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Crucero      ARA"Gral.Belgrano"

Torpedos contra el Belgrano: 323 muertos en el mar


Fue la mayor tragedia naval en ia historia de la Armada Argentina. También una de sus mayores pruebas de heroísmo. Casi trescientos hombres murieron en el primer instante del ataque llevado a cabo por el submarino nuclear HMS "Conqueror" contra el crucero ARA "General Belgrano". Su posición: 55ø 24' Sur y 61ø 32' Oeste, es decir 95 millas al sudeste de ia Isla de los Estados y a 210 millas al sur de la Gran Malvina fuera de la Zona de Exclusión dispuesta unilateralmente por Gran Bretaña. Tres torpedos Mark VIII fueron lanzados por el agresor. Dos alcanzaron al crucero. El primero dio en el centro del buque, causando el mayor daño: el otro dio adelante y corto literalmente casi 20 metros de la proa. El tercero erró el blanco y pego en el casco del destructor ARA "Hipólito Bouchard", escolta del crucero, pero no estallo. Eran las cuatro de la tarde del 2 de mayo de 1982 y el ataque quedaría registrado como el primero llevado a cabo jamás por una nave nuclear y el primer submarino después de la Segunda Guerra Mundial. El relato de los hechos es el que le sigue.

 

  
Fotos del naufragio. A la izquierda, se observa la proa seccionada por el segundo torpedo que disparara el submarino nuclear HMS Conqueror.

Escudo del crucero ARA General Belgrano, conservaba en el campo superior la imagen del mitológico Fénix, el pájaro que renació de las cenizas. Eso quiere decir en latín "ex cinere" y "Phoenix" (Fénix) había sido el primer nombre del buque, cuando revistaba en la flota norteamericana del Pacifico...

El torpedo golpeo al Belgrano en el costado y en el medio del buque, explotando hacia arriba y hacia abajo quemando y destrozando todo con increíble poder, atravesando cuatro cubiertas de acero espeso hasta llegar a la principal.
El crucero, que navegaba a buena velocidad, se freno de pronto, como si hubiera encallado en un gigantesco banco de arena. Cuatro segundos después, otro torpedo se incrusto a quince metros de la proa, haciéndola desaparecer.
Se corto la energía y la luz desapareció de inmediato. En el interior del crucero penetraban toneladas de agua, mientras estallaban olas de calor, fuego y vapor. El buque comenzó a escorar rápidamente.
Eran las 16.01 del domingo 2 de mayo de 1982 en pleno Atlántico Sur; y el crucero de la Armada Argentina ARA "General Belgrano" estaba perdido.
La posición del buque era latitud 55ø 24' sur, longitud 61ø 32' oeste, en el filo de la Antártica. La temperatura sobre la superficie del mar era bajo cero, el viento soplaba mas de cincuenta kilómetros por hora y tendía a intensificar su velocidad.
Pronto, en una hora mas vendría la noche antártica ;y si un hombre caía al agua podía resistir cuatro o cinco minutos y luego moriría.
En el buque argentino no hubo pánico, sino orden y abnegación. Este es el motivo porque el porcentaje de sobrevivientes fue comparativamente alto. Cada hombre conocía al menos dos formas de abandonar el buque de su puesto de combate. Su espíritu de equipo y su rapidez para sacrificarse por sus compañeros era elevadísimo.
"Yo estaba casi en el centro del buque, en la cubierta baja", dice el conscripto artillero mecánico Oscar Alfredo Pardo. "Por el impacto pensé que era un cañonazo, el buque comenzó a escorar rápidamente. Se escuchaba un ruido como el de cilindros de gas liquido que explotan, con golpes agudos. Me volví para recoger mi salvavidas y mi campera antártica. Y me fui para mi batería: todos conocíamos muy bien nuestros lugares de combate... Quería liquidar al menos a un ingles."
El capitán Héctor Elías Bonzo pidió voluntarios para rescatar hombres dentro del barco, que se estaba hundiendo rápidamente. Muchos se presentaron de inmediato, profesionales y conscriptos.
"Las escaleras estaban quemadas y no había luz. Con varios de los muchachos -dice el conscripto Oscar Alfredo Pardo- bajamos al interior del crucero. Estaba abierto de un lado al otro. Había mucho humo por todos lados y una niebla espesa. Usábamos una linterna porque no se veía nada... Había hombres muertos por todos lados, pedazos de cuerpos ensangrentados, un brazo aquí, una pierna allá. Únicamente podíamos ayudar al que nos gritaba pidiendo ayuda, porque prácticamente no podíamos ver y el humo nos dañaba seriamente. Pude aguantar cinco minutos e incluso entonces trague mucho humo. Prácticamente ahogados, volvimos a la cubierta principal."
Una y otra vez los voluntarios volvieron a bajar al coraz6n del buque que se hundía, buscando a sus camaradas heridos.
En el hundimiento del Belgrano murieron 323 hombres de un total de 1.093: 270 hombres perecieron de inmediato por la fuerza de la explosión y los incendios consiguientes.
"Cuando se produce el impacto -dice el capitán Bonzo- se ve que el buque esta muy herido, mantengo las comunicaciones desde el puente con la Central de Averías que se encuentra tres cubiertas mas abajo por teléfono auto excitado: me informan minuto a minuto con voz calma y profesional sobre la escora del barco y su apopamiento. A las 16.10 o 16.12 me comunican que el agua les llega a la rodillas y que siguen trabajando con linternas de emergencia. En esas condiciones me indican que la escora del buque es mas lenta y que tenemos un poco mas de tiempo que el previsto inicialmente. Eso me sirve para agrupar a la gente en la cubierta principal, asegurándome que no quedan heridos y calmando un poco los espíritus, antes de decidir el abandono del barco. Además quería salvar el buque, si fuera posible.
El 2ø Comandante. Capitán de Fragata GALAZI ya había dispuesto arrojar las balsas al agua en precisión del abandono y solo se aguardaba la voz del Comandante. Así es que 60 balsas vacías permanecían amarradas a la borda, rodeando el buque.
"Vi rostros desorientados o asombrados ante tamaña tragedia, rostros anhelantes y otros llenos de rabia, impotencia o dolor. Pero no vi un solo acto de pánico. Al contrario: todos sin excepci6n contribuyeron a crear un ambiente de disciplina y orden que fue determinante para la sobrevivencia."
Tampoco hubo olvidos a pesar de la emergencia: "Estaba en el cifrario tomando la guardia -dice el suboficial 1° de comunicaciones Carlos Almada-, cuando se produjo el siniestro. Me coloque el abrigo, el salvavidas y con el jefe de comunicaciones y otros salimos a superficie para arrojar al mar las bolsas con las claves lastradas."
A las 16.21 la escora del buque había llegado a 20 grados, la entrada del agua era incontrolable y las cubiertas estaban incomunicadas por la explosi6n.
Alas 16.23 el capitán Bonzo, con una pistola al cinto que nunca tuvo que utilizar, dio la orden de "abandonar el buque".
"A esa hora comenzó el abordaje de las balsas -dice Bonzo- lanzándose a sus techos, como se había instruido y a través de redes de desembarco; por la escala real de estribor, o tirandose al mar (solo un 25 por ciento del total) Por la banda de babor el agua estaba a menos de un metro de la cubierta principal, lo que facilitaba el embarque, que aprovechamos para transportar a los heridos. Por esa banda abandono el barco el 60 porciento del personal."
El barco comenz6 a escorar mas rápidamente, a razón de un grado por minuto.
En ese momento la naturaleza decidió ayudar a los argentinos: el viento amaino levemente, produciendo un cierto remanso al lado del buque -un "socaire"- que favoreció la evacuación.
El costado de babor del buque, por donde lo abandonaba la tripulación, estaba hundido unos 7 metros en el agua, mientras el costado de estribor había descubierto las incrustaciones calcáreas de su casco.
A las 16.40 la maniobra de evacuación prácticamente estaba terminada, y la cubierta era intransitable con una inclinación de 40 grados y por el petróleo de los tanques que el oleaje empujaba.
La separación de las balsas del barco que se hundía resultaba muy difícil por el oleaje, a pesar del uso intensivo y casi desesperado de los remos.
Se produjo de pronto una extraña aparición en las aguas furiosas y heladas del Atlántico Sur: comenzó a navegar un bote de goma con motor fuera de borda conducido por buzos tácticos de la tripulación del Belgrano, que maniobrando entre las balsas mas comprometidas las fue remolcando una a una, alejándolas del crucero que se hundía.
Solo quedaba a bordo el capitán Bonzo , y mas de sesenta balsas con sus techos anaranjados rodeaban al buque herido como rindiéndole un ultimo homenaje.
El viejo crucero se hundía lentamente, como si esperara que todos se alejaran de su lado, para no arrastrarlos en su caída.
"Quiero resaltar el comportamiento del buque, al esperar que lo abandonáramos antes de hundirse", dice no se sabe si en broma o en serio el marinero de 1a. clase Jose Baldovino.
A las 17.01 mansamente, como si supiera decir adiós desapareció de la superficie el crucero argentino, una hora después de haber sido alcanzado por los torpedos del submarino (H.M.S.) "Conqueror".
 

Sucesivas modernizaciones, habían cambiado bastante el perfil del viejo crucero,  veterano de Pearl Harbor y las grandes batallas del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial.

 

Uno de los más valiosos recuerdos del crucero ARA Gral. Belgrano es la madera con que está hecho el marco que encuadra su foto. Son tablas que pertenecieron a su cubierta original-hechas de árbol de Teca-las que se reemplazaron cuando se lo alistaba, al comenzar la guerra de las Malvinas.
 

 

Una fotografía tomada a comienzos de la década del cincuenta, cuando el ARA Gral. Belgrano empezaba a revistar en la Flota de Mar Argentina.

*Para bajar el escenario del Hundimiento del ARA Gral. Belgrano puedes hacerlo desde aquí: ARA_Gral_Belgrano.zip (89Kb.)

 

Julio Limardo
LV-JCL

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