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Perfiles Biográficos

Perfiles Biográficos

 

 

 

Francisco El Hombre: El mito

Alejandro Durán: El rey del pueblo

Rafael Escalona: Primer gran innovador

 

 

 

 

Otra cura, en ciertos casos aún más deseada por mí, consiste en sorprender los secretos de los ídolos...  Hay en el mundo más ídolos que realidades; ésta es mi “mala mirada” para este mundo, y también mi “mal oído”. Preguntar aquí una vez con el martillo, y escuchar como respuesta aquel famoso sonido vacío que emana de las vísceras hinchadas.

Federico Nietzsche 

 

 

En la tarea de comprensión del nuevo fenómeno de masificación  del vallenato y del papel de los medios de comunicación y las disqueras en este cambio radical que se viene gestando en torno al vallenato, es muy útil revisar el camino recorrido por diversos exponentes de esta música y el papel jugado por ellos dentro de la cultura en su condición de ídolos.

 

La realización de algunos perfiles biográficos nos ayuda a personificar las diferentes etapas evolutivas del vallenato. El vallenato es sin duda alguna la música más vendida, más escuchada, que mayor comercialización posee, que es difundida en el mayor número de emisoras y de programas radiales, es actualmente la  música colombiana por excelencia, la música que exportamos, con la que se nos asocia en el exterior. Todo esto es un proceso que es muy reciente, a partir de la aparición del vallenato como género musical establecido y la actualidad no ha pasado un siglo y su definitiva nacionalización apenas se da en esta última década del siglo.

 

Así da cuenta Martín Barbero de la importancia y los alcances del vallenato en la actualidad:

 

 

Desde cuando en los años sesenta la cumbia dejó de ser la música que diera cuenta de las transformaciones sufridas, y esa ausencia se había convertido en síntoma y metáfora del vacío que culturalmente experimentamos, pues “las variedades de la música nacional se habían quedado cortas para expresarnos”... El vallenato ha resultado ser el lugar de encuentro de una memoria popular del narrar cantando con el imaginario musical en que emerge una nueva sensibilidad: la joven y urbana...  El escenario tecnológico y mercantil del concierto atraviesa al vallenato, pero su vinculación a una fuerte y densa tradición oral le permite seguir narrando los avatares de la experiencia colectiva que atraviesan la memoria y la identidad[1].  

 

 

Este capítulo mediante la utilización de  siete perfiles biográficos pretende contar la historia de la evolución del vallenato, que lo llevó de ser una música de negros, campesinos, pobres,  relegados socialmente en la Costa Atlántica a principios de siglo, a ser la música colombiana por excelencia, la música del imperio comercial y discográfico de la actualidad; personificando las diferentes etapas evolutivas en siete exponentes de este folclor.  Se  debe aclarar que no se pretende decir que estos  personajes sean los únicos o los más importantes, en muchos casos se podría haber tomado otros igualmente significativos, lo que se pretende es mediante los perfiles reconstruir la historia e ir encadenando un personaje con otro hasta lograr por medio de ellos entender la evolución del género musical vallenato.    

 

Estos siete exponentes del folclor vallenato a su vez que reconstruyen la historia del género, en su condición de ídolos populares, héroes, mitos, y de leyendas, nos hablan de la naturaleza del pueblo colombiano que los convierte en objeto de su adoración. “ Los géneros musicales son espacios desde donde construimos aspectos fundamentales de nuestro ser social y desde los cuales se constituyen los códigos y límites de lo que se supone es no sólo un lenguaje musical apropiado, sino también un comportamiento socialmente válido”[2].

 

Un ídolo representa las características deseadas por un grupo social, así al observar al ídolo podemos dejar en claro cuales son los deseos y paradigmas del grupo que lo levanta.

 

“En la invención del héroe contribuían ciertas formas básicas de autorrepresentación colectiva. El héroe debía compendiar los rasgos más esenciales, así fueran contradictorios, con los cuales cada pueblo prefería identificarse”[3].

 

Al crear las leyendas, los personajes heróicos y míticos, ya sean creados por un individuo o una colectividad terminan más interesados en la creación misma, en la epopeya, que en el personaje real. Esto lo podemos observar en los ídolos vallenatos, de mayor manera en los que ya se encuentran muertos, la muerte le quita la oportunidad a la figura idealizada de refutar en palabra o en acción y por esto queda la imagen del personaje a merced de sus seguidores.

 

Estos ídolos también sirven para la creación de una identidad en torno a ellos. En el caso del vallenato esta identidad se dio en primera medida bajo un carácter regional, para posteriormente tomar el ámbito nacional, los ídolos vallenatos son utilizados para la creación “por primera vez de una unidad vivida y simbólica colombiana para toda la población, no solo para sectores más o menos elitistas”[4].

 

Si observamos con detenimiento estos ídolos que se analizan, encontramos que poseen todos características comunes,  a excepción de dos, que son los que encarnan la transgresión de la costumbre y los que lideran los más radicales cambios y evolución en el género, a la vez que amplían la base de aceptación para el mismo. Los ídolos vallenatos que se toman para este análisis, poseen las mismas características, provienen del mismo pueblo, de la masa; son campesinos de las clases bajas, todos en su niñez fueron muy pobres y sufrieron múltiples carencias.

 

Ellos hacen parte del mismo pueblo que los deifica posteriormente, habiendo nacido pobres estos personajes logran mediante su dedicación a la música vallenata invertir la pirámide social y cambiar radicalmente su situación. Los más viejos que hacen parte del llamado “vallenato tradicional” nunca se hicieron ricos, pero vivieron cómodamente de su música, además de tener la posibilidad de ser recibidos y venerados en todas partes a donde llegaban y compartir en igualdad de condiciones con las personas más prestantes de las regiones. Además fueron reconocidos como piezas fundamentales en la promulgación de su cultura campesina y se les otorgó la condición de personas excepcionales dignas de admiración y de culto ferviente. La ultima generación de músicos de acordeón a diferencia de las anteriores han logrado hacer dinero con su música, continúan poseyendo el respeto y admiración del pueblo, aunque  ya no son figuras completas que se encarguen de todo el proceso musical  de una canción y deban compartir méritos con más personas. Los músicos jóvenes han logrado prácticamente lo mismo que sus antecesores sumado esto al poder que otorga el dinero.

 

Por esto los ídolos vallenatos despiertan hiperbólicas pasiones, sus seguidores los adoran con fervorosa devoción a toda prueba. Ellos son la encarnación de la esperanza de que las condiciones desfavorables se pueden cambiar y que se puede llegar a ser una persona importante en el mundo, partiendo desde abajo; ellos son parte del pueblo, salieron de sus mismas entrañas y escalaron hasta encontrar asiento en la cima de la sociedad. Por esto el pueblo los alaba sintiéndolos suyos, muy cercanos,  ya que ellos compartieron su misma miseria y con esfuerzo y dedicación lograron cambiar su suerte, es el deseo de toda esta sociedad y ellos lo personifican, este es uno de los motivos primordiales de su adoración.

 

Los dos personajes que no encajan dentro de este cuadro, provienen de posiciones acomodadas, de una historia de vida completamente diferente. Ellos poseían una imagen y un poder que utilizaron para transformar el vallenato, solo ellos que no hacían parte de la cultura vallenata logran desde afuera tomar los elementos que les eran provechosos, desechar los que no, e introducirle radicales cambios a la esencia del folclor. Con este nuevo producto, sumado a su propia imagen, de personas de la alta sociedad, impulsar el vallenato a zonas y públicos que le eran vetados a los cultores tradicionales del género.

 

Así observamos que la base del grupo que genera y mantiene vivo al vallenato es la misma: campesinos de extracción humilde. Pero los que logran darle una dimensión regional y nacional, provienen de posiciones sociales mucho más favorables, y ellos no mantienen el folclor vallenato, pero si le marcan nuevas pautas y muestran el camino por donde deben seguir los otros.   

 

 

1. Francisco El Hombre: El mito

dibujo tomado de www.festivalvallenato.com

 

La hamaca grande

Adolfo Pacheco

El cantor de Fonseca

Carlos Huertas

 

Acompáñeme, acompáñeme

que un collar de cumbias sajacintera

llevo en mi canto,

con Adolfo Pacheco y un viejo son de

Antonio Fernández,

pa’ que solamente toque

y me diga cuando venga

que también tiene leyenda

cual la de Francisco El Hombre

 

Yo vi  tocar a Santander Martínez

a Bolañito y a Francisco El Hombre

a los Lebritos señor Luis Pitre

los acordeones de más renombre

 

 

La leyenda de Francisco El Hombre, habla de un juglar vallenato  que se batió en duelo de acordeón con el diablo, del cual finalmente salió victorioso al cantar el credo al revés. Se le dice El Hombre, debido a que en la Costa Atlántica, la palabra “hombre” además de su acepción a “varón”, también se utiliza para designar a aquel que es excepcional, el mejor en determinada actividad. En el pasado en la zona rural de la Costa Atlántica solo existían reducidas actividades en las cuales los hombres podían destacarse y adquirir renombre: acordeoneros, cajeros, decimeros, jinetes o vaqueros y peleadores de plaza. Los mejores representantes de cada actividad terminaban enfrentándose con el diablo, algunos salían bien librados otros eran derrotados[5].   

 

Esta leyenda obtiene una entrada excepcional en la cultura colombiana por intermedio de García Marquez y su libro Cien años de soledad, del cual ya se han citado varios fragmentos donde continuamente se hace mención a Francisco El Hombre. En el libro él realiza una travesía desde Manaure hasta los confines de la Ciénaga[6] y se convierte en leyenda al derrotar al diablo, el enemigo ideal por antonomasia, en una improvisación de versos, es decir en una piquería.

 

Víctor Camarillo cuenta su versión de la leyenda[7]:

 

....un encuentro que se originó cuando Francisco se encontró con el diablo, a todo eso se le llama piqueria, nosotros lo titulamos aquí La contienda, una contienda que tuvieron de versos y de música. De ahí para acá, ya el folclor existía pero sin valor y fue Francisco El Hombre el que le dio el primer impulso al folclor vallenato por aquello de que tocó con el diablo y por lo que el padre le había enseñado a defenderse de lo malo, de la magia, que anteriormente cualquiera pegaba a uno en el acordeón o cualquier le daba un trago malo, lo enseñó a defenderse y pudo defenderse del diablo, prácticamente con lo que sabía, porque él sabía la magia blanca, que le decían la magnífica y se sabía también el Credo y se sabía el Padre Nuestro. Ellos después de dos horas de contienda, Francisco sintiéndose un poco debilitado porque el diablo no natural tenía más fuerza y lo tenía agotado. El le hacía resistencia pero no sabía que era el diablo, pero da la casualidad que la luna salió y penetró un rayito de luz y le dio al diablo en la cara y él pudo ver que era el diablo. Entonces fue cuando se preparó con la magia blanca y se tomó un trago y trató de tocarle el Padre Nuestro, el diablo le dijo: “no me toque esa pieza fea, toca bonito como yo toco”, el diablo le tocó otra pieza, entonces él viendo que era el espíritu malo él salió, no como dice la leyenda con el Credo al revés si no con el Credo natural, por eso fue que pudo derrotarlo y se hizo Francisco famoso en la leyenda vallenata[8].       

 

 

Esta leyenda no es propiamente original de la Costa Atlántica, ya que podemos rastrear historias de trovadores parecidas hasta la España medieval, más específicamente en la literatura Castellana del Medioevo:

 

En sus Serranillas, Iñigo López de Mendoza (1398-1458) canta el duelo entre el trovador que toca la cítara y Lucifer en el camino a Calatraveño, al final el diablo se chamusca el rabo cuando escucha las oraciones al revés; lo mismo sucede en El Diablo Cojuelo de Luis Vélez de Guevara (1579-1644) donde el bachiller Cleofás viaja al infierno, seduce y engaña al demonio hasta que lo trae al mundo de la realidad para que compita en eventos de inspiración, al final vence al Demonio y lo guarda en una botella, en la mañana lo saca, lo baña con jabón de bola y después lo exhibe como trofeo de guerra[9].

 

 

Y mucho más cerca en la cultura llanera existe una leyenda similar, la de Florentino y el Diablo, que se relata en el libro de Rómulo Gallegos, Doña Barbara, donde habla de Florentino el Araucano que derrotó al demonio en improvisación de versos tocando el “cuatro”[10]. También en las pampas argentinas encontramos una historia similar personificada por Santos Vega,  historia que relata Hilario Ascuasubi en 1873[11]

 

Es indiscutible que la leyenda de Francisco El Hombre le dio al vallenato un halo legendario y mítico que lo realzó como folclor. La leyenda de Francisco El Hombre, cumple la función de darle un cimiento, un origen en el tiempo a toda la construcción cultural que se teje en torno al vallenato. Por intermedio de éste patriarca  del acordeón se lanzan anclajes retrocediendo al tiempo mítico, donde se pierde la noción del tiempo “real” es así que por medio de este legendario precursor se logra darle una dimensión atemporal, y a su vez mítica al vallenato.

 

Con esta leyenda se logra borrar el origen reciente de la construcción de un imaginario cultural, que funge como cohesionador social por parte de Valledupar. Francisco El Hombre se convierte en sinónimo de los valores deseables, que buscan perpetuarse dentro del folclor vallenato, la juglaría, la humildad y su origen de campesino pobre, que solo busca servir a su región,  retratándola e inmortalizándola  por intermedio de sus cantos.

 

No en vano encontramos que la tarima que se construyó en la plaza Alfonso López donde se presentan los actos más importantes del Festival de la Leyenda Vallenata, se llame Francisco El Hombre. En esta tarima se trenzan a duelo los acordeoneros profesionales y se realizan las finales de los infantiles y aficionados, además se realiza la inauguración y la clausura del evento, por esto la persona que se pare a competir sobre esta tarima debe tener en cuenta que debe intentar seguir los pasos y parámetros planteados por la leyenda de Francisco El Hombre.

 

También encontramos que se construye un monumento en su honor[12], situado en la Guajira, donde se especula que nació este juglar trotamundos, precisamente en la vía arteria, sobre la intersección que divide los caminos que conducen hacia la Alta Guajira, Valledupar y Santa Marta. En un símil de lo que representaba Francisco El Hombre, para toda la Costa, al pasearse de región en región llevando y trayendo noticias por intermedio de sus cantos. 

 

A Alejandro Durán “Alejo” le preguntaron si la leyenda de Francisco El Hombre, es realidad o invención, esto es lo que contestó:

 

No, no es invento. Tiene cosas reales, pero sí tiene muchas cosas que le han exagerado mucho. El asunto de Francisco El Hombre, se ha hablado mucho de él y ninguno ha hablado la verdad de Francisco El Hombre. Francisco El Hombre fue el primer acordeonista que se conoció en esa región y según dicen los viejos aunque yo no lo vi, que Francisco El Hombre era un individuo como para difundir una noticia. Sucedía esto: Usted quería mandar una razón, se la decía, y entonces él salía con el acordeón a los pueblos: “Fulano de tal te mando a decir fulano que vayas allá, la hija de fulano se murió”, así empezó, oyó. Según dicen los viejos porque si eso lo logramos llevar a una controversia yo me jalo porque yo no vi eso, sino por lo que me dicen[13].

 

 

Se especula que este Francisco El Hombre no es más que Francisco Moscote y otros aseguran que se trata de Francisco “Pacho” Rada,  reconocidos juglares y compositores vallenatos de principios de siglo,  representantes de lo que fue la autentica juglaría que se mantuvo vigente en Colombia a principios de siglo.

 

 

 

 

 

 

2. Alejandro Durán: El rey del pueblo

alejoduran.jpg (12559 bytes) foto tomada de www.vallenato.net

 

 

Alto Rosario

Alejandro Durán

Mi pedazo de acordeón

Alejandro Durán

 

Lloraban los muchachos

lloraban los muchachos

lloraban los muchachos

cuando di mi despedida.

 

Yo salí del Alto

yo salí del Alto

yo salí del Alto

en la Argelía María.

 

Decía Martín Rodríguez

decía Martín Rodríguez

lo mismo su papá

que la fiesta sigue

que la fiesta sigue

Durán si no se va.

 

Pobrecito Avendaño

pobrecito Avendaño

pobrecito Avendaño

y lo mismo Zabaleta

quedaron llorando

quedaron llorando

se acabó la fiesta.

 

Lloraban las mujeres

lloraban las mujeres

lloraban las mujeres

ya se fue el pobre negro

dinos cuándo vuelves

dinos cuándo vuelves

dinos cuándo vuelves

y nos darás consuelo.

 

Este pedazo de acordeón

Ay, donde tengo el alma mía

este pedazo de acordeón

Ay, donde tengo el alma mía.

 

Donde tengo mi corazón

y parte de mi alegría

donde tengo mi corazón

y parte de mi alegría.

 

Por si acaso yo me muero

yo le hablo es de corazón

por si acaso yo me muero

yo le hablo es de corazón.

 

Ay, me llevan al cementerio

este pedazo de acordeón

me llevan al cementerio

este pedazo de acordeón.

 

Este pedazo de acordeón

Ay, donde tengo el alma mía

donde tengo el corazón

y parte de mi alegría.

 

Comadre Consuelo

Alejandro Durán

 

Que mi comadre Consuelo,

señora del Dr. Molina,

ella me vive defendiendo

si un enemigo me tira.

 

Por culpa del festival

yo he perdido a mis amigos,

ya todos me miran mal,

me tienen aborrecido.

 

 

 

"En un principio me daba ira ver que los jóvenes iban descomponiendo nuestro folclor. Después me dije que no es malo que evolucione la juventud, ellos tienen derecho a evolucionar. Lo malo sería que evolucionara yo. Eso si es malo...  yo quiero seguir siendo el vallenato, el pionero del folclor, de mis costumbres. Yo dejaré de ser costumbrista el día que muera".

Alejandro Durán Díaz

 

 

Alejandro Durán nació en El Pasó, departamento del Cesar, el 9 de febrero de 1919, fue intérprete y compositor, es una de las figuras más importantes dentro del folclor vallenato. Su vida inició en El Paso, dentro de un hogar pobre y campesino, desde niño comenzó con las labores de la hacienda, donde  trabajaba su familia. Su vocación se inició de esta época cuando su abuelo paterno lo llevaba a los bailes de la Tambora y del Chandé, en los cuales intervenía su madre, Juana Francisca Díaz, bailando y cantando. De igual manera su padre, Náfer Durán, tocaba el acordeón en los ratos que le quedaban libres después de cumplir con los quehaceres de la hacienda.

 

Alejo comenzó de niño a tocar caja y guacharaca y terminó tocando el acordeón, en los cuartos de esa casa humilde, sin que nadie lo viera, aprendió a tocar, sin maestro, en los acordeones de la familia.

 

 

El mismo Durán cuenta:

 

Yo fui trabajador. Yo era acordeonista pero trabajaba. Yo trabajaba en una hacienda llamada “Las Cabezas” que eso era una compañia del Packing House....Ahí nací, me crié y ahí me hice hombre. Y lo particular era que yo ya sabía tocar el acordeón y era trabajador y cuando..., como en esa época no costaba nada un acordeón, cuando se me acababa un acordeón se reunían entre todos....Me compraban mi acordeón y los sábados ellos formaban su pachangona y yo era el músico. Con ese fin me compraban el acordeón para tener con quien parrandiá[14].

 

 

Ya hecho un hombre abandona  la hacienda, y a la edad de 30 años  llega a Barranquilla allí conoce a músicos de renombre y  graba sus primeros discos e inicia sus primeras giras por los pueblos de la Costa Caribe[15]. Después de esto se hace un músico reconocido en toda la Costa Atlántica, sus canciones fueron éxitos, las grababa y se difundían en la radio. Se radicó en Planeta Rica, Córdoba, donde vivió gran parte de su vida, hasta el día de su muerte. 

 

En el año de 1968 se realizó en Valledupar el concurso de acordeones “profesionales” o aquellos que hubieran hecho al menos una grabación. El amplio favorito era Emiliano Zuleta Baquero, pero el “viejo Mile” se puso a celebrar anticipadamente su triunfo y no se encontraba en la plaza cuando fue llamado a la presentación final. El ganador fue Gilberto Alejandro Durán Díaz y se llevó un premio de $ 5.000 pesos[16]. Después de esto la gente seguidora de Emiliano, quedó muy molesta con la decisión, y esto lo plasma “Alejo” en su canción Comadre Consuelo, refiriéndose a la “Cacica” naturalmente.

 

El  fue pilar fundamental en el surgimiento de esta música, que con su sencillez y carisma logró darle una fuerza amplia al primer Festival de la Leyenda Vallenata, gracias a su elección como el primer rey vallenato, este festival arrancó con el pie derecho. García Marquéz escribe al respecto: “El primer rey elegido fue el rey de reyes, Alejo Durán, que de ese modo le dió al certamen su verdadero tamaño histórico”[17]. Consuelo Araujo Noguera dice: “...se presentó una de las figuras más queridas del vallenato, como ser humano más limpia, más pura, más auténtica y que más ha querido la gente, y que es Alejo Durán”[18]

 

El negro Alejo fue y sigue siendo la figura más querida del vallenato, el pueblo lo amaba por representar lo que ellos eran, un simple campesino que jamás dejó que el éxito y la fama lo golpearan, su sencillez a toda prueba y su entrega al pueblo fue la que lo hicieron grande, aun más que sus capacidades con el acordeón. Con el que era muy bueno, pero no tanto como muchos de los reyes que lo sucedieron, pero él siempre fue el rey del pueblo al punto que eran temidas las pedreas que podría originar el pueblo si no salía elegido en los concursos que participaba.

 

En el año de 1987, en el que muchos consideran el mejor de los festivales vallenatos[19], se realiza el primer concurso de rey de reyes, que tiene como objetivo escoger al mejor acordeonero entre los ganadores del Festival de la Leyenda Vallenata. El favorito del pueblo era Alejo Durán, pero tenia un fuerte contrincante en Nicolás “Colacho” Mendoza, que además era mucho más joven que “Alejo” que para esta época ya contaba con 68 años.

 

“Colacho” tuvo una impecable presentación, poniendo en graves aprietos a “Alejo” que se presentó y poco a poco fue envolviendo al público con su música y ya lo querían ver ganador. Pero en mitad de su presentación, Alejo Durán paró su interpretación y dijo en el micrófono “perdón pueblo, yo mismo me ha descalificado” cometió un error imperceptible para muchos, dentro del lenguaje vallenato se dice que se “atravesó”. En las interpretaciones tanto el acordeón como la caja tienen su espacio propio, Alejo se le “atravesó” con su acordeón a la caja. El en un acto de inmensa humildad, se autodescalificó, la gente presente en la plaza encendió sus ánimos y fue el mismo “Alejo” el que salió a la tarima para colocarle la corona a “Colacho” y de esta manera evitar la pedrea que se estaba gestando debido a la derrota de Alejo, al que el pueblo quería ver coronado rey de reyes.

 

Pero al lado de sus condiciones de acordeonero tenía como hombre un encanto que cautivaba a la multitud, su sonrisa entre socarrona y triste interpretaba el sentir juguetón y sentimental de la provincia de Valledupar y de Padilla. Sería en adelante la figura central de los festivales hasta la noche en que al hacerse la escogencia del rey de reyes, la multitud enardecida por no haber escogido al viejo Alejo intentó montar una asonada en la histórica plaza[20].

 

Al regresar a su pueblo Planeta Rica, el municipio y el departamento le tenían preparada una celebración al no estar ellos de acuerdo con la decisión del concurso rey de reyes, declararon rey de reyes[21] de la región a Alejo Durán y le entregaron un cheque por un millón de pesos. Además de una corona[22], desde entonces y aunque este concurso se realiza cada 10 años en Valledupar, Alejo Durán es considerado por la gente como el rey de reyes, el mejor que haya existido, incluso también por conocedores como García Márquez[23] .  

 

El 15 de noviembre de 1989, muere Alejandro Durán, su entierro fue un evento multitudinario, que duró cinco días con sus noches, y conmocionó a toda la Costa Atlántica. Su féretro se expuso con su acordeón encima, como él lo pidió en su canción más sentida “mi pedazo de acordeón” que sirve de epígrafe a este subcapítulo, donde pide expresamente que sea enterrado con su acordeón y así se hizo. En la otra canción que se encuentra en el epígrafe se nos habla de lo que significaba “Alejo” para la gente. Alto Rosario cuenta la historia de una parranda realizada en esta localidad y al decidir irse Alejo Durán la gente entró en una severa depresión y le pedían con llanto que por favor no se fuera. Es una demostración de cómo las personas querían a este sin igual personaje y por qué es el “rey del pueblo”, un labriego honesto y sencillo.  

 

“Carrillo es un corregimiento de San Pelayo. Allí una vez después de la corraleja se puso Alejandro Durán a tocar sus vallenatos en una tarima, así a un lao de la corraleja, cuando un campesino va diciendo: ‘carajo ese negro sí toca bonito, si no fuera tan feo le daba un beso’.[24]

 

Una de las más grandes características de Alejo Durán, fue ser un hombre mujeriego, unas 1.200 canciones de las 1.780 que compuso, fueron dedicadas a las mujeres, muchas de estas se rindieron a los encantos de su música y de sus versos[25]. Personas allegadas al “Negro Alejo”, hablan de que hubo tres cosas que tuvo en abundancia este músico: amigos, mujeres e hijos, tenía la misma capacidad para componer canciones que para conquistar mujeres y casi siempre lo uno estaba ligado con lo otro. El decía: “Los dos temas de mis canciones son: emociones y decepciones. Con las mujeres siempre me emociono y siempre me decepciono[26]”.

 

El tema del número de hijos de “Alejo” ha sido motivo de discusión y de anécdotas en la Costa Atlántica, pero cuando a él se le preguntaba siempre tenía salidas ingeniosas para el asunto, como en una ocasión que un periodista le preguntó: “Maestro ¿cuántos hijos tiene usted?” y Alejandro Durán le contestó después de pensarlo un rato “Yo debo tener unos veintiséis hijos”. “¿Todos con la misma?, contrapreguntó atrevidamente y con malicia el reportero. “Con la misma... pero con distintas mujeres” le contestó “Alejo”[27]

 

Pero si en vida fue rico de mujeres y de hijos lo que nunca tuvo fue dinero, al preguntarle por las regalías dejadas por sus discos, si le habían dejado algo esto fue lo que contestó: “Da pá comprar la libra de arroz. A mí no me ha dao plata; he conseguido unos pesitos pero por otros medios. No me he comercializado, no me he vuelto exigente. Lo demás lo hacen por comercio por negocio y yo siempre he tocado de corazón de gusto...[28]”. Hasta diciembre de 1989, la disquera Philips le había reconocido la suma de 76.712 pesos por canciones suyas, una cifra ínfima, al morir solo poseía dos casas en Planeta Rica y 46 cabezas de ganado en Montería y sus dos acordeones que eran su más preciado tesoro. Uno que se usó en su entierro y el otro que le legó a su hermano y también rey vallenato Náfer Durán[29].

 

Pero la popularidad de este especial músico dentro de la gente, no murió con él, en el año de 1992, en su pueblo natal casi se realiza una asonada debido a una estatua del “Negro Alejo”. Ese día se declaro “día cívico” en el municipio con el objetivo de que todos pudieran ver la estatua que había mandado hacer el municipio para erigirse en la plaza. Cuando ya se estaban abriendo los guacales en presencia del pueblo, de pronto el trabajador que estaba haciendo este trabajo le dijo al alcalde: “no se parece” el alcalde, echó una ojeada a la estatua y enseguida ordenó que se entrara el guacal a la alcaldía. El pueblo que se enteró de lo que había pasado se tomó la sede del alcalde y le pidió explicaciones, él dijo que era mejor esperar al festival de acordeones “mi pedazo de acordeón” que se celebra en abril en honor a Alejo. Pero la gente no quedó contenta y le ordenó al burgomaestre mostrarle la estatua, ante la presión él lo hizo, "No se parece y no lo queremos... Si lo colocan en la plaza le cortamos la cabeza" dijeron los habitantes. Así la estatua tuvo que ser confinada al concejo del pueblo[30].

 

Esta anécdota nos habla del amor y de la veneración que se siente hacia esta figura, en definitiva la más querida del vallenato. Otro hecho que nos confirma las conclusiones anteriores es la construcción de un puente que une los municipios de Plato y Zambrano, en límites de los departamentos de Bolívar y Magdalena. El puente, que tardó varios años en construirse y que tuvo un costo cercano a los 27.000 millones de pesos, y es de primordial importancia para la comunicación terrestre de la región, además de ser el puente más largo construido en Colombia[31], fue objeto de controversia.

 

Por ley se llama Antonio Escobar Camargo, en honor a un político de la región, pero este nombre no tuvo en cuenta al pueblo que hizo caso omiso del nombre oficial y comenzó a llamarle “Alejo Durán”. Y como uno se llama como le dicen y no por su nombre, el gobierno se vio abocado a  una  votación popular que  determinó que finalmente el puente se llamara Alejo Durán, como homenaje al compositor vallenato[32].

 

Alejandro Durán es una figura que actualmente está haciendo su transito de ídolo, a leyenda, esto lo podemos observar en las dos series televisivas que se han realizado en torno a su figura. A través de este medio poco a poco se van perdiendo los hechos reales de su vida, para ser transformados en leyenda, se deforma la realidad  histórica de su vida para darle a la figura del “Negro Alejo” un halo mítico. La primera de estas series fue transmitida por el canal regional de la Costa Atlántica “TeleCaribe” en el año de 1994, y fue protagonizada por uno de sus muchísimos hijos, uno de los 4 “Alejos” que nacieron en 1955[33], de esta manera se inicia la mitificación y la vida del compositor y cantante se convierte en leyenda para la Costa Atlántica.

 

La segunda serie es muy reciente se estrenó en noviembre de 1999, realizada por uno de los dos nuevos canales de televisión privados que posee Colombia, con la actuación de reconocidas figuras de la televisión. En esta nueva versión de la vida de Alejo se usa más la ficción que la realidad, transformando completamente los hechos para hacerlos más atrayentes e interesantes para el público y este es uno de los pasos que se deben dar para crear una leyenda: deformar la realidad. En esta serie “Alejo” se debe enfrentar con el acordeón con un contrincante que tiene pacto con el diablo, es así que se acerca la historia de Alejo Durán con la de Francisco El  Hombre, se pierde la realidad para dar paso a la leyenda que finalmente no es inventada por la televisión.

 

En la Costa Atlántica la figura de Alejo hace años que esta haciendo su transición a leyenda, a mito. La serie del canal de cobertura nacional, lo que hace es simplemente nacionalizar por medio de  la televisión el fenómeno. Por ejemplo el símil entre Alejandro Durán y Francisco El Hombre, ya se había dado en Planeta Rica, durante la coronación de “Alejo” como rey de reyes[34]. No estamos lejos del momento en que comience a llamársele “Alejo El Hombre”.

 

Para concluir se debe decir que Alejandro Durán en su calidad de músico del pueblo, logró sincretizar en sí mismo lo que el pueblo  mismo de la Costa es. Alejo siempre fue un defensor y promulgador de las costumbres campesinas, nunca permitió que la fama lo golpeara, él era del pueblo,  pertenecía a el e hizo todo lo posible para nunca defraudarlo. Alejo Durán representa a la última generación de músicos del vallenato tradicional, con una fuerte raigambre campesina, y con un alto sentido social de su profesión. Alejo con su música fue un digno representante del pueblo, desde su misma vestimenta, la más típica de la región, la propia de las personas humildes de la Costa y la que no cambió nunca durante su vida. Esta vestimenta es un hecho muy diciente y resume lo que fueron sus máximas, su vestimenta se convierte en un muy importante símbolo, que condensa todo lo que él quiere significar y mostrar a la gente. Siempre se le vio de sombrero vueltiao y con abarcas de tres puntá.

 

La gente al verlo en la tarima o en los discos, al escuchar las letras de sus canciones se ve así misma, entiende perfectamente lo que dice la música porque todo es sacado de su misma cultura campesina, los modismos, las temáticas,  todo en Alejo proviene del pueblo y es hecho para el pueblo. Esto es tan evidente que incluso en las entrevistas que se le realizaron cuando ya era famoso, Alejo siempre se refiere a su público como “mi pueblo”, hacia el que sentía una gran devoción y un gran compromiso. Las personas al verse reflejadas y representadas tan fielmente en él no podían menos que adorarlo y llegar a extremos como intentar montar una asonada por su nó elección en el rey de reyes.

 

Alejo Durán es solo un gran reflejo de lo que era la cultura campesina de la Costa, de mitad de siglo, y él encarna al más digno representante de la cultura campesina. Después de él nadie ha logrado llenar este espacio de manera tan clara, nadie se ha tomado el trabajo de intentar representar fielmente su cultura y lograr mantenerse ahí a pesar del éxito y del dinero. En este punto radica la importancia de Alejo dentro de la música de acordeón, él representa la generación de los cultores tradicionales, que poseían una gran vocación social, que vienen de abajo y nunca olvidan esto, por el contrario hacen apología de su condición y la pregonan en su música. Por esto una figura que logre condensar tan bien la masa, que posea tanta significación como Alejo no se ha vuelto a dar, su sola imagen con el sombrero de vueltas jalona una gran cantidad de sentido y representa a toda una sociedad. Porque nadie ha logrado representar tan fielmente la cultura popular de la Costa Atlántica como él lo hizo, es por esto que Alejandro Durán es el rey del pueblo. La simbólica imagen de Alejo, representa el tradicionalismo vallenato. El condensa lo que fue la música de acordeón en sus inicios, es el representante de la cultura campesina, con todo su conocimiento tradicional que pasa de generación en generación y estricta ética. Por esto el mismo Alejo se autodeclara un costumbrista y la frase que aparece como epígrafe es muy diciente en este sentido. Alejo es el defensor de lo tradicional, del origen mismo de la música de acordeón al cual él representa.                           

 

 

 

 

3. Rafael Escalona: Primer gran innovador

 escalona1.jpg (19445 bytes) foto tomada de www.vallenato.net

 

El Testamento

Rafael Escalona

La Custodia de Badillo

Rafael Escalona

 

Adiós morenita me voy por la madrugada

no quiero que me llores porque me da dolor:

paso por Valencia, cojo la Sabana,

Caracolicito y llego a Fundación.

Y entonces me tengo que meter

en un diablo al que le llaman tren,

que sale, por to’ la zona pasa,

y de tarde se mete en Santa Marta.

 

Juana Arias

Rafael Escalona

 

Y a todo el mundo empezó a decirle

oigan señores pa que lo sepan representantes yo tengo en pila

en Patillal es Colá Martínez

es la única persona que sirve

y aquí en el Valle al doctor Molina.

 

El playonero

Rafael Escalona

 

!Ay! me llaman, me llaman el playonero,

me llaman el playonero

en Codazzi tengo renombre;

yo soy Urbanito Castro,

hombre el caporal, hombre el caporal de los playones;

porque cuando tiro el lazo

ningún toro se me esconde.

 

El villanuevero

Rafael Escalona

 

Tiene que ser parrandero

lo mismo que su papá

y va a saber tirá, piedra’

porque nació en Villanueva

y será un tipo gritón

como Geño Celedón,

muy bueno pa’ las trompá’

como el Tite Socarrás

y con las damas cumplido

lo mismo que su padrino.

 

Me han dicho que el pueblo e’ Badillo se ha puesto de malas,

de malas porque sus reliquias las quieren quitar;

primero fue con San Antonio, lo hizo Enrique Maya,

pero ahora la cosa es distinta les voy a explicar:

 

Allá en la casa de Gregorio, muy segura estaba, una reliquia del pueblo, tipo colonial;

era una custodia linda, muy grande y pesada,

que ahora por otra liviana la quieren cambiar.

 

Se la llevaron, se la llevaron,

se la llevaron, ya se perdió;

lo que pasa es que la tiene un ratero honrado,

lo que ocurre es que un honrado se la robó.

 

Aunque digan que es calumnia del pueblo e’ Badillo,

ellos con mucha razón presentaron sus pruebas:

no tiene el mismo tamaño ni pesa lo mismo,

no tiene el mismo color; entonces no es ella.

 

Parece que el inspector como que tuvo miedo,

mucho miedo en este caso para proceder,

porque todavía no han dicho quien es el ratero,

aunque todo el mundo sabe ya quien pudo ser.

 

Seguramente que no fui yo

ni Alfonso López ni Pedro Castro;

ahora no fue Enrique Maya quien se la robó,

ahora no podrán decir que fue un vallenato.

 

Mi compadre Colás Guerra, cuando tenga fiesta,

debe de abrí mucho los ojos para vigilar:

con una cuarenta y cinco en la puerta e’ la iglesia

todo el que tenga sotana no lo deje entrar;

y al terminar la misa que se pongan

del cura pa’ bajo a requisá.

 

 

 

Rafael  Calixto Escalona Martínez, nació en Patillal, Cesar, el 27 de mayo de 1927. Fue el séptimo hijo de un total de nueve hermanos del hogar conformado por Clemente Escalona Labarcés,  coronel de la guerra de los Mil días, y Margarita Martínez Celedón. Desde muy temprana edad se dedicó a componer versitos, y por medio de estos versos fue acumulando anécdotas e historias que más adelante serían la materia prima para la composición de sus canciones vallenatas. Su primera canción fue compuesta, en 1943, cuando tenía 15 años, después de esta siguieron cerca de 85 composiciones más, canciones que en su letra relatan sus aventuras y su vida en general, además de historias más generales que narran los acontecimientos importantes del Magdalena grande. Bachiller Honoris causa del Colegio Loperena, poeta, parrandero, bohemio, mujeriego, contrabandista, agricultor, Secretario de Obras Públicas en el Cesar, Cónsul de Colombia en Panamá, y cofundador del Festival de la Leyenda Vallenata[35].

 

Escalona es un personaje de gran tamaño dentro de la historia de Colombia y esto lo hace evidente Gabriel García Márquez cuando en honor a él  dijo que: "Cien años de soledad no era más que un vallenato de 350 páginas"[36].

 

Rafael Escalona uno de los compositores más prolíficos y el primero en cambiar los patrones estéticos del vallenato fue la pieza fundamental en el proceso de aceptación de esta música dentro de las clases altas de la Costa y sus primeras incursiones hacia el altiplano. Uno de los vallenatólogos cachacos más ilustre nos habla de Escalona:

 

Las historias de Escalona salieron de Valledupar en los años cincuenta; sedujeron a los cachacos en los años sesenta; en los setenta fueron catalizador para que el vallenato se convirtiera en la música colombiana más popular; pasaron al repertorio internacional y a la televisión en los ochenta; y sirvieron en los noventa para producir impacto en el mercado de discos y conciertos de América y Europa, de la mano de Carlos Vives.

Cantos suyos han sido interpretados por artistas y orquestas famosas de América y Europa. De algunos de ellos hay versiones en salsa, en música sinfónica y hasta en flamenco[37].

 

A Escalona se le debe el tomar una música que era de negros y de clases bajas, y lograr introducirla en los salones de baile de toda la Costa Atlántica. Solo alguien como él que provenía de una familia acomodada de Valledupar y que hacía parte de la élite, le fue posible la primera gran transformación del vallenato, introduciéndole nuevas temáticas a las canciones pero a grado tal que no pervirtiera su esencia misma. Escalona sin alejarse demasiado de la esencia de esta música logró componer canciones que no hablaban de la ardua labor campesina como hasta entonces, si no que hábilmente en sus canciones introdujo a las grandes personalidades de la región, historias que interesaban mayormente a las élites porque ellos eran sus protagonistas.

 

Escalona también mantiene la costumbre de sus predecesores de no inventar nada en sus canciones, él va contando lo que va observando y lo hace con gracia, con espontaneidad, esto lo podemos observar en las letras transcritas en el epígrafe, se habla de las personas más importantes como Pedro Castro, Alfonso López y muchos otros, también describe muy bien la región, como en el “Testamento”, o cuenta un problema real de la región como en “La Custodia de Badillo”, canción que debe ser resaltada ya que en ella se encuentra resumida toda su gracia e importancia como compositor y cronista. “Ese formidable memorial de abogado penalista, con pruebas, indicios, alegatos e ironías, que es La custodia de Badillo”[38]. El resultado no se hizo esperar y con él se dio el primer gran paso en la evolución de esta música. El mismo Escalona cuenta:

 

 

Yo desde el primer día cuando tenía 14 años soy lo mismo que ahora que tengo 72, porque no tengo esnobismo, ni me influencia ninguna reacción exterior. Yo no pertenezco a ninguna casa disquera, ni tengo compromiso de inscribirme para hacerle canciones, yo no hago canciones por encargo.    Afortunadamente, me levanté‚ en un ambiente económico y social muy favorable, entonces siempre he cantado lo que quiero cantar: los cuentos de los amigos, la chismografía, la cositería, lo que yo veo, lo que me cuentan, lo que me llama la atención, eso alimenta el qué  dirán en la gente, en el vulgo, en el pueblo, en la familia, en los amigos. Es bonito decir los defectos y las virtudes de los amigos con música[39].

 

 

Escalona logró sacar el vallenato de los campos de labor y lo llevó a las casas y los clubes de las élites costeñas. Con Escalona se logró el primer avance de la música vallenata, de ser una música local y de grupos campesinos la convirtió en un fenómeno regional y de aceptación en todas las esferas sociales.

 

Rafael Escalona es un caso muy especial dentro de los grandes compositores y músicos vallenatos de su generación. En primer lugar su origen acomodado contrastaba con la extracción campesina de todos los participantes de esta música en la época, adicionalmente las grandes figuras de esta escuela “clásica” del vallenato se caracterizaban por ser músicos “completos”, que componían, cantaban y tocaban el acordeón, todo en una sola persona. Escalona jamás aprendió a tocar el acordeón la explicación del porqué de esta singularidad nos la da García Márquez:

 

 

Ya Rafael Escalona, con poco más de 15 años, había hecho sus primeras canciones en el Liceo Celedón de Santa Marta, y ya se vislumbraba como uno de los herederos grandes de la tradición gloriosa de “Francisco El Hombre” pero apenas si lo conocían sus compañeros de colegio. Además, los creadores e intérpretes vallenatos eran gente del campo, poetas primitivos que apenas si sabían leer y escribir, y que ignoraban por completo las leyes de la música. Tocaban de oídas el acordeón, que nadie sabía cuándo ni por donde les había llegado, y las familias encopetadas de la región consideraban que los cantos vallenatos eran cosas de peones descalzos, y si acaso, muy buenas para entretener borrachos, pero no para entrar con la pata en el suelo en las casas decentes. De modo que el joven Rafael Escalona, cuya familia era nada menos que parienta cercana del obispo Celedón, se escandalizó con la noticia de que el muchacho compusiera canciones de jornaleros.

Fue tal el escándalo doméstico, que Escalona no se atrevió nunca a aprender a tocar el acordeón (...). Sin embargo, la irrupción de un bachiller en el vallenato tradicional le introdujo un ingrediente culto que ha sido decisivo en su evolución[40].          

 

 

 

Escalona además de no tocar el acordeón y de provenir de una familia acomodada posee una tercera característica que lo diferencia de los músicos de su generación, él no canta, solamente compone para que otros canten. Como podemos ver Escalona es una figura realmente diferente dentro de los parámetros del vallenato “tradicional”. El transformó los cánones vallenatos abriendo el camino para los radicales cambios que  surgirían años después, hasta llegar al vallenato que escuchamos actualmente. También Escalona se hace famoso nacionalmente de manera diferente que los demás músicos vallenatos, de una manera que no va de la mano de lo “tradicional”, ya que sus cantos se dieron a conocer primero en la voz de Guillermo Buitrago y luego con Bovea y sus vallenatos, pero no acompañados de acordeón, caja y guacharaca, como era de esperarse, si no de guitarra y maracas[41].

 

Los parámetros que estableció Escalona hoy en día son el común: que una persona componga, otra cante y otra toque el acordeón.

   

 

Escalona, en todo caso, es un claro símbolo de la música vallenata. Mejor aún: un mito. Así lo reconoce "Cien años de soledad" al incluirlo con nombre y apellido entre los personajes de Macondo. Lo curioso es que algunas de las características de Escalona se apartan de lo que podría considerarse clásico o tradicional en el mundo del folclor del Cesar. A diferencia de los grandes acordeoneros que han tejido la historia de esta música, Escalona no toca ningún instrumento. En contraste con figuras como Alejo Durán, Leandro Díaz y Emiliano Zuleta, que han dado voz a sus composiciones, Escalona rara vez canta. Y, al contrario de los campesinos y vaqueros pobres y a menudo analfabetos que dieron bulto al género, Escalona procede de una familia adinerada y aristocrática. La típica familia que gozaba con las parrandas pero consideraba que hacer canciones era oficio de gente humilde[42].

 

 

 

 La vida de Rafael Escalona al igual que la de Alejandro Durán, fue base para la realización de una telenovela que utilizó un alto presupuesto y algunos de los más importantes actores de nuestra televisión, con Carlos Vives en el papel de Escalona se inició una nueva etapa para el vallenato y se exportó tanto la novela como los cantos de Escalona en la voz de Vives, a múltiples países donde fue todo un suceso.  

 

En el año de 1998 en la versión número treinta y uno del Festival de la Leyenda Vallenata se declaró que esta versión era en honor a Rafael Escalona, se le organizó todo un homenaje donde se exaltaron sus cualidades y su obra en favor del folclor del Valle de Upar. Varios de los más renombrados músicos vallenatos cantaron sus canciones y el presidente Samper impuso al maestro Escalona la Cruz de Boyacá  en el Grado de Comendador, distinción que se le hace a quienes han prestado grandes servicios al país. Parte del discurso del presidente Samper durante este acto, donde habla de la internacionalización que han tenido los cantos de Escalona:

 

 

"El vallenato nos llega al alma a todos los colombianos porque es lo más parecido a lo que somos por dentro: románticos, sensibles, mágicos, nostálgicos, explosivos. ¨Han oído Ada Luz en Flamenco? ¨Saben que Juana Arias ya ha recorrido tres continentes? ¨O que la Vieja Sara está  comiendo pescado crudo en Japón? Para no hablar del Viejo Miguel que pasó de la manigua caliente a la televisión turca"[43].

 

 

 

El expresidente Alfonso López Michelsen “Biblia” del vallenato habla de Escalona:

 

 

La verdadera síntesis entre lo popular y lo sabio la realizó Rafael Escalona. ha sido el más grande de todos y, como se dice en poesía, tiene ángel. Cuando García Márquez dice que Cien años de soledad es un largo vallenato, le hace un gran homenaje a Rafael Escalona, su amigo, por quien tiene una manifiesta debilidad. No va a ser necesaria su muerte y Dios quiera que viva muchos años para reconocerle que en el panorama musical es un coloso comparable a Agustín Lara, a José Alfredo Jiménez o a Discépolo, en cuanto a lo prolífico y a la influencia que llegó a tener sobre escritores y músicos de Colombia. Suyas son composiciones casi inéditas como la "Lengua sanjuanera",... o "Carmen Gómez", que tuvieron una gran vigencia en su tiempo y que raramente se citan.

A semejanza de Walt Disney, con su Pato Donald o Pluto, Escalona inmortalizó a cien figuras de la provincia, desde su hija Ada Luz hasta Pedro Castro, Jaime Molina, el doctor Molina, el doctor Maya, el doctor Pavajeau, Miguel Canales, Arturo Molina, el mayor Blanco, la vieja Sara, Toño Salas, Emiliano Zuleta... ­Qué se yo![44].

 

 

Rafael Escalona, también incursionó en los terrenos políticos, de la mano de su amigo Alfonso López, en 1967 es nombrado por éste Jefe de Turismo del Departamento del Cesar y posteriormente durante el mandato presidencial, Consul en Panama. En 1974 durante la campaña presidencial de López, Escalona le compone “El pollo”[45]. Himno de batalla que toma López y como se le conoce aún en la actualidad.

 

El pollo    Rafael Escalona

 

 

El partido liberal tiene el hombre

en la plaza de Bolívar se grita

López es el pollo

López es el gallo

el presidente que Colombia necesita (bis).

 

El partido liberal tiene empuje

para que nadie lo pueda derrotar

López es el pollo

López es el gallo

el candidato del partido liberal.

     

 

 

Escalona es la figura más importante del vallenato hasta el presente. Es la persona que logra lo que era imposible, hasta su aparición; la regionalización a todo nivel social, de un fenómeno local de minorías relegadas y desdeñadas. Escalona crea una nueva estética dentro de la música de acordeón, es parte primordial dentro de la creación del vallenato, entendido como la  apropiación musical de Valledupar, que es la que actualmente la sociedad colombiana consume. Influye en un personaje de tan radical importancia para la cultura colombiana como García Márquez, a la vez que su música es pieza fundamental dentro del segundo gran paso expansivo de este género.

 

Escalona es por esto la persona más importante dentro del vallenato, no solo por su música, sino también  por las repercusiones de sus acciones, en pos de la evolución del género y su gradual expansión y crecimiento. El le aporta su imagen y condición social a la música de acordeón en un momento en que era muy mal vista  y gracias a su osadía, el vallenato logra un reconocimiento que le era completamente ajeno. Escalona representa el primer gran paso en la evolución de la música vallenata, él le brinda una nueva imagen, ya no de negros campesinos iletrados, sino de un bachiller, blanco, perteneciente a una de las más prestantes familias de la región. Sin una figura de las condiciones de Escalona el vallenato como lo conocemos actualmente sería impensable.     

 

 

 


 

[1] Jesús Martín Barbero, “De la telenovela al vallenato” en: A contratiempo, No.9, Bogotá, 1997, pp.67y68.  

[2] Ana María Ochoa, “Tradición, género y nación en el Bambuco”, en: A contratiempo, No. 9, Bogotá, 1997, pp.35.

[3] Germán Colmenares, Las convenciones contra la cultura, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1987, pp. 61.

[4] Jesús Martín Barbero, “Modernidades y destiempos Latinoamericanos” en: Nómadas, No. 8, Bogotá, marzo de 1998, pp. 33.

[5] Luis Delio Gómez, “Leyenda de Francisco El Hombre” en Correo de los Andes, Bogotá, Vol. 2, No. 4, 1980, pp. 87.

[6] José G. Daniels, “Vuelve (Francisco El Hombre)”, en El Tiempo, secc. opinión, edición Caribe, abril 27 de 1996, pp. 2.

[7] La leyenda de Francisco El Hombre, siguiendo una de las características de las leyendas posee múltiples versiones, ya que en cada una de ellas se encuentran diferencias en la reconstrucción de los hechos. Se toma esta versión por ser una de las más breves encontradas y por ser Camarillo un importante cultor de la música de acordeón.  

[8] Víctor Camarillo, citado en: Memoria Cultural en el Vallenato, Medellín, U. de Antioquia, s.f, pp. 245.

[9] Ibid.

[10] Ibid.

[11] Hernan Restrepo Duque, Las 100 mejores canciones colombianas y sus autores, II encuentro con la música Colombiana, R C N, Sonolux, 1991, pp. 71.

[12] “Francisco El Hombre”, en El Tiempo, secc. La nación, columna: Vistazo, edición Bogotá, diciembre 16 de 1993, pp.13B.

[13] Alejandro Durán, citado en: Memoria Cultural en el Vallenato, Medellín, U. de Antioquia, s.f, pp.199.

[14] Ibid, pp. 200.

[15] Jorge Valencia Molina, “Alejo y su pedazo de acordeón” en El Tiempo, edición Caribe, noviembre 8 de 1995, pp. 2.

[16] “Anécdotas que han hecho historia” en Romanceros, año 2, No. 2, abril de 1997, pp. 10. 

[17] Gabriel García Marquéz, “Valledupar: la parranda del siglo” en El Espectador, Bogotá, 19 de junio de 1983, pp.2A.

[18] “El festival vallenato es una realidad nacional” Op.cit.

[19] “Anécdotas que han hecho historia” Op.cit. pp.11.

[20] Alfonso López Michelsen, citado en: “XXIX Festival de la Leyenda Vallenata”, en: El Tiempo, Lecturas Dominicales, 28 de abril de 1996, pp. 2.

[21] Amilde Frías Rincón, “Durán revive en Rey de Reyes” en El Tiempo, edición Bogotá, abril 21 de 1994, pp.15C.

[22] “XXXII Festival de la Leyenda Vallenata” en Revista Expectativa, Edición No. 119, Montería, abril de 1999, pp.1.

[23] “Valledupar la parranda del siglo” Op.cit.

[24] Ramón Alvarez, citado en: Memoria cultural en el vallenato, Op.cit, pp. 72.

[25] “039 hijos”, en Semana, No. 646, septiembre 20 de 1994, pp. 46.

[26] Ibid.

[27] Ibid, pp. 48.

[28] Alejandro Dúran, citado en: Memoria cultural en el vallenato, Op.cit. pp. 204.

[29] “039 hijos”, Op.cit, pp. 48.

[30] Alvaro Oviedo, “Estatua de Alejo divide a su pueblo”, en: El Tiempo, edición Bogotá, julio 17 de 1994, pp.12A.

[31] Armando Benedetti Jimeno, “El puente de Alejo”, en: El Tiempo, edición Bogotá, diciembre 20 de 1997, pp.5A.

[32] “Al servicio el puente ‘Alejo Durán’ ”, en: El Tiempo, edición Bogotá, diciembre 30 de 1997, pp. 1A.

[33] Amilde Frías Rincón, “Rey de Reyes en la eternidad...”, en: El Tiempo, edición Bogotá, noviembre 11 de 1992, pp. 9D.

[34] “Durán revive en Rey de Reyes” Op.cit.

[35] Carlos A. Pulgarín, “No soy mito ni leyenda, soy simplemente Escalona” en: El Tiempo, edición Caribe, julio 9 de 1998, pp. 5.

[36] Daniel Samper Pizano, “Rafael Escalona Martínez”, en: El Tiempo, edición Bogotá, Lecturas Dominicales, agosto 2 de 1998, pp. 6.

[37] Ibid.

[38] Juan Gossaín, “!Ay hombre!”, en: Semana, No. 605, diciembre 7 de 1993, pp.100.

[39] Rafael Escalona Martínez, citado en: “No soy mito ni leyenda, soy simplemente Escalona”, Op.cit.

[40] “Valledupar: la parranda del siglo”, Op.cit.

[41] Hernan Restrepo Duque, Op.cit, pp. 75.

[42] Daniel Samper Pizano, Op.cit.

[43] Ernesto Samper Pizano, citado en: “Los cantores le cantan al cantor”, El Tiempo, edición Caribe, abril 30  de 1998, pp. 6.

[44] Alfonso López Michelsen, “Cien años de vallenato”, en El Tiempo, edición Bogotá, agosto 17 de 1997, pp. 5A.

[45] Ciro Quiroz Otero, Vallenato hombre y canto, Op. cit, pp. 87.