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Boletín Informativo / Junio 1995 / No. 5

DOS FRAGMENTOS DE 1835/Luis Guerrero


El debate hermenéutico sobre la obra de Sören Kierkegaard, que se extendió por varias décadas, ha tenido dos ejes fundamentales: Por una parte sus escritos son un laberinto de pseudónimos, con posturas diversas e incluso contrarias, exigiendo del lector una actitud inteligente y expectante para poder interpretar el uso o sentido que tienen dichos pseudónimos en el conjunto de sus escritos. Por el otro lado, es sabido el carácter autobiográfico de sus obras, por lo que no es tan fácil distinguir lo que corresponde a una descripción exclusivamente personal, o a una comunicación indirecta con Regina, o a un encuentro con los problemas filosóficos o teológicos a los que desea responder.

Para los que estamos interesados por el pensamiento de Kierkegaard, estas dificultades acrecientan la pasión por conocer con más detalle y profundidad sus escritos.

Entre los papeles que se conservan de Kierkegaard se encuentran una carta redactada por él a un pariente lejano (Papeles I A 72) y otro fragmento a propósito de esa misma carta (Papeles I A 75). Tanto por la fecha como por el contenido, estos fragmentos de los Papirer son de sumo valor para dar luces sobre el debate mencionado anteriormente. Dichos fragmentos, para muchos críticos, son el testimonio más claro y antiguo de los aspectos más fundamentales de su pensamiento y cómo éstos se relacionan entre sí.

En primer lugar, por la época en que fueron escritos -junio y agosto de 1835-, cuando Kierkegaard acababa de cumplir 22 años, se comprueba que esas ideas básicas tienen independencia de los acontecimientos posteriores que tanta resonancia tienen en sus biógrafos. Dichos fragmentos son dos años anteriores a que conociera a Regina Olsen y seis años anteriores al rompimiento de su compromiso con ella. Son dos años anteriores a que dejó la casa paterna, y tres años anteriores a la confesión que le hizo su padre y la muerte de éste. Son cinco años anteriores a su examen de teología y seis años anteriores a su examen de filosofía. Son ocho a&nt ildeos anteriores a la publicación de La alternativa.

En segundo lugar, podemos observar -por el contenido de estos dos fragmentos- las líneas b&aacutesicas de su posterior pensamiento que lo han hecho ocupar un lugar destacado dentro de la historia de la filosofía. En ellos se encuentran los puntos centrales de la interioridad e individualidad, el conocimiento de la propia existencia y la verdad subjetiva con el matiz propio de su pensamiento; se encuentra también su interés y perplejidad por la religión y su rechazo del racionalismo teológico y del hegelianismo. Describe también las tres formas o estadios de afrontar la existencia: la de los hombres sin interioridad que se quedan en la inmediatez del mundo; la de los que ponen como paradigma de su existencia el simple saber objetivo, y por último, la existencia interior. En estos dos fragmentos también se observa su interés por la ironía socrática -tan importante para su propio método-, tambieacuten hace referencia -en el mismo sentido en el que lo hará seis años después- a las figuras de Fausto y del Don Juan.

Teniendo en cuenta estos datos y el contenido de estos pequeños textos, no puede afirmarse que la filosofía de Kierkegaard es una invención romántica a partir del rompimiento con Regina, o cosas similares.

Extractos de la carta que Kierkegaard escribió a W. Lund (1801-1880), naturalista danés, pariente lejano de Kierkegaard y de los fragmentos a propósito de ésta. Cfr. Papeles I A 72 y I A 75.

(...) Todo hombre, naturalmente, desea actuar en este mundo según sus dotes; surge entonces el deseo de plasmarlas en determinada dirección, en aquella que mejor convenga a su individualidad. Pero: ¿ cuál? heme aquí sumido en un interrogante.(...) Quizá la desgracia de mi existencia consista en que me intereso por demasiadas cosas sin llegar a una decisión.

(...) He sido y soy entusiasta por las ciencias naturales, pero no creo que las convierta en el objeto principal de mis estudios. Lo que más me ha interesado en la vida es el juego de la inteligencia y de la libertad, cuyos enigmas sin cesar he deseado explicarme y resolver.

(...) La teología es, aparentemente, mi campo preferido, pero aquí también tropiezo con grandes dificultades.(...) He sido educado en un medio ortodoxo, bien puedo decirlo, pero desde que comencé a reflexionar por mi cuenta, el inmenso coloso del cristianismo empezó a tambalearse.(...)

Mi atención se ha visto atraída por otro fen&aoacutemeno, el racionalismo, el cual en resumen me parece que representa un triste papel.(...) Con el fin de acercarse al cristianismo, se sirve de las Escrituras como base para sus especulaciones y utiliza para cada uno de sus problemas una legión de versículos cuyo sentido no ha penetrado.(...) Su error con siste, pues, en que cuando concuerdan con las Escrituras se basan en ellas y, en caso contrario, las dejan de lado, y así andan en dos direcciones opuestas.

Lo que en el fondo me falta, es ver claro en mí mismo, saber "qué debo hacer", y no qué debo conocer, salvo en la medida que el conocimiento deba preceder a la acción. Se trata de comprender mi destino, de descubrir aquello que en fondo Dios reclama de mí, de hallar una verdad que sea tal "para mí", de encontrar "la idea por la cual deseo vivir y morir" -Sólo entonces el hombre realiza una experiencia interior; pero para muchos las diferentes impresiones vitales son como los dibujos que el mar traza sobre la playa para borrarlos en seguida, sin dejar rastros-. ¿ Qué provecho podrían reportarme las llamadas verdades objetivas aunque descubriera alguna de ellas, aunque me engolfara en los sistemas filosóficos, y llegado el caso, fuera capaz de reseñarlos a todos?(...) No niego, es verdad, que admito aún el "imperativo del conocimiento", en virtud del cual podría ejercer una acción sobre los hombres, pero "es preciso que lo absorba vitalmente", he aquí lo esencial para mí.

(...) Sólo cuando el hombre se comprende íntimamente y descubre su propio camino, la vida se sosiega y cobra sentido, sólo entonces se ve uno libre del desagradable y funesto compañero de viaje, esa "ironía de la vida", que revela el mundo del conocimiento y que impone al verdadero conocimiento un comenzar por el "no conocer" socrático.(...) El que carece de un centro de gravedad interior, tampoco logrará mantenerse a flote durante las tempestades de la vida. Sólo cuando el hombre se haya comprendido a sí mismo de ese modo, será capaz de conducir una existencia independiente y evitará elextravío del propio "yo".

(...) He tratado, con todo el respeto que merece su importancia, de salvaguardar mi individualidad.(...) La frecuencia del hombre común, poco me ha dejado en calidad de ganancias o pérdidas. En primer lugar, sus ocupaciones, eso que llaman "la vida práctica", no me interesa en absoluto. Además, su frialdad, su completa apatía con respecto a los móviles espirituales e íntimos del hombre, me distanciaron todavía más.