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UNIDAD 4

Lógica, estrategia, creatividad

 

OBJETIVO GENERAL

4.1.Comprender la importancia de modelos lógicos para la resolución de conflictos, problemas y tomas de decisión.

OBJETIVO PARTICULAR

4.1.1. Conocer la importancia del modelo heurístico para procesos de argumentación.

4.1.2. Comprender la psicoterapia constructivista sistémica como una perspectiva de formación básica para la comunicación humana y el desarrollo personal.

4.1.3. Identificar los postulados clave del modelo heurístico de la nueva simplicidad y su importancia contextual para el acto creativo.

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15

Heurística y argumentación

Carlos Pereda

A menudo se afirma que "creer o actuar racionalmente es creer o actuar con consistencia", y a continuación suele elucidarse ese creer y actuar como aquellos que siguen los esquemas regla-caso y medio-fin: un creer o actuar que se deducen de una regla precisa o que son los más adecuados respecto de un fin ya deseado. Llamaré a este concepto de razón "concepto austero" de razón, y a la normatividad que en él se expresa, "normatividad rígida". Sin embargo, ¿el concepto austero de razón subsume todo lo que se entiende por procesos racionales?, ¿la normatividad rígida agota el concepto de normatividad? Por ejemplo, ¿los esquemas regla-caso y medio-fin poseen sólo un tipo de uso o, más bien, se opera con ellos de varias maneras? La última pregunta también se puede reformular como sigue: ¿los modelos formales de razonamiento son los únicos racionales, o disponemos también de modelos heurísticos?

I

Un esquema clásico de la argumentación práctica o deliberación es el llamado "silogismo práctico". Una formula- ción de éste es:
P1: El agente A desea el fin Fl.
P2: A cree que los medios mi, m2, ..., m5 son los adecuados para alcanzar el fin F1.
C: A (si es racional) realizará los medios m 1, m2... m5 para alcanzar el fin F1.
Se trata de la forma más elemental del esquema medio-fin. Un esquema igualmente elemental de la deliberación práctica, pero de acuerdo con el esquema regla-caso, es:
P1: La regla R ordena hacer la acción a en la situación S.
P2: Es el caso que S.
C: El agente A (si es racional) deberá hacer a en S. Estos esquemas pueden complicarse agregando premisas que distingan submedios para alcanzar otros medios o que aludan a subreglas de la regla principal. En cualquier caso, ambos esquemas elementales para deliberar poseen ciertas condiciones:
a] La regla general o el Fin elegido poseen un sentido delimitado previo a la relación regla-caso o medio-fin y permanecen fijos mientras subsiste esta relación;
b] las relaciones regla-caso o medio-fin son, por consiguiente, sólo de subordinación, deducción o cálculo, de los segundos a los primeros. De esta manera, si un caso particular contradice una regla general o un fin "último", este caso se descarta; c] la regla general o el fin elegidos constituyen, así, "puntos terminales" de cualquier argumento que, a su vez, no se pueden (no tiene sentido) argumentar.
Sin duda, en muchas situaciones (morales, legales, de cortesía, técnicas, etc.) a menudo se delibera de acuerdo con estos usos elementales. No obstante, también hay situaciones en el que éste no es el caso: donde no se cumplen las condiciones a], b] o c}. Pero, ¿por no cumplir las condiciones a], b] o c] se sucumbe en la irracionalidad? Si no se cumple la condición a] se tiene que sustituir el uso elemental del esquema regla-caso o medio-fin por el "uso demarcador" de estos esquemas; si no se cumple la condición b} obtendremos el "uso modificador" o el "uso sustitutivo". En ambos casos no se cumple la condición c]. En los usos demarcadores del esquema regla-caso o medio-fin no se cumple la condición a] de los usos elementales: el agente no posee una regla precisa de acción o no adopta un fin bien delimitado. Esto es, el agente no tiene totalmente clara la regla que debe (o desea) seguir o el fin que desea (o debe) lograr, y parte de su deliberación girará en torno a ello: buscará aclarar y elaborar tal regla o el deseo en cierto fin.
Una ilustración frecuente del uso demarcador del esquema regla-caso lo encontramos en el derecho, en la impartición de justicia. Cuando se pregunta "¿cómo se aplica una ley?", fuera de los casos más rutinarios, la aplicación no consiste en deducir a partir de una ley general la norma particular correspondiente, sino en varias operaciones, algunas muy complejas, en las que se articula, como se dice, la "discrecionalidad" del juez. Por ejemplo, examinemos la inocente regla: "En esta playa no se permiten desnudos." Aparentemente está claro lo que se prohíbe con la regla, pero ¿lo es? ¿Prohíbe la regla desnudos en la arena, en el agua o en ambos lugares? Las mujeres en tanga, ¿caen bajo el concepto de bañista desnudo? Si no, ¿cuánto tiene que cubrir el traje de baño para que la persona no esté ya más desnuda? Supongamos que niños muy pequeños andan desnudos, ¿se les debe permitir o no?, ¿y hasta qué edad se les debe permitir, seis años, siete, ocho, nueve, diez, once?
Por lo pronto, la autoridad competente tendrá que llevar a cabo una doble interpretación (una doble demarcación): tendrá que interpretar la norma e interpretar los hechos (determinar la norma y determinar una descripción de los hechos). Una manera de hacerlo será buscando el fin que se persigue con tal regla al mismo tiempo que se tienen en cuenta ciertas virtudes, digamos, virtudes prácticas como la justicia o la utilidad. Tal vez las autoridades tengan que ponderar el deseo (o incluso el derecho) de ciertas personas muy conservadoras a no ser escandalizadas con el deseo (o incluso el derecho) de otros bañistas a estar en la playa como se les dé la gana. Se dirá: "la autoridad tiene que 'ejercer su discreción'". Pero, ¿qué significa tal expresión?
Distingamos entre arbitrio y discrecionalidad. Entiendo por lo primero la imposición de los deseos o los intereses particulares del juez, y por lo segundo, asumir el punto de vista de la tercera persona y construir un espacio para buscar argumentos en pro y en contra (razones en pro y en contra) para que la capacidad de juicio del juez acote la incertidumbre de la interpretación, tanto de la regla como de los hechos en discusión. La decisión así tomada será, entonces, el resultado de una argumentación que se apoya en un marco legal y en ciertas virtudes, y, por lo tanto, puede revisarse si la argumentación, por alguna razón (nuevas modas en los trajes de baño, protestas de algunos bañistas de que se restringen sus derechos, liberalización de las costumbres o regreso a hábitos más severos) vuelve a ponerse en movimiento. El esquema de esta aplicación de la ley es:
Pl: La regla R comprende el conjunto subdeterminado (y tal vez en tensión) de subreglas R 1, R2, ..., R6.
P2: La autoridad competentes! considera (teniendo en cuenta los argumentos A1, A2, ...,An) que seguir adecuadamente la regla R en la situación 5 es seguir las subreglas R2 y R3.
C: A en S debe seguir las subreglas R2 y RS.
Vayamos a los usos modificadores y sustitutivos. En ellos no se cumple la condición b] de los usos elementales, pues en estos usos las relaciones regla-caso o medio-fin no son sólo de subordinación, deducción o cálculo, de los segundos a los primeros, y si un caso contradice una regla general o un fin, éste no se descarta ni constituye una excepción a la regla que una formulación adecuada tendría que incluir. (Tampoco se agrega algún "axioma de circunscripción" para no permitir una posible inhibición de la regla.) ¿Cómo es esto? Atendamos al siguiente esquema de uso modificador:
P1: La regla R1 ordena realizar la acción a en la situación S. P2: Es el caso que S y hacer a resulta una "acción conflictiva". C: La regla R1 debe modificarse y hay que seguir la regla R1'. ¿Qué significa la expresión "acción conflictiva" que se introduce en la premisa 2? Ilustraciones de tales acciones son aquellas en las que el agente percibe efectos negativos en algún sentido (digamos, con implicaciones negativas para cierta forma de vida o con consecuencias negativas) pero cuyas máximas se deducen de reglas generales que acepta o acciones que se constituyen en señales de que la regla general propuesta es muy difícil e incluso imposible de seguir. Un ejemplo:
Pl: La regla R1 ordena "no hay que tomar las armas en ningún caso".
P2: El país es invadido, las casas de inocentes son incendiadas y éstos son torturados o muertos. Así, resulta moralmente repugnante no tomar las armas.
C: La regla R1 debe ser modificada, por ejemplo, por R1', a saber: "no hay que tomar las armas, salvo en casos extremos de guerra defensiva".
Queda claro que sólo se podrá hablar de "acciones conflictivas" si se parte de un "holismo social", de un holismo de las reglas y de las acciones, esto es, si se toman en cuenta otras consideraciones, además de la regla que se busca aplicar. Sin embargo, ¿no es ésta acaso la experiencia más común? Negar la posibilidad de que, en principio, un agente acepte una regla general como valiosa pero, luego, la experiencia le enseñe a afirmar que algunas acciones, según máximas que se derivan de ella, son negativas es, en algún sentido, atribuirle al agente omnipotencia lógica y / o empírica. Es, pues, eximir al agente de la necesidad de ejercitar su percepción, de atender sus experiencias, como si por alguna magia se pudiera saber todo de antemano. Algo similar se puede decir respecto de los usos sustitutivos. Los usos sustitutivos son una clase límite de los usos modificadores o, más bien, son los usos modificadores más radicales. Un uso modificador corrige un uso elemental. Un uso sustitutivo toma como punto de apoyo un uso elemental, un uso determinante o un uso modificador, para proponer una regla o un fin diferentes de aquellos de que se partió:
Pl: La regla R ordena hacer la acción a en la situación S.
P2: Es el caso que S y realizar la acción a es una "acción conflictiva".
C: La regla R 1 debe ser sustituida por la regla R2 incompatible con RI.
Con relación al esquema regla-caso se indicó que la posibilidad de sus usos demarcadores, modificadores y sustitutivos descansa en un holismo de las reglas y las acciones; algo similar puede decirse de estos usos respecto del esquema medio-fin. Pero también hay que indicar que la posibilidad de los usos determinantes, modificadores y sustitutivos, tanto de los esquemas regla-caso como medio-fin, descansa, al mismo tiempo, en otro holismo, en un holismo de la vida mental: un holismo de los deseos, creencias, afectos.
Con base en ambos holismos, social y mental, o mejor habría que decir, con base en ambos aspectos de un mismo holismo, se niega la condición c] de los usos elementales de los esquemas regla-caso y medio-fin. Se polemiza en contra del régimen de "puntos terminales", de enunciados no argumentables, que se le otorga a la regla general o al deseo de un fin en los usos elementales. De esta manera, se denuncia el régimen de los usos elementales como una abstracción, muy útil en muchos casos, pero de ningún modo con valor general. No obstante, ¿no tiene cierta razón quien defiende este régimen de "puntos terminales" para la argumentación en general? En algún momento, ¿no se debe decir: "basta con las razones"? Por supuesto, hay muchas situaciones en las que es pertinente detener el razonamiento y tomar una decisión, pero ello no quiere decir que tal argumentación sea inmune a la revisión. Además, en muchas situaciones detenemos el debate por razones estratégicas o porque nos falta tiempo. Sin embargo, ¿estoy afirmando que se pueden incluso revisar, corregir o modificar nuestros deseos "terminales" más personales, más profundos, más íntimos?
Conversaciones como las siguientes parecen apoyar la presunción de que los deseos son inmunes a la argumentación o, por lo menos, de que algunos deseos lo son y, así, resultan "puntos terminales" del argüir:
-¿Por qué deseas comer pan?
-Porque lo deseo.
-Pero, ¿por qué tu deseo de comer pan sería una razón para comer pan?
-¿Por qué no voy a comer pan si así lo deseo?
De conversaciones como éstas parece seguirse que enunciados como "yo deseo" conforman un respaldo último de todo razonamiento, que los enunciados de deseo son "enunciados primitivos", fundamentos inmunes a cualquier razonar: ¿acaso no hay que defender la autoridad de la primera persona en relación con sus deseos? Todo esto no es verdad. Cualquiera se podría imaginar varias maneras de proseguir el diálogo anterior, entre otras:
-aunque desees comer pan, no deberías hacerlo por razones de salud;
-aunque desees comer pan, no deberías hacerlo por razones de elegancia;
-tienes que aprender a desear comer menos pan, porque no hay suficiente y tienes que ser solidario con quienes no tienen qué comer, etcétera.
Hay muchas situaciones en las cuales los enunciados de deseo difícilmente podrán ser considerados incluso como buenos candidatos a justificaciones, situaciones, pues, en las que la autoridad de la primera persona no se considera una autoridad legítima:
-¿Por qué deseas robar?
-Porque lo deseo.
De este modo, puede haber razones de muchas clases (morales, legales, técnicas, estéticas, políticas) que me permitan corregir deseos, modificarlos, sustituirlos c incluso prohibirlos. Y ello es así porque se presupone que ningún deseo se encuentra aislado, que cualquier deseo se incluye en una trama de deseos, creencias, afectos, reglas, acciones, virtudes, instituciones, trama en la cual cada deseo puede ser matizado, modificado o sustituido por nuestra capacidad de juicio.

II

En el uso elemental de los esquemas regla-caso y medio-fin encontramos reglas precisas, fijas y generales; podemos decir que tales reglas son formales o parte de métodos formales y que, por lo tanto, pertenecen a un "modelo formal" de razonamiento, de pensamiento. En cambio, en los esquemas demarcadores, modificadores y sustitutivos nos encontramos con lo que a menudo se suele denominar "reglas heurísticas". ¿Qué se entiende poruña "regla heurística" o, en general, por un "modelo heurístico" de razonar, de pensar?
William C. Wimsatt enumera algunas características de las heurísticas que reconstruiré como sigue:
a] Incertidumbre de sus resultados. En contraste con los algoritmos que preservan la verdad -con las reglas o métodos formales-, las reglas heurísticas no dan ninguna garantía de ofrecer una solución correcta a los problemas con que se enfrentan. Nótese que ésta es una característica general de todos los procedimientos inductivos y de descubrimiento, porque ninguno de ellos se deja representar por fórmulas de argumentos deductivos válidos.
b] Economía. Comparándola con los procedimientos formales que eventualmente la pudieran sustituir, una heurística exige menos recursos. Por ejemplo, exige menos a la memoria o a la computación.
c] Sistematicidad de los errores. Los errores producidos por usar una heurística no son accidentales, sino sistemáticos; de esta manera, entendiendo cómo trabaja una heurística podremos predecir con cierto respaldo que fracasará en ciertos casos y no en otros.
d] Transformación de los problemas. La aplicación de una heurística a un problema conduce a la transformación de un problema no equivalente pero relacionado de alguna manera (intuitiva o funcional, en el sentido en que ambos problemas desempeñan funciones similares en una argumentación de un problema).
Tiendo a creer que las propiedades a] y d] son propias de todas las heurísticas o heurísticas en sentido amplio o heurísticas como modelo de pensamiento, mientras que las propiedades b] y c] sólo pertenecen a ciertos tipos de heurísticas o heurísticas en sentido restringido. A las heurísticas en sentido restringido a que hace referencia Wimsatt las podemos llamar "heurísticas reductivas". Pero en los usos demarcadores, modificadores y sustitutivos de los esquemas regla-caso y medio-fin no se trata, creo, de heurísticas reductivas. Hay que subrayar todavía que la oposición propuesta entre los modelos formales y los modelos heurísticos de pensamiento, de razonar, es asimétrica: los modelos formales, como aquí se entienden, excluyen cualquier consideración heurística. Por el contrario, los modelos heurísticos de pensamiento incluyen como una parte de sí todo aquello que cae bajo el ámbito de los modelos formales.

III

Si se defiende, entonces, tanto el holismo de la vida mental como el holismo social, creer o actuar con consistencia no es lo mismo que creer o actuar racionalmente, si por creer o actuar con consistencia se entiende creer o actuar según los usos elementales de los esquemas regla-caso y medio-fin, ya que en muchas situaciones, sin el uso de un modelo heurístico de pensamiento y sin un cambio, a veces incluso radical, de deseos y creencias, no hay racionalidad.
Sin embargo, si no se defienden tales holismos, o al menos si no se defienden maneras de pensar la vida mental y nuestras acciones de modo tal de superar un estrecho atomismo, entre otras consecuencias, tendríamos que la posibilidad del aprendizaje racional se convertiría en una ilusión. Pues aprender racionalmente consiste en moverse entre varias percepciones, creencias, deseos, afectos, virtudes, argumentos, instituciones..., sopesarlos, decidirse por unos, negar otros, tener en cuenta las consecuencias de seguir una regla de acción, o preguntarse de qué forma de vida es parte actuar de acuerdo con estos deseos, o qué nos pasa asumiendo tales o cuales virtudes. Todo ello es otra manera de decir: lo que se entiende cotidianamente y en el trabajo científico por "razón" desborda en varias direcciones el concepto austero de razón, y el modelo general de la razón es un modelo heurístico. Sin embargo, cuidado: si la consistencia -si la "consistencia en sentido estricto", en sentido formal- no es la regla que puede definir la racionalidad, ¿qué podría hacerlo?, ¿qué podría decirnos, por ejemplo, cuándo un cambio de deseos o creencias es racional y cuándo no lo es?
Una caracterización de la razón austera se dejaría reconstruir con una regla formal como la siguiente:
1] A es un creer racional si, y sólo si, se cumple la condición C.
Por ejemplo:
1.1] A es un creer o actuar racional si, y sólo si, se cumple la condición de consistencia en sentido estricto.
Diré que las caracterizaciones de la forma 1] se rigen por una "normatividad rígida", que es, por otra parte, la normatividad propia de los usos elementales de los esquemas regla-caso y medio-fin. Por eso, a partir de caracterizaciones, o más bien, definiciones de la forma 1] se podrán demarcar "clara y distintamente" las acciones racionales de las no racionales (arracionales e irracionales). La condición C en definiciones de la forma 1 ] funciona ?cualquiera que sea su contenido? como un criterio preciso, fijo y general.
Estamos en una situación diferente cuando defendemos que la consistencia es una virtud epistémica, pero que hay también muchas otras virtudes epistémicas como la contrastabilidad empírica, el poder explicativo, el poder predictivo. En este caso, en lugar de definiciones de la forma I], tendremos reglas heurísticas como la siguiente:
2] Para que la capacidad de juzgar pueda tratar (sopesar, evaluar...) la racionalidad de una creencia, por lo menos hay que tener en cuenta varios parámetros, por ejemplo, virtudes epistémicas como la consistencia, la contrastabilidad empírica, el poder explicativo, el poder predictivo.
En 1] se ofrece una regla formal, una condición C que es un criterio preciso, fijo y general de aplicación más o menos mecánica en cualquier situación y que pertenece a una normatividad rígida. En cambio, en 2], en lugar de uno o varios criterios precisos, fijos y generales, se introduce una regla heurística cuya aplicación no será ni mecánica ni invariable respecto de cualquier situación, sino resultado del operar de una capacidad de juzgar en ciertas circunstancias. Se deja de estar regido por una "normatividad rígida" para pasar a una "normatividad reflexiva", como la que se puso de manifiesto en la discusión de aplicaciones demarcadoras de una regla como "En esta playa no se permiten desnudos". Elaboremos un poco este contraste.
¿Qué es una virtud epistémica? Como la misma palabra "virtud" lo indica, se trata de ciertos rasgos promotores o conductores de x. Un promotor de x se deja reconstruir por una regla heurística; se dice que se promueve x en el sentido de: se ayuda a lograr x, se difunde x, se activa una acción que conduce a x, y que, en la ausencia de esa activación, esa acción se encontraría paralizada o amortiguada. Por el contrario, un conductor se deja reconstruir por una regla formal. Una virtud epistémica es un promotor de x. Pero, ¿cuál podría ser el contenido de x? Exploremos tres candidatos para despejar la variable x respecto de las virtudes epistémicas: verdad, saber, racionalidad.
Si se afirmara que una virtud epistémica es un conductor de verdad y / o de saber, ello sería falso, pues en tanto las virtudes se dejan reconstruir por reglas heurísticas poseen la característica a] o de incertidumbre de sus resultados. Esto es, siempre es posible la adversativa: La creencia c posee consistencia con nuestro sistema de creencias, está bien contrastada empíricamente, posee poder predictivo y poder explicativo; no obstante, c es una creencia falsa y, por lo tanto, ningún saber.
Sin embargo, parece difícil atacar el hecho de que las virtudes epistémicas son promotoras de verdad y saber. Por eso pienso que no es válida la adversativa: La creencia c posee consistencia con nuestro sistema de creencias, está bien contrastada empíricamente, posee poder predictivo y poder explicativo y, sin embargo, c es una creencia irracional o arracional.
Supongamos que ello es correcto. Entonces, las virtudes epistémicas son promotoras de verdad y saber, y conductoras de racionalidad. Si éste fuera el caso, tal vez se quiera concluir que las virtudes epistémicas en tanto conductores de racionalidad son un buen candidato a satisfacer la variable C en definiciones del tipo 1] de racionalidad: las virtudes epistémicas fungirían como criterios precisos, fijos y generales y no como parámetros que nuestra capacidad de juicio debe tener en cuenta, como en las caracterizaciones de la forma 2].
Esto no es verdad. En primer lugar, las virtudes epistémicas a menudo entran en conflicto, lo que nos obliga a restringirlas, a reinterpretarlas. Supongamos que en relación con un problema la creencia el tiene alta contrastabilidad empírica pero poco poder explicativo y, a la inversa, la creencia c2 posee poca contrastabilidad empírica y mucho poder explicativo; en tal caso, no es nada claro que lo racional sea aceptar el y rechazar c2; habrá que sopesar, según la circunstancia, varias consideraciones (holismo mental y social).
En segundo lugar, hay por lo menos dos tipos de virtudes epistémicas: las virtudes epistémicas personales (que en la tradición aristotélica suelen conocerse como las virtudes intelectuales o virtudes "dianoéticas") y las virtudes epistémicas preposicionales, como la contrastabilidad empírica y el poder explicativo; la aplicación de las segundas depende de la posesión de las primeras, de que éstas se hayan vuelto un hábito. No obstante, para los criterios en las definiciones de la forma 1] de razón como para los parámetros de la forma 2] cabe la inquietud: ¿de dónde provienen?

IV

Retomemos la última pregunta con ejemplos: ¿por qué la coherencia, la contrastabilidad empírica, el poder explicativo, el poder predictivo son virtudes y no, más bien, vicios epistémicos? Preguntas como éstas han recibido en la tradición dos clases de respuestas. Llamémoslas a grosso modo "respuestas a priori" y "respuestas a posteriori". Por ejemplo, muchas lecturas habituales de las dos primeras Críticas consideran que Kant ofrece en esos textos una respuesta a priori acerca de en qué consiste la razón y su normatividad rígida. En cualquier caso, es común defender la normatividad rígida como a priori.
Por el contrario, quienes por un lado se apoyen en la teoría de la evolución y/o tomen muy en cuenta el devenir histórico y su laberinto de contingencias (investigando o no dentro de los marcos de la teoría de la evolución) y, por otro, no olviden los modelos heurísticos de pensamiento, tenderán a proponer respuestas a posteriori y una normatividad reflexiva. Por supuesto, hay muchas maneras de ofrecer respuestas a priori y a posteriori, y las respuestas puramente a priori o puramente a posteriori son los polos de un continuo que admite varias posibilidades. ¿Qué propuesta quiero defender?
Regresemos una vez más a las virtudes epistémicas preposicionales. Sin duda, ningún "análisis de la razón" (sea lo que fuera ese "análisis") podría descubrirnos tales virtudes. Más bien, hemos incorporado estas virtudes, así como las reglas formales y las heurísticas, a nuestros aprendizajes en las diversas investigaciones científicas de los tiempos modernos. En tales aprendizajes esos "rasgos" de las creencias y los argumentos, así como varias actitudes y estilos de pensamiento se han ido "atrincherando" como virtuosos e incluso como constitutivos del proceder racional. Al respecto, nadie ignora que virtudes como la contrastabilidad empírica o el poder predictivo -al menos del modo en que las entiende un científico hoy en día- son una novedad que se comienza a popularizar a lo largo de los siglos XVI y XVII.
Sin embargo, con esta propuesta surgen varias dificultades. Por lo pronto, se objetará: Usted está afirmando que la razón se reduce a la "razón científica" y ésta, a su vez, a cierta "razón científica" el concepto de razón científica que ha prevalecido en los últimos siglos como razón científica. Pero, si ello es así, ¿no constituye tal concepto un concepto todavía más austero de razón, una normatividad todavía más rígida que la que se ha estado criticando? ¿Acaso no se propone que en la definición 1] se satisfaga la variable C con "procedimientos científicos establecidos"? De esta manera obtendríamos:
1.2] "A es un creer o actuar racional si, y sólo si, se respalda en -o está de acuerdo con o está generado por- procedimientos científicos establecidos."
Al respecto se podría aclarar que no se reduce el predicado "racionalidad" a "racionalidad científica", sino que simplemente se toma a la racionalidad o racionalidades científicas como momentos paradigmáticos de la historia de la racionalidad. Por otra parte, no sólo no estoy de acuerdo en que el enunciado 1.2] pertenece a una normatividad más rígida que 1.1]; sé, además, que es más confuso. Sin duda, se puede dar una definición de consistencia, por ejemplo, si se entiende la palabra "consistencia" como coherencia lógica, pero las expresiones "el concepto de razón científica que ha prevalecido en los últimos siglos" o los "procedimientos científicos establecidos" no designan ningún fenómeno -objeto, estado de cosas o suceso- único y, mucho menos, determinado: en los últimos siglos en las diversas ciencias han prevalecido muchos estilos de pensamiento científico, se ha establecido una gran variedad de procedimientos científicos...
Entonces, ¿con qué razones se puede elegir en esta multiplicidad, si se pretende que estas razones, para ser razones, provengan precisamente de tal heterogénea multiplicidad?, ¿cuáles son los respaldos de una normatividad reflexiva?

V

Tal vez las dificultades acerca de los respaldos de una normatividad reflexiva puedan agudizarse y, por eso mismo, aclararse y, a la vez, disolverse, a partir de cierto -¿falso?- dilema. Me refiero al siguiente dilema: no se puede afirmar que la racionalidad se va conformando en historias naturales y/o sociales y, a la vez, que la actitud crítica, propia de la racionalidad, puede ejercerse en contra de esas historias naturales y/o sociales. Pues, o conforma el ejercicio de la racionalidad un producto de "sus" historias -y, en este sentido, "faltarían las palabras" para criticar radicalmente a esas historias- o la racionalidad, en principio, es crítica de cualquier historia y, por lo tanto, no puede apoyarse en ninguna historia: no acepta respaldarse en ninguna "tradición de la razón". La razón es, pues, inevitablemente conservadora, autoafirmadora de "sus" historias, de las tradiciones de las que proviene y en las que se ha constituido o, si se quiere radicalmente crítica, no puede renunciar a pensarse como a priori, como independiente de cualquier historia, libre de cualquier tradición. Sospecho que dilemas como el anterior (que por analogía también .se pueden construir en torno a la libertad, a la tolerancia, a la distinción entre educación e indoctrinación...) son más aturdidores que efectivos. Por lo pronto, cierta fuerza del dilema proviene de expresiones como "radicalmente crítica", pues si por tal expresión se entiende "ruptura radical con cualquier historia, con cualquier tradición", entonces el dilema ya presupone lo que quiere concluir. Sin embargo, ¿es necesario aceptar que la única alternativa con respecto a la racionalidad consiste en el dilema "crítica radical o radical conformismo"? ¿No hay acaso posiciones intermedias en las que, precisamente, puede desplegarse la racionalidad? Por ejemplo, los usos demarcadores y modificadores de los esquemas regla-caso y medio-fin no introducen en ningún sentido cambios "radicalmente críticos" en nuestras creencias, y, no obstante, ¿no pueden ser acaso, según las circunstancias, usos explícitamente críticos, suficientemente críticos? Incluso los usos sustitutivos ?como la expresión misma lo sugiere? son sustituciones de cierta "normatividad" dada por los usos elementales: son sustituciones dentro de cierta tradición. Exigir más, exigir una normatividad rígida, o incluso el a priori de la razón, so pena de negarle a la racionalidad cualquier capacidad crítica, no son más que síntomas de haber sucumbido en el mecanismo "todo o nada", en algún fundamentalismo.
Pero, la normatividad reflexiva y los modelos heurísticos de pensamiento, ¿no son acaso presa del círculo autoafirmador de ciertas tradiciones o, incluso, aspectos de tradiciones y así no tendríamos más que justificaciones circulares, según los aspectos de las tradiciones que defendamos? Quizás. En cualquier caso, no hay que ignorar que no toda justificación circular vale lo mismo: hay círculos viciosos pero, también, círculos virtuosos.

Cuestionario

1. ¿Qué diferencias existen entre un modelo de razonamiento formal y un modelo heurístico?
2. ¿Cuál es la crítica a la racionalidad que elabora Pereda a partir de la ilustración en el funcionamiento lógico operativo de la normatividad y la reflexión?

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16

Estilos de vida y realidad

Paul Watzlawick

En la primavera de 1985 se reunieron especialistas en literatura, lingüistas, filósofos, sociólogos, psicólogos, teólogos, historiadores y arqueólogos de nueve países en un Coloquio convocado por la Universidad de Siegen en el Centro interuniversitario de Dubrovnik para discutir el significado actual del concepto de estilo en las ciencias filosóficas. Partiendo del postulado clásico de un estilo de vida de Alfred Adler, la siguiente ponencia trata de presentar la fuerza creadora de realidad por parte de los estilos de vida inspirándome en algunos ejemplos literarios.

La relevancia de mi contribución depende absolutamente de la respuesta a la pregunta de si se puede hablar de un estilo de vida y, en el caso de que la respuesta sea afirmativa, de si este concepto después de todo cae todavía dentro de la definición clásica de estilo. Mi competencia en todo caso sólo me permite dar cuenta de cómo los hombres tratamos de dar sentido, de poner orden a la multiplicidad amorfa, fantasmagórica y caleidoscópica de nuestras vidas, y por tanto de tener la posibilidad de preverla, y cómo a partir de ahí vivimos y experimentamos nuestra existencia en formas totalmente específicas.
En mi especialidad se habla de estilos de vida a más tardar a partir de Alfred Adler, el fundador de la psicología individual. Adler, bajo este concepto, resumía ante todo aquellos comportamientos típicos con los que el individuo trata de conformarse a las condiciones de vida y sobre todo a los cambios de ésta. En este contexto él estudiaba especialmente los efectos de "inferioridades" efectivas (orgánicas) o supuestas (neuróticas) que por su parte se convertían, en la vida del interesado, en el punto de partida para pautas de percepción. Quien, como el clínico, se ocupa de los efectos prácticos de semejantes pautas, difícilmente puede evitar la sensación de que el modo en que los hombres intentan ordenar y vivir su vida depende también en gran medida de datos suprapersonales, p. ej., de normas culturales, religiosas, ideológicas, éticas y filosóficas dominantes. Según esto, "uno" tiene que vivir de una y otra forma hasta que finalmente se imponga otra forma de vida como la "correcta" y "natural". Pero esto lleva ya al observador muy cerca del concepto de "épocas de estilo", tanto más cuanto que en esta perspectiva se perfilan innegables "umbrales de épocas" (en el sentido de Luhmann). Y después de su surgimiento se formula la pregunta: ¿El estilo de vida de un individuo en un momento dado se convierte en paradigma para muchos o, por el contrario, él es caracterizado, y por consiguiente también limitado, por una configuración de estilo suprapersonal?
Pero con esta forma de plantear la cuestión incurrimos en un pensamiento causal lineal ya no defendible hoy día. Evidentemente existen relaciones inmediatas entre causa y efecto, pero éstas en cualquier caso sólo son una pequeña parte de la estructura global del efecto del que ellas se pueden separar y absolutizar sólo al precio de reificaciones completamente abstrusas. El hecho de que el genio y la locura proverbialmente aparecen semejantes y al mismo tiempo incompatibles, es un ejemplo clásico por lo que se refiere a la problemática del pensamiento lineal. En cambio, en una perspectiva moderna el orden y el caos se presentan como interdependientes: el orden necesita el desorden y el desorden proviene de un orden demasiado rígido. Se condicionan recíprocamente y conjuntamente llevan ellos (y no un spiritus rector que está por encima de ellos) a la autoorganización (autopoiesis) de sistemas de todo tipo.; Francamente esta visión es tan poco nueva como cualquier otra cosa bajo el sol; ésta ya se encuentra en los Upanishad, en el Taoísmo y en Heráclito. Y que el mundo de la ciencia no es el reflejo de una verdad eterna, ya lo constató Giambattista Vico en 1710: "Entonces el saber (la ciencia) no sería nada más que atraer unas a otras las cosas en una relación bella" (Vico 1858).
El constructivismo moderno se basa en reflexiones de este tipo. En este sentido se pronuncia también Schrödinger: "Cualquier imagen del mundo es y sigue siendo una construcción mental; su existencia no puede ser justificada de ninguna manera" (Schrödinger, 1958).
Todas las construcciones, sin embargo, están inseparablemente unidas con el concepto de un estilo -sea éste tan involuntario como por ejemplo en el contexto condicionado técnicamente de los elementos de una estructura de un simple edificio funcional, o tan evidentemente único como en el ser así y no de otra manera de una obra de arte. Entre este concepto de estilo y el del estilo de vida existe, sin embargo, esta diferencia, que puede hacerlo inaceptable para muchos: que hay innumerables estilos en el sentido tradicional, es aceptado tranquilamente; en cambio, el estilo propio de vida es experimentado subjetivamente casi siempre como la única visión posible, "normal" del mundo, precisamente porque el mundo "es" así y no de otra manera.
Como alegoría de una visión constructivista del mundo se ofrece el Teatro Mágico de Hermann Hesse. El protagonista de la novela, Harry Haller, se siente como un lobo estepario, como "el animal perdido en un mundo extraño e incomprensi-ble para él, que ya no encuentra su patria, su aire y su alimento".
Una tarde de vuelta a su triste habitación, el lobo estepario tiene una vivencia extraordinaria. En un muro viejo, en una callejuela desierta del casco antiguo de la ciudad, ve de re- pente letras de colores en movimiento: "Teatro Mágico. Entrada no para cualquiera. ¡Sólo para locos!"
Este "saludo de otro mundo" le lleva a buscar el teatro. Se acumulan otros encuentros y vivencias singulares que ponen en duda siempre más su imagen precedente del mundo. Finalmente, después de un baile de máscaras, es llevado por su psicopompo Pablo al Teatro Mágico: "Mi teatrito tiene tantas puertas de palcos como queráis: diez o ciento o mil, y detrás de cada puerta os espera precisamente lo que vosotros estáis buscando. Es una bonita galería de vistas, caro amigo; pero no le serviría de nada recorrerlo así como está usted. Se encontraría atado y deslumbrado por lo que viene usted llamando su personalidad. Sin duda ha adivinado usted hace mucho que el dominio del tiempo, la redención de la realidad y cualesquiera que sean tos nombres que haya dado a sus anhelos, no representan otra cosa que el deseo de desprenderse de su llamada personalidad. Esta es la cárcel que lo aprisiona. Y sí usted, tal como está, entrase en el teatro, lo vería todo con los ojos de Harry, todo a través de las viejas gafas del lobo estepario."
En uno de los muchos palcos en los que entra el lobo estepario y de los que cada uno contiene una realidad libremente elegida, le explica por ejemplo un maestro de ajedrez: "La ciencia tiene [...] razón en cuanto es natural que ninguna multiplicidad pueda dominarse sin dirección, sin un cierto orden y agrupamiento. En cambio, no tiene razón en creer que sólo es posible un orden único, férreo y para toda la vida, de los muchos sub-yos. [-..]
Nosotros completamos por eso la psicología defectuosa de la ciencia con el concepto de lo que llamamos arce constructivo. A quien ha experimentado la descomposición de su yo, le enseñamos que los trozos pueden acoplarse siempre en el orden que se quiera, y que con ellos se logra una ilimitada diversidad del juego de la vida. Lo mismo que el poeta crea un drama con un puñado de figuras, así construi- mos nosotros con las figuras de nuestros yo separados constantemente grupos nuevos, con distintos juegos y perspectivas, con situaciones eternamente renovadas. [.,.]
Luego pasó la mano con un gesto sereno por el tablero, tumbó suavemente todas las figuras, las juntó en un montón y fue construyendo. artista complicado, con las mismas figuras un juego completamente nuevo, con grupos, relaciones y nexos diferentes en absoluto. El segundo juego se parecía al primero; era el mismo mundo, estaba compuesto del mismo material. pero la tonalidad había variado, el compás era distinto, tos motivos estaban subrayados de otra manera, las situaciones colocadas de otro modo. Y así fue construyendo el inteligente artífice con las figuras, cada una de las cuales era un pedazo de mí mismo, numerosos juegos, todos parecidos entre sí desde cierta distancia, todos como pertenecientes al mismo mundo, como comprometidos al mismo origen, cada uno, sin embargo, enteramente nuevo" (Hesse 1970).
Lo que Hermann Hesse sólo insinuaba en Demian, aquí, ocho anos más tarde, lo expresa claramente. Está en nuestras manos configurar nuestra vida a partir de una infinidad de posibilidades, como el artista su obra de arte.
Como parábola de esta visión constructivista del mundo se propone también la novela de John Fowles The Magus en la que a través de recursos estilísticos muy semejantes se desarrolla la idea de que es real lo que consideramos real y de que esta relativización de la realidad -también ella, por su parte, un estilo de vida- tiene consecuencias existenciales imprevisibles.
El mago es un griego de nombre Conchis, que se en- tretiene en la imaginaria isla de Phraxos en el Egeo con el Godgame, un juego que consiste en hacer temblar de raíz la comprensión de la realidad de los profesores ingleses que, cada uno por espacio de un año, enseñan en el Gimnasio de la isla- Como "explica" en un pasaje a su manera típicamente paradójica al Joven inglés Nicolás, él lo denomina Godgame porque no hay ningún Dios y el Juego no es un Juego. En su comentario de la novela Ernst von Glasersfeld hace constar entre otras cosas: "Fowles llega al punto central de la epistemología constructivista cuando hace explicar la idea de la coincidencia que tiene Conchis. Este cuenta a Nicolás dos historias dramáticas; una de un rico coleccionista de arre cuyo castillo en Francia quedó destruido una noche por el fuego junto con todas sus pertenencias; la otra de un loco campesino noruego que como un ermitaño espera desde hace años la venida de Dios. Una noche tiene la visión esperada. Conchis añade que eso acontecía la misma noche en la que se incendió el castillo. Nicolás pregunta: "No querrá usted decir con ello..," Conchis le interrumpe: "Con ello no quiero decir absolutamente nada. Entre los dos acontecimientos no existe ninguna relación. Ninguna relación es posible, O dicho de otro modo, yo soy la relación, yo mismo soy el significado de la relación." Esta es una paráfrasis, aplicada a la vida cotidiana, de la comprensión revolucionaria de Einstein de que en el mundo físico no existe simultaneidad alguna sin un observador que la produce" (Glasersfeld 1979, p. 444-448).
Conchis, con sus posibilidades ilimitadas, crea para sus "víctimas" desprevenidas mundos una vez en un estilo, otra vez en otro y sólo lentamente se le va aclarando a Nicolás que la pretendida realidad de la isla de Phraxos es una realidad construida por Conchis expresamente para él. El número de estos mundos es infinito. Según el modo en que nosotros creamos las relaciones y así nos convertimos nosotros mismos en el significado de la relación, "somos", p. ej., el campesino nórdico que finalmente ve a Dios cara a cara o Macbeth para quien la vida es un juego de sombras, "contado por un idiota, lleno de sonido y de furor, que no significa nada".
Con esto no se ha dicho nada todavía sobre cómo se llega a la formación de estos estilos de vida creadores de realidad. Para responder a esta pregunta se ofrece un tipo de experimentos con la denominación difícilmente traducible de non-contingent reward experiments. Se trata de métodos de ensayo probatorios en los que entre el comportamiento del sujeto y el del experimentador existe tan poca relación como entre la visión de Dios y el incendio del castillo, y en los que, sin embargo, el sujeto como Nicolás, es llevado a crear esta relación (contingency). Esto se consigue prácticamente poniendo al sujeto la tarea de comprender lentamente a través de ensayo y error un estado de cosas que en un principio le es completamente desconocido. Lo que esta persona no sabe hasta la conclusión del experimento es la no contingencia de la situación que consiste en que entre sus respuestas y los comentarios de correcto o falso a las respuestas por parte del experimentador no existe ninguna relación causal. En un experimento semejante, el sujeto tiene que averiguar si pares de números de dos cifras, de los que el experimentador le ofrece una larga lista, concuerdan o no. A la pregunta inmediata del sujeto en qué sentido deben "concordar" o "no concordar" estos números, el experimentador responde que la tarea consiste precisamente en descubrir esta relación. Él empie2a entonces con la lectura de la pareja de números, por ejemplo, "48 y 12". Al sujeto se ofrece una serie de relaciones "evidentes": son números pares, ambos son múltiplos de 2, 3, 4 y por tanto también de 6 y de 12; si se tratara de minutos, entonces juntos formarían una hora, y así sucesivamente. El sujeto, por consiguiente, dice "concuerdan" y el experimentador responde "falso". En base a estas respuestas, las posibilidades tomadas justamente en consideración ya son excluidas con seguridad. El siguiente par de números podría ser "17 y g3". El sujeto piensa entre otras cosas que esta vez el número menor precede al mayor; que ambos números no sólo son impares sino que también son números primos y además juntos suman 100. Entonces se decide por "concuerdan", lo que de nuevo el experimentador declara "falso". Se sigue así durante algún tiempo hasta que poco a poco las respuestas son correctas cada vez más a menudo y el sujeto ha formado finalmente una hipótesis sobre la "concordancia" de estos números, aunque todavía no perfecta pero aparentemente en gran parte correcta. Llegados a este punto el director interrumpe el experimento, se deja explicar estas hipótesis (la mayoría de las veces muy complicadas) y sólo entonces comunica al sujeto que él dio sus respuestas positivas de acuerdo con la mitad ascendente de una curva de Gauss, es decir, primero muy raras veces y luego cada vez más frecuentemente y que, por consiguiente, entre los dos acontecimientos (la respuesta del sujeto y la reacción del experimentador) no existió relación de ningún tipo. Para la mayoría de los sujetos esto es de momento inaceptable. Quien con un trabajo ímprobo ha construido orden en un mundo sin sentido y sin reglas, sólo ya por eso no está dispuesto a renunciar a su construcción porque considera este orden como una realidad encontrada y no inventada (cf. Watzlawick 1981). En algunas circunstancias esto puede llegar a tal extremo que el sujeto trata de convencer al experimentador de que su lista de pares de números se basa en un orden que a él -al experimentador- se le pasó por alto.
En las circunstancias dadas en cada caso, un estilo de vida no es considerado como una posibilidad entre infinitas posibilidades según las cuales puede ser ordenado de uno u otro modo el material amorfo de la "realidad". El orden, el estilo, "es" la realidad. La filosofía se ha liberado de este modo de ver a más tardar desde Hume y Kant; la ciencia a más tardar desde Einstein y desde su famosa respuesta a Heisenberg: "Es absolutamente falso tratar de construir una teoría basándose sólo en magnitudes observables. En la realidad sucede precisamente lo contrario. La teoría determina lo que podemos observar."
Pretender declarar expresamente que el estilo acuña la esencia de lo creado equivaldría a una tautología. Que esta declaración sea también válida para el estilo de vida, es menos evidente y -al menos a primera vista- parece aguar por completo el concepto de estilo. No obstante, el fenómeno de las llamadas profecías que se autocumplen nos desengañan. La Némesis de la construcción práctica de esta realidad corre pareja con el convencimiento, una vez adquirido, de que el mundo es así y no de otra manera.
La Pitonisa de Delfos había profetizado que Edipo mataría a su padre y se casaría con su madre. Este mito generalmente es visto como una alegoría de la propensión libidinosa, considerada fundamental respecto a todos los problemas emocionales, que el niño tiene hacia el padre de sexo contrario, y de los sentimientos negativos que por tanto le acompañan respecto al padre del mismo sexo. En cambio, como Karl Popper (1979) propuso, el mito también se puede interpretar de manera muy diferente: lo que los padres y el mismo Edipo -horrorizados por el presagio del oráculo, considerado indudablemente cierto- hicieron para evitar la predicción, condujo a su autocumplimiento. Esta es precisamente la esencia de toda profecía que se autocumple. Rumores sobre la inminente escasez de un artículo de consumo importante para muchos (p. ej., gasolina), llevan a las compras acaparadoras que de la noche a la mañana provocan la escasez -y ciertamente incluso cuando el rumor carece de todo fundamento "real" o "verdadero"-. Basta con que un número suficientemente grande de personas lo tome en serio. Quien -por las razones que sean- está convencido de que alguien lo menosprecia, debido a este supuesto, provoca una realidad interpersonal que "ratifica" cada día este convencimiento. Su modo de comportarse desconfiado, fácilmente vulnerable y hostil provocará en los demás el comportamiento esperado por él, lo que le "demuestra" que el mundo es así. "A menudo, la profecía es la causa principal del acontecimiento profetizado", escribió ya Thomas Hobbes en su Behemot.
Sin embargo, con ello no se pretende dar la impresión de que por lo que se refiere a las consecuencias de un estilo de vida creadoras de realidad se trata exactamente de una "dirección única" de relaciones lineales entre causa y efecto y no de interacciones circulares. Precisamente el fenómeno de la profecía que se autocumple muestra que el supuesto creador de realidad puede provenir tanto de "dentro" como de "fuera", pues si el origen de la profecía tiene lugar en la mente de la Pitonisa o en la mente propia, si es la imagen guía de una determinada época cultural, si uno sólo "cree" que los otros lo menosprecian o si ellos lo hacen "realmente", es indiferente en el momento en que se ha construido el círculo de interacción en el que el efecto condiciona la causa y la causa condiciona el efecto. En este sentido, las conclusio- nes del biólogo chileno y teórico de sistemas, Várela, respecto a su tema "El círculo creativo" (Várela 1981), son perfectamente válidas por lo que se refiere a la comprensión de los estilos de vida: "Es fascinante que el mundo sea así de plástico, ni subjetivo ni objetivo, ni unitario ni separable, ni dual e inseparable. Esto apunta tanto a la naturaleza del proceso, que podemos percibir en la totalidad de su calidad formal y material así como también a los límites fundamentales de aquello que podemos comprender de nosotros mismos y del mundo. Demuestra que la realidad no está constituida sencillamente a nuestro antojo, porque esto significaría suponer que podemos elegir un punto de salida desde adentro. Prueba además que la realidad no puede entenderse como algo objetivamente dado, como algo que recogemos, porque esto significaría suponer un punto de partida externo. Demuestra de hecho una ausencia de fundamento sólido de nuestras experiencias, en las cuales nos son suministradas determinadas regularidades e interpretaciones, fruto de nuestra historia conjunta como seres biológicos y sociales. Dentro de estas áreas de historia común que reposan sobre acuerdos tácitos, vivimos en una aparentemente interminable metamorfosis de interpretaciones que se suceden."

Cuestionario

1. ¿Cuál es la principal dificultad para hablar de un estilo de vida como un estilo de la misma forma en que se utiliza el término aplicado al arte?
2. ¿Porqué es importante para Watzlawick el análisis de nuestra subjetividad perceptiva en relación a la creatividad?
3. ¿Su concepción de estilo de vida como no homólogo a la creación o producto, es afín al constructivismo sistémico de Bateson? ¿Porqué?

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La nueva simplicidad

Dave Snowden


A mas de siete años de la publicación de The Knowledge Creating Company ( La empresa creadora de conocimiento ), el libro de Ikujiro Nonaka y Hirotaka Takeuchi, la gestión del conocimiento no necesita demostrar su flexibilidad, ni su capacidad de transformarse y generar iniciativas. Si se tratara sólo de una moda del management, ya debería haberse desvanecido, o convertido en parte de un proceso organizacional estándar. Pero, considerada como un todo, no ha hecho ninguna de esas cosas. Hay, al menos, tres razones para ello:

* Atrajo a una comunidad de verdaderos creyentes, que a menudo existen fuera de las estructuras normales de poder de la organización, y que defienden su pasión a través de la adversidad. Muchas de estas personas no ocupan posiciones de poder, pero siguen predicando, año tras año, su mensaje; consiguen patrocinadores para su extraña iniciativa y, por lo general, logran que las cosas sucedan.


* Como disciplina, la gestión del conocimiento tuvo muchos orígenes, más que una única influencia determinante o un gurú, como fueron los casos de la reingeniería de procesos de negocios, y del concepto de la organización que aprende. Por lo tanto, su génesis ha sido una evolución gradual a partir de muchas fuentes distintas, y no un "big bang". Hay muchos hilos preexistentes, y varios pensadores y profesionales pueden adjudicarse derechos de paternidad o maternidad.

* Como tema, aborda necesidades sustanciales. Congregó a quienes habían estado oprimidos por la tiranía de un enfoque mecanicista y cada vez más inhumano, a menudo inspirado en los excesos de la reingeniería.


Este último punto es importante, ya que contiene la clave para determinar si la gestión del conocimiento (KM, su sigla en inglés) tiene futuro. Un rumbo evolutivo que podría conducir a una vía muerta está abriéndose camino, en la medida en que se están aplicando al KM herramientas, técnicas y, fundamentalmente, objetivos y mediciones vinculados con la eficiencia de procesos. Ahora que la gestión del conocimiento es una tendencia principal, muchos tratan de que se ajuste a los viejos modelos. Esto no es nada nuevo; los maestros sufíes captaron bien el tema en una de las historias del Mulla Nasrudin, cuya experiencia con los pájaros se limitaba a las palomas, y nunca había visto un halcón. Cuando finalmente se topa con uno, su reacción es hacer que se parezca a una paloma. Por su propia paz mental, pero también con la mejor de las intenciones (ver recuadro, en la página siguiente).
Demasiadas iniciativas corporativas están cortando las garras, enderezando el pico y recortando las plumas de la gestión del conocimiento, con lo cual desperdician todo lo que tiene de valioso. Esto se debe, en parte, al afán de los directivos por mantener las cosas bajo control, lo cual era importante en la gestión de procesos y de calidad, pero resulta imposible en el KM, ya que el conocimiento sólo puede alcanzarse voluntariamente, no por la fuerza. La realidad indica que, si bien puedo medir el cumplimiento de un proceso, nunca sabré si alguien está usando realmente su conocimiento. Tampoco puedo depender de la lealtad: después de dos décadas de tratar al personal como un producto indiferenciado descartable, ahora las organizaciones enfrentan el problema de que los empleados transmiten su conocimiento a quien mejor les paga, y reservan la lealtad para sus redes privadas. Bien entendido, el KM desafía más de 30 años de práctica de consultoría y 100 años de ciencia del management. Esto nos obliga a repensar algunas de las premisas básicas de la teoría y la práctica del management analítico y del reduccionismo, en lo que se refiere a la forma en que conocemos cosas, tomamos decisiones y hacemos que los sistemas evolucionen.

Complicado y complejo

Para hacer lo que señalamos, debemos dirigir la mirada a una nueva ciencia. El paradigma actual del pensamiento de management se puede rastrear en los conceptos de Frederick Taylor, inspirados en la física newtoniana. En este universo, las relaciones de causa y efecto son conocidas o conocibles, si se cuenta con recursos y tiempo suficientes para realizar una investigación rigurosa. En parte debido a esta presunción, es que fracasan muchas de las prácticas de KM inauténticas que vemos en la actualidad. Por ejemplo, la creencia en las "mejores prácticas" se apoya en la premisa ontológica de que causa y efecto pueden ser articulados, y que la repetición producirá los mismos resultados verificables. No es que la idea no sea verdadera, sino que no es universal. Así como la física newtoniana sigue siendo útil ahora que conocemos sus límites, las mejores prácticas, la reingeniería de procesos y otras cuestiones no sólo siguen siendo útiles, sino impre- scindibles, pero dentro de ciertos límites. Para gestionar el conocimiento tenemos que ir más allá de esos límites e ingresar al reino de la incertidumbre y allí necesitamos una nueva base científica que reemplace a la de Newton. Muchos de nosotros encontramos esa base en la teoría de los sistemas complejos adaptativos. Pero primero debemos diferenciar sistemas complicados de sistemas complejos.
Un avión es un sistema complicado. Sus miles de componentes se pueden conocer, definir y catalogar, y también todas las relación es que existen entre ellos. Si es necesario, el avión puede deconstruirse para explorar mejor la naturaleza de sus componentes y sus relaciones. La causa y el efecto pueden separarse, y al comprender sus vínculos podemos controlar los resultados. El sistema puede ser optimizado al optimizar sus partes, como el todo es ni más ni menos que la suma de esas partes.
Los sistemas humanos son complejos. En un sistema complejo interactúan muchos agentes, siendo un agente cualquier cosa que tiene una identidad. Todos existimos en muchas identidades: somos hijos, padres o hermanos, en diferentes contextos. Lo mismo se aplica para las identidades de los grupos de trabajo, formales o informales, y para las diversas agrupaciones sociales. A medida que nos movemos entre identidades, observamos, subconscientemente, distintas reglas, rituales y procedimientos. En un sistema tan complejo, los componentes y sus interacciones se están modificando y nunca se los puede sujetar por completo. El sistema es irreductible. Causa y efecto están íntimamente entrelazados, y no se pueden separar. El sistema no es la suma de sus partes; puede ser más, y con frecuencia es menos. Y se optimiza admitiendo un comportamiento subóptimo de sus componentes. No se lo puede separar, ni conceptualmente ni en la realidad, sin modificar su naturaleza. Lo que sigue son dos ejemplos ilustrativos:

* Pensemos en lo que ocurre en una organización ante rumores de reorganización. Lo habitual es que el complejo sistema humano empiece a cambiar de una manera des- conocida, y que se desarrollen nuevos patrones para anticiparse a los hechos. En cambio, si usted se acerca a un avión con una caja de herramientas en la mano, nada cambia.
* Una de las características de un sistema complejo es el fenómeno de la coherencia retrospectiva, en la cual el estado actual de las cosas tiene sentido lógico, pero sólo cuando miramos hacia atrás. El patrón es lógico, pero no es más que uno de los muchos que se podrían haber formado, y todos hubieran sido igualmente lógicos.


Las organizaciones tienden a estudiar los eventos pasados para crear modelos predictivos y prescriptivos que les sirvan para sus decisiones futuras, presumiendo que encaran un sistema complicado, en el cual los componentes y las relaciones asociadas se pueden descubrir y gestionar. Esto surge de las premisas asociadas con la "vieja" ciencia, y ha sido reforzado por toda una industria desarrollada por las escuelas de negocios y las consultoras, que crearon modelos generalizados a partir del estudio analítico de múltiples historias de casos. Estos enfoques funcionaron bien en las revoluciones de la gestión de calidad total y la reingeniería de procesos de negocios, y siguen siendo aplicables en el dominio de lo complicado. Pero, para el conocimiento y el aprendizaje, tenemos que aplicar una nueva ciencia: la ciencia de los patrones.

Patrones incorporados

El conocimiento humano se usa principalmente, entre otras cosas, para la toma de decisiones, que es la forma más fácil de manifestar lo que uno sabe. Una de las mejores técnicas para mapear el conocimiento es obtener un mapa de las decisiones, dado que sólo sabemos lo que sabemos cuando necesitamos saberlo. Sin la estimulación contextual, la captura de conocimiento es, en el mejor de los casos, parcial.
Además, hay un desajuste entre nuestra manera de tomar decisiones y la forma en que decimos que las tomamos. Tomamos decisiones basándonos en patrones previamente incorporados. Cuando enfrentamos una situación dada, ajustamos los estímulos que ingresan al primer patrón coincidente (no al óptimo) de nuestra experiencia previa, que puede no ser personal sino cultural, basada en relatos en los cuales confiamos. Esto es bueno, y también malo. Nos permite utilizar la experiencia colectiva previa para tomar rápidamente decisiones, pero puede impedirnos ver cosas que no se ajustan al patrón, lo cual representa una forma de estereotipo. Cuando se le pregunta a la gente por qué tomó determinada decisión, por lo general la explica como una elección entre alternativas racionalmente evaluadas, y de vez en cuando la atribuye a un instinto visceral. Ninguna de estas respuestas refleja la realidad. Lo propio ocurre en la toma de decisiones grupal, cuando se compite por crear un patrón común sobre la base de referencias de experiencias pasadas o futuros posibles. Cuando tal patrón encuentra eco en el grupo, la decisión es racionalizada.
En los sistemas humanos podemos llevar más lejos los patrones mediante el uso de procesos y procedimientos que incrementan el conservatismo inherente al sistema. También podemos ver este fenómeno en la formación de grupos. Cuando se forma un grupo, se abren toda clase de posibilidades, y los papeles específicos no están claros. Después de un tiempo, los papeles se estabilizan, y esto se convierten una limitación del sistema. Las expectativas se construyen dentro del sistema, mientras el patrón de interacción se estabiliza, lo cual resulta en una estabilidad incrementada con el tiempo, a menos que la estructura del sistema sea drásticamente alterada.
Estos puntos de vista, que provienen de la teoría naturalista de las decisiones, resultan claves para entender cómo puede contribuir la gestión del conocimiento al futuro de las organizaciones. Específicamente, puede ayudar a gestionar el flujo de patrones, estabilizando los que son deseables, desestabilizando los indeseables y alterando, bajo condiciones controladas, el pensamiento incorporado, mediante nuevas perspectivas que den lugar a nuevos enfoques y a una nueva comprensión.

Implicancias de la gestión del conocimiento

La teoría de los sistemas complejos adaptativos y la com- prensión de la configuración de los sistemas humanos nos inducen a abordar el KM de una forma diferente. También nos ofrecen una nueva y extremadamente eficaz consideración del foco primario del KM, que es respaldar las decisiones y facilitar la innovación. Con esta visión más profunda de la naturaleza de la toma de decisiones, podemos empezar a manejar los patrones de la comprensión colectiva, ya sea para reforzarlos en situaciones estables, o para alterarlos enérgicamente de modo de sensibilizar a quienes deciden, acerca de una nueva situación en la cual los viejos modelos ya no funcionan.
Con fondos del gobierno de los Estados Unidos vinculados con el manejo de la llamada amenaza asimétrica, el Cynefin Centre, de IBM (que dirige el autor de este artículo), desarrolló un conjunto de herramientas y técnicas, que van más allá de la planificación de escenarios, para gestionar la nueva dinámica de la estrategia. Este trabajo está provocando una rápida respuesta de los ejecutivos superiores, quienes constantemente enfrentan condiciones de incertidumbre extrema. Ya he perdido cuenta de la cantidad de veces que me han preguntado: "¿Cómo consigue auspicio ejecutivo para el programa de gestión del conocimiento?". Una de las soluciones más eficaces es mostrarles el impacto potencial del KM sobre la política de una organización. Haga esto y se volverá inmediatamente "estratégico". Con la innovación, la cuestión radica en alterar los patrones de pensamiento incorporados, que impiden a los expertos considerar nuevas ideas. Uno de los problemas, con los enfoques tradicionales, es que tienden a reforzar la práctica actual y castigan a los rebeldes con la exclusión. Nuevamente, esto es aceptable dentro de ciertos límites, pero cuando cruzamos una frontera para tratar de crear un momento de "eureka", este conserva- tismo natural se vuelve muy peligroso.
Por lo tanto, hay que reexaminar lo que significa realmente el KM. Mi propia definición es: la creación de un contexto compartido, sin el cual ningún flujo de información es significativo ni práctico. Sin embargo, tenemos que avanzar más allá. Una manera de estructurar lo que podemos de- nominar el período "post Nonaka" en gestión del conocimiento es observar la tercera de las heurísticas (formas de buscar la solución de un problema mediante métodos no rigurosos) enumeradas en el recuadro: siempre sabemos más de lo que podemos decir, y siempre diremos más de lo que escribire- mos.
La orientación al conocimiento escrito, que domina el pensamiento del KM, es sólo una visión parcial de la totalidad de conocimiento que debe ser gestionado. Hasta los intentos más desesperados por forzar a la gente a codificar su co- nocimiento, o a buscar la salvación en la tecnología, están destinados al fracaso si no se los emplea como lo que son: herramientas incompletas. Debemos separar lo que sabemos de lo que podemos decir y de lo que podemos escribir, y enfocar el KM como una disciplina en tres partes: contexto, narración y contenido.
La gestión del contenido es un factor de higiene: uno tiene que administrar documentos, necesita lugares para mantener conversaciones electrónicas y para todas las taxonomías (clasificaciones), los motores de búsqueda y las otras herramientas (demasiado frecuentemente, sólo juguetes), que abundan en cualquier exposición comercial. Por su parte, la gestión del contexto y la de la narración son relativamente nuevas.

El contexto es crucial

La confianza y la comprensión son precondiciones para la creación de un contexto compartido, y son parte de la configuración que se desarrolla en las organizaciones a través de las redes sociales. Imaginemos tres situaciones diferentes:


* Alguien a quien conoce desde hace varios años le formula una pregunta. Ambos comparten el contexto de muchas experiencias, y usted sabe que esa persona entenderá su respuesta. Además, sabe hasta qué punto puede confiar en ella. Como resultado, el intercambio de conocimiento es eficaz y tiene un mínimo impacto puntual. Usted está, además, construyendo y reforzando una relación existente, lo cual le brinda una motivación adicional.
*  Ahora, la misma pregunta pero de alguien con quien no ha tenido experiencia alguna. Como trabajan para la misma organización, usted tiene cierta obligación de responder, pero su contexto comparado es limitado. Para ampliarlo, usted le formulará preguntas e interpretará sus respuestas, todo lo cual insumirá tiempo y probablemente le cause frustraciones, aunque a veces le resulte gratificante. Cuando le transfiera conocimiento, será calificado: "Haga esto y luego póngase en contacto conmigo"; "si quiere, véame y le ayudaré durante los primeros días".
* Algún idiota con "conocimiento" de su propia tarea le pide que escriba lo que sabe, sin formularle una pregunta específica. Es imposible, o es apenas una aproximación a la realidad. Para hacerlo de manera correcta, usted tendría que prever con- textos que aún desconoce.


Tanto en términos de motivación como de practicidad, respondemos mejor a las preguntas formuladas en el contexto de una situación histórica y de una relación humana. Por lo tanto, la gestión de contexto se refiere a construir y mantener vínculos, tanto en la organización formal como en la informal. Hay algunas ideas nuevas e interesantes en este campo, que se vincula más con gestionar los canales a través de los cuales fluye el conocimiento, que con gestionar el conocimiento en sí. Un enfoque amplio fue titulado en forma vaga KM "just-in-time" (justo a tiempo). A las comunidades informales de las organizaciones se les permite que organicen y autogestionen su conocimiento, mientras la compañía se concentra en la estimulación 'just in time" del flujo de conoci- miento, desde lo informal a lo formal, cuando resulta ne- cesario: es decir, en el contexto de su necesidad. Se trata de un enfoque razonablemente bien establecido, pero es un campo cuyo desarrollo continúa. Dos herramientas elaboradas en el Cynefin Centre ilustran el nuevo tipo de pensamiento que está surgiendo en esta área.

Estimulación de la red social

Desde hace algún tiempo se sabe que, cuanto más en red está una compañía, mayor es el flujo de conocimientos y más alta la probabilidad de que aparezcan nuevas ideas, ante la necesidad. Lograr altos niveles de densidad de redes normalmente demanda años, mientras la gente cambia de puesto de trabajo y de tareas, y conoce a otra gente en escenarios sociales. Estas redes también se construyen en función de los gustos y las aversiones personales: no se nos puede obligar a confiar en alguien. La estimulación de la red social procura reducir a meses o a semanas, lo que demanda años de relaciones casuales. Para ello imita los procesos sociales informales quedan lugar a dichas redes, a través de acciones de equipo basadas en recompensas. Se utilizan en:

* programas de gestión del conocimiento, concentrándose en Los canales a través de los cuales fluirá el conocimiento, en vez de gestionar el conocimiento en sí;

* cambios organizacionales, atendiendo a la forma en que la gente se autoorganiza alrededor de un modelo general, antes de entrar en los detalles (que son los que suelen hacer fracasar a estos programas);

* programas de innovación (la mayoría de las organizaciones es consciente de que en alguna parte hay alguien que sabe algo; el problema radica en identificarlo).

Juego de Grendle

La metáfora es una herramienta narrativa poderosa, que permite que la gente piense en los problemas y los enfrente en un ambiente seguro. Abordar los problemas directamente es más difícil, y puede dar lugar al camuflaje y al autoengaño. Por ejemplo, en una reunión de ejecutivos se puede contar esta historia del siglo XVIII, que Dave Sobel relata ma- ravillosamente en Longitud: "Los científicos buscaban en la astronomía la solución para el problema de medir la longitud, sin prestarle atención a la solución práctica ideada por un carpintero rural: un reloj que seguía dando la hora precisa a bordo de un barco". Se les puede pedir a los ejecutivos que recuerden si alguna vez trataron a su personal como los científicos trataron al carpintero. La metáfora estimula a pen- sar el problema de una manera diferente, y ofrece un espacio "seguro" donde pueden tener lugar estas conversaciones.
El juego de Grendle extiende este principio. Los antropólogos dedican una semana a estudiar a una organización y, sobre la base de los resultados, se construye un espacio metafórico. Pueden emplearse situaciones históricas, o de ciencia-ficción, u otros contextos ficcionales. Por ejemplo, la ciencia-ficción permite trabajar con científicos reales, que pueden crear ambientes alienígenas para los escritores de este tipo de textos. Ambientados en una ecología alienígena, los gerentes pueden aprender a sobrevivir en ese ambiente, que es, en realidad, la cultura de su propia organización. Esta herramienta también se puede utilizar en las fusiones, presentándoles, por ejemplo, a dos equipos de las respectivas organizaciones, una variante del "dilema del prisionero". En este escenario, los equipos tienen la opción de competir por obtener mejores condiciones carcelarias, o cooperar entre sí para escapar. Al ver cómo escapan, se adquiere una nueva perspectiva sobre el manejo de la fusión. Las aplicaciones de esta técnica son muchas, variadas y extremadamente poderosas.

Gestión de la narración

La narración (que no es lo mismo que contar cuentos) está emergiendo como uno de los abordajes más interesantes de la gestión del conocimiento. Hay muchas aplicaciones, pero la relevante a los fines de este trabajo es la de las bases de dato de narraciones. En algún lugar entre la gestión del contenido y la del contexto, la narración transporta o crea su propio contexto, pero con un alto nivel de ambigüedad. Su aplicación se acerca más a los patrones naturales de adquisición de conocimiento en las organizaciones, por lo siguiente:


* Es más fácil y menos oneroso de capturar que el conocimiento escrito. En diez minutos puedo grabar con una videocámara lo que de otro modo me demandaría semanas de preparación.
* Es un proceso natural. Cuando enfrentamos una nueva tarea o un problema, buscamos a quién formularle preguntas. Pretendemos que esa gente nos brinde respuestas en un contexto sensible, y que sus consejos no surjan de proyectos anteriores ni de declaraciones idealizadas de "mejores prácticas".


Las bases de datos de narraciones ofrecen un mecanismo de discurso a través del tiempo y del espacio. Cuando nos unimos a una organización, puede transcurrir cierto tiempo hasta que sepamos lo suficiente como para orientarnos. Los cursos de inducción y la capacitación vinculada con la tarea ayudan, pero sólo cuando construimos una red social de gente con experiencia en la organización y escuchamos sus relatos, llegamos a comprender realmente cómo se trabaja allí. Pocas personas acuden a una base de datos de mejores prácticas antes de iniciar un proyecto; la mayoría busca a individuos con experiencia: amigos o mentores cuyas opiniones respetan, o a quienes han sido derivados por una fuente confiable. El problema es que estamos limitados a nuestras propias redes sociales, y la organización está constreñida a sus empleados actuales. En el desarrollo de una base de datos de narraciones, es vital hacer dos cosas:


* Conservar el material en crudo. Cualquier tentativa de censurarlo o interpretarlo, y en particular los intentos por mejorarlo, quitan autenticidad al material y generan desconfianza en el usuario.
* Clasificar el material a partir de las propiedades que surgen de la historia original. Habitualmente se trata de temas y arquetipos que pueden prender fácilmente en los talleres.


Las bases de datos de narraciones son notablemente baratas y simples de crear. No hay necesidad de interpretar el material, y su clasificación es muy sencilla y prácticamente automática, lo cual permite un rápido desarrollo. También se las suele emplear como un punto de ingreso rápido y fácil a la gestión del conocimiento, y como un nuevo enfoque de los sistemas existentes. Los patrones de uso de una base de datos de narraciones se pueden emplear también para priorizar el desarrollo de una codificación más formal, basada en las necesidades reales más que en las percibidas. Es el equivalente de plantar césped y observar por dónde camina la gente, antes de invertir dinero extra en construir senderos.

Conclusión

Separar al contexto de la narración y del contenido libera a la gestión del conocimiento de las limitaciones que imponen los métodos que sirven para encarar la complicación, pero no la complejidad. La gestión del conocimiento puede realizar una contribución visible a la toma de decisiones y a la innovación, sin los costos masivos de un enfoque basado en sistemas más tradicionales. También entrega sus frutos más rápido, ya que usa los contornos naturales del paisaje, en vez de tratar de imponerle una construcción mecánica a una realidad orgánica. Para muchos de nosotros, el empleo de la teoría de los sistemas complejos adaptativos representa una nueva simplicidad. Puede ser difícil y peligrosa, porque desafía una por una a prácticas arraigadas en la ciencia del management, y amenaza los flujos de ingresos asociados con la consultoría del tipo "libro de recetas". Pero, una vez entendida, es elegante en su simplicidad y profundamente pragmática.

Cuestionario

1. ¿Cuál es la diferencia entre complicación y complejidad?
2. En que consiste la tesis de la nueva simplicidad en la gestión del conocimiento?
3. Menciona algunas de las tácticas que Snowden propone para estimular la red social y obtener una mayor circulación de conocimientos?
4. ¿La nueva simplicidad es una tesis de sistemas? ¿Porqué?

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Perspectiva interior y exterior. Cómo se puede utilizar el pensamiento sistémico en la vida cotidiana

Fritz B. Simon

Realidades más duras y más blandas

El atractivo de los conceptos cibernéticos y sistémicos consiste en su alto nivel de abstracción y en la utilización general que conllevan. Igual que las matemáticas y la lógica, esos conceptos ofrecen un marco formal que puede ser llenado con los contenidos más diversos. Es así que las familias, las instituciones, las empresas y los estados pueden ser contemplados como sistemas que se autoorganizan como el hombre, la humanidad, la psique, un hormiguero y también la Vía Láctea. Se puede contemplar el mundo entero desde una perspectiva nueva y desacostumbrada. Por desgracia, de semejante cambio del ángulo de visión no surgen natural y automáticamente nuevas opciones para nuestras acciones diarias. Pues el peligro ligado a la utilización de tales modelos abstractos consiste precisamente en lo que constituye también su ventaja: su abstracción.
Mientras que el científico por lo general ha llegado al objetivo de sus deseos cuando puede describir, entender o explicar un fenómeno, las teorías y los conocimientos científicos sólo llegan a tener sentido para quien quiere utilizarlos en la vida cotidiana cuando ofrecen líneas de conducta muy concretas para sus acciones y decisiones. Los modelos científicos de los que no se puede deducir ninguna indicación concreta de cómo obrar, siguen un modelo de abstracción que se puede ilustrar con el conocido retruécano de la teoría del conocimiento: "¡¿Sabía usted que los Alpes ofrecen un aspecto muy triste si se hace abstracción de las montañas?!"(1)
Las construcciones de la realidad, ya sean las de los científicos o las de los ciudadanos promedio, deben medirse siempre en el sentido de si las informaciones que pueden lograrse por medio de ellas son útiles para la supervivencia. Ernst von Glasersfeid(2) introduce para eso el concepto de "viabilidad" (capacidad de vida); con él describe el hecho de que es posible sobrevivir en esta realidad con modelos completamente diferentes de la realidad. Nunca hay una descripción "correcta" y "verdadera" de la realidad, sino muchas muy diferentes, según los criterios en los que se base el observador para la selección de sus informaciones, qué distinciones y valoraciones efectúa y desde qué perspectiva, con qué interés y con qué objetivos contempla su tema. Lo que para un científico es necesario para la supervivencia y por eso es relevante, puede carecer totalmente de importancia para la vida cotidiana del no científico, y la mayoría de las veces lo es. Esa debería ser la explicación de por qué también los científicos exitosos fracasan con frecuencia cuando se les confía la solución de problemas prácticos: sus modelos no son viables.
Si intentamos hacer útiles para la propia vida privada o profesional los conceptos teóricos sistémicos y cibernéticos, entonces chocamos primero con las mismas dificultades que en la aplicación de otras teorías científicas. Pues no sólo los intereses de conocimiento, sino también los métodos de conocimiento se distinguen en principio de los de la praxis. La imagen de la realidad que intenta diseñar la ciencia se basa en la idea de la separación entre el sujeto y el objeto del conocimiento. Un observador que se encuentra fuera del objeto (sistema) indagado intenta describir ese objeto independiente de él, sus estructuras, sus propiedades y modos de comportamiento, etcétera. Las condiciones y características subjetivas de tal observador no deben (así dice por lo menos el ideal del "conocimiento objetivo") tener influencia sobre las afirmaciones que hace sobre el objeto contemplado. Pero prácticamente sólo podemos utilizar tal conocimiento allí donde tenemos que ver con objetos con los que también en la praxis podemos enfrentarnos como observadores exteriores. Es en el ámbito de la realidad inanimada, relativamente "dura", donde podemos hacer afirmaciones sobre el mundo con el método de las ciencias duras (por ejemplo, el de la física clásica).
La oposición entre una realidad más dura y una realidad más blanda se puede explicar por la mayor o menor influencia del observador o de la observación sobre los procesos que mantienen un ámbito de la realidad tal cual es. A ello responde luego el hecho de que el observador puede hacer en diferente medida como si fuera exterior y fuera "objetivo". Allí donde tiene que ver con procesos que no pueden ser influidos por la observación o lo son en una medida insignificante, puede esbozar una imagen idealizada, "objetiva" del objeto indagado por él. El observador puede ser abstraído, puede ser excluido.(3)

Se puede hacer como si en la observación de los objetos de tal realidad "más dura" y de la interacción con ellos sólo se modificara el observador -el observador obtiene conocimiento y saber-, pero no el objeto observado. Luego, con relativa facilidad se puede lograr unanimidad entre los distintos observadores acerca de lo que hay que considerar en tal ámbito como "real", "verdadero", "correcto", "falso", "bueno" o "malo".
Mucho más difícil resulta la "objetivación" de una "verdad" cualquiera (es decir, alcanzar semejante consenso intersubjetivo sobre lo que fue observado) cuando hay que hacer afirmaciones sobre un ámbito de la realidad al que pertenece también el observador o sus pautas de conducta: el ámbito de la vida social. Aquí desaparece la separación limpia entre el sujeto y el objeto del conocimiento, pues el observador o sus pautas de conducta se localizan dentro de la unidad observada, dentro del sistema observado. Son siempre un elemento de esos "objetos", por ejemplo de las familias, comunidades, empresas, organizaciones o cualquier otro sistema de interacción, tan fáciles de describir y analizar desde afuera. Por lo tanto aquí el observador no puede pensarse como "alguien que está afuera" y considerar "objetivo" su conocimiento, pues no se puede abstraer a sí mismo de su descripción de la realidad y tampoco puede abstraer su propia influencia, que crea o sostiene en lo posible lo observado. Encuentra siempre (por lo menos, a veces sólo) los huevos de Pascua que él mismo ocultó.(4)
El ámbito de la realidad de que aquí se trata es mucho más "blando", pues todo saber y toda afirmación sobre él muestran efectos de autorreferencia: influyen en esa realidad. En el momento en que un miembro de un sistema de interacción cambia su visión del sistema, existe la posibilidad (o el peligro) de que cambie todo el sistema. La situación se hace mucho más compleja cuando dos o más observadores se observan mutuamente. Es el ámbito más "blando" de la realidad, que sólo puede "endurecerse" cuando los observadores se estabilizan mutuamente en sus ideas del mundo y en sus modelos de conducta.
Ese es el trasfondo de las dificultades de todas las ciencias que se ocupan de los fenómenos sociales; dicho con las palabras de Heinz von Foerster: "Las 'hard sciences' tienen éxito porque se ocupan de los 'softproblems'; las 'soft sciences' deben luchar, pues deben enfrentarse con los 'hard problems'".(5) Son los mismos "problemas duros" con los que debe enfrentarse quien tiene que ver con otros hombres, ya sea en la profesión o en la vida privada (¿y quién no?). Necesita un modelo que lo incluya como actor y refleje los efectos de su acción: el modelo debe armonizar con la perspectiva interior del observador participante. Aquí comienza la utilidad de los conceptos sistémicos para la vida cotidiana, pues permiten confrontar la descripción desde la perspectiva interior del observador con la de la perspectiva exterior, o formulado de otra manera: la mirada desde el exterior puede ser utilizada para la acción interior. Así pueden ser cuestionados los presupuestos tácitos (racionales e irracionales) que conducen las acciones de los actores participantes. De ese modo, cada individuo tiene la posibilidad de examinar la utilidad de las descripciones de sí mismo y de su mundo circundante.

Reglas de juego

Quien observa (por ejemplo como etnólogo, sociólogo, terapeuta familiar, consejero empresarial o ciudadano de un Estado) un sistema social (por ejemplo un Estado, una organización, una institución, una familia, una tribu de aborígenes), primero debe ver hasta qué punto puede definirse a sí mismo como observador exterior: los fenómenos que ha de observar, ¿se podrían observar si él no estuviera como observador? ¿Cambia el sistema si se abstrae a este observador junto con sus métodos de observación específicos? Si diferentes observadores pueden describir el mismo fenómeno con diferentes métodos, entonces en su explicación pueden hacer como si fueran observadores exteriores de una realidad más dura, independiente de ellos, "objetiva"" cuyo surgimiento y sostén no puede atribuirse a ellos. Como observadores exteriores pueden conformarse con describir las pautas de conducta y enlazarlas formando modelos: "Si la persona A muestra la pauta de conducta Xa, entonces la persona B muestra la pauta de conducta X6, y si la persona B muestra la pauta de conducta X6, entonces la persona C muestra la pauta de conducta Xc; si la persona C muestra la pauta de conducta Xc, entonces...; y si la persona N muestra la pauta de conducta Xn, entonces la persona A muestra la pauta de conducta Xa...". Con tales reglas descriptivas se pueden representar, libres de valores y neutros, modelos de enlaces funcionales, es decir, efectos de pautas de conducta sobre otras pautas de conducta. Se pueden caracterizar diferentes sistemas de interacción mediante secuencias de interacción (más o menos) diferentes. Desde el punto de vista sistémico no surge de allí la cuestión de si la conducta de A es la causa de la conducta de B o si la conducta de N es la causa de la conducta de A. En vez de eso, el observador ve la circularidad en la que los patrones de conducta se enlazan entre sí, formando una red. Si se quisiera atribuir la causa (por ejemplo la culpa) del surgimiento de una de esas pautas a uno de los participantes, entonces equivaldría a que como espectadores de un partido de fútbol viéramos en la conducta de un jugador la causa de que los 21 restantes se sometan a la regla del offside. Para el observador exterior no son de interés las características y los motivos particulares de las personas participantes, ni sus capacidades o limitaciones, ni sus buenas o malas intenciones, ni la cuestión de si se comportan así consciente o inconscientemente. Para describir el sistema indagado es completamente suficiente si el observador se conforma con la descripción de los patrones de conducta y señala las reglas de sus enlaces: "Si..., entonces...".
La situación es completamente diferente para quien quiere o debe participar en la interacción de tal sistema (el miembro de una familia o de una tribu, el trabajador en una empresa, el ciudadano con o sin uniforme, etcétera). Si no quiere que su conducta sea determinada por las casualidades (y son pocos los que tienen el valor de jugar así sus decisiones), necesita más que reglas descriptivas; necesita además reglas "prescriptivas"(6) que le dicen qué y cuándo debe hacer o dejar de hacer algo. Y debe basarse en una línea recta de causa-efecto-concepto, es decir, debe hacer como si sus propias acciones (lo que hace o lo que deja de hacer) fueran las causas de los efectos deseados o temidos. Es un jugador en ese juego, y para orientarse necesita una medida de valoración que le permita elegir entre todos los modos de conducta imaginables (que a menudo son más o menos numerosos que los posibles). A diferencia de un partido de fútbol, donde las reglas están fijadas antes de comenzar el juego, en los juegos -por ejemplo "comenzar una relación amorosa", "ser padre", "ejercer su oficio", etcétera- que debemos jugar todos los días, no está claro qué reglas hay que aplicar; con frecuencia no son manifiestas, y los criterios para los movimientos buenos o malos no comprometen a todos ni son invariables. Existe seguramente un cierto marco económico general como "realidad dura", a la que cada uno debe acomodarse. Pero al lado hay un "ámbito blando de la realidad" donde el espacio de juego y las posibilidades de configuración del individuo son mucho más grandes. El reverso de esa "blandura" es que resulta relativamente difícil apreciar correctamente o calcular de antemano el efecto de las propias acciones.
La razón de eso es la perspectiva obligadamente limitada del participante en la interacción: sólo ve los efectos directos de su propia conducta en el otro. Si es la persona A del ejemplo de más arriba, entonces probablemente sólo ve que la persona B muestra la conducta Xb ante su conducta (Xa); por lo general le queda oculto el mecanismo de cómo su conducta lleva a la conducta Xn de la persona N, sobre todo si con el aumento de la cantidad de participantes crece velozmente la complejidad de las relaciones y lleva a una pérdida total del panorama. Entonces se ve obligadamente como alguien que "reacciona" ante la conducta de N, pero no ve cómo participó indirectamente en la producción de esa conducta (y con ello de la suya propia). Por esa razón no puede agotar las posibilidades que tiene para modificar tales círculos.
Nuestro pensamiento cotidiano lineal de causa-efecto, en el que suponemos tácitamente que tenemos que ver con objetos que son tan independientes de nuestras acciones como lo son éstas, nos hace difícil comprender esos procesos de enlace y retroacoplamiento. Eso lleva con frecuencia a que en nuestra acción nos enredemos en paradojas y no alcan- cemos determinados fines tanto tiempo como lo intentamos..., pero los alcanzamos precisamente cuando abandonamos nuestros intentos...
El sentido o sinsentido de las decisiones y acciones está determinado siempre por el contexto de la interacción en el que se producen- y éste sólo puede ser aprehendido limitadamente desde la perspectiva interior. La mirada desde la perspectiva exterior en cambio puede aclararlo. Permite medir los efectos de la propia acción sobre los objetivos y propósitos, y en caso necesario desarrollar estrategias alternativas.
Desde el punto de vista sistémico, la introducción de la perspectiva exterior es la función esencial de la (psico)terapia y del asesoramiento. Es una forma de terapia y de asesoramiento que le deja al individuo su responsabilidad por sus decisiones y sólo vincula los puntos de vista surgidos de la perspectiva interior, basados en tales decisiones, con los efectos observados desde la perspectiva exterior.
El hombre se describe a sí mismo y a su mundo circundante y se comporta de acuerdo con sus descripciones; si éstas cambian, entonces cambia su conducta. Y puesto que los sistemas interactivos se componen de tales modos de conducta, también ellos cambian sus estructuras cuando cambian las construcciones de la realidad de los participantes en la interacción. Por "construcción de la realidad" hay que entender la totalidad de los modelos de pensamiento, sentimiento y conducta que cada uno ha construido a lo largo de su vida.(7)
La primera cuestión que resulta de allí es la de las informaciones pertinentes. Como lo ha demostrado un lógico de Oxford, George Spencer Brown, todas las formas de construcción de la realidad se reducen a un solo proceso: la realización de distinciones.(8) Se puede decir que una información escuna diferencia que hace una diferencia".(9) Por lo tanto no se trata de alguna cosa "objetiva": siempre es el observador el que determina qué diferencias hacen una diferencia para él. La mirada desde la perspectiva exterior muestra con demasiada frecuencia que las estrategias de conducta propias fracasan precisamente porque se han hecho distinciones erróneas, es decir, inútiles.También aquí el contexto determina ampliamente qué se puede abstraer sin hacer daño y qué no. Quien planea un viaje de Alemania a Italia puede abstraer sin mayores consecuencias los Alpes, en el caso de que utilice el avión. En cambio si viaja con elefantes como Aníbal o con el coche del correo como Goethe, deberá pensar dónde encontrará un paso apropiado. La introducción de la perspectiva exterior en la perspectiva interior abre para todos la posibilidad o incluso la necesidad de buscar y encontrar o inventar opciones alternativas.

Persistencia y cambio

Otra diferencia entre realidad "más dura" y "más blanda", entre mundo inanimado y mundo animado, entre una familia, una institución, una cultura y los Alpes, es pasada fácilmente por alto: la estabilidad y el cambio están organizados de manera diferente en ambos ámbitos. Los Alpes mantienen su estructura -por lo menos en el ámbito macroscópico accesible a nuestra observación- tanto tiempo hasta que una fuerza que viene de afuera tiene efecto sobre ellos y la cambia. Su estructura cambia sólo cuando aparecen cuadrillas de explosivos y cavan agujeros en las montañas. Se trata de una estabilidad pasiva: todo queda "sobreentendido", tal como es, hasta que alguien o algo localizado fuera del sistema lo cambia.
Por el contrario un sistema social debe sostener activamente su estructura y estabilidad; todo cambia, a menos que alguien localizado dentro del sistema se ocupe de que todo siga igual. Puesto que tales sistemas deben entenderse como modelos de pautas de conducta, su supervivencia depende siempre de que alguien cumpla esas pautas de conducta específicas. Toda cultura muere en el momento en que nadie sigue sus reglas (tanto las descriptivas como las prescriptivas); sólo hay fútbol mientras alguien juegue; todo lenguaje que no se habla muere; y las estructuras de la escuela siguen siendo las mismas mientras haya alumnos y profesores que desempeñen los viejos roles, es decir, muestren las pautas de conducta que crean la estructura de la escuela. Si se pasa por alto esta distinción entre sistemas animados e inanimados, se llegará a apreciaciones erróneas sobre cómo hay que valorar las pautas de conducta propias o ajenas. En general, esto se hace particularmente claro en la valoración de aquellas actividades que sólo llaman la atención y son percibidas cuando no son realizadas o no lo son efectivamente. Son el presupuesto de que se sostienen la estructura y el orden supuestamente dados ("sobreentendidos"). Son todos los trabajos cuya característica puede ser comparada con el de un ama de casa. Su actividad (por ejemplo, lavar la vajilla) sólo se percibe cuando no se realiza. En las empresas, según la experiencia, las secciones de personal o sus colaboradores desempeñan con mucha frecuencia ese rol, en la comunidad los recolectores de desperdicios y en las familias -como hemos dicho- las mujeres. A nivel individual eso lleva con mucha frecuencia a la sensación de no ser suficientemente valorado, lo que a su vez lleva a conflictos y a una necesidad más grande de asesoramiento y terapia.
Una segunda razón de por qué es importante esta distinción entre sistemas animados e inanimados, son las posibilidades que conlleva, siempre muy diferentes, de resolver problemas. Si en un sistema de interacción resulta problemática una estructura cualquiera, es decir, un juego de conjunto cualquiera de modos de conducta, entonces es cierto también que es producido activamente por las personas involucradas.
Contemplando desde afuera se puede decir por ejemplo que cada colaborador de una empresa es pagado porque soluciona determinados problemas (por ejemplo meter en un agujero tornillos que no quieren entrar por sí mismos). Puesto que el colaborador conoce una estrategia de solución (técnica)para esos problemas, no los ve (desde la perspectiva interior) como "problemas", no ve la solución como "solución", sino como ejercicio de su actividad profesional normal, por la cual también se le paga. Los "problemas" (entre comillas = perspectiva interior) son para él sólo los problemas (sin comillas = perspectiva exterior) para los cuales no conoce o no encuentra solución. Esos "problemas" surgen sólo cuando la solución de ese problema ha sido intentada sin éxito y se declara el fracaso de las estrategias de solución normales de los problemas.
En la manera en que alguien describe el "problema" ya está contenida una idea de cómo podría o debería solucionarse. Los modos de conducta que deduce de allí participan siempre en la producción de lo que describe como "problema". También aquí se trata de uno de los efectos autorreferenciales de las construcciones de la realidad, efectos que conducen a la paradoja de que la solución intentada produce el "problema".(10) Se hace crónico si se siguen utilizando (obviamente sin éxito) las estrategias de solución probadas sin éxito.
Como terapeuta, consejero o afectado hay que plantearse la cuestión: ¿cómo hacen los participantes (yo/nosotros) para crear el problema y sostenerlo? Una vez que se responde a esa pregunta, con frecuencia ni siquiera es necesario buscar una alternativa constructiva para esa estructura de interacción problemática: es suficiente con perturbar ese modelo.
Luego, en la práctica eso puede tener el efecto de que una pauta de conducta determinada, componente de un nudo de retroacoplamiento que se sostiene a sí mismo, es abandonada o impedida; es decir, simplemente se hace algo distinto de lo que se hacía hasta entonces. De esa manera, variaciones mínimas -en lo que al esfuerzo se refiere- en las acciones pueden conducir a importantes modificaciones: no hacer algo es por lo general mucho menos caro y más fácil que encontrar una "solución". La solución se encuentra después por sí sola.

Referencias bibliográficas

Bateson, Gregory (1979), Geist und Natur, Frankfürt/M, Suhrkamp, 1982.
Foerster, Heinz (1972), "Die Verantwortung des Experten", en: von
Foerster, Heinz, Sicht und Einsicht. Versuche zu einer operativer Erkenntnistheorie, Braunschweig-Wiesbaden, Vieweg, 1985, págs. 17- 23. Gemhardt, R., Bernstein, F.W. y Waechter, F.K. (1969), Weit im Spiegel 1964-1976, Frankfürt/M, Zweitausendeins, 1979. Glasersfeid, Ernst von (1978), "Adaptation and Viability", en: von Glasersfeid, Ernst, The Construction of Knowledge. Contribution to Conceptual Semantics, Seaside (Ca.), Intersystems Publications, 1987, págs. 65.
Simón, Fritz B., Unterschiede, die Unterschiede machen. Klinische Epistemologie: Grundiage einer systematischen Psychiatrie und Psychosomatik, Berlín-Heildelberg-Nueva York, Springer, 1988.
Simón, Fritz B., Meine Psychose, mein Fahrrad und ich. Zur Selbstorganisation der Verrücktheit, Heidelberg, Cari Auer Systeme, 1990. Spencer Brown, George,Lawso/7'brw, Nueva York, Dutton, 1969, reimpresión,1979.
Watzlawick, Paúl, Weakiand, J.H. y Fisch, R., Losungen. Zur Theorie und Praxis menschiichen Wandeis, Berna, Huber, 1974. Watziawick, Paúl (comp.), Die erfundene Wirkiichkeit. Wie wissen wir, mas wirzu wissen glauben? Beitráge zum Konstruktivismus, Munich, Piper, 1981. [Versión castellana: La realidad inventada. Buenos Aires, Gedisa, 1988.] von Wright,
G.H. (1963), Norm und Handiung. Eine logische Untersuchung, Konigstein, Scriptor, 1979. [Versión castellana: Norma y acción. Una investigación lógica. Madrid, Tecnos, 1979.]

Notas

1 Cf. Gemhardt y otros 1969, pág. 124.
2 Cf. von Glasersfeid 1978.
3 Heisenberg subraya el hecho de que también en las ciencias naturales, en razón de la autorreferencia, se ha vuelto dudosa la representación de un "conocimiento objetivo": "Lo nuevo en la situación del conocimiento de la teoría cuántica consistió en la comprobación de que sólo podemos observar lo que realmente no se deja separar de nosotros; de manera que el concepto de 'observación objetiva' se hace en cierta medida contradictorio" (1942, pág. 115).
4 Un reproche que Karl Kraus hizo al psicoanálisis, pero que seguramente se aplica también a otras ciencias. Más adelante indagaremos si existen peligros especiales para el psicoanálisis.
5 Cf. von Foerster 1972, pág. 17.
6 Cf. von Wright 1963.
7 Más detalles sobre los fundamentos del "constructivismo" se encuentran en Watzlawick 1981, así como en los libros mencionados de von Glasersfeld y von Foerster.
8 Cf. George Spencer Brown, Laws ofForm, Nueva York, Dutton, 1969. Una explicación detallada de los conceptos teóricos de von Foerster, von Wright y Spencer Brown se encuentra en Simón 1988.
9 Cf. Bateson 1979.
10 Watzlawick y otros 1974, han demostrado detalladamente cómo pueden convertirse en problemas las soluciones.

Cuestionario

1. Menciona algunas dificultades presentadas en la utilización de un modelo abstracto para la cotidianidad.
2. Según Simon, ¿cómo puede comenzar a describirse la utilidad del enfoque sistémico en la vida cotidiana?
3. Haciendo uso de las distinciones que Simon emplea entre realidades más duras y más blandas, expresa los dos principales factores de organización de todo sistema social. Luego intenta especificar el ámbito de desarrollo potencial de la creatividad sobre esta base.