A la Madre

Quisiera cantar con lira muy sonora

a esa gran mujer autora de la vida,

a ese lindo ser con mente soñadora,

que vuela al infinito con el alma herida.


Junto a un moisés la sorprende la aurora,

luciendo tan radiante cual rosa florecida

y sin mostrar jamás cansancio por la hora

se entrega con amor al hijo sin medida.


En el hogar como abnegada esposa,

siembra semillas de amor y de ternura;

con sus retoños es siempre generosa

y cultiva ilusiones con mesura.


Con voluntad trabaja con sus manos

para traer el pan desde muy lejos;

es el soporte de todos los ancianos

y fuente inagotable de consejos.


Revestida de amor y de paciencia

hace frente al dolor y a la aflicción;

por proseguir al hijo en su pasión.

Esa mujer se angustia por hijo ausente,

por el hombre que no tiene fortuna,

por el que sufre cuando está presente,

por el que llora cuando está en la cuna.


Al necio corazón que nada escucha,

por haberse perdido en inconsciencia,

ella lo oye desde lejos cuando lucha

y espera su regreso con paciencia.


Cómo no recordar los ratos de alegría,

esas canciones cantadas a la luna,

su inmenso placer por las monerías,

por garrapatos trazados con la pluma.


Gracias Señor, por esa madre bella,

que enseñó el temor a tu existencia,

que ilumina mi vida como estrella,

para seguir el sendero a tu presencia.


Autor Desconocido