Dios Me Espera


Señor, tengo demasiada hambre de infinito

para creer que me hayas hecho mortal.

He amado demasiado a mis seres queridos

para creer que nuestro amor se haya apagado para siempre.

Y tengo demasiada confianza en nuestro Padre del Cielo

para creer que haya querido tener hijos .....

para dejarlos morir.


Acojo, entonces, Señor, tu "Buena Noticia",

como respuesta de amor a mi loca esperanza.

Sí, mis muertos viven,

y puedo amarlos más que en esta loca tierra.

Sí, viviré con ellos más allá del tiempo,

porque Tú me esperas, ellos me esperan,

para compartir tu amor y compartir tu alegría.


Gracias, Señor, creo.

Creo que eres Tú quien nos das tu vida,

vida resucitada, en nuestra vida enraizada

y tu amor de Cielo, en nuestro amor de tierra.


Pero, pese a todo, dudo a veces,

perdóname, Señor.

Yo que quería tocar todavía, Señor,

que quería agarrar,

que quería estrechar,

con el cuerpo en paro y el corazón desgarrado

tropiezo con la ausencia.


Y lloro ... Como Tú llorabas a tu amigo en la tierra.

No me avergüenza llorar

porque he comprendido, hoy,

que he de aceptar y ofrecer esta ausencia,

para lavar mis amores, mezclados con tanta tierra,

que la alegría, todavía no puede florecer eternamente.


Es preciso, ahora, que me levante, Señor,

para reemprender el camino.

Es tan difícil amar como se ama en tu Casa,

que primero he de prepararme intensamente

amando, hoy, a todos mis hermanos, aquí.


Ayúdame, ellos me esperan, y Tú me esperas, también

para alimentar con tu vida, el más mínimo gesto.

Y contigo Resucitado, recorreré el tiempo

hasta el día del amor y de la alegría sin fin.