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Ave de Hielo, Ave de Fuego

Aka Bronze Eidos

Nota: Este es un fic basado en los personajes de Saint Seiya más no en la historia.

Hyoga suspiro mientras su ojos azules como el cielo mostraban la melancolía en la que vivía. Con un movimiento lento sus alas blancas cubrieron su cuerpo desnudo como un cobertor. En cada una de sus hermosas plumas blancas la luz del sol se reflejo volviendo sus alas traslucidas y reflejando todos los colores del arco iris. Su piel tostada parecía tener una luz dorada propia que emanaba de su mismo ser y se unía con los hilos dorados de su melena rubia que hacían ver su cabeza cubierta por un halo como el de un ángel.
No había duda de que la belleza de Hyoga era angelical, era envidiada por todas las damas del reino pero por esa etérea apariencia Hyoga había pagado un precio muy alto.

Su libertad había sido arrebata y ahora sus días transcurrían en una fría prisión con piso y techo de mármol y barras de plata colocada en medio de un hermoso jardín adornado con jaulas de exóticas y hermosas aves pero una así era una prisión.
Hyoga suspiro y la cadena plateada que se sujetaba al collar dorado adornado con esmeraldas que aprisionaba su cuello sonó como una pequeña campana.
Si su vida era solitaria y vacía, pasaba los días encerrado en aquella jaula y solo lo alimentaban con agua y comida para aves la cual era escasa pues su dueña la señorita Sahorí no quería que engordara y perdiera su belleza.
Hace meses por cierto que Sahorí no lo visitaba pues ahora tenia algo más con que entretenerse su nuevo novio Julián.
Antes Sahorí se divertía jalando la cadena que ataba el cuello de Hyoga como si fuera una correa, lo hacia suplicar por su comida y que hiciera trucos para ella. Si Hyoga se rehusaba a obedecer o Sahori estaba de mal humor lo golpeaba con un látigo .
Una vez quiso usarlo como un caballo, Zahorí lo monto y se sujeto de sus alas y por accidente rasgo una, esto hizo a Hyoga retorcerse de dolor y tirar a Zahorí quien ordeno a los guardias castigar a Hyoga. Los guardias patearon y golpearon a Hyoga ahsta que el mármol blanco se tiño de rojo.
Después de eso Hyoga no se volvió a mover, permanecía tirado en el mismo lugar sin hacer nada sin importar cuantos azotes le diera Sahorí, pronto la princesa se aburrió de el.
Y en cuanto ella vio a Julián dejo de ponerle atención a Hyoga no lo alimentaba y los sirvientes empezaron a hacerlo al ver que la criatura moría de hambre y quedaba en los huesos.


Hyoga fue sacado violentamente de su sueño al oír que la puerta se abría detrás de el.
Los cuidadores entraron, uno de ellos se acerco a Hyoga con un látigo en la mano.
El hombre abrio las alas de Hyoga y tomo sus manos, atando los brazaletes que tenia puestos a la cadena plateada que sujetaba el collar dorado de Hyoga. Después soltó la cadena plateada del aro que estaba en el suelo de la jaula y arrastro a Hyoga hasta los barrotes y paso la cadena por un aro en el techo de la jaula. Dio un fuerte tirón a la cadena y Hyoga fue dolorosamente obligado a ponerse de pie. Las puntas de sus dedos quedaron apenas tocando el suelo y sus alas se abrieron.

- Pareces un pavo - bromeo el hombre antes de empezar a reírse

El hombre se alejo de Hyoga y dio ordenes a los otros dos quienes empezaron a arrojar cubetadas de agua sobre el mármol para lavarlo. En cuanto el hombre vio que los otros dos estaban ya trabajando se volvió a mirar a Hyoga y le lanzo una mirada depredadora. Hyoga tembló; el ya sabia lo que sucederia.
El hombre se acerco y con su lengua y recorrió lentamente la mejilla de Hyoga mientras este temblaba de repudio e intento morderlo.

- Todavía estas en estado salvaje; después de todo el entrenamiento que te hemos dado. ¡Que lastima! Parece que hoy tampoco saboreare tus dulces labios. Pero lo importante siempre a estado a mi disposición. - Dijo el hombre mientras recorría con una de sus manso los muslos de Hyoga hasta tocar una de sus nalgas y acaricarla lentamente en movimientos circulares

Hyoga se enfureció y un sonido salió de entre sus labios, algo que parecía un ruido animal, como un graznido. Hyoga no podía hablar como los humanos, su especie no podía hacerlo y por eso los humanos los consideraban inferiores. Pero aunque no podían expresar sus sentimientos con palabras si los tenían, sentían alegría y dolor como cualquier otro ser vivo. Y en este momento Hyoga se sintió tan desolado.

Sin más espera el hombre penetro a Hyoga con sus dedos y el dolor de Hyoga empezó a salir por sus ojos en forma de lagrimas brillantes como el cristal.
El hombre saco su dedo y tomo con ambas manos las piernas de Hyoga las subió hasta sus hombros y de una sola arremetida empezó a violarlo. Hyoga grito de dolor y continuo llorando mientras su sangre manchaba el piso. Los ojos de Hyoga se nublaron y sus oídos se sentían como que iban a reventar por sus propios gritos y su cabeza empezaba a dar vueltas al no aguantar tanto dolor. Finalmente el hombre termino y les ofreció a sus compañeros el siguiente turno.
Uno de ellos accedió y Hyoga tembló mientras el hombre se colocaba entre sus piernas y se hundió de un solo golpe que arranco otro grito de lo más profundo de Hyoga. Su visión se torno negra y la oscuridad lo trago evitando que sintiera más dolor.
Hyoga despertó sintiendo las heladas cuchilladas en su espalda del agua helada que le tiraron encima. Los labios de Hyoga temblaron pero antes que pudiera recuperarse le lanzaron más agua para limpiarlo de las huellas de su uso. Llenaron su plato con comida para aves y cambiaron el agua antes de irse y cerrar la puerta tras de ellos dejando a Hyoga solo y destrozado.


Una lagrima rodó por la mejilla de Hyoga y recordó los días en el que el era libre para volar y para vivir. Los pocos soleados días en aquella tierra helada donde el había nacido y vivido su niñez y juventud.
Su raza, una de las más hermosas de todo el mundo se había casi extinto debido a la envidia de los seres humanos quienes los mataban para obtener sus plumas y confeccionarse hermosas prendas que los hicieran tan hermosos como estas criaturas haladas.
Y aunque ahora su vida era dura en los fríos y oscuros bosque donde ningún humano se atrevía a entrar eran felices.
Hyoga recordaba con tristeza aquellos días cuando jugaba en el algo con otros como el y lo vio, el era un hermoso cisne como el de enormes alas y cabello de color agua.
El chico sorprendió a Hyoga mirándolo y Hyoga no pudo hacer otra cosa que mirar hacia otro lado. Pero cuando se dio cuenta el hermoso chico estaba justo enfrente de el.
Hyoga se sonrojo al verlo e el chico del cabello color agua, cuyo nombre era Isaac a tan solo un centímetro de su cara.
Isaac puso su mano en la barbilla de Hyoga y la levanto, se miraron a los ojos entonces lo supieron, ellos estaban enamorados.
Isaac beso suavemente los labios de Hyoga y este le correspondió el beso. Ambos se alejaron del resto y se escondieron bajo la cascada donde hicieron el amor por horas. El verano transcurrió así con ellos dos juntos compartiendo sus vidas y sus cuerpos.
Hyoga echaba de menos a Isaac, deseaba de nuevo sentir sus abrazos y sus besos y sentirlo de nuevo dentro de el apasionado pero suave a al vez. Lo echaba de menos tanto.

Recordó entonces aquel fatídico día en el que ellos estaban en el rió cuando las llamas empezaron a surgir del bosque. Ellos trataron de escapar del incendio que había sido provocado por cazadores.
Hyoga trato de volar cuando una flecha cruzo su ala y se desplomo al piso dándose un fuerte golpe. Los cazadores aprovecharon el momento y le lanzaron una red con la que lo arrastraron hasta una jaula. Isaac trato de liberarlo pero los cazadores le dispararon. Isaac estaba en el suelo pero siguió luchando, los cazadores intentaban capturarlo pero el no lo permitía y los cazadores decidieron matarlo. Todos ellos se lanzaron sobre el con sus cuchillos, cortaron sus preciosas alas y destrozaron su cuerpo el cual lanzaron a sus perros quienes comieron sus restos.
Hyoga grito de dolor y lloro por días sin parar recordando a su amado queriendo ir a su lado.
Los cazadores se lo llevaron muy lejos, el no sabia que tanto hasta que llegaron aun palacio donde un noble rey los recibió.
Este Rey llamado Matsumasa Kido los recibió e hizo que bañaran a Hyoga y lo colocaran en una elegante jaula dorada pues el seria el regalo de cumpleaños de su hija Sahorí.
Hyoga permaneció en la jaula cubierta por una manta roja escuchando las voces y la música de la fiesta hasta que la manta fue removida y miro por primera vez a Zahorí junto con más humanos de los que nunca pensó que existían.

 

Hyoga suspiro, había pasado más de dos años desde eso, hoy exactamente Sahorí cumpliría 15 años y su padre le daría otro gran regalo, de seguro una mascota que torturaría por unos días y después permanecería abandonada como el por el resto de su vida.

Los fuegos artificiales empezaron a aparecer en el cielo y Hyoga los miro esperando que esas bellas luces iluminaran su triste existencia.


Dentro del palacio Zahorí bajo rápidamente las escaleras vestida con un nuevo vestido de color azul con una enorme falda y mangas sumamente pegadas sus brazos que en la parte de arriba se separaban para dejar descubierto su cuello y parte de sus hombros.
Todos aplaudieron al verla venir y su padre se acerco para tomar ambas manos de su princesa.

- Sahorí te ves hermosa - Dijo el Rey Kido Sonriendo de felicidad
- Gracias padre. Me alegra tanto que todos pudieran venir - Dijo Sahorí mirando a los invitados
- Muy bien Zahorí este es tu dia ¿Qué quieres hacer primero? -
- Para variar un poco quiero abrir primero los obsequios. Se que es en contra de la tradición pero Julián dijo que me trajo algo muy especial y quisiera verlo -

Julián solo sonrió desde la esquina donde estaba parado bebiendo una copa de vino.

- Esta bien princesa, has lo que desees.- Dijo el rey Kido alzando su copa

Zahorí corrió a al mesa de regalos y empezó a abrirlos. Nada excepcional todos contenían joyas, vestidos y una que otra cosa extravagante que alguno de sus amigos había traído de sus viajes.
Al abrir la ultima caja noto que faltaba el de Julián.

- Julián donde esta ese resente del que me hablaste - Dijo Sahorí no muy contenta
- Esperaba dejarlo ara el final princesa. Pero si tanta es tu curiosidad aquí esta - dijo Julián señalando una jaula cubierta por una manta negra
- ¡Una nueva mascota! ¿Qué clase de criatura exótica es? - Pregunto Sahorí emocionada
- Velo por ti misma - Dijo Julián mientras quitaba la manta

Todos lanzaron una exclamación de asombro al ver lo que había debajo era un joven apuesto de piel morena con ojos azul profundo y una hermosa cabellera negra como el cielo nocturno. Era muy apuesto con cejas espesas que remarcaban muy bien sus ojos que transmitían agresividad.
Su cuerpo era fuerte y bien moldeado, cada uno de sus músculos perfectos resaltaban de su piel desnuda de color bronce que con el sudor brillaba como metal y lo hacia parecer como la estatua de un dios bañada en metal.
Sus alas enormes se extendieron dejando ver todas sus tonalidades desde el amarillo más brillante hasta el rojo más intenso, al moverlas parecían no estar hechas de plumas sino de puro fuego.
Era un fénix, una criatura parte humana parte ave que vivía según leyendas en el centro de un volcán. El fénix era muy agresivo y pocos tenían el valor de bajar al volcán a capturarlo.

- Es maravilloso - Exclamo Zahorí
- Me costo la vida de 20 de mis hombres pero valió la pena por ver tu sonrisa - Dijo Julián mientras miraba a Sahorí
- Pero no tengo una jaula para el. Donde lo pondré?- Pregunto Sahorí confundida
- Puedes dejarlo en esa jaula o ponerlo junto al pájaro de hielo que tienes solo temporalmente en lo que encuentras otra jaula - Sugirió Julián
- ¿Pero no habrá problema? - Pregunto Sahorí aparentemente preocupada
- Claro que no encadena a ambos y no se pelearan - Contesto Julián
- ¡Oh¡ Julian eres tan inteligente - dijo Sahorí mientras aplaudía

Dos guardias del palacio entraron y empezaron a mover la pesada jaula que contenía al Fénix hacia el jardín.


En el jardín Hyoga seguía recostado en el piso sumergido en su tristeza cuando escucho pasos y el ruido de algo muy pesado. Hyoga no se movió pensó que tan solo era la nueva mascota de Sahorí la cual no le importaba conocer ya que Sahori se encargaría de matarla en un par de días.
Hyoga entre cerro los ojos para fingir que dormía y evitar llamar la atención de los guardias que se acercaban. Sus ojos estaban completamente cerrados cuando un rugido lo alerto. Hyoga se incorporo un poco a pesar de su dolor para ver que era lo que producía ese ruido.
Detrás de el la puerta de la celda se abrió y un guardia con una antorcha en la mano entro. La luz cegó temporalmente a Hyoga quien solo pudo ver la silueta del segundo guardia quien soltó la cadena que sujetaba a Hyoga y lo arrastro hasta los barrotes donde lo encadeno de nuevo.
Hyoga miro al guardia con miedo y curiosidad ¿qué iban a hacer con el? Era muy tarde para un baño así que suponía que los guardias querían divertirse un rato con el.
Hyoga tembló de asco ante la idea de ser violado de nuevo, dos veces no seria la cuarta o más en un solo día. "espero que terminen y me maten" pensó.
El guardia se fue dejando a Hyoga confundido hasta que un rugido más fuerte saco a Hyoga de su distracción.
En la puerta de su celda se encontraba un guardia que jalaba con todas sus fuerzas una cadena mientras afuera otros tres hacían lo mismo.
Hyoga miro atónito como los guardias hacían su mayor esfuerzo en meter a la jaula una bestia totalmente encadenada. La luz era escasa y Hyoga solo pudo distinguir esas enormes alas.
"un compañero de jaula " pensó mientras observaba no muy claramente a la criatura que entraba y que a pesar de estar encadenado de pies, brazos y manos luchaba desesperadamente por escapar.
Los guardias con todas sus fuerzas unieron finalmente la cadena a uno de los barrotes y salieron mientras el fénix se movía violentamente tratando de atacar a sus captores.
La atención del Fénix fue repentinamente robada por la criatura del otro lado dela jaula quien lo miraba fijamente.


"Isaac" pensó Hyoga al ver a la criatura halada. Hyoga se paro en sus rodillas y sus manos y avanzo más cerca de la criatura para verlo mejor. Sorprendentemente el Fénix hizo lo mismo y ambos avanzaron hasta donde su cadenas lo permitían dejando un espacio de separación de un par de metros.
Hyoga vio desilusionado que no se trataba de Isaac. El estaba muerto debió de aceptarlo hace tanto tiempo pero lo que vio no le disgusto, la otra criatura aunque no era de su especie tenía un aspecto temible pero hermoso.
"talvez podríamos ser amigos y ya no estaría solo" pensó Hyoga con alegría pero sus esperanzas se esfumaron cuando el Fénix rugió e intento atacarlo.
Hyoga retrocedió y volvió a su lado de al jaula "quizás no" pensó triste mientras se acurrucaba entre sus alas.


La noche paso mientras Hyoga permanecía acostado mirando las estrellas y recordando a su amado Isaac mientras el Fénix daba vueltas en su lado de la jaula y gruñía continuamente.
Hyoga escuchaba de vez en cuando como el Fénix intentaba romper sus cadenas; Hyoga pensó que solo desperdiciaba su fuerzas pues el aunque fueran muy fuerte no lo lograría.
Hyoga empezó a dejarse vencer por el sueño cuando escucho el ruido de las cadenas golpeando una vez más, luego otra y otra y después un pequeño sonido de campana.
Hyoga abrió los ojos y miro detrás de el y vio al Fénix que se había liberado y que se dirigía hacia el.
Hyoga trato de levantarse cuando el enorme Fénix salto sobre el y se encontró cara a cara con aquella salvaje criatura, los ojos de Hyoga se abrieron completamente y pensó que ese era su fin.


A la mañana siguiente Sahorí se levanto algo tarde debido a que la fiesta había durado toda la noche y antes de desayunar se le ocurrió ir a ver a su nueva mascota.

Desde el jardín se escucho un grito aterrador y los guardias corrieron a ayudar a Sahorí.

- ¿Princesa se encuentra bien? Pregunto uno de los guardias -
- La jaula - fue todo lo que pudo decir Sahorí

Los guardias miraron la jaula donde solo estaba el Fénix acurrucado y cubierto con sus alas en medio de la jaula, todas las cadenas estaban rotas y plumas blancas todavía flotaban en el aire.

- Se comió a mi otra mascota. ¡Tonto Julián nunca debí escucharlo! ¡Castíguenlo por comerse a mi mascota! Grito Sahorí
- ¡Si enseguida princesa! Dijo uno de los guardias

Castigar al Fénix era más difícil que decirlo. Tres guardias entraron a la jaula y el Fénix se alerto de inmediato lanzando un gruñido de advertencia.
Los guardias no retrocedieron y el Fénix retrocedió aun con sus alas dobladas sobre su pecho como si escondiera algo ahí.
Uno de los guardias avanzo y le tiro agua encima el Fénix se sacudió para secarse y entonces los otros dos guardias se arrojaron sobre el colocándole un collar en el cuello, el fénix abrió sus alas y golpeo a los dos guardias.
Otros tres guardias entraron para tratar de controlar a la criatura y notaron que debajo de las alas del fénix y entre sus brazos se encontraba Hyoga con los ojos cerrados.
Los tres nuevos guardias sujetaron los brazos del Fénix para que soltara a Hyoga quien rodó al suelo y abrió sus ojos muy sorprendido.
Hyoga tenia un poco de sangre entre sus piernas y algunas marcas en su pecho que parecían mordidas.

- Princesa su mascota esta bien; parece que el fénix solo lo ataco. - Grito uno de los guardias
- Coloquen al Fénix en la jaula en la que Julián lo trajo. No quiero que esto vuelva a pasar. - Grito Sahorí

Los guardias encadenaron al Fénix y lo devolvieron a su jaula anterior mientras otro guardia encadenaba a Hyoga y le daba agua en un plato antes de cerrar a jaula e irse dejando a Hyoga desconcertado.
Hyoga se sentía deprimido y confundido. Por primera vez en años había sentido el calor de otro cuerpo junto al de el y había satisfecho su necesidad de acariciar, besar y sentirse amado.
El fénix de una manera salvaje pero dulce lo había hecho suyo esa noche y su cuerpo aun se estremecía con el recuerdo de los salvajes besos y caricias que el fénix le había dejado.
Sus piernas aun temblaban de dolor pero también de excitación de haber sentido a aquella ave de fuego anidando en el, reclamándolo como su territorio a la vez que lo llevaba a sentir el éxtasis sexual más intenso de su vida.
Hyoga paso sus manso sobre su cuerpo remarcando cada marca que los labios de fuego del Fénix habían dejado a su paso hasta llegar a su miembro en el cual aun podía sentir los labios de fuego del Fénix.
Si el quería más de aquel doloroso amor ¿pero donde estaba su pareja? ¿Aquel ave a la que su cuerpo pertenecía?
Hyoga miro a su alrededor y vio la jaula en la que el Fénix estaba, los barrotes de ambas jaulas estaban casi pegados. Hyoga avanzo rápidamente hacia aquel lugar y miro al Fénix.
El Fénix levanto su cabeza adolorido, los guardias lo habían golpeado varias veces y aun así seguía luchando.

La mirada del ave de fuego se cruzo con la de Hyoga y lo hizo recordar a su pequeño amor.

El poderoso Fénix había nacido en un nido abandonado con otra ave, era un a ave pequeña y delicada que no podía parecerse a un Fénix en lo más mínimo. El pequeño era muy hermoso de largos cabellos color verde esmeralda que combinaban con sus ojos y unas hermosas alas de un color rozado que brillaba como si se tratara de plumas de cristal.
E Fénix había quedado hipnotizado por tal belleza y lo protegió contra los otros pájaros de fuego quienes constantemente lo acosaban por ser más débil y diferente.
Ellos creían que una criatura así solo desprestigiaba a su especie y tenia que morir, es por eso que el Fénix se alejo de los otros para cuidar mejor a su tesoro de ojos verdes.
Pero el invierno llego más frió y cruel que nunca y lejos del volcán ninguno de los dos sobreviviría.
El fénix era fuerte pero el hermoso pájaro de alas de cristal y una noche cerro los ojos y nunca volvió a abrirlos su hermosa figura congelada parecía dormir como si en cualquier momento fuera a despertar pero nunca lo hizo.
Y el corazón del Fénix lloro mientras el permaneció junto a su amor congelado por días hasta que los cazadores del príncipe Julián aparecieron.
Ellos buscaban alguna criatura exótica para la novia del príncipe y encontraron justo lo que buscaban.
El Fénix lucho pero al final fue separado violentamente de su amado el cual fue separado de sus hermosas alas por los cazadores y enterrado en la nieve.
El Fénix enloqueció de ira y ataco a los cazadores matando a dos de ellos pero el resto tenia la suficiente fuerza para aprisionarlo en una jaula y traerlo al palacio de la princesa Sahori.

Aquellos ojos que vio esa noche le recordaron a la de su pequeño y delicado amante. Solo que estos eran azules y pertenecían a una criatura mucho más etérea.
El fénix se sentía tan solo desde hace tanto tiempo que no pudo resistir la belleza de aquella criatura así que se apareo con ella y la reclamo como suya.

Ahora esa criatura lo miraba entre los barrotes con ojos preocupados y llenos de amor.


El Fénix no espero una invitación y se levanto acercándose a Hyoga, saco su lengua y probo un poco de la piel del abdomen de Hyoga quien tembló ante la caricia y acerco su torso hasta que pegarse por completo a los barrotes de la jaula.
El Fénix lamió el abdomen de su amado y subió para besar uno de sus pezones mientras Hyoga se pegaba más a los barrotes hasta que estos casi marcaban en su piel todo con tal de sentir a su ave de fuego cerca de el.
El fénix lamió y beso el otro pezón y luego subió por el pecho hasta la boca de Hyoga la cual beso salvajemente mientras sus manos se tocaban entre las frías barras de acero.
El fénix repentinamente se separo y se alejo de Hyoga quien lo miraba con ojos suplicantes.
Hyoga lo miraba sin parpadear hasta que el Fénix en un movimiento rápido regreso y lamió el miembro de Hyoga haciendo que Hyoga lanzara un gemido de placer mientras lanzaba para atrás su cabeza.

Su momento intimo fue interrumpido por las voces de los cuidadores que se acercaban. Hyoga se alejo del fénix y se coloco de nuevo en el centro de la jaula mientras el fénix gruñía y lanzaba una mirada amenazadora.

Los cuidadores pasaron frente a la jaula del Fénix y uno de ellos ordeno a los demás empezar por las jaulas pequeñas y luego ir a la de Hyoga para terminar con la del fénix.
Hyoga observo mientras los hombres atendían a las otras criaturas hasta que el más grande y fuerte de ellos, aquel que Hyoga conocía demasiado bien por las atenciones que le prestaba entro a la jaula de Hyoga.
Como todos los días encadeno a Hyoga y lo arrastro hasta un lado de la jaula donde lo colgó.
Hyoga peleo más de lo normal y por ello recibió algunos golpes los cuales causaron la ira del Fénix que empezó a golpear su jaula y a rugir con más fiereza.
El cuidar colgó a Hyoga del techo de nuevo y trato de violarlo como lo había hecho antes pero Hyoga se resistía y lanzaba patadas cada vez que podía.
El no deseaba que nadie lo tocara ahora que era del fénix, solo a le pertenecía y solo a el le permitiría estar dentro de su cuerpo.
El cuidador tomo una cadena y golpeo a Hyoga con ella como si fuera un látigo, Hyoga se estremeció ante el dolor de los golpes que salpicaban el piso con su sangre mientras el Fénix se enfurecía más y mas.

Hyoga se movía tratando de esquivar los golpes que se hundían en su piel dejándola desgarrada y marcada, los golpes no dejaban de llover sobre el causándole una increíble agonía.
Su visión se torno roja y su cabeza cayo sobre sus hombros mientras sus dientes perforaban su labio ante las oleadas de dolor que invadían su cuerpo.
El fénix no resistía más ver esto y su furia incremento su fuerza con la que movía la jaula y casi abría las barras de metal.
El cuidador al ver que Hyoga ya no se movía tiro la cadena y paso su mano lentamente por la pierna derecha del joven rubio hasta llegar a su trasero.
Cuando la mano del cuidador acaricio la nalga de Hyoga el fénix se altero aun más, el cuidador incapaz de concentrarse escuchando los gruñidos y golpes del Fénix se alejo de Hyoga y fue hacia la jaula del pájaro de fuego.

- Guarda silencia ya llegara tu turno - Dijo el cuidador con una sonrisa depredatoria

El fénix contesto con un rugido que hizo que el cuidador se enfadara y tomara un pedazo de cadena que utilizo como un látigo. La cadena golpeo al Fénix dejándole una horrible marca roja en su espalda. El cuidador se rió ante la mueca de dolor de la cara del Fénix. Pero entre sus carcajadas no noto cuando el fénix tomo la cadena y la jalo haciendo que el cuidador se estrellara contra las barras de acero de la jaula.
El cuidador gruño al sentir el dolor pero antes que se recuperara el fénix coloco sus manos en el cuello del cuidador y empezó a asfixiarlo.

Los otros dos hombres corrieron a ayudarlo e intentaron liberar a su compañero de las poderosas garras del Fénix y al no poder hacerlo abrieron la jaula para intentar controlar a aquella bestia. En cuanto la jaula estuvo a bierta el fénix solto al cuidador y se lanzo afuera tirando al piso a los otros dos hombres.
El fénix lanzo un rugido y los dos hombre salieron corriendo seguidos por el otro que tosía y se tocaba el cuello


El fénix miro entre las rejas a su amado colgando inconsciente y recordó lo que le había pasado a su ultima pareja. Sin esperar más el fénix entro a la jaula y con toda su furia arranco las cadenas del cuerpo inconsciente de Hyoga.
Hyoga se desplomo sobre el piso y el fénix lo recogió y lo tomo entre sus brazos mientras lo miraba con todo su amor y lo sostuvo contra su pecho mientras sumergía su cara entre su hermoso cabello rubio.
El fénix suspiro entre esos bellos hilos de oro cuando un ruido lo regreso ala realidad. Los guardias y Sahorí habían llegado, el Fénix corrió fuera de la jaula con su amado entre brazos y abrió sus alas.
El fénix salió volando mientras escuchaba los gritos de los guardias y las protestas de Sahorí.

- son unos incompetentes lo dejaron escapar -Gritaba Sahorí furiosa
- Discúlpenos princesa no volverá a pasar - dijo uno delos guardias
- No me interesa, guardias arresten a los cuidadores quiero que los ejecuten - Grito Sahorí con toda su rabia
- Tranquila princesa - Dijo Julián abrazando a Sahorí -Yo te conseguiré otra mascota aun mejor -

Lejos muy lejos del palacio del Rey Kido en las hermosas montañas en una cueva sobre el pico más alto el Fénix yacía recostado junto al cuerpo de su amado Hyoga.
El joven rubio de alas de ángel abrió sus ojos un poco y miro la mano sobre su cintura la cual acaricio antes de voltearse a besar el rostro de su amado pájaro de fuego.
Se besaron mientras sus alas se entrelazaban para unirlos dentro de un capullo de alas el cual los protegería y los mantendría unidos siempre como su amor.

FIN

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