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Bárbara Knapton en Putre.
Bárbara Knapton: de Alaska a Putre.
Desde los 17 y hasta los 42 años Bárbara Knapton trabajó en Alaska, junto a su marido, pescando salmones arriba de un barco que era de los dos. Luego se separó, entró a estudiar y decidió darle un vuelco a su vida. Un giro total. Terremoto. Lo primero que se propuso fue dejar el “horroroso clima” de la isla de Kodiak, en su Alaska natal, y arrancar hacia el sol. Hoy Bárbara (53) vive en Putre -“este lugar que tiene la esencia del San Pedro de Atacama antiguo”-, un asoleado pueblo de Parinacota, en la Primera Región. Acá inició el primer tour de aves de todo el altiplano y actualmente tiene una importante clientela de europeos y estadounidenses. Pero no todo fue tan fácil como se lee. La primera vez que Bárbara llegó a Putre lo hizo arriba de una ambulancia, con un pie en la muerte.

Nieve, lluvia y frío. Esa era la vida de Bárbara en Alaska. Y eso era lo que empezó a detestar. A diferencia de los puntarenenses chilenos, que siempre extrañan Magallanes y la nieve y el viento, a ella nadie le vino con cuentos. Pamplinas. Por muy nacida y criada en Alaska, ella quería sol, calor, olvidarse de la nariz congelada y las manos duras de frío.
El problema es que tenía un marido, una microempresa -“siempre me han gustado los negocios, artesanales o un poco más grandes”- y varios compromisos que la ataban. En poco tiempo esas trabas se fueron derritiendo, tal como lo hacía el techo de su casa cuando extrañamente salía el sol en Kodiak.
-Cuando estaba en la universidad había un mes de vacaciones y viajaba mucho a Ecuador. Ahí aprendí el poco español que sé (es modesta, pues habla con un vocabulario superior a la media). Fui también mucho a Bolivia. Es precisamente por mi experiencia en Bolivia que estoy aquí. Porque cuando estaba en Bolivia me encantó el altiplano. Mi idea era regresar a Bolivia y hacer lo que estoy haciendo ahora, pero allá es muy difícil. Mucho más que acá.
La desición estaba tomada. Al igual que las aves -su pasión de siempre, pero que sólo en los últimos años adoptó como profesión- emigró hacia un mejor clima. Atrás quedaba la mitad de su vida, congelada para siempre en Alaska. Adelante la esperaba su hogar en Putre, su empresa de turismo Birding Alto Andino y su plan, definitivo, de quedarse para siempre bajo el sol de Parinacota.
-Primero llegué como turista, hace ocho años. Hice un tour de un Día desde Arica hasta el lago. Iba a dormir arriba pero llegué al Chungará y al rato estaba tan tan tan enferma que me bajó una ambulancia del ejército.
¿Enferma por la puna?
-Claro. Lo que pasa es que subí desde Arica en un día y eso no se debe hacer nunca. Me bajó la ambulancia y me dejó en el regimiento de Putre. Sentía que me moría. Pasé cuatro o cinco días, no recuerdo bien, en las dependencias del Ejército. Climatizándome. Porque yo igual quería regresar a ver el lago y el parque. De esa manera conocí a la gente de Putre.
¿Subiste al lago después de esos cuatro días?
-Volví con otro tour y me gustó mucho el lago, el parque y el clima. Era tan distinto a la isla de Kodiak. El desierto me encanta. Era otro mundo, otro planeta, algo nuevo y lleno de sol.
¿Y cómo fue la vuelta a Estados Unidos después de ese viaje de un mes? -Un trámite. Regresé porque yo estaba terminando un curso en el universidad y me gradué en Biología. Entonces, con ese título, comenzaron las preguntas. ¿Seguiré estudiando? ¿Voy a seguir trabajando en Kodiak? Me dí un ao ñpara pensar y decidí volver a Chile.
¿Volver a Chile o directamente a Putre?
-No a Chile. Me tomé un año en Chile para tratar de mirar todo. Bajé hasta Chiloé y ahí me quedé dos meses. Trabajando. Era una trabajadora voluntaria, sin paga, dedicada a las aves de allá. Haciendo bases de datos, nidos, contando especies. Y después quise ir más al sur, y llegué hasta Chile Chico y casi me quedé en Chile Chico. Y antes casi me había quedado en Chiloé.
¿Pero...?
-Es que era casi el mismo clima de Alaska.
Otra vez el sol...
-Es que yo estaba en Febrero, y febrero es okey, pero yo pensé: ¿qué va a pasar en junio y julio? Hay nieve, frío, así que regresé directamente a Putre. El desierto siempre me estaba llamando. Y volví. Ya conocía a un par de familias. Llegué en marzo del 94, me quedé unas semanas y ya estaba pensando qué hacer para vivir. Lo que pasa es que en Alaska yo era pescadora, en barcos, y ya estaba muy vieja para eso. Entonces dije “nada más con esto”, vendí mi barco y quise ver otra cosa.
Toda una vida en el hielo. ¿En ningún momento extrañas ese clima?
-No, para nada. Por eso estoy aquí. Me vine buscando el sol. Yo vivía en una isla muy pequeña, donde no hay nada que hacer, salvo la pesca. Pasé 25 años en esa zona, quería cambiar, y nunca más me iba a ir a un lugar frío. Entonces fui a la universidad, terminé mi curso de Biología, me vine aquí de vacaciones, y acá estoy.
¿Qué edad tenías cuando vino todo este cambio?
-Ahora tengo 53 y cambié todo a los 42.
¿Y qué pasó con tu marido?
-A él también lo cambié. Bárbara se ríe. Luego sigue: -Él se quedó allá, trabajando en el mismo lugar, en la pesca, como todos en Kodiak.
Debe ser muy raro para ellos, para tu ex marido, para tu familia, que de pronto, a los 42 años, digas que te vienes a vivir a Putre, a un pueblo perdido en un país insignificante para la mayoría de los estadounidenses.
-Nadie pensaba que yo iba a ser capaz de hacer esto. Ni él ni mi familia. Pero se equivocaron.
Putre se parece a San Pedro de Atacama. Allá los gringos se vuelan harto. ¿Acá pasa lo mismo?
-Putre les gusta mucho. Este lugar no es famoso como San Pedro, pero sí hay un mercado de turistas extranjeros para este lugar.
¿Gente que ya fue a San Pedro y busca cosas nuevas?
-Puede ser. Lo que pasa es que San Pedro ahora está perdiendo su gracia. Allá va demasiada gente, entonces cuando se va a San Pedro se ven casi puros turistas. La gente que viene a mis tures quiere ver chilenos, quiere ver aymarás, quiere conocer la cultura, caminar, hablar con la gente que vive aquí y que está haciendo sus cosas tradicionales. Como te digo, hay un mercado para esto y yo me estoy comunicando directamente con los clientes, no uso mayoristas. Nunca. Porque si uso mayoristas hay que poner un tur exactamente como ellos quieren: a las once vamos a un sandwich con atún y a la una vamos a ver la iglesia y yo no hago tures como esos. Yo hablo con cada uno de mis clientes. Les pregunto: ¿qué quiere de este tur? ¿Le gusta más fotografiar? ¿Ole gustan más los cactus? ¿O le gustan más las aves, y qué tipo de aves? Yo arreglo cada tur para ellos, y por eso llega gente de Europa, porque allá gustan mucho de los tures personalizados y de naturaleza.
¿Cómo llegaste a dedicarte al turismo?
-En un comienzo pensaba poner un negocio de artesanía, pero hay mucha competencia en eso. Al gobierno de Chile le gusta más cuando se parte con algo nuevo. Es más fácil conseguir papeles cuando inicias algo nuevo y estás dando empleo, y no cuando estás sacando trabajo que ya hay. Yo había partido con los tures en Arica, por el día, tures que me pedían por mi inglés. Ahí me dí cuenta que acá no había nadie haciendo tures de naturaleza, de aves, y aquí hay muchas aves.
¿Tantas?
-Un tercio de las aves de Chile está en esta zona, en Parinacota. No hablo de cantidad, sino que de especies. Tomando toda la región, acá está más del cincuenta por ciento de las aves del país. Y nadie hace propaganda sobre eso. Ahora yo estoy haciendo propaganda.
¿Y cómo haces publicidad?
-En revistas extranjeras, y ahora acabo de inaugurar una página en internet. Ahí me comunico con mis clientes. Explico los tures y ya me han escrito varios fanáticos de las aves que me felicitan por la página y que tienen muchas ganas de venir.
¿Cuál es la dirección?
http://www.birdingaltoandino.com
¿Y en qué revistas promocionas nuestras aves?
-Cada año estoy cambiando. Ahora tengo un aviso en una revista para amantes de aves en Estados Unidos, y tengo otros en libros de guías como South Amereican Handbook y Chile Handbook, además de varias revistas de Europa.
Ese parece ser tu mercado, ¿no? ¿Y qué hay de los chilenos?
-La mayoría, por no decir todos los clientes de mi negocio, son de Estados Unidos y Europa. Lo más curioso es que ellos mismos después escriben a sus libros guías y ahora estoy en como diez libros d guías en todo el mundo. Yo pago un par de avisos, pero estoy en otros tantos por recomendaciones.
¿Qué recomiendan en esas guías?
-Tengo tures de aventura, de naturaleza y de aves. Este último es el que más se anuncia y lo hago yo misma.
¿Cuál ave es la que más les llama la atención?
-Los flamencos son lejos la principal atracción. También unos pájaros pequeños que viven en los quenua, unos árboles que crecen hasta en los 5.300 metros sobre el nivel del mar. Hay seis aves que viven en ellos y nunca nadie las ha visto en otros árboles.
¿Cómo lo haces para que los turistas no se apunen, como te pasó a tí?
-La ley en mi tur de aves es pasar primero dos noches al nivel de Putre, visitando las cuevas o recorriendo, buscando que el organismo se adapte a la altura antes de subir.
Pero la puna a veces se ofrece como parte de la aventura, del riesgo.
-No, nada que ver, nadie quiere esa aventura. He sabido de la puna y es terrible. Yo casi me morí, y no quiero que le pase a nadie. La puna es algo para evitar, no es un chiste, porque si uno no tiene salud se puede morir. El año pasado murió un alemán en Parinacota, porque lo llevaron al Chungará de golpe, en un solo día. Era un grupo, y lo que pasa es que cuando vas en un grupo de gente, en la altura, hay una idea de competición. Nadie quiere ser el primero en decir “uff, estoy cansado”. Nadie quiere ser el primero en decir esto. En mis tures saco esa idea de competición. Yo digo primero que nadie “ay, estoy muy cansada”, cuando ni siquiera lo estoy, y esto sirve para que todo el grupo se saque la presión.
Cuando se quedan esas dos noches en Putre, ¿salen de parranda? Porque acá no hay mucha vida nocturna. ¿O estar aquí se toma como una suerte de retiro?
-Mira, el tema es más o menos así: normalmente ellos llegan a Arica y pasan ahí una noche. Al día siguiente voy a Arica para conocerlos, además de que en Arica hay muchas aves que no están en Putre y pasamos un día en Arica, en las playas, en los valles, y normalmente subimos a Putre en la noche. Acá pasamos la primera noche en el Altiplano. Al día siguiente hacemos cosas en Putre o Socoroma, luego viene otra noche acá, y al día siguiente ya vemos si podemos subir al lago Chungará.
¿Hasta cuándo te quedarás en Putre?
-Mi plan es quedarme acá toda la vida. Ya compré una casa, una de las más viejas, que tiene como 125 años, y quiero restaurarla como una residencial con dos habitaciones, pero con baño privado; un jardín grande y una biblioteca de la naturaleza, con mesas y una buena chimenea. Tengo muchos libros del desierto, de los parques nacionales. Antes los encargaba y ahora los compro por Internet. En eso se entretiene por las noches. Tengo más de 400 libros de la naturaleza de Los Andes.
Hay gente que ve a Putre como el nuevo San Pedro de Atacama.
Antes de responder, Bárbara lanza una leve sonrisa, como diciendo “me parece una mala broma, una ofensa”.
-Espero que no. Ojalá nunca termine en lo que se está conviertiendo San Pedro de Atacama.


Revista del Domingo
El Mercurio de Chile
entrevista: Juan Pablo Meneses
retrato: Juan Ernesto Jaeger

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