El mismo año en que James Bond pisó una pantalla por primera vez, con la sana intención de cargarse al Dr. No, un adolescente mutado en araña humana y vestido con algo parecido a un chándal debutó en el número 15 de la publicación Amazing Fantasy. Era 1962. Su padre era Stan Lee. El chico se llamaba Peter Parker, sus enemigos lo conocían como Spider-Man y para sus fans era, simplemente, Spidey, el Hombre Araña, el trepamuros. Han pasado 40 años, miles de cómics, series de dibujos animados, unos cuantos telefilms con actores de carne y pijama, muchos directores de cine ansiando el proyecto y todavía más productores deseando financiarlo. Pero ha tenido que ser Bond, James Bond, quien, sin tener que desenfundar su Walther PPK, consiguiese lo que parecía imposible; ha bastado con que 007 haya servido de involuntaria moneda de trueque entre MGM y Sony⁄Columbia. Tras unos cuantos juicios, las dos majors intercambiaron parte de los derechos que tenían sobre los dos personajes como quien cambia cromos, pero cromos millonarios. MGM se quedaba con la franquicia Bond, y Sony⁄Columbia, con el arácnido humano. Así, el Hombre Araña tenía el camino, perdón, la pared despejada para lanzar sus redes a la pantalla grande.
No eran pocos los directores dispuestos a convertir en actor a Spidey. Desde que hace lustros lo pretendieran Roger Corman o Tobe Hooper, en los últimos años se añadieron los nombres de Tim Burton, Chris Columbus, David Fincher o James Cameron, que antes de los litigios estuvo muy cerca de poder gritar ¡acción! Pero, sorpresa, Spidey acabó actuando para Sam Raimi. Nunca vi mi nombre en la lista, admite el director de Posesión infernal, así que pensé: Cagada. No creí que me diesen una oportunidad, ya que soy conocido por otro tipo de films, más pequeños y más extraños. Raimi, lector ávido de los cómics, tenía muy claro lo que quería conseguir: Que el público se enganche al film por las interpretaciones. Es un personaje muy importante, y no quiero extralimitarme con un estilo visual llamativo. No quiero entrometerme entre el público y el personaje al que aman. Hablando del personaje... ¿cómo llegó Tobey Maguire, un tipo de físico tan rematadamente normal, a convertirse en un superhéroe hipercachas? Cualquier palabra menos facil sirve para explicarlo.
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