LOS MUERTOS DE LA DESIGUALDAD
Según un informe reciente publicado en la prensa, aproximadamente unas 35.000 personas mueren cada año a causa de la desigualdad social. ¿Cómo han llegado a esta conclusión? Pues analizando el índice de mortalidad de los más ricos y el de los más pobres. Con esos datos se deduce que si la población en general tuviera acceso a los privilegios sociales y económicos de los ricos, habría 35.000 muertes menos cada año. Muertes por enfermedades curables. Muertes que se podrían evitar.
Se podría decir que la desigualdad que genera este sistema económico produce esas 35.000 víctimas anuales; muchas más que el tabaco, las drogas, la carretera, el cáncer o el SIDA. Sin embargo, a ninguna institución del Estado se le ha ocurrido lanzar una de sus benevolentes y paternalistas campañas, diciendo algo así como: "Contra los explotadores tu tienes la última palabra", o "Las injusticias se pagan" o "A tope sin capitalismo".
Está claro que no van a lanzar piedras contra su propio tejado: el Poder no nunca va a denunciar las injusticias y los crímenes sobre los que se sustenta. Los que los sufren, los que los sufrimos, somos los que tenemos que lanzar esas piedras.
Y si hablamos de 35.000 víctimas directas del capitalismo sólo en el Estado Español cada año, ¿con qué cifra brutal nos encontraremos si nos referimos a todo el mundo? Seguramente unos cuantos, muchos millones. Un genocidio cotidiano, silencioso, invisible; una matanza inmensa, terrible.
Últimamente está de moda hablar de genocidas, incluso entre los propios genocidas. ¿Cómo habría que llamar a los que auspician este sangriento orden mundial que sacrifica cotidianamente a millones de personas? ¿Cómo habría que llamar a los que defienden las bondades del capitalismo y el expolio a escala planetaria? ¿Qué calificativo merecen aquéllos cuyo oficio consiste en hacer pasar desapercibidas las masacres y tener entretenido al público desde sus medios de incomunicación con las más variadas memeces? ¿Qué palabra nueva habría que inventar para todos ellos?
Pero es que no sólo de enfermedades curables muere la gente. Todos los muertos de la represión, de las guerras, de los bombardeos son también víctimas del Poder y del Dinero, víctimas de aquéllos que se lo disputan, de los traficantes de armas, o sea, del Gobierno español, por ejemplo. Y los muertos por desesperación y por aburrimiento, los que no aguantan más en este mundo absurdo e injusto; los muertos por el trabajo precario, las víctimas del negocio de la prohibición de las drogas...
Y no sólo los muertos: también los vivos, sufriendo todo tipo de abusos e injusticias, esclavizados, violadas, golpeados, exiliadas, robados... Y las tierras, arrasadas, desertizadas, vaciadas, expoliadas... todo a cambio de dinero vacío y de beneficios privados. No nos valen ya sus falsas palabras y su supuesta solidaridad, mentirosa y publicitaria. La verdadera solidaridad está enraizada con la lucha y la denuncia. Enraizada con el más profundo respeto y amor a las gentes, o lo que es lo mismo, con el más profundo odio frente a todo tipo de Poder, abuso, injusticia y autoridad.
Este texto se emitió por primera vez en
otoño de 1999
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Fractura de Radio
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