr. Lamarca... ...Aunque él debe escribiros a usted informándole detalladamente de todo lo dispuesto con motivo de diversas instrucciones y sobre la situación del país, no dejaré por eso de ocuparme de los puntos que me sean fácil abarcar en mi carta. Empezaré como informo por manifestarle la mucha consideración con que acepto sus insinuaciones, la profunda estimación que hago de su laboriosidad, que sus importantes servicios - sobre todo ésto, es visto con emoción los detalles que me ha ofrecido el Sr. Lamarca - el país no tiene una recompensa para Ud. que el honor con que se repite su nombre. De toda la gloria de la situación próspera que la República ha alcanzado, le debe a Ud. una parte. Tócame a mí declararlo siempre. Continúa un párrafo con detalles sobre las acreditaciones más convenientes ante las Cortes europeas. El documento por si sólo habla de la estimación que tenía Urquiza de la persona y los servicios diplomáticos que prestaba Alberdi en Europa. Sobre la religión... Continúa la carta diciendo: "En igual carácter se les acredita para Roma a efectos de obtener el reconocimiento de la independencia y negociar un concordato del que necesitamos para que nos dén menos trabajo los asuntos eclesiásticos... Conviene que en la negociación con SSd. nos mostremos lo menos inflexibles posible que pueda, tratando más al padre de los fieles, que atendiendo a su poder temporal. Irá la ley de erección de obispados y ordenación... Importante es la consagración de los obispos, pues en el estado de acefalía en que están las diócesis sufre el culto y las dificultades que se suscitan no dejan de alterar el orden político." La idea del Presidente de la Confederación sobre las relaciones con la Iglesia parecen claras. Tener buenas relaciones con la Iglesia favorece la tranquilidad social y política. Es de destacar también la manifestación en favor de atender más bien al poder espiritual del Papa que al poder terreno. Tengamos en cuenta en este momento, el amplísimo criterio de Alberdi en favor de la tolerancia religiosa, para que la religión no sea un obstáculo para la integración de la gente. Alberdi imaginaba europeos emigrando trayendo sus conocimientos, su tecnología su cultura de trabajo y se horrorizaba al pensar de que no pudieran hacerlo por sus creencias religiosas, al pensar que una barrera ideológica pudiera impedir la capitalización -humana, financiera, tecnológica y de todo tipo- de nuestro país. La manifestación más clara al respecto la encontramos cuando critica en "Bases...", la Constitución de Chile, que tanto admira, como a sus redactores, que le parece "superior en redacción a todas las de Sudamérica, sensatísima y profunda en cuanto a la composición del Poder Ejecutivo, es incompleta y atrasada en cuanto a los medios económicos de progreso...". Refiriéndose a los Engaña, redactores -padre e hijo- de las sucesivas Constituciones chilenas, los llama antes que nada: "hombres fuertes en teología" para luego citar las partes nefastas de la Ilustraciones a la Constitución de 1813 (antecesora de la de 1828) por Juan Egaña: "...excluyeron todo culto que no fuese el Católico, sin advertir que contrariaban mortalmente la necesidad de capital de Chile", "sin religión uniforme se formará un pueblo de comerciantes, pero no de ciudadanos", "...el progreso de la población no se consigue tanto con la gran libertad de admitir extranjeros...", "no condenemos a los hombres que no piensan como nosotros, pero no formemos con ellos una familia" (5). Más adelante en Bases dice: "Llamar (a) la raza anglosajona y las poblaciones de Alemania, de Suecia y de Suiza y negarles el ejercicio de su culto es lo mismo que no llamarla..." . Como vemos, las barreras de todo tipo, en este caso religioso son la antítesis de la idea de Alberdi. Sobre relaciones exteriores... A continuación manifiesta Urquiza en su carta: "A pesar de lo que importa la resolución de los negocios en España y Roma, yo creo necesaria su permanencia inmediata en Londres. De un modo muy reservado, le comunico que el ministro inglés con quien conservo la mayor intimidad, ha tomado alguna injerencia en los asuntos locales de Buenos Aires, en favor de la integridad nacional, y hay motivos para creer que más tarde intervendrá oficialmente. Mientras tanto ha presentado su reclamo a nombre de su gobierno contra la ley de derechos diferenciales que está deseoso a sostener a todo trance, como una cuestión de vida para el país. Muestra sumo interés en la reincorporación de Bs. As. para lo que no influirán poco las consideraciones que Ud. expone. Importa pues su presencia en Londres para vigilar la política inglesa, no sea que con informes siniestramente ingeniosos puedan cambiar de dirección y perjudicarnos. Ya se ha dado la orden a su ministro de reclamar sobre la ley aduanera sin que Ud. lo sienta." Urquiza, Alberdi y toda la Confederación se encuentran con una acuciante falta de fondos a causa de un obstáculo natural que frenó la organización nacional no menos de medio siglo: Buenos Aires es rica y el Interior es pobre, simplemente porque a los barcos que llegan con comercio de Europa les conviene descargar en Buenos Aires y volver. Ante esta situación Alberdi actúa: propone y apoya la ley de derechos diferenciales con lo cual rompe esa barrera y el comercio fluye hacia la Confederación. Ya sea que haya servido para "romper una estructura económica que beneficiaba a Buenos Aires" (6) o que no haya servido "pese a lo creido por Alberdi desde Francia cuando la aconsejó" (7) lo cierto es que nos da una muestra más de la idea irrenunciable de Juan Bautista Alberdi sostenida a todo trance. Gobernar es poblar Cerca del saludo final, expone Urquiza en su carta: "La paz en la Confederación y el Imperio de las leyes que se ha dado no sufrirá en general: asegúrelo usted en europa con toda su fe. El Comercio y Población extranjera tienen bien garantidas sus conquistas industriales en el país" Desde la frase más famosa, la del capítulo XXXI de Bases: "Gobernar es poblar" hasta una multitud de manifestaciones más, donde vuelve una y otra vez sobre la idea de entremezclar nuestro pueblo con gente de Europa que aporte la cultura del trabajo, Alberdi proclama la ilusión de llenar aquel gran país por estensión pero con menos de un millón de habitantes con un pueblo próspero. De ningún modo reemplazando nuestra civilización por aquella, sino dejándolas confluir y vivir con plenos derechos ciudadanos. "Ellos (Mitre y Sarmiento) quieren reemplazar los caudillos de poncho por los caudillos de frac... la democracia que es democracia por la democracia que es oligarquía" (8) De todos modos, más allá de estas polémicas que quizás tenían motivos personales o pasionales, mucho más de lo que pensamos, aparece clara la idea de una organización nacional basada en la remoción de obstáculos de todo tipo que frenen el desarrollo y la vida plena de las personas. "Esos medios deben figurar hoy a la cabeza de nuestras constituciones. Así como antes colocábamos la independencia, la libertad, el culto, hoy debemos poner la inmigración libre, la libertad de comercio, los caminos de fierro, la industria sin trabas, no en lugar de aquellos grandes principios, sino como medios esenciales de conseguir que dejen ellos de ser palabras y se vuelvan realidades" (9). Notas y Bibliografía (1) Se trata de una carta original, ex archivo Alberdi - R.Cruz (particular), adquirida para la Biblioteca en nuestro Colegio (Juan Bautista Alberdi, de Castelar), para un estudio interdisciplinario realizado con motivo de los 150 años de la Constitución Nacional. A favor de la pertinencia de usar este documento, podemos destacar las figuras tanto Urquiza como Alberdi, artífices de la organización de nuestro país, y el momento en fue cursada, cuando nuestro país recién organizado, buscaba su reconocimiento en Europa. (2) "Juan Bautista Alberdi fue nombrado representante diplomático en Europa con el objeto de hacer reconocer la legitimidad del gobierno de Paraná frente a las gestiones paralelas llevadas a cabo por el Estado de Buenos Aires. Alberdi logró el reconocimiento..." A-Z Historia 3er. Curso. Ed. A-Z Bs.As.10ma. ed. 1993, pag.114 (3) Juan Bautista Alberdi. "Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina"Ed. Ciudad Argentina. Bs.As. 1998. Introducción, pag. 11. (4) Samuel Guy Inman para Collier's Encyclopedia. The Crowell-Collier Publishing Company. EE.UU. 1965 "His only political sucess was a diplomatic mission to Europe, by wich he secured the belated acknowledgment by Spain of his country's independence and the recognition of Gen. Justo José de Urquiza's government as the legitimate government of the newly organized Argentine Federation" (5) Juan Bautista Alberdi. Bases... op.cit. pag 27. Capítulo IV "La Constitución de Chile. Defectos que hacen peligrosa su imitación" pag. 27. (6) Varios autores. "La Argentina. Un lugar para pensar". Ed. Kapeluz. Bs.As. 1996. "Las leyes de derechos diferenciales" pag. 210. (7) Exequiel Ortega. "Como fue la Argentina 1516-1972" Ed. Plus Ultra. Bs.As. 1975. pag. 235. (8) Juan Bautista Alberdi. "Grandes y Pequeños hombres del Plata" Ed. Fernandez Blanco. Bs.As. 1962, citado por "Cuadernos para la otra Historia" Nro.13. Norberto Galasso. Ctro.Cult.E.S.Discépolo. Bs.As. 2000. (9) Juan Bautista Alberdi. "Bases" op.cit. Capítulo X: Cuál debe ser el espíritu del nuevo derecho constitucional en Sudamérica. página 42/43. Población extranjera: "Sin la cooperación de esa raza (anglosajona), es imposible aclimatar la libertad y el progreso material en ninguna parte. Crucemos con ella nuestro pueblo oriental y poético de origen, y le daremos la aptitud del progreso y la libertad práctica, sin que pierda su tipo, su idioma, ni su nacionalidad" Página 181 capítulo XXXII - Continuación del mismo objeto. Sin nueva población es imposible el nuevo régimen. Política contra el desierto, actual enemigo de América. "... suponer que la República Argentina se compusiese de hombres como yo, es decir de 800 mil abogados que saben hacer libros. Esa sería la peor población que pudiera tener. Los abogados no servimos para hacer caminos de hierro, para hacer navegables y navegar los ríos, para explotar las minas, para labrar los campos, para colonizar los desiertos" "es un error infelicísimo el creer que la instrucción primaria o universitaria sean lo que pueda dar a nuestro pueblo la aptitud del progreso material y de las prácticas de libertad" "La cuestión argentina de hoy es la cuestión de América del Sur, a saber: buscar un sistema de organización conveniente para obtener la población de sus desiertos con pobladores capaces de industria y libertad, para educar sus pueblos, no en las ciencias, no en la astronomía - eso es ridículo por anticipado y prematuro - sino en la industria y en la libertad práctica." "... no echando a Europa de este suelo sino trayéndola... " página 182 Capítulo XXXI - Gobernar es poblar página 66 Ley generosa en vez de ley del terror Esos medios deben figurar hoy a la cabeza de nuestras constituciones. Así como antes colocábamos la independencia, la libertad, el culto, hoy debemos poner la inmigración libre, la libertad de comercio, los caminos de fierro, la industria sin trabas, no en lugar de aquellos grandes principios, sino como medios esenciales de conseguir que dejen ellos de ser palabras y se vuelvan realidades. página 42/43 del capítulo X Cuál debe ser el espíritu del nuevo derecho constitucional en Sudamérica. ***************************************************** Paraná, 21 de abril de 1857 Exmo. Señor Dr. Juan B. Alberdi S.S.S. Mi Distinguido amigo Tengo el gusto de avisarle recibo de su muy interesante correspondencia, fechada 15 de Diciembre y 31 de Enero,la primera desde París y la segunda de Madrid, a la que he concedido una preferente atención. También ehe recibido al Sr. Lamarca, joven que me ha parecido merecedor de todos los conceptos que que usted me lo recomienda y lo he oído larga y atenciosamente sobre cada uno de los puntos de sus instrucciones. Aunque él debe escribiros a usted informándole detalladamente de todo lo dispuesto con motivo de diversas instrucciones y sobre la situación del país, no dejaré por eso de ocuparme de los puntos que me .... en mi carta. Empezaré como informo por manifestarle la mucha consideración con que acepto sus insinuaciones, la profunda estimación que hago de su laboriosidad, que sus importantes servicios - sobre todo ésto, es visto con emoción los detalles que me ha ofrecido el Sr. Lamarca - el país no tiene una recompensa para Ud. que el honor con que se repite su nombre. De toda la gloria de la situación próspera que la República ha alcanzado, le debe a Ud. una parte. Tócame a mí declararlo siempre. Sin duda, fue un descuido del ministro anterior no haber extendido a España su credencial de ministro plenipotenciario, cuando sin duda era inconveniente............... en ese carácter en Francia e Inglaterra, y dejar en el carácter de simple encargado de negocios al t........ que iba a la madre patria nada menos que a negociar el tratado importante sobre el reconocimiento de la independencia. He hecho que se corrija esto, ordenando ........... le despaches por este paquete la credencial de ministro plenipotenciario y ministro extraordinario...................... de la corte de Madrid para que Ud. haga uso de ella cuando lo crea oportuno. En igual carácter se les acredita para Roma a efectos de obtener el reconocimiento de la independencia y negociar un concordato del que necesitamos para que nos dén menos trabajo los asuntos eclesiásticos. El ministro detallará a Ud. unas instrucciones. Conviene que en la negociación con SSd. nos mostremos lo menos inflexibles posible que pueda, tratando más al padre de los fieles, que atendiendo a su poder temporal. Irá la lei de erección de obispados y ordenación, cuyo documento extraña Ud. no lo haya recibido a tiempo. Importante es la consagración de los obispos, pues en el estado de acefalía en que están las diócesis sufre el culto y las dificultades que se suscitan no dejan de alterar el orden político. A pesar de lo que importa la resolución de los negocios en España y Roma, yo creo necesaria su permanencia inmediata en Londres. De un modo muy reservado, le comunico que el ministro inglés con quien conservo la mayor intimidad, ha tomado alguna injerencia en los asuntos locales de Buenos Aires, en favor de la integridad nacional, y hay motivos para creer que más tarde intervendrá oficialmente. Mientras tanto ha presentado su reclamo a nombre de su gobierno contra la ley de derechos diferenciales que está deseoso a sostener a todo trance, como una cuestión de vida para el país. Muestra sumo interés en la reincorporación de Bs. As. para lo que no influirán poco las consideraciones que Ud. expone. Importa pues su presencia en Londres para vigilar la política inglesa, no sea que con informes siniestramente inge....... puedan cambiar de dirección y perjudicarnos. Ya se ha dado la orden a su ministro de reclamar sobre la ley aduanera sin que Ud. lo ............... ******* El triunfo en las elecciones de Bs. As. del mismo círculo que ha perpetrado la disidencia, haría infructuosos y tal vez peligrosos los esfuerzos de la diplomacia mal dirigidos, aún en sentido de los intereses nacionales. La Confederación no puede sacrificar al interés de la integridad, muy alto sin duda, ninguna de las condiciones de la estabilidad y firmeza de las instituciones que se han dado y que puedan la situación próspera que ha alcanzado. Pude importar como hasta aquí a la paz de la República .......... al tiempo todavía la solución de la cuestión nacional atrayéndola por los ............ indirectos que lejos de perjudicar los intereses generales resulten en provecho de las localidades que su sistema de predominio y monopolio habían agobiado tantos años y .......... a un estado desigual y desgraciado. En cuanto a lo demás, Ud. decía estar seguro que ............ de ............ con energía la marcha adoptada, y los ministros extranjeros por la comprensión ya. He hecho de sus cartas e instrucciones las recomendaciones necesarias al ministerio. Comprendo perfectamente que la carencia de recursos puede debilitar la acción de esa legación que tantos servicios debe prestar, y que es llamada a ............ toda nuestra influencia en Europa. Comprendo toda la importancia de las publicaciones que den a conocer en Europa nuestras cosas y abogar por nuestros intereses y estoy dispuesto a todo esfuerzo en este sentido. Por este paquete se le mandan entregar 8000 y tantos pesos que importa la liquidación de su haber hasta el 31 de diciembre, cantidad que existe en poder de Buschenthal, mientras que al Sr. Lamarca se le entregan 4000, adelanto de seis meses de sueldos (manito dibujada). Además queda Ud. autorizado para girar contra el tesoro por aquellas urgencias imprevistas, con la calidad de que sus giros serán cubiertos por mí particularmente, si el erario no tuviese en aquel momento con qué cubrirlos (todo entre paréntesis con la manito dibujada). Mr. Stone me envía hace tiempo importantes publicaciones y últimamente me ha remitido un cajón,libros y más. Deseo que usted se lo agradezca a mi nombre. Es nombrado Consul General pero yo quisiera que usted me indicase la maneracomo yo podría manifestarle el aprecio que hago de sus trabajos y de las simpatías que le merece nuestro país y sus actuales instituciones. El Sr. Almirante Greenfell a quien debo amistad y que usted conoce por la figura que hizo en el Imperio en la guerra a Rosas me recomienda a su yerno M. E. Iñigo (?) para cónsulgeneral en parís. Aunque he dedicado ... a esa solicitud, no conozco el compromiso que pueda existir con el actual y si importa conservarlo. Usted se servirá informarme. He nombrado Ministro interino de Hacienda al Dr. Bedoya uno de los corifeos más decisivos en la cuestión de la ley de derechos diferenciales. Es muy conocedor de nuestras aduanas y hombre muy laborioso y activo. Algunas nuevas han tenido lugar en la Confederación que pueden ser siniestramente desfigurados en el exterior. Por ejemplo, una tentativa de revolución que últimamente tuvo lugar en Santa Fe. Un partido de oposición local invocando el nombre de la Autoridad Nacional, único medio de hallar prosélitos, intentó sublevar al Rosario para derrocar al gobernante de Santa Fe, pero en el acto fue disuelto a la influencia de la autoridad federal. Todo queda en este momento plenamente tranquilo y una política generosa sucede a la alarma producida por la revuelta. Por supuesto que es imposible obtener que acaben las aspiraciones personales y que se lleven alguna vez a efecto, pero es tal el prestigio de la Autoridad nacional que su voz basta para disolver las pequeñas tormentas que se arman como rezagos de las época procelosa que ya pasó. No se arraigan en un país tan malpreparado las instituciones en un día, de modo que no sufran ningún ligero vaivén, pero usted esté seguro que elpoder con que cuento para sostener nuestra estabilidad política no tiene rival en estos países y es absolutamente incontrastable. La paz en la Confederación y el Imperio de las leyes que se ha dadono sufrirá en general: asegúrelo usted en europa con toda su fe. El Comercio y Población extranjera tienen bien garantidas sus conquistas industriales en el país. Esta es una ocasión más muy grata para mí de ofrecer a usted el distinguido aprecio con que ... Su afectísimo amigo. Justo José de Urquiza P.D. Aunque es una importunidad que debería causarle,le ruego me haga elfavor de hacerme una provisión de papel, sobres y demás útiles para mi secretaría particular, es decir para mi uso. El importe será inmediatamente entregado a su orden contra mi aquí o puerto de Europa. Discúlpeme y ordéneme con igual franqueza. ********************* ********************* ***************************************** WEB Juan Bautista Alberdi Jurista, sociólogo y publicista a .a Nació en Tucumán el 29 de agosto de 1810. Murió en París (Francia) el 19 de junio de 1884. Nacido en al año fundamental de 1810, Juan B. Alberdi es considerado uno de los más importantes publicistas argentinos del siglo pasado y el "Padre de la Constitución Nacional Argentina". Su figura es, quizás, parangonable con la de Domingo Sarmiento (con quien Alberdi mantuvo enconadas polémicas) respecto de la prédica y el tesón que ambos pusieron al establecer los fundamentos sociales, políticos y culturales de la Nación. Hijo de un comerciante español y una patricia tucumana, doña Josefa Aráoz y Balderrama, (que tenía un lejano parentesco con San Ignacio de Loyola), Alberdi reconoce el dolor como primera sensación vital. "Mi madre –diría- había dejado de existir con ocasión y por causa de mi nacimiento. Puedo así decir como Rousseau, que mi nacimiento fue mi primera desgracia." Formado en un hogar que había apoyado fervientemente la Revolución, su primer contacto con la historia grande del país será a través de Belgrano, quien frecuentaba el hogar de los Alberdi. Juan Bautista reconocerá en el gran militar un padrino, y dedicará numerosas páginas a defender ante la historia la figura del Creador de la Bandera. Esta defensa lo llevará a polemizar con Mitre, y ganarse la enemistad de Sarmiento: "Si Mitre se ha parado sobre la estatua de Belgrano para hacerse visible, Sarmiento se para encima de Mitre, o sobre los dos, con la misma mira –expresará-, y para recomendarse a sí mismos, sus hechos, su época, rebajan a Belgrano, lo presentan como su inferior, por el lado de sus pretendidos defectos. En lugar de elevarse a las virtudes de Belgrano, imitando su modestia, rebajan al héroe a su nivel de ellos, critican sus faltas, publican sus procesos, hablan de sus flaquezas y defectos, para mostrarse ellos superiores en saber militar, en política, en energía de hombres de Estado." Bajo la influencia de Belgrano, y por el apoyo del Gobernador tucumano Heredia, quien lo encomendó al caudillo Facundo Quiroga para que estimulara su afición al estudio, Alberdi estudió inicialmente en el Colegio de Ciencias Morales de Buenos Aires (que Belgrano había creado), aunque no terminó los cursos, que abandonó en 1824. Por esa época, la música y las amistades pesaron para él más que una carrera y la búsqueda de una profesión. Sin embargo, no tardaría mucho en decidirse por los estudios del derecho, y hacia 1840 recibió su diploma de Abogado en Montevideo. De estos tiempos de juventud, Alberdi recordaría su amistad con Miguel Cané, Marco Avellaneda, Esteban Echeverría y Juan María Gutiérrez, amigos que, según sus apuntes biográficos, dejarían una impronta decidida en su persona y sus escritos, y con quienes formaría la Asociación de Mayo. A pesar de estos estudios (los de Montevideo, de discutible calidad), Alberdi puede ser considerado un autodidacta. Recordaba de su juventud las lecturas de Rousseau, Bacón, Buffon, Montesquieu, Kant, Adam Smith, Hamilton, Donoso Cortés, etc. Serían las obras de Rousseau (El Contrato Social, especialmente) y El Federalista de Hamilton, las que más influirían en él posteriormente. De manera consecuente con esta formación, rechazó con vehemencia la mediocridad de la Academia de Derecho de Buenos Aires, cuyos cargos docentes estaban ocupados por españoles de dudosa calidad académica. Entonces, decidió que haría los estudios por propia cuenta, sin tutores ni maestros. En 1940 partió hacia Europa, donde residiría por poco tiempo. Volvió a América en 1843 y se asentó en Valparaíso (Chile) donde ejerció la abogacía con éxito profesional, ganando un alto prestigio entre la sociedad local. Para esa época publicaría su primera obra importante: Fragmento preliminar al estudio del Derecho, tesis doctoral publicada en Buenos Aires en 1837 y que puede considerarse como la primera del corriente historicismo de la literatura jurídica argentina, superada de la doctrina clásica que concebía al sistema de leyes como inmutable. El historicismo, por contrario, consideraba al sistema jurídico como un elemento dinámico y continuamente progresivo de la vida social. En Chile, además, publica una memoria llamada Sobre la conveniencia y objetos de un Congreso General Americano. En esta obra, la tesis de reválida de su título de abogado, expresa Alberdi que "la causa de América es la de su población, la de su riqueza, de su marina, de su industria y comercio." Propugna, además, la unión americana, a través de diversas herramientas administrativas y jurídicas, por ejemplo, la unión aduanera. Otras obras de este período son Ejecuciones y quiebras en Chile y La Magistratura y sus atribuciones. En estos años, Alberdi hizo las veces de periodista escribiendo numerosos artículos costumbristas con el seudónimo de "Figarillo". Luego de una breve estadía en la Argentina, comenzó en 1838 un exilio voluntario en Montevideo, con motivo de su decisión de no jurar adhesión al régimen federal. Será en Uruguay donde comience la redacción de una obra sobre derecho público, materia prácticamente ausente en el país y fundamental, según Alberdi, para la constitución de las normas rectoras de la sociedad nacional. Para eso, estudiará la historia, el derecho, la política y la economía de Estados Unidos e Inglaterra, con atención especial a la evolución de las instituciones jurídicas a lo largo de la historia. En 1852 publica las Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, el tratado más importante de derecho público americano y que sería elogiado entusiastamente por los más distinguidos publicistas de todo el mundo. Las Bases, notoriamente influidas por el derecho constitucional norteamericano, serán el esqueleto de la Constitución Nacional Argentina, nacida en 1853 y cuyos hacedores leyeron y releyeron la obra de Alberdi. Tanto que la segunda edición de las Bases, de setiembre de 1852, serán ampliadas con un proyecto de Constitución Nacional, que los constituyentes de Santa Fe usarán como modelo un año más tarde. En manos del General Urquiza, las Bases se distribuyeron rápidamente por todo el país. De modo manifiesto, interpretaron el anhelo generalizado de organización nacional del pueblo argentino y sirvieron para que la Confederación estableciera una estructura institucional que cohesionara a las provincias. Excepto Buenos Aires, que adheriría al nuevo sistema jurídico recién en 1860, las Bases fueron aclamadas por intelectuales, políticos y juristas de todo el país. Poco tiempo después, Alberdi publicó Elementos de derecho público provincial para la República Argentina, que sería el complemento de las Bases y que marcarían el establecimiento definitivo del derecho público nacional. Encomendado por Urquiza, Alberdi viajó a Europa en misión diplomática. Su cometido era evitar que las naciones europeas reconocieran a Buenos Aires como nación independiente. La tarea, cumplida con éxito por Alberdi, le permitió al jurista argentino, sin embargo, entrevistarse con las personalidades más destacadas de la época, como el Emperador Napoleón III, el Papa Pío IX y la Reina Victoria de Inglaterra y dio ocasión al odio irrestricto de los porteños y sus más importantes representantes, como Mitre y Sarmiento, hacia su persona. Cuando Mitre se hizo del poder, decretó la caducidad de todos los mandatos diplomáticos en Europa, y dio oportunidad a que Sarmiento publicara en "El Nacional" acerca de la misión de Alberdi, que "había prostituido en las antesalas de los reyes los principios republicanos, poniendo en ridículo a la República Argentina." Regresó al país en 1878, cuando Tucumán lo eligió diputado nacional. Para entonces, habían pasado 14 años de su labor diplomática, y los tiempos políticos habían cambiado. Tanto, que el mismísimo Sarmiento envió a su secretario personal a recibir al ilustre publicista al puerto, para darle la bienvenida. En el Congreso, al día siguiente, Alberdi y Sarmiento se estrecharon en un abrazo. El odio de Mitre aún no había mermado, sin embargo, y en 1880, cuando el presidente Roca solicitó al Congreso la edición de las obras de Alberdi, desde "La Nación" Mitre comenzó nuevamente la guerra. Los mitristas negaron también a Roca el acuerdo para nombrar a Alberdi representante diplomático en París. Estos hechos lo empujaron a abandonar nuevamente la Patria. Marchó a París, con el cargo de Comisario de Inmigración otorgado por el gobierno, pero sin fuerzas, ni recursos. Falleció en un suburbio parisino el 19 de junio de 1884. a Bibliografía Links relacionados Página principal http://www.argiropolis.com.ar/ameghino/biografias/alber.htm ******************************************************************************** Juan Bautista Alberdi El conocimiento de la filosofía política y de la cultura anglosajona en general inspiró las concepciones liberales de Juan Bautista Alberdi, cuya obra influyó en la elaboración de la constitución argentina de 1853. Juan Bautista Alberdi nació en San Miguel de Tucumán en 1810. Afiliado desde muy joven al Partido Liberal, en sus numerosos escritos analizó la estructura económica y social de su país, criticando la situación de atraso que había creado la colonización española y defendiendo la industrialización intensiva como única forma posible de progreso. Según Alberdi, la clase capaz de llevar a cabo esa industrialización, la burguesía, no existía en la Argentina, por lo que consideraba imprescindible la inmigración europea. Alberdi fue durante algún tiempo figura central de la vida política argentina. En la década de 1850 desempeñó tareas diplomáticas en París, Madrid, Washington y Londres. Posteriormente se retiró de la actividad pública y se dedicó a escribir. Durante muchos años vivió en Chile y Europa. Murió en París en 1884. De su extensa producción literaria cabe destacar Bases y punto de partida para la organización política de la República Argentina (1852). El crimen de la guerra (publicada póstumamente en 1915) y La República Argentina consolidada en 1880 con la ciudad de Buenos Aires por capital (1811). Fuente:Enciclopedia Hispánica Volumen 1 - Pág. 143 Encyclopdia Britannica Publishers, Inc. 1991-1992 Sarmiento: sarmiento@clarin.com.ar http://www.clarin.com/diario/especiales/sarmiento/htm/biogra/alberdi.htm *************************************************** Juan Bautista Alberdi "Reacción contra el españolismo" La habitud de hacerlo todo en nuestro país, por algún motivo personal, hace que se atribuya uno semejante a la reacción contra el españolismo, que desde algún tiempo sostenemos en el interés puro del progreso nacional. No son pocas las violencias que esta lucha nos cuesta; pero profesamos que donde no hay sacrificio tampoco hay patriotismo. No es una cosa tan agradable atacar las costumbres de nuestros mismos padres, de nuestros mismos amigos, de nosotros mismos; pero si en estas consideraciones se hubiesen detenido los que comenzaron la revolución americana, tampoco seríamos hoy independientes y republicanos. Muchos de nosotros tenemos padres españoles cuya memoria veneramos. Tratamos españoles dignos, que nos llenan de honor con su amistad. Frecuentamos escritores a quienes debemos más de una idea. Pero todo esto no nos estorba el conocer que el mayor obstáculo al progreso del nuevo régimen es el cúmulo de fragmentos que quedan todavía del viejo. Para nosotros, el período español y el período tiránico son idénticos, y en el mismo día de Mayo han caducado de derecho. Profesamos que el despotismo, como la libertad, reside en las costumbres de los pueblos, y no en los códigos escritos. Una carta constitucional que declarase hoy esclava a la Inglaterra sería tan nula como otra que declarase libre a la España; porque la libertad de la Inglaterra vive en sus costumbres, como la esclavitud española vive en las costumbres de los españoles. Quien dice costumbres dice ideas, caracteres, creencias, habitudes. Si pues en las ideas, en el carácter, en las creencias, y habitudes de nuestros habitantes, habían consignado los españoles el régimen colonial, es evidente que aun conservamos infinitos restos del régimen colonial, pues que conservamos infinitas ideas, caracteres, creencias y habitudes españolas, ya que los españoles nos habían dado el despotismo en sus costumbres obscuras y miserables. Es pues bajo la síntesis general de españolismo, que nosotros comprendemos todo lo que es retrógrado, porque, en efecto no tenemos hoy una idea, una habitud, una tendencia retrógrada que no sea de origen español. Hemos pues podido establecer por tesis general, que el españolismo es la esclavitud. Y que no se apele a la vulgar letanía, que todos los pueblos tienen de bueno y de malo, de viejo y de nuevo. Es tan excepcional y tan raro lo que la España cuenta todavía de nuevo y progresivo, que en nada altera todo ello la generalidad de nuestra tesis. ¿Y no es la España misma la que proclama hoy todas estas verdades, la que se agita por arrojar su antigua condición, por dejar de ser lo que era, por transformarse en otra nación nueva y diferente? ¡La misma España persigue a la España; y se nos hace un delito a nosotros de que la persigamos! ¡La joven España, la hermana nuestra, porque venimos de un mismo siglo, se burla de la España vieja, la madrastra nuestra: ¿y nosotros no tenemos el derecho de burlarla ? "Solamente el tiempo, dice Larra, las instituciones, el olvido completo de nuestras costumbres antiguas" —esas que nosotros también queremos y debemos olvidar—, "pueden variar nuestro obscuro carácter. ¡Qué tiene esto de particular en un país, en que le ha formado tal una larga sucesión de siglos en que se creía que el hombre vivía para hacer penitencia! ¡Qué, después de tantos años de gobierno inquisitorial! Después de tan larga esclavitud es difícil saber ser libre. Deseamos serlo, lo repetimos a cada momento; sin embargo, lo seremos de derecho mucho tiempo antes de que reine en nuestras costumbres, en nuestras ideas, en nuestro modo de ver y de vivir la verdadera libertad. Y las costumbres no se varían en un día, desgraciadamente, ni con un decreto; y más desgraciadamente aún, un pueblo no es verdaderamente libre, mientras que la libertad no está arraigada en sus costumbres, o identificada con ellas" (Fígaro, "Jardínes públicos"). Pero nuestros publicistas no han pensado a este respecto como Montesquieu, como Tocqueville, como Larra, sino que lo han esperado de las constituciones escritas. Se han escrito muchas y no tenemos ninguna. Podemos pues continuar despreciando las costumbres, es decir, las ideas, las creencias, las habitudes. ¿ Qué tienen que ver ellas con la constitución de los pueblos? La Moda, 14 de abril de 1838. Obras completas, T. 1 (Buenos Aires: la Tribuna Nacional Bolívar, 1886). © José Luis Gómez-Martínez Nota: Esta versión electrónica se provee únicamente con fines educativos. Cualquier reproducción destinada a otros fines, deberá obtener los permisos que en cada caso correspondan. jlgomez@ensayo.rom.uga.edu http://ensayo.rom.uga.edu/antologia/XIXA/alberdi/alberdi3.htm ********************************************************** Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina - Juan Bautista Alberdi(1810 - 1884) Muy probablemente nadie como Juan Bautista Alberdi, hijo de un comerciante español y una patricia tucumana, nacido en Tucumán el 29 de agosto de 1810 y fallecido en París el 19 de junio de 1884, ha trabajado más, para que nuestro país tenga la mejor constitución posible, entendiendo como tal, aquella que protegiendo la libertad conduzca el crecimiento. Alberdi nutrido en las lecturas de Rousseau, Bacón, Montesquieu, Kant y Adan Smith, con su obra "Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina", que ha cumplido el 1° de mayo de 2002, 150 años desde su publicación, estableció los cimientos de la organización nacional. Estremece la actualidad de sus ideas, tanto en el campo del diagnóstico como en el de las propuestas, no sólo por la similitud con la problemática presente, sino por encontrarse las principales dificultes aún no resueltas. Pone tanto o más énfasis en la ejecución que en la mera declaración. Eramos, después de independizarnos de España, presuntamente "independientes", pero esclavos de situaciones y remedios anteriores, sin ninguna perspectiva de futuro. Tan esclavos como lo somos hoy al pretender salir de una profunda crisis, con ideas que fracasaron en la época de la colonia. Tan esclavos como para temer la libertad de comercio. Tan esclavos como para copiar mal y a destiempo. Tan esclavos como para encerrarnos en lugar de globalizarnos. Tan esclavos como para mirar "de mal ojo" -al decir de Alberdi- el lujo y el éxito. Clama obsesivamente en su obra, por lo más necesario en su época, población, como hoy clamamos por capitales. Se desvive su pluma, por lograr el abandono de la fobia al extranjero, que aún perdura. Por darle estabilidad jurídica a los inversores, tanto nacionales como extranjeros. Por proteger a los ciudadanos de las políticas erráticas de los gobiernos. Por evitar que el Congreso al reglamentar u organizar el ejercicio de las garantías constitucionales "las disminuya, restrinja o adultere". Su prosa, realista hasta la crudeza, está exenta de cualquier atisbo de demagogia, identificando con precisión los frenos culturales del crecimiento económico. Este sitio contiene una reproducción textual de las "Bases...". Algunas páginas son algo largas, producto de haber respetado la división original en capítulos, lo que puede atentar contra su diseño. Pero como ha dicho el prestigioso Míc Miller, "hay situaciones en las que páginas muy largas de texto, son aceptables para la mayoría de quienes la usan, especialmente si el tema tratado es cubierto totalmente y es autorizada la impresión". Si son de su interés los temas económicos, puede visitar nuestro otro sitios, Alberto Paronetto on the Web, donde podrá encontrar escritos sobre economía, un programa de premios para sitios en la Web y una lista de algunos recursos, que lo ayudarán a investigar y conocer acerca economía y El Dinero. © Copyright 2002 Alberto Juan Paronetto and its licensors. All rights reserved. http://www.geocities.com/a_paronetto/index3.htm ********************************************************** Juan Bautista Alberdi Nació en Tucumán el 20 de agosto de 1810; una placa colocada en la respectiva casa recuerda hoy el acontecimiento. Era hijo del comerciante vizcaíno don Salvador Alberdi, entusiasta lector de Rousseau y amigo de Belgrano, quién más de una vez sentó al niño sobre sus rodillas. La madre, doña Josefa Aráoz, pertenecía a una antigua familia criolla. Trasladado a Buenos Aires, estudia en el Colegio de Ciencias Morales; interrumpe los estudios y trabaja en la tienda de Maldes, pero vuelve después al Colegio, donde lo cautiva la música, que es el primero de sus amores. En la Universidad porteña acredita sobresalientes aptitudes en filosofía. Cursa derecho en Buenos Aires y en Córdoba; termina la carrera en 1838. Sus primeros trabajos de publicista se refieren a la música (1832). En 1837 edita su Fragmento preliminar al estudio del derecho, donde ya se hace presente una mentalidad fuerte. En 1837 dirige La Moda, ágil periódico de aguda crítica y amigo de la música, arte al que Alberdi brinda varias composiciones. Actúa brillantemente en el Salón Literario y en la Asociación de Mayo y, a fines de 1838, emigra a Montevideo, por propia voluntad, según declara. En la vecina orilla ejerce el derecho y el periodismo; interviene en la redacción de varios periódicos y es secretario de Lavalle, hasta que se separa de él por disentir en cuanto al rumbo a imprimirse al ejército. En 1834 se embarca en el Edén, en compañía de su fraternal amigo don Juan María Gutiérrez; visitan el viejo continente. A bordo escribe un poema en prosa, puesto en verso por Gutiérrez. 1844 retorna a América; desde Río de Janeiro va directamente a Chile. Allí abre estudio de abogado; pronto se convierte en el más acreditado jurisconsulto de Valparaíso. En Chile cumbe también su fama de escritor. Sostiene con la pluma al presidente de la República, general Bulnes. En ése período su trabajo de más vuelo es Memoria sobre el Congreso General Americano (1884), donde apuntan ideas proféticas. Cuando Rosas cae, se apresura a escribir un libro orientador: Las Bases (mayo de 1852), ampliadas en la 2a edición (julio del mismo año). Es su obra cumbre, identificada, identificada, con el texto y espíritu de la Constitución nacional, que inspirara traduciendo magistralmente el ideario de los emigrados, genuina continuación del sustentado por la generación de Mayo. Sostiene la célebre polémica con Sarmiento. Da a luz los Elemento del Derecho Público Provincial (1853) y Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina (1854), obra de gran valor. Durante siete años (1855-1862) es diplomático viajero: representa a la Confederación ante varios gobiernos europeos y los Estados Unidos. Obtiene el reconocimiento de nuestra independencia por España. Al reorganizarse los poderes de la República es separado del cargo, medida que le entristece y le amarga sobremanera. Desde entonces renueva, en todas formas, enconados ataques contra Mitre y Sarmiento. Elegido diputado por Tucumán al Congreso Nacional, vuelve a la patria al año siguiente, tras de cuarenta años de ausencia: ausencia que, por lo prolongada, le hace daño y agría su carácter y, a ratos, la visión de nuestras cosas. Se le atributa una recepción muy emotiva y se reconcilia con sus habituales adversarios. Asiste a los agitados sucesos del 80. Septuagenario, con la rapidez de la juventud (apenas en cuatro semanas), compone su libro: La República Argentina consolidada en 1880. En sus páginas saluda la unidad definitiva que acaba de conseguirse con la federalización de Buenos Aires. El anciano pierde a esas alturas sus energías polémicas y, ante nuevos ataques de que es objeto, con motivo de su proyectada designación de ministro diplomático y de la edición oficial de sus Obras, resuelve volver a su apacible rincón de Francia. Sus últimos años son muy penosos; para vivir acepta el cargo de comisario argentino de inmigración en París. Por razones de salud, lo renuncia posteriormente. Soporta unos días espantosos y fallece en una lóbrega casa de sanidad de Neuilly, Francia, el 19 de julio de 1884, conforme lo acredita el acta de defunción, y no el 18, según asientan casi todos sus biógrafos. Sus Obras completas llenan ocho gruesos volúmenes y las Póstumas, dieciséis. Entre las últimas se cuenta El crimen de la guerra, escrita en 1870 y vertida al inglés, libro monumental, de perenne vitalidad, que con las Bases harían la reputación de los más altos pensadores europeos y norteamericanos del siglo XIX