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Juan Rafael aprendió a
montar prácticamente antes que a caminar,
gracias a la influencia de su
familia, aficionados impenitentes del mundo
equino y la tauromaquia. En
1988 inicio sus practicas en el rejoneo que
habrían de dar fruto
años más tarde.
Hoy en día tras
debutar en 1997 como rejoneador, Juan Rafael
dedica siete horas al día
a entrenar sus caballos actividad que
combina con la practica de la
odontología. Sin embargo, aspira
viajar próximamente a
España y Portugal para perfeccionar sus
arte al lado de los grandes
rejoneadores de la Península Ibérica.