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HISTORIA REAL
“ MI VIDA TRANSCURRE EN UN MUNDO DE INJUSTICIA ”
Por: Yaddy Carolina Gómez
        Mónica Andrea Sotelo
11.1

Mi nombre es N.N, tengo 11 años de edad, estudié la primaria en la escuela urbana San Luis Gonzaga de Bolívar, Cauca. Hijo de madre soltera, ocupo el cuarto lugar de la familia conformado por dos mujeres y tres hombres. Todos somos hijos de diferentes padres y, hasta el momento, ninguno ha tenido la oportunidad de conocerlo.

Desde que nací y tengo uso de razón, puedo manifestar que mi vida en este hogar ha sido un infierno porque mi madre siempre nos ha tratado muy mal, cuando le da rabia por cualquier cosa, nos insulta diciendo groserías y tomando un rejo en la mano sacia su rabia pegándonos fuerte.

Para mí era un martirio cuando tenía que pedirle algo, como un lápiz, un lapicero, un cuaderno o algo de comer, porque su reacción era siempre la misma: “tragones H.P., no tengo ni cinco, lárguense de aquí, si quieren algo, pues ustedes saben que hay que trabajar”. Gracias a mi abuelita, una anciana de 68 años, una mujer muy buena, mitigábamos en parte el hambre.

En otras ocasiones cuando yo llegaba tarde a la casa, me encerraba con mis hermanitos pequeños con llave, donde teníamos que permanecer todo el día, puesto que ella regresaba en horas de la noche.
 

Debido a esta situación tan lamentable, mi hermano mayor se fue de la casa, cuando tenía 13 años; en su aventura loca cogió malos vicios y, después de cinco largos años, regresó al hogar acompañado de una amante. Por múltiples problemas con la comunidad, lo asesinaron en la parte principal de la ciudad. Era media noche cuando recibí la noticia que a mi hermano lo habían herido; inmediatamente sentí un susto espantoso, corrí al hospital de la ciudad; cuando llegué a este lugar vi mucha gente, no me querían dejar entrar por ser un menor de edad, pero al fin lo logré y sentí mucho dolor al mirar a mi hermano tendido en una camilla bañado en sangre. Me acerqué a él, le tomé una mano, le hablé, pero no me respondió, sentí un escalofrío por todo el cuerpo. En ese momento se me acercó una enfermera y me dijo: “su hermano está muerto”. Moví la cabeza y me retiré dirigiéndome a un rincón donde me puse a llorar. Luego pensé en todos los momentos difíciles de mi hermano, el mal trato recibido de nuestra madre que quizá era la culpable de esta desgracia que tiñó de luto nuestro hogar.
En esta misma época ingresé a la escuela. Para mí, la época estudiantil fue muy dura, no tenía ningún apoyo, compré los útiles gracias a mi tía y a la abuela y al director del plantel que no me cobraba matrícula y además me regalaba el almuerzo en el restaurante escolar.


A pesar de mis dificultades trataba de cumplir, pero debido a las circunstancias vividas, siempre fallaba, no cumplía con trabajos, llevaba los cuadernos desorganizados, llegaba tarde, otras veces faltaba, pues aquí encontré pocos amigos y mucha incomprensión por parte de algunos profesores y especialmente de mi director de grupo, siempre me reprochaba, me regañaba. Confieso que, para comprar algo de comer o comprar algún juguete por parte de mi mamá nunca lo tuve, acudí al robo, pues cuando mis compañeros se descuidaban les quitaba cualquier moneda y por eso me tildaron el ladrón del curso.
En varias ocasiones yo era inocente, sin embargo todos me señalaban como culpable.

Generalmente en horas de recreo no jugaba, me la pasaba con algún amigo conversando a pesar de que me gusta el fútbol y sé que lo hago bien y que tengo capacidades intelectuales, pero nunca tuve una voz de aliento ni un estímulo, jamás me felicitaron, ni mucho menos icé la bandera. Por estas razones le fui cogiendo fastidio a la escuela, claro aprendí a leer después de todo. Muchas veces mentí, salí de la casa con rumbo a la secuela, pero mentira me iba a otros lugares con algunos amigos. Por esto fui castigado por mi mamá varias veces.

Este ambiente de injusticia y de miseria me ha transformado en un niño grosero, altanero y agresivo, pues cada vez que soy ofendido siempre respondo con vulgaridades y acciones violentas, llegando hasta tal punto que ya no importa pegarle hasta mi propia madre porque tengo envenenada el alma.

Después de tantos sufrimientos y dificultades, logré terminar la primaria y en la actualidad soy un niño que me encuentro vagando, ando de casa en casa, pues mis apreciaciones cuando salí de la escuela eran muy desalentadoras y por eso mi madre no quiso que siguiera la secundaria y por no tener para la matrícula y los demás implementos necesarios para tal fin.

Por encontrarme totalmente desprotegido y el deseo grande de un dulce, me llevó con la complicidad de unos amigos a entrarme violentando la puerta de una casa vecina y me saqué $20.000, los cuales los repartimos entre todos en partes iguales. Me perdí todo el día de la casa y cuando regresé se había enterado mi madre y demás familiares que yo era el culpable y por esta falta cometida, me amarraron a una pilastra y allí me azotaron con un rejo hasta saciar su ira.

Puedo manifestar que si tengo estos errores y ser un niño muy violento es porque nunca he recibido afecto y comprensión, siempre he sido rechazado, aislado. Espero que la sociedad comprenda mi situación y algún día al menos pueda encontrar un poco de entendimiento, no quiero ser malo, por el contrario se me dé la oportunidad de trabajar honradamente.


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