A-islando a Miguel Conesa Osuna
Fue
hace varios años atrás que tuve la oportunidad de ver por primera vez una
pintura de Miguel Conesa Osuna. Recuerdo que caminaba por el vestíbulo de la
Biblioteca Encarnación Valdés de la Pontificia Universidad Católica de Puerto
Rico disfrutando de la exhibición Raíces de ex-alumnos de la universidad
cuando me tope con una obra que exigía particular atención. Era una pintura de
pequeño formato de Miguel. De inmediato memorice su nombre sabiendo que estaba
ante una obra que trascendía las formulas y conceptos comunes. Andando
por los caminos de la vida he tenido el privilegio de compartir con este
logrado artista en diversas instancias y discutir con él su propuesta pictórica
y sus inquietudes compartidas sobre la plástica contemporánea. Originadas
por una alegoría creada por Conesa Osuna sobre la aparición de las islas en los
mares, las imágenes y construcciones en este cuerpo de trabajo hacen metáfora
las figuras femeninas delegando en ellas el rol primado de una mitología
personal sobre el génesis de las islas en el mundo. Esta muestra de la más
reciente producción del artista plástico Miguel Conesa Osuna titulada El
origen de islas nos acerca a unas obras de factura delicada pero llenas de
la potencia que solo consigue el artista comprometido con su faena. Miguel
Conesa Osuna es maestro del trazo expresivo y en esta serie de pinturas y
construcciones su dinámica línea crea espirales, oleajes y distancias que
denuncian lo expuestas que se encuentran las islas ante los fenómenos
naturales. Su pincelada cae sobre las superficies de todo aquello representado
de manera insistente e implacable; verdadero aguacero de matices, tonos y
movimientos gestuales. En obras como Nacimiento de Islas y Rostro de
Isla el plano pictórico es dominado por la representación de la Isla/mujer
observando el horizonte, sumergidos casi por completo sus cuerpos ancladas en
el subsuelo marino. Su mirada revela cierta ansiedad, en vigilancia a las
fuerzas de la naturaleza. Piezas
como Leyendo la leyenda: la historia del tiempo, Meditando y Sumergida
presentan la Isla/mujer como un ente de espacio y tiempo ensimismadas en su
misterioso entorno, magníficos ejemplos de la pintura como poesía visual. Otras,
como La isla es mujer y madre aluden al arquetipo universal de la
tierra como fuente de vida y formación, recurso hábilmente manejado en diversas
ocasiones gracias a su efectivo uso de la luz y la forma. Se palpa en el
trabajo de Miguel una latente influencia del arte renacentista italiano:
Boticelli y Miguel Ángel como referencias obligadas. En Isla solitaria
es muy perceptible esta tendencia. Las
islas como formaciones geológicas amenazas por huracanes y tormentas queda
magistralmente plasmado en La Isla del mar y el sol y Vorágine. Son
estas dos piezas las que mejor enlazan esta serie con otras ya trabajadas por
este artista: el uso de la línea y el movimiento adquieren un carácter feroz
que amenaza la armonía de la Isla/mujer en ocasiones ajena a lo que se avecina. A
través de esta mitología pictórica disfrutamos tanto de unas superficies
honestas llenas de momentos y espacios gratificantes por el sabio manejo
plástico y por la creativa evocación poética del autor. Sigue siendo Miguel
Conesa Osuna un nombre que debe memorizar quien pretenda hablar de artistas con
aportaciones de peso a la cultura contemporánea puertorriqueña. Ramón López Colón Director del Departamento de Bellas Artes PUCPR Julio de 2009