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INDICE

1.- ORIGENES

2.- LOS TOROS Y LAS GANADERIAS

3.- PONCIANO DÍAS

4.- TARDE DE TOROS Y CARTEL DE TRONIO

5.- RAFAEL GASCON Y SU “CIELO ANDALUZ

 

TOROS

ORIGENES
La primera corrida de toros en México se celebró el 24 de junio de 1526 para festejar el regreso de Hernán Cortés de su expedición a las Higueras. El primer ganadero fue Juan Gutierrez Altamirano, fundador de la Hacienda de Atenco, muy afamados criadores de reses bravas afincadas todavía en el Estado de México. Tres años después de ésta corrida se instituye oficialmente la Fiesta de toros el 13 de agosto de 1529, día de San Hipólito. En ésta misma fecha y hasta la consumación de la Independencia, la ciudad de México fue escenario de la tradicional corrida, a la que se le fue añadiendo un calendario taurino para celebrar las festividades de San Hipólito y todos los Santos disponibles, las canonizaciones de los mismos y hasta la llegada de los Virreyes, y eso que algunos eran antitaurinos.

Ya en 1545 las mantas tejidas en Cuernavaca se teñían, la mitad de “Colorado” y blanco para los chulos o mozos y la otra mitad de “Colorado” y azul para los matadores.

El primer escenario de las corridas era la PLAZA DEL MARQUES en el centro de la ciudad. La historia registra los nombres de varios virreyes taurinos, algunos de los cuales, en su soberbia, hasta toreros se creyeron y lanceaban a como Dios les dió a entender. Uno de éstos folclóricos personajes, Dn. Luis de Velasco, organizó una corrida de 80 toros, y aunque el número nos llama, hay que recordar que por aquellos tiempos no se mataban a las bestias.

Sabemos que durante el mandato del Virrey de Falces, ya se afeitaban los pitones de las reses en 1577. Damos la fecha para que los viejos y nuevos aficionados recosan sus desgarradas vestiduras. Una de las efemérides más importantes de la época virreinal fue la primera novillada nocturna. La plaza se alumbró con hachas de cera de China y de Campeche. Pero lo más original fue que a los novillos se les adornaron con bolas de alquitrán en los morrillos y cohetes en los cuernos, remedando los clásicos “Toros de Fuego”. La muchedumbre mostró su asombro ante tales ocurrencias del Virrey de Villa Manrique que si hubiera estado presente Calígula, se hubiera sonrojado.

1586- Queda construida la “PLAZA DEL VOLADOR”, donde se organizaron festejos hasta principios del S.XIX . Empujados por la enorme afición y sensibilidad del aficionado mexicano, se construyeron durante el virreinato muchas plazas de toros, a las dos primeras añadirán tres plazas más solo y dentro de la ciudad de México, la de SAN DIEGO, la de SAN PABLO y LAS VIZCAINAS, todas ellas desmontables.

SIGLO XVIII
En 1702 se ordena construir una plaza, la CHAPULTEPEC, en el bosque de los chapulines. En 1713 empiezan los festejos taurinos con un ingrediente muy peculiar: peleas de gallos en los intermedios con todo y carreras de liebres y galgos. Para darnos cuenta de la afición del mexicano por la fiesta, referiremos que en 1756 el alcalde en turno autoriza una corrida, pero el cura párroco la desautoriza y excomulga al alcalde por ser día domingo. Y menuda trifulca que se arma al enterarse el respetable de la suspensión, ya que más rápido que pronto incendian el ayuntamiento y de pasadita la casa del cura. Al tener que huir los incendiarios al monte, el Virrey los manda perseguir con 30 soldados, pero los refugiados se atrincheran bien, resisten más de un mes y hasta hacen que varios soldados causen baja por efecto de sus petardos. Moraleja: No canceles la más grande de las fiestas en aras de tu ignorancia.

Mención aparte merecen las mujeres toreras. En un mundo vedado al sexo débil, un grupo de amazonas decide romper los vínculos que las ataban al pasado y deciden convertirse en mujeres de verdad, emanciparse de un acendrado machismo e implantar los principios de la liberación femenina. Así se abre paso con dificultades extremas, Doña. Francisca Góngora, dama de alta alcurnia, seguida de Angela Amaya, famosa porque banderilleaba, y oh¡ sorpresa, picaba a sus toros y de paso los mandaba al averno de una manera magistral. De gratos recuerdos por su profesionalismo y alegría al ejecutar las suertes, María Aguirre, la “CHARRITA MEXICANA”, valiente como la que más, toreaba y mataba casi siempre a la primera a sus enemigos. Esto solo por nombrar a algunas de las más osadas.

La fiesta de toros, siempre, pero siempre ha tenido acérrimos enemigos, con la consecuencia drástica de que cuando éstos han llegado a tener el poder y la autoridad suficientes para prohibir las corridas, lo han hecho con la mano en la cintura. Solo a modo de ejemplo recordaremos los vetos pontificios de PIO V y SIXTO V.

PRINCIPIOS DE SIGLO XIX
En los inicios del siglo se cancela una corrida después de efectuada; sucede que el Virrey Bereguer, antitaurino de cepa, enferma, y confiados los empresarios que no se enterará, montan un festejo con éxito, pero ¡Oh sorpresa¡ Que el susodicho personaje se recupera y recibe las noticias de la corrida y se pone muino del coraje, tanto que por poco lo pone al borde la apoplejía; Perdió la calma, la compostura y todo lo que hay que perder y ordenó que el festejo se declarara nulo y sin ningún valor.

Al advenimiento de la Independencia (1821) hubo serios intentos por prohibir las corridas, no solo en la capital, sino en todo el vasto y todavía no mutilado territorio. Pero al mismo tiempo tenemos a todos nuestros caudillos asistiendo a las corridas como Iturbide y Allende, con nuestros héroes nacionales Miguel Hidalgo y José María. Morelos alanceando becerros encantados de la vida.

 

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LOS TOROS Y LAS GANADERIAS
El toro bravo viene de España y en su cruce con vacas mexicanas, se funda la primera y exitosa ganadería, la de ATENCO en terrenos del Estado de México.

A lo largo de los siglos virreinales, se llevaron a cabo en las ganaderías mexicanas cruces con toros españoles, dando surgimiento a nuevas; entre las divisas más destacadas fueron DEL HIERRO, ENYEGÉ, YEREGÉ y YERMO. Como aún hoy es costumbre, de la hacienda en que pastaban tomaban su nombre, en lugar de hacerlo del nombre del ganadero propietario de la torada.

La renovación de los contactos entre México y España después de la Independencia, la marcha a tierras aztecas de toreros españoles de la época de Mazzantini y posteriores y la adaptación de toreros aztecas al toreo, determinaron una renovación de castas y vacadas.

Es así como en 1849 surge la afamada ganadería de SAN DIEGO DE LOS PADRES, fundada con vacas criollas y toros de El Salitre. El nombre de Saltillo es el que con más ilustres resonancias se conserva en la ganadería brava mexicana; Como siempre se considera aristocrático y de garantía que el ganado sea de puro origen saltillense.

Así lo hace la ganadería de SAN MATEO fundada en 1908, que ha permanecido fiel a su casta de origen, al igual que la de PIEDRAS NEGRAS cruzada con toros de Miura, o la de XAXAY que toma reses de Piedras Negras, de origen saltillense y la de ZOTOLUCA que se originó en 1888 surgida de reses de San Cristóbal de la Trampa.

Además de éstos nombres de gran tradición, se pueden agregar muchos de casta bravía, y solo para nombrar algunos mencionaremos a EL ROCIO, CABRERA, LA PUNTA, MATANCILLAS, PASTEJE, ARMILLITA HERMANOS, TEQUISQUIAPAN, ZACATEPEC y otras muy bien cuidadas que pastan en los campos de Aguascalientes, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Nayarit, Querétaro, San Luis Potosí, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas.

TODO COMENZO EN 1867
A la dramática caída del imperio de Maximiliano, y con telón de fondo negro el Cerro de las Campanas, y como secuela trágica la locura de”mamá Carlota”, regresa a la capital el inefable hombre de Guelatao, Benito Juárez con todo y su famosa “familia enferma” después de andar huyendo por las hermosas regiones del norte del país.

El 15 de julio éste insensato es reelecto por séptima vez y de inmediato prohíbe las corridas de toros, argumentando que es un espectáculo indigno. Lo de Derecho al Respeto Ajeno bien que lo olvidó en su obtuso cerebro. Consecuencia lógica, se desmontan las plazas portátiles, incluyendo la del PASEO NUEVO, la más hermosa y moderna de la época.

Por 20 años la capital de la república no tuvo ocasión de disfrutar su fiesta favorita, pero los festejos se siguieron dando en el interior de vez en vez, tan es así que los aficionados del centro, sin carreteras ni facilidades de transporte, asistían con regularidad.

Muchos toreros españoles empiezan a arribar a ésta tierra de oportunidades y probada hospitalidad, entre ellos el más afamado de la península, Bernardo Gaviño, quien fue el primero en enseñar es ésta señorial capital el arte de la tauromaquia.

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PONCIANO DIAZ
El primer y gran matador de toros que tuvo México nació en la Hacienda de Atenco en 1858. Recibe la alternativa en Puebla de los Angeles el 3 de abril de 1879.

Fue grande el triunfo alcanzado y aunque fue hostilizado por un sector del público, en nada decayó su inquebrantable voluntad de abrirse paso en ése laberinto que es el mundillo de los toros.

Después de triunfar en muchas plazas, no había cartel de tronío donde no se anunciara al diestro de poblado bigote, como después lo emularía Emiliano Zapata.

En todas las plazas era insuficiente el cupo para verlo torear, Las ferias en todo su apogeo, comenzaban en la mañana con el mexicanísimo jaripeo, seguían las peleas de gallos y más tarde las corridas de toros. Días interminables de alegría, de derroche de oro en el juego y de libaciones y recuerdos en las bohemiadas.

En 1887 se deroga el decreto de la prohibición de toros en la capital y se inaugura la plaza de SAN RAFAEL y Ponciano estoqueó magistralmente a cinco toros cambiando su traje de luces en seda y oro por el de charro recamado en plata.

De España llega Luis Mazzantini rodeado de gran fama como un estupendo estoqueador. Para ésas fechas, Ponciano cumple un compromiso en Orizaba, en pleno goce de facultades físicas y psíquicas. Una gigantesca magnolia envuelta en neblinas con pupilas de mujer romántica tras los vidrios de las ventanas, un gotear de lluvia en los jardines umbríos, una canción y un arrullo, un poema y un romance, componían el espíritu de la población veracruzana.

Despertó alborozada la provincia al conocer que torearía Ponciano en ésa tierra de bendición; y en la placita “LA JOYA”, repleta hasta temerse un derrumbe, estoqueó Ponciano magistralmente seis toros, nada más seis; al primero le hundió el estoque hasta las cintas rodando sin puntilla. Entonces enloqueció la gente, alfombró de sombreros y de rosas el redondel y los músicos estuvieron a punto de morir de apoplejía de tanto repetir y soplar las dianas del triunfo. Un espectador asturiano osa gritarle al ídolo: “Ahora mata como Mazzantini”….. y el del poblado bigote se perfiló en corto, se fue tras la espada y la dejó hasta el puño en el hoyo de las agujas, un descabello y la consagración esperada. Dicen que en el quinto toro empezó a llorar, sin que nadie, ni el viento osaran interrumpirlo. Entre aquélla abigarrada multitud estaba una amazona de ojos nazarenos y manos de santa gótica. La descubrió Ponciano y le brindó para cubrirse del agua su amplio sombrero.

¡Cómo lucía Lupita Sanchez el óvalo de su rostro de madona bajo las alas del fieltro charro!

¿Romance?…Página sentimental y callada del viajero que va exponiendo su vida.

Mientras Ponciano se afeitaba en una barbería. Pasó la guapa a ritmo y gracia y el ídolo con el rostro enjabonado se paró para contemplar a la desconocida.

En enero de 1888 inaugura la plaza de BUCARELI. La crónica recuerda….¡Y qué corrida fue aquélla!

Al pisar la arena Ponciano, una cascada de rosas cayó sobre su montera. Centenares de palomas abrieron sus alas de nieve sobre el cielo sin mancha. Una niña encantadora, toda de blanco vestida, coronó al lidiador de Atenco con laureles y mirtos, mientras el de la melena ensortijada, que estrenaba un vestido morado y oro, aceptaba de rodillas la conmovedora ofrenda. Seis toros se despachó el hombre. El primero lo dedicó a su madre, presente en un palco y con conmovedoras palabras expresó: “Por mi patria y por tí, madre mía…. La Providencia ha querido que presente a tu vejez el humilde fruto de mi trabajo”

Después se va directamente al toro, le da cuatro naturales, tres cambiados, cuatro en redondo y dos a su modo; levantando la toledana apunta sobre la cruz del lomo, da unos pasos hacia adelante y queda inmóvil, por fin el toro arranca y el estoqueador le clava el acero completo en el centro del morrillo. A esto le llaman “MATAR RECIBIENDO”. Después, con la espada corta hace que el toro incline la cabeza y de un golpe violento le clavó la punta en el testuz. La fiera cayó herida de muerte como por Júpiter y dicen que a eso se le llama “DESCABELLO”.

El redondel se llena de ramilletes y se tocan dianas por las tres bandas de música de la plaza. En el intermedio del segundo y tercer toro Ponciano alanceó pie a tierra cosechando muchísimas palmas y dianas. Ya vestido de charro y montando a un hermosísimo alazán tostado recibió al sexto toro de color amarillo y cara prieta, el cual después de recibir seis varas, Ponciano da tres salidas en falso y pone dos y medio pares de banderillas en forma magistral.

Desmonta y brinda en los medios a todo el respetable de sol y sombra. Le da tres naturales al toro seguido de varios pases de la casa y lo descabella en un metisaca perfecto. Anochecía ya cuando la multitud abandonaba la nueva plaza de Bucareli en medio de un júbilo indescriptible.

1888 le trae buena estrella a Ponciano Díaz. Ya la veneración por el de Atenco alcanza perfiles insospechados. Mazzantini vuelve a México contratado por la PLAZA COLON, mientras fraterniza con el torero indígena abrazándose en un jaripeo, y mientras en un grupo brindan con champaña, en otro se vacían “curados” de pulque en “catrinas”, los más allá escasean copas de aguardiente, mezcal o el imprescindible tequila.

El cine mexicano, de cuya importancia no se puede dudar, ha dedicado parte de su producción al tema taurino y una de las primeras y exitosas películas de éste género fue una evocación al gran Ponciano. Su nombre: “ORA, PONCIANO” estelarizada por Jesús Solórzano. En 1889 embarca rumbo a España y tras una feliz travesía, se planta en Villa Coronada dispuesto a partirse el pecho con el toro más grande y encastado que le ofrecieran. Tres figuras sobresalían en aquél entonces en España, “LAGARTIJO”, “FRASCUELO” y “GUERRITA”

El 28 de julio en Madrid recibiría la borla de manos de “Frascuelo”y con dehesas del Duque de Veragua. Había que celebrar con unos “chatos” en el “colmao” hasta el amanecer con rasgueo de guitarras, palmas y bulerías. Por la calle de Alcalá pasaban los aficionados encantados por el acontecimiento. Al igual que las “manuelas” tiradas por un solo caballo y sonreía el mujerío del Madrid chulapo. Un piropo, una falda de volantes, que deja ver el tobillo color canela de una gitana, el humo del tabaco fuerte y el sol, poniendo un tapiz de oro sobre adoquines y el pavimento para todos los que se disponen a asistir al gran acontecimiento.

 

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TARDE DE TOROS Y CARTEL DE TRONIO
A pie, en coches de alquiler o en tranvías tirados por mulillas, seguía llegando la gente ansiosa de conocer al famoso espada mexicano. En cuanto llegó a la plaza, Ponciano se dirigió a la capilla a orar y sale hacia la puerta de cuadrillas. Ahí le fue presentado al que sería su padrino “frascuelo”, éste, al ver al de Atenco de estatura regular, paso corto y que usaba melena, en su soberbia exclama: “ A éste, de pies a cabeza, lo borro” y sonrió irónicamente.

Con plaza llena y 13,000 espectadores recibe Ponciano a su toro de alternativa, un cinqueño, le pega tres pases corrientes y como el bicho se aquerenciaba en la barrera, pidió consejo a su padrino: -Señor Frascuelo, sáquelo de su querencia. Y el “negro” responde ensoberbecido: -Señor Ponciano, el toro quiere morir ahí y en ése sitio se le mata. No había terminado la fase y como una saeta el diestro ya estaba volcándose sobre el morrillo de la res propinándole un volapié clásico, una estocada que retumbó en el circo.

Cronistas, catedráticos, majas, gentes de polendas, aristócratas y taurinos aplaudieron con un incesante clamor al mexicano.

“Frascuelo” balbucea: - Se ve claramente que su vida ha visto torear y es una lástima, porque es valiente y de los buenos.

Ponciano responde: - ¿Terrenos?- ¿Estilos?- ¿Querencias?---- ¡Qué me vienen ustedes a decir! ¡Yo valgo tanto como “FRASCUELO”, “GUERRITA” y todos ustedes juntos!

Los españoles lo veían con curiosidad, con invencible temor--- se vaciaban las botellas de amontillado y se murmuraba mucho. Cuando Ponciano se dejó ver por los Recoletos y por la Castellana, por los merenderos y los teatros, fue cosechando simpatías. Desde luego que lo vestía el mejor sastre, lucía cadenas de oro, montaba jacas andaluzas y caballos árabes.

Volvió a triunfar en Madrid el 17 de septiembre del 89 luciendo la típica indumentaria y ganando ovaciones, elogios y renombre. Finalmente regresa triunfante a su patria y el 12 de diciembre de 1897 lo anuncia la empresa en Santiago Tianguistengo. Solo con su nombre se despierta todo el pueblo ¡Retornaba el ídolo! Con banderas tricolor se adornaron las calles principales, reventaban cohetes y sonaban los mariachis.

Al pasar por la muleta a su segundo enemigo, Ponciano Díaz sufrió un desmayo. La fiera hace por él y lo engancha entre el chaleco y la camisa zarandeándolo drásticamente. Pálido, descompuesto, con el cabello satinado de polvo, sin zapatillas y con el terno desgarrado, el diestro cayó en la arena, como un juguete inerte por la mano del destino…El noble burel no le hizo tanto daño, pero en el mismo sitio donde mató a su primer novillo, ponía abruptamente punto final a su aventura taurina.

Cuando volvió a los brazos de su madre, comprometida ya con una cita cercana con la muerte, dejó escapar lágrimas de resignación y de dolor. Todo había concluido. Aplausos, oro, vítores, paseos triunfales, el alcanzar las estrellas, una vida de fantasía. En el viaje sin retorno de su madre, todo acabó para él. Abandonó a sus amigos, la fama y lo fastuoso de la vida. Renuncia a los viajes peligrosos, a los infortunios y las lágrimas, a la pelea constante y a un caminar sin sosiego. Los dolores de aquélla terrible cornada en Durango, la fiebre y la sed en la enfermería “EL ROSARIO” cuando un bicho codicioso le hundió los pitones en el vientre o aquél percance en Tenango del Valle que hicieron temer a los galenos por su vida, y éste y el otro, y los amargos tragos de insomnio y dolor en los hospitales y quirófanos. Luego las francachelas y el éxito, los empresarios que se enriquecieron explotándolo, el viaje a España, la guitarra y el cante, las jacas andaluzas, las manuelas y el vino rojo como la sangre espesa. Una cruel enfermedad hepática lo martirizó varios meses y en su cabellera ensortijada asomaron hilos de plata. El 15 de abril de 1899 y a los 41 años de edad, una soleada tarde, se dibuja una leve sonrisa en su rostro apiñonado como pensando en recibir a unos ángeles vestidos de luces para llevarlo junto con su viejecita. Fue sepultado en el Tepeyac junto a la Virgen de las Rosas con todas las estrellas atentas al acontecimiento, ya que lo depositaron en el manto de la Morenita que arropaba a sus hijos muy amados. Por meses y años se lloró al bravo caporal, que seguía, con su retrato, presidiendo las reuniones en las vecindades, en los cuartos arrabaleros, cafés, barberías y peñas taurinas. En junio del mismo año se demolió la plaza de sus grandes éxitos, BUCARELI.

 

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RAFAEL GASCON Y SU “CIELO ANDALUZ”
Taurinamente hablando en 1899 termina el S. XIX, ése año muere Ponciano Díaz, es desmantelada su plaza de Bucareli, a la que últimas fechas hizo empresa, y por ende empieza el S.XX En 1899 Ramón Lopez construye una nueva plaza de toros por la colonia de los doctores a la que llamaron PLAZA MEXICO en donde se ofrecieron festejos por cinco años.

Rafael Gascón es contratado en 1998 por el teatro Principal como maestro-director, en el cual aparece el primer desnudo teatral, en una época en el que casi no existía ni el conyugal, al igual que el primer travesti. ¡Virgen de media noche! Los escándalos subsecuentes fueron de pronóstico reservado y tuvieron tal repercusión que la capital se paralizó varios días por la ola de protestas; pero mejor volvamos, a lo nuestro, al toro.

En 1902, el Teatro Principal, que no era ajeno a la moda taurina, ofrecía sus famosas “tandas” vilipendiadas por los “cultos” e imprescindibles para los tandófilos “pur sang”. De algo más de una docena de teatros, unos seis se dedicaban al género zarzuelero, éste tan defendido por Manuel Gutierrez Nájera, el de la dulce charla de sobremesa, el de Arturo, de noble corazón y gran cabeza. Nunca faltaron las piezas de ambiente taurino, recordemos algunos: “LA FIESTA BRAVA”, “SANGRE Y ARENA”, “VERONICAS”, “TANCREDO”, “LA NOVIA DEL TORERO”, “EL TRAJE DE LUCES”, “SANGRE TORERA”, “TOROS EN PUNTA” y tantas más. Famosa la pieza “ORA PONCIANO” con letra de Juan de Dios Peza, lo mismo que “PONCIANO Y MAZZANTINI”.

Las triples, por su parte, cuando no dejaban adivinar mucho en el teatro enfundadas en entallados y escotados vestidos, se les veía en los tendidos de las plazas o retratándose acariciando los belfos del indultado toro “BONITO”.

No era raro ver aparecer a toreros famosos recitando sus parlamentos en el teatro con voz encelada para regocijo de sus seguidores. Así dizque declamaba “MAZZANTINI” y el “AMERICANO”. Y como no podía faltar un torero-compositor, Enrique Vargas “MINUTO” estrena en 1910 con mucho éxito “El gavilán y la paloma”.

A Rafael Gascón le tocó vivir éste meloso ambiente taurino con el consiguiente escándalo de los “Progresistas” y ver concurrir, ávidamente a la gente a cuanto espectáculo taurino era presentado en cada una de las diez plazas existentes y con solo sus 400,000 habitantes.

Gascón tiene libre vía en nuestra memoria por el hecho de ser el autor de “CIELO ANDALUZ”, que es y ha sido desde entonces el paso doble obligado al partir plaza en los cosos taurinos de nuestro país, incluyendo la Plaza México, el Toreo, el Palacio de los Deportes y el Lienzo Charro.

Debemos recordar que el mismísimo Porfirio Díaz fue un gran aficionado y asistía con frecuencia a las plazas, lo mismo su yerno que era propietario de la ganadería de San Nicolás Peralta. Esto sucedía antes que Don Porfirio fuera desterrado en 1910 en el barco “Ipiranga” rumbo a París, ahora llamada ciudad lux, en donde falleció años después. Sus restos permanecen en el cementerio de Montmarte.

En el nacimiento del siglo, los toros funcionaban de manera constante, por no mencionar las múltiples plazas provisionales que doquier se levantaban; pero en cuestión de toreros no eran tiempos de bonanza, ya que pululaban una plaga de mediocridades y una turba de aventureros que con mucha buena voluntad rescataremos a “ZOCATO”, “CUATRO DEDOS”español mezquino y simpático y “EL ECIJANO” valiente, luchón, que una cornada recibida en Guadalajara lo mandó a una muerte prematura.

En 1912 Rafael Gascón compone “CIELO ANDALUZ” y le pone letra José F. Elizondo, hermoso e imprescindible pasodoble, que cuando se parte plaza y al inicio de sus compases, se escucha el estentóreo ¡OLE”, que nos enciende la pasión y nos llena de alegría pensando en los triunfos de nuestros ídolos.

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