La silla del interrogatorio. Se trataba de un utensilio básico del
inquisidor. El efecto de los pinchos sobre la víctima, siempre desnuda, es
evidente y no necesita comentarios. Ésta sufre atrozmente desde el primer
instante del interrogatorio, que puede ser más intenso si se aplican
sacudidas o golpes en brazos, piernas u otras partes del cuerpo. El
asiento era muchas veces de hierro, de manera que se podía calentar con un
brasero o una antorcha. Hoy en día esta función la realiza la
electricidad.
Recomposición de fragmentos de dos originales del siglo
XVIII. Alrededor de un sesenta por ciento fue restaurado en 1982 en
Florencia. Procede de un castillo de Emilia. Desde 1978, forma parte de
una colección privada italiana.
|
|