Su
autor, Mikhail Bakhtin[1], fue un teórico ruso de los años 30 y un autor
reconocido dentro del pensamiento contemporáneo. El punto de partida de Bakthin
es François Rabelais, el escritor francés renacentista. Bakthin enfatiza que
dentro del los escritos escatológicos de Rabelais existe la evidente intención
de descubrir la historia del humor popular, así como las sorprendentes prácticas
del carnaval renacentista. El primer objetivo de "Rabelais y su mundo" es
descubrirnos el lenguaje peculiar y las practicas del ambiente carnavalesco.
Bakhtin distingue claramente la cultura carnavalesca de la antigüedad de la
cultura festiva que se da actualmente. El carnaval contemporáneo es sólo un
pálido reflejo en comparación al desenfreno lujurioso, la locura juerguista e
incluso las mutilaciones físicas que tenían lugar durante el tiempo carnavalesco
de antaño. El carnaval sobre el que Rabelais escribió es muy distinto del
moderno carnaval. De hecho son tan distintos que apenas comparten algo más que
su nombre en común. La cultura carnavalesca del Renacimiento implicaba la
"suspensión temporal de todas las distinciones jerárquicas y barreras entre los
hombres...y de las prohibiciones de la vida corriente". Los que vivían el
carnaval se acababan involucrando en jugueteos de mutilaciones físicas, grandes
comilonas y borracheras así como en una actitud primordialmente festiva que era
el carnaval. El término "carnavalesco" significa la carnavalización de la vida
corriente. Bakhtin divide lo carnavalesco en tres aspectos: espectáculos
rituales, composiciones cómicas verbales y varias formas de blasfemias o
lenguaje obsceno. Aunque Bakhtin separa las diversas fórmulas carnavalescas, a
menudo se conectan dentro del carnaval.
Bakthin describe el Carnavalismo como algo creado cuando los temas del carnaval
retuercen, transmutan e invierten los temas comunes de la composición social
dominante. Bakhtin nos hace ver en la teoría contemporánea hasta que extremo la
cultura popular en los comienzos de la Europa Moderna incluian las florecientes
tradiciones de lo carnavalesco que se mofaban de la autoridad y parodiaban ideas
oficiales sobre la sociedad, la historia, el destino o la suerte como algo
inalterable. Con sus máscaras y monstruos, fiestas y juegos, dramas y
procesiones, el carnaval era muchas cosas a la vez. Era placer festivo, el mundo
patas arriba, destrucción y creación; era una teoría del tiempo, de la historia
y del destino; era utopía, cosmología y filosofía. Los propios placeres del
carnaval eran al mismo tiempo modelos filosóficos. Las yuxtaposiciones
extravagantes, la mezcla grotesca y las confrontaciones entre alto y bajo,
clases superiores y clases inferiores, espiritual y material, joven y viejo,
hombre y mujer, identidad diaria y disfraz festivo, convenciones serias y sus
parodias, tiempos serios medievales y visiones utópicas jocosas. La cultura
carnavalesca del Renacimiento implicaba la "suspensión temporal de todas las
distinciones jerárquicas y barreras entre los hombres...y de las prohibiciones
de la vida corriente". Los que vivían el carnaval se acababan involucrando en
jugueteos de mutilaciones físicas, grandes comilonas y borracheras así como en
una actitud primordialmente festiva que era el carnaval. Bakhtin ve formas
carnavalescas procedentes del carnaval Renacentista calando en la literatura el
arte y la vida cotidiana. El carnaval ha sido inmortalizado para siempre en las
obras de Goethe, las bellas artes y en la cultura vernácula de nuestros días.
Podríamos decir que las tendencias estéticas del humanismo fueron una reacción
contra la propia imagen que universalmente dominaba lo carnavalesco. Por último,
uno puede ver vestigios del carnaval cualquier dia de nuestra moderna vida.
Bakhtin escribió que la concepción del humor tuvo lugar dentro de carnaval. De
hecho toda la idea de devolver la vida a su "vulgaridad" es un concepto central
al carnaval.
La carnavalización "nos hace posible ampliar nuestros limitados horizontes
vitales", o como señaló Foucault, nos ayuda a "ampliar nuestra participación en
el sistema presente". El carnaval aspira a destapar, socavar -incluso destruir-,
la hegemonía de cualquier ideología que pretende decir la última palabra sobre
el mundo, y también aspira a renovar, a echar luz sobre la vida, el sentido que
esconde, dilucidar potenciales; proyectar, como lo hace cualquier
conceptualización alternativa de la realidad. En este sentido, el Dialogismo es
un aspecto fundamental del carnaval, "una pluralidad de muchas conciencias
completamente válidas", cada una de ellas aportando su propio punto de vista ,
una forma diferente de ver el mundo. "Dos voces es el mínimo para la vida, el
mínimo para la existencia"; si el dialogismo termina, nos revela Bakhtin, "todo
termina". Bakhtin afirma que es saliéndose fuera de una cultura de uno puede
llegar a comprender su propia cultura. Este proceso de "enriquecimiento
recíproco" abre nuevas posibilidades para cada cultura, revela potencialidades
ocultas, promueve la renovación y el enriquecimiento y crea nuevas
potencialidades, nuevas voces, que pueden hacerse auténticas en una futura
interacción dialógica. De esta forma la discriminación contra los grupos
marginados por la ideología dominante en tiempos de no-carnaval no solo
recuperan su voz durante el tiempo de carnaval, sino que también dicen algo
sobre la ideología dominante que busca silenciarles. De esta forma dos voces se
unen en la comunicación libre y franca que permite el carnaval, y aunque "cada
una conserva su propia unidad y abre a la totalidad, se enriquecen mutuamente".
El carnaval y los componentes que lo acompañan representan una teoría de la
resistencia, una teoría de la libertad contra toda forma de dominación. "El
carnaval es un lugar para tejer un nuevo modelo de inter-relación entre
individuos...gente que en la vida están separados por barreras jerárquicas
entran en contacto libre y familiar en la plaza del carnaval". Hay una
motivación durante el tiempo de carnaval para crear una forma de configuración
social humana que "va más allá de las formas sociales existentes". De esta forma
la teoría carnavalista de Bakhtin no se puede reducir a términos como anárquica,
o irresponsable, pues es, de hecho, una táctica dispersa, que puede ser llevada
a la práctica y sostenida allí donde existe un régimen dominante.
[1] "Rabelais and His World" en
Amazon.com; edición en castellano: Mijail Bajtin, "Rabelais y su Mundo"
(Barral, Barcelona 1974)