MANDATARIOS HONDUREÑOS

RAFAEL LEONARDO CALLEJAS

Educado en Economía Agrícola en Estados Unidos, en la Universidad de Mississipi, tras regresar a Honduras ejerció durante un tiempo como financiero y economista especializado en cuestiones de agronomía. Entre 1967 y 1971, trabajó en el Consejo Superior de Planificación Económica (Consuplane) y en 1968 fue nombrado director de Planificación Económica del Gobierno, ostentando la Presidencia de la República el general Oswaldo López Arellano. Su actividad política se remonta a 1975, cuando el recién aposentado mandatario golpista, el general Juan Alberto Melgar Castro, le nombró ministro de Agricultura y Recursos Naturales.

Callejas fue confirmado en su puesto ministerial en agosto de 1978 después de que el general Policarpo Paz García derribara a Melgar y se hiciera con el poder al frente de una Junta de Gobierno Militar. Fungió asimismo de tesorero en el seno del gabinete de transición hasta la celebración de elecciones, al tiempo que ascendió de posición en la formación derechista de la que era militante, el Partido Nacional de Honduras (PNH), formación derechista que había ostentado el poder directa o indirectamente durante buena parte del tiempo transcurrido desde su fundación en 1916. Más recientemente, había dado soporte político a los gobiernos de facto de López Arellano y Melgar Castro, y ahora colaboraba también con la Junta de Paz.

Con la restauración de la democracia en enero de 1982 bajo la presidencia de Roberto Suazo Córdova, del Partido Liberal de Honduras (PLH, rival inveterado del PNH y de tendencia sólo ligeramente menos conservadora), Callejas pasó a integrar la Comisión Política y a presidir el Comité Central del PNH, convirtiéndose en uno de los cabezas visibles de la facción interna Unidad y Cambio, que animaba el empresario Ricardo Maduro Joest con la voluntad de imprimir un giro liberal y economicista a una formación que durante muchos años se había caracterizado por su derechismo prooligárquico y promilitar. Posteriormente, Callejas activó una facción personalista, el Movimiento Nacional Callejista (Monarca), con vistas a su apuesta presidencial.

Callejas concurrió a las elecciones presidenciales del 24 de noviembre de 1985, no obstante los intentos de descalificación de los liberales, que le acusaron de cometer corrupción en su etapa de ministro, y en las que hubo de competir con otros dos candidatos de su partido, Juan Pablo Urrutia Raudales y Fernando Lardizábal, cabezas de sendas facciones del PNH.

En este su primer envite electoral, Callejas obtuvo más votos, exactamente 189.000 papeletas de diferencia, suponiendo el 42,6% del total, que el contrincante liberal José Simón Azcona del Hoyo, pero el particular código electoral entonces vigente frustró este éxito relativo al aunar los cuatro candidatos del PLH el 51,5% de los sufragios: al prevalecer el voto corporativo de las listas sobre el de los candidatos individuales, resultó que Azcona, con sólo el 27,5% de los sufragios totales, fue proclamado presidente en lugar de Callejas, quien, a la sazón, recolectó el 94% del voto nacionalista y se impuso en 17 de los 18 departamentos de la República.

Contando de nuevo con la confianza del partido, Callejas se presentó a la edición del 26 de noviembre de 1989 y esta vez sí materializó su contundente victoria, con el 52,3% de los votos, sobre el liberal Carlos Roberto Flores Facussé, aunque no faltaron las denuncias de irregularidades.

Con su asunción presidencial el 27 de enero 1990 para un período de cuatro años, Callejas se convirtió en el primer presidente del PNH desde que en diciembre 1972 fuera derrocado en golpe de Estado (por López Arellano) Ramón Ernesto Cruz Uclés, y también en el primer candidato de la oposición en ganar unas elecciones desde 1932. Adicionalmente, el PNH se convirtió en el primer partido del Congreso al obtener 71 de sus 128 escaños.

Hombre muy vinculado a los intereses políticos y económicos de Estados Unidos en una etapa en que toda Centroamérica viraba a gobiernos democráticos de derecha, Callejas deshizo la ambigüedad de Azcona en lo referente a la postura diplomática ante Nicaragua; sin embargo, la derrota electoral del régimen sandinista a manos de la oposición y la subsiguiente entrega de las armas por la guerrilla antisandinista o Contra (la cual venía operando desde territorio hondureño con la asistencia logística y financiera de Estados Unidos), facilitaron la repatriación de los refugiados civiles nicaragüenses, reduciéndose drásticamente las tensiones fronterizas y permitiendo la normalización de las relaciones bilaterales.

La conclusión de los procesos de paz en las vecinas Nicaragua y El Salvador se antojaba muy positiva para Honduras en términos de desmilitarización del Estado y la sociedad. Ahora bien, durante el mandato de Callejas siguieron registrándose casos de violaciones de Derechos Humanos por miembros de las Fuerzas Armadas, que hasta entonces se habían amparado en la tensión general generada por la guerra civil nicaragüense para extralimitarse en sus funciones y cortocircuitar la autoridad civil.

El caso fue que durante la presidencia de Callejas no se realizaron avances importantes en la subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil, de manera que, a la luz de ciertos gestos y actitudes, el sistema hondureño siguió presentando, todavía, la traza de una democracia tutelada por la cúpula castrense. A los episodios de violencia de signo político contribuyeron también pequeñas organizaciones subversivas izquierdistas.

En el plano económico, Callejas afrontó las dificultades de otros gobiernos de la zona a la hora de aplicar medidas de estabilización financiera y ajuste estructural siguiendo el precepto del FMI, trascendental empresa que puso en marcha confiado en la popularidad de la que gozaba como flamante mandatario. Objetivo prioritario de Callejas era retomar el diálogo con los organismos multilaterales de crédito, cuando se cumplía un año de la declaración por el Banco Mundial a Honduras como país inelegible para el desembolso de nuevos préstamos.

La Ley de Ordenamiento Económico, traducida en sucesivas devaluaciones de la moneda nacional, el lempira -que desde 1920 había mantenido un tipo de cambio fijo con el dólar-, los despidos masivos en el sector público y la reducción del gasto social, castigó inevitablemente a extensas capas de la población ya de por sí golpeadas por las carencias propias de un país pobre y con un reparto de rentas muy desequilibrado, y el reciente y agudo desabastecimiento de todo tipo de productos de primera necesidad, provocando, ya en los primeros meses de la administración de Callejas, una fuerte contestación social que se expresó en agitaciones callejeras y huelgas sectoriales convocadas por unas organizaciones sindicales muy batalladoras.

Por de pronto, el presidente, al menos, pudo presentar como un logro la reanudación de la asistencia financiera internacional, lo cual, unido a las excelentes relaciones con la potencia norteamericana, facilitó la condonación por Washington en septiembre de 1991 de 430 millones de dólares de deuda bilateral.

Al final de su mandato, la política neoliberal de Callejas se saldaba con un balance bastante discreto en la macroeconomía, con un crecimiento anual medio de sólo el 1,5% del PIB y una inflación errática que únicamente en el ejercicio de 1992 cayó por debajo del 10% anual, e indiscutiblemente desastroso en el terreno social. Por lo que se refiere a las relaciones exteriores, en el haber del Gobierno de Callejas merece destacarse la sentencia favorable emitida el 11 de septiembre de 1992 por el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya sobre el contencioso con El Salvador por la jurisdicción de 420 km² de territorio fronterizo (motivo de un conflicto bélico en 1969) en el golfo de Fonseca, que supuso la entrega a Honduras de tres cuartas partes del área disputada y la confirmación de su brazo de costa en el océano Pacífico.

Callejas entregó la banda presidencial el 27 de enero de 1994 al ganador de las elecciones del 28 de noviembre de 1993, Carlos Roberto Reina Idiáquez, del ala más progresista del PLH, que capitalizó el fuerte descontento popular por la gestión del ejecutivo saliente y batió al aspirante del Gobierno, José Oswaldo Ramos Soto, antiguo presidente de la Corte Suprema de Justicia y político de perfil fuertemente derechista, cuya nominación presidencial en julio de 1992 como el fruto de un pacto entre su facción y el Monarca había desatado fuertes polémicas internas en el PNH.

Pocos meses después de dejar la jefatura del Estado, Callejas, junto con algunos colaboradores, parientes y miembros de su gobierno, apareció presuntamente involucrado en varios casos de corrupción relacionados con el tráfico de pasaportes para ciudadanos asiáticos, el desvío a la partida reservada de la Casa Presidencial de ingentes cantidades de dinero asignadas al Fondo de Estabilización Petrolera, y la venta irregular de maquinaria de la Secretaría de Comunicaciones, Obras Públicas y Transportes (Secopt) a entidades privadas.

A pesar de abrírsele a instancias de la Procuraduría General de la República y la Fiscalía contra la Corrupción de cuatro sumarios por los supuestos delictivos de abuso de autoridad, fraude y falsificación documental, Callejas escurrió ulteriores consecuencias penales al no prosperar la iniciativa de la Corte Suprema para que el Congreso le despojara de su inmunidad como diputado en el Parlamento Centroamericano (Parlacén) y pudiera ser enjuiciado.

Tras el segundo fracaso consecutivo de los nacionalistas en las elecciones del 30 de noviembre de 1997, cuando su candidata Alba Nora Gúnera de Melgar cayó ante Flores Facussé, en el partido se creó un estado de ánimo muy crítico con el ex mandatario, a la sazón de nuevo presidente del Comité Central del PNH en sustitución de Gúnera, que procedía también del Monarca.

Así, altos dirigentes ubicados en otras tendencias les acusaron de concebir la plataforma de Gúnera como una mera estrategia personal para hacerse con el acta de diputados del Congreso o el Parlacén, desplazando de las listas a candidatos con más tirón popular, y así prorrogar o adquirir la inmunidad parlamentaria frente a las iniciativas judiciales que se seguían en su contra y que podían hacerles terminar en la cárcel. Más aún, la propia aspirante presidencial derrotada, que ya en 1992 había protestado por la marginación de su precandidatura en beneficio de Ramos Soto, se deshizo en denuestos contra Callejas, al que acusó de haberla "vendido" en las urnas.

En abril de 2002 la Corte Suprema actualizó el caso de Callejas con la petición de un nuevo desafuero al Congreso. Entonces concurría la circunstancia de que en las elecciones generales de noviembre del año anterior el ex presidente había vuelto a conseguir el escaño en el Parlacén y, por ende, había renovado automáticamente su inmunidad parlamentaria.

Con anterioridad y posterioridad a su experiencia al frente de la nación, Callejas ha sido presidente del Banco Nacional de Desarrollo Agrícola (Banadesa) y el Instituto Hondureño de Mercadeo Agrícola (IHMA), así como director de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), la Empresa Nacional Portuaria (ENP), el Servicio Nacional Autónomo de Acueductos y Alcantarillados (SANAA), la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal (Cohdefor) y la Corporación Hondureña del Banano (Cohbana). En la actualidad, es presidente de la Federación Nacional de Fútbol y tiene en su haber doctorados honoris causa por las universidades de Mississipi (1989) y Guadalajara (1993).

OTRA VERSION

POR: Renán Martínez
Redacción La Prensa

El ex presidente Rafael Leonardo Callejas reconoce que dejó la bebida gracias a Norma Regina.

Tegucigalpa. El hombre que impresionó corriendo en un buzo azul para promover su candidatura presidencial, confiesa que no ha tenido necesidad de hacerse cirugía plástica ni de teñirse el pelo para conservar su apariencia juvenil a sus 61 años.

El ex presidente Rafael Leonardo Callejas se enorgullece de provenir de una familia longeva por parte de su padre quien a sus 95 años le ha dado un hermanito que ahora tiene solo cinco años.

Su excelente condición física también se debe a que se levanta todos los días a las cinco y media de la mañana a aspirar el aire de la montaña en la colonia El Hatillo donde vive, y a hacer una rutina de ejercicios para fortalecer los músculos, antes de comenzar sus actividades diarias.

“También practico una técnica para acelerar el metabolismo que consiste en hacer tres minutos de ejercicio intenso hasta sudar, lo que me ayuda a mantener la energía del cuerpo y a controlar el peso. No debo pasar de las 166 libras, cuando eso sucede también hago dieta”, dice.

Desde los ventanales de su oficina particular en el quinto piso del edificio Palmira de su propiedad, donde atiende sus empresas, puede ver el Cristo del Picacho con sus brazos extendidos como queriendo abrazar la ciudad y el hotel Honduras Maya que él mandó a construir.

Desde allí también pudo monitorear el movimiento de los votantes en las calles el día de las elecciones que ganó con abrumadora mayoría. Por la mañana predominaban las banderas liberales pero poco a poco las calles se fueron convirtiendo en un mar azul que presagiaba un triunfo seguro, según recuerda.

Se emociona cuando habla hasta de los incidentes de su campaña política como cuando tuvo que ponerse un letrero en el pecho porque una faringitis lo había dejado mudo por fumar puro y tomar refrescos helados después de sus largos discursos.

“Por órdenes del doctor Enrique Aguilar Paz, debo de guardar silencio, no sé realmente si por razones de salud o por razones políticas’, decía el rótulo que alzaba en las concentraciones para ironizar su enfermedad.

Aguilar Paz era el candidato del Pinu. Siempre tenía en sus giras políticas una persona de confianza que se encargaba de puyarle la espalda cuando se excedía ocho minutos en sus discursos, para tener tiempo de ir a otros lugares. La orden a veces no se cumplía, aunque él mismo la había dado “porque a nadie le gusta puyarle la espalda a un candidato presidencial, entonces en ese proceso fumaba puro y me tomaba una coca cola helada y fue entonces que me dio faringitis”.

Sus simpatizantes tomaban con agrado la ocurrencia del letrero, pero su enfermedad iba tan en serio que tuvo que dejar de fumar puro definitivamente por prescripción médica, según relató.

¿Qué influencia tuvo su padre en su carrera política?

En la universidad tomé cursos de oratoria y cursos de lectura rápida ambos inducidos por él. Mi padre me enseñó el arte positivo de la lectura. Me gusta mucho leer. Me dejaba leer pasquines que no era normal en ese tiempo. A mi padre no lo dejaban leer porque en su tiempo no era una buena costumbre, más que los libros de escuela y sin embargo él me daba libros a mí desde jovencito. Tuve una buena base literaria desde la primaria.

¿Sintió en alguna ocasión pánico escénico al hablar en público?

Todavía lo tengo.

¿Cómo lo supera?

Gracias a la adrenalina que le fluye del cuerpo a uno. Eso es extraordinario. Esa relación con la multitud es impresionante. Un político que no siente eso, no siente la pasión de la política. Lo maravilloso de la política además del servicio al público, es la capacidad de asociarse y vincularse con el sentimiento de la población.

¿Ese entusiasmo lo hizo prometer más de lo que pudo cumplir?

Puede ser, pero eso es parte de la propia emotividad y de nuestro convencimiento. Yo consideraría que en general la propuesta del político está basada en lo que cree y piensa que puede cumplir.
No necesariamente es una oferta real porque cuando uno está en la campaña tiene una perspectiva de los problemas, radicalmente diferente de la que tiene cuando está en el gobierno.
Uno realmente se encuentra en terreno desconocido. Cuando llega al Gobierno, más o menos sabe que hay, pero no lo conoce a fondo, hasta que está allí.

¿Qué se necesita para ser un líder carismático y aglutinar ese público?

Primero mucha disciplina y trabajo arduo, segundo un gran convencimiento de los aspectos que uno siente que son vitales en la conducta de una sociedad y tercero, habilidad para expresarlos y convencer.

¿Que les hace falta a los líderes liberales?

Hay tanto candidato liberal. En ese partido hay gente de mucho talento, pero les está llegado su momento de renovación. A diferencia nuestra, en el Partido Liberal hay herencia política, en el Nacional no la hay. Usted no ve en el Partido Nacional a un hijo de Callejas en un cargo del Comité Central del Partido Nacional. Tienen que ganárselo por elección no porque son hijos o hijas mías. En el Partido Liberal se dan lo que dicen ellos, los dinosaurios y los hijos de los dinosaurios, pero son gente con mucho talento. Pero no están acorde a la época actual. En ese aspecto somos mucho más modernos que el Partido Liberal.

¿Lo acusan de haber sido corrupto?

A veces yo lo veo en términos de nuestra forma de ser, pareciera que quisiéramos que nuestros presidentes sean corruptos. Mire que interesante: ¿A cuántos presidentes hondureños les han encontrado una cuenta importante en el exterior?, a ninguno, y de eso deberíamos sentirnos orgullosos.

¿Pero usted tiene cuentas en el exterior?

Sí, pero cuentecitas, cuentas que he tenido durante toda mi vida.

¿Se considera un hombre millonario?

Ni por cerca, lejos de eso, ahora uno se convierte en clase media alta, económicamente hablando, en relación con los capitales que hay en el país. Tengo empresas pequeñas, de bienes raíces como este edificio, yo construí ese hotel que está allí, el Honduras Maya, o sea nunca he dejado de ser empresario. Lo que quiero decir honestamente es que a ningún presidente electo en la época moderna de 1985 para acá se le ha encontrado una cuenta ni en Panamá, ni en Suiza, ni en Estados Unidos y ninguno ha sido denunciado efectivamente en un medio de comunicación. No ha habido una sola empresa que diga, “yo al presidente X le di un dinero en comisión”.

¿Significa que todos los presidentes han sido honestos?

Yo lo que digo es que a ningún presidente se le ha encontrado una cuenta en ningún banco, cuando hay otros a quienes les encuentran cuentas de ochenta millones de dólares o comisiones pagadas, no sólo el de Nicaragua sino que a muchos más, yo no me quiero referir a nombres. Es aquí donde se hace el escándalo.

¿Las acusaciones que le han hecho son producto de ese escándalo?

Absolutamente. ¿Qué sintió cuando tuvo aquel montón de acusaciones en su contra? Persecución injusta, sentí la necesidad de la agresividad para defenderme.

¿Como se quitó todas esas acusaciones?

No había pruebas. Yo lo que siento es que es un deseo de los hondureños de que sus presidentes sean corruptos, en vez de decir: “Qué interesante, fíjense que aquí no hemos encontrado un presidente de los que han sido electos democráticamente que tenga una cuenta en el exterior, en dólares”.

A mí ya me han esculcado por todos lados y soy el mismo hombre. Lo que pasa es que hay deseo de algunos sectores de que seamos corruptos.

Eso para mí es inadmisible, como se lo dije a la cámara de comercio, a la Andi, al Cohep y a la embajada americana en aquel entonces. ¿Hay alguna empresa o ciudadano hondureño que haya puesto aquí una denuncia contra mí?, nadie. Hicimos operaciones enormes. Mi gobierno se caracterizó por invertir dinero en carreteras, teléfonos, energía.

Antes tomaba licor ¿por qué dejó la bebida?

Yo tomé la decisión en 1985 de retirarme de consumir alcohol y Norma Regina me apoyó. La respuesta más importante de mi vida ha sido ella, tenemos una relación muy especial. Cuando comencé lo intenso de mi campaña, me pareció que consumir alcohol no era apropiado.

Yo le dije eso a ella y que eso podría haber cambiado nuestra vida social y me dijo, “no hay problema, yo te acompaño”. Tomé esa decisión, un día del periodista. Recuerdo que había una exposición de cuadros en el comité central del Partido Nacional a la que fui y allí me tomé unos tragos de ron.

Luego me fui a la casa y al día siguiente tomé la decisión, a las seis de la mañana, de compartir con Norma de que yo consideraba que la política y el alcohol no eran una buena mezcla, que yo era un hombre demasiado intenso en mis acciones personales, demasiado apasionado y que un trago o cuatro tragos de alcohol, pueden cambiar la conducta de una persona.

Tomé una decisión que iba más allá de lo que se hubiera esperado: me incorporé a Alcohólicos Anónimos en la tarde de ese mismo día. Cuando vi la diferencia entre los que estaban allí y yo, me di cuenta que mi nivel era el de consumo social, pero no importaba, me iba a quedar porque consideré que sería un buen ejemplo de que un candidato presidencial y probablemente presidente de la República, dejara de consumir alcohol.

¿Sigue en Alcohólicos Anónimos?

Hace poco estuve en Santa Rosa de Copán dando una charla a alcohólicos anónimos centroamericanos y me siento muy orgulloso de poder decir: miren compañeros yo tuve la fuerza y la voluntad siendo una figura pública y lo acepto como tal que dejé de tomar. Mi esposa Norma me acompañó en ese sentido.

¿Le gusta bailar?

Me encanta, bailo hasta tempranas horas de la mañana. Pensé que cuando dejé de tomar ya no lo haría, porque el alcohol es inductivo a desinhibirse, pero no, puedo desvelarme, puedo ir a parrandear con mis amistades sin tener que tomarme un trago.

¿Su decisión más difícil?

La más difícil fue cuando tuve que romper la huelga del Sitraterco. Ese fue un día muy difícil, porque se suponía que allí estaban los cinchoneros, que había armas en La Lima y que podía haber sangre. Fue un día de desvelo y de preocupación.

¿El momento más importante de su gestión?

Cuando fui a Yamales a sembrar un árbol porque ya no había campamento de la contra. Fue una reivindicación de soberanía nacional. No era fácil porque no había voluntad de todos los sectores. También cuando creamos con Norma el Bono de Asignación Familiar, Praf. Fue una idea de ella que ha tenido un gran impacto en los programas sociales del país.

¿Todavía cree que deben reelegirse los presidentes?

Yo sí creo que debe haber reelección. El país ha llegado a un momento en que la reelección es válida. Es un tema que debe entrar a la discusión nacional. No hay ninguna razón para que los ex presidentes estén saliendo jóvenes y bien preparados. Si el pueblo quiere reelegir que lo haga. En este momento, de acuerdo a las encuestas el hombre que mayor popularidad tiene se llama Carlos Flores Facussé, por lo tanto debería haber una oportunidad también de aspirar nuevamente a la presidencia de la República. Una reelección forzaría a los que aspiran a ser mejores.

¿Errores que ha cometido de los cuales pudiera dar cuentas al pueblo? Esa es una pregunta muy compleja. Errores de ética no he cometido ninguno o sea, estoy con mi conciencia tranquila porque ni yo ni ninguno de mis familiares cercanos se benefició de ninguna operación del gobierno. Ahora bien, decisiones políticas que pudieran haberle hecho un daño a una persona en particular, tampoco, mi gobierno se caracterizó por la tolerancia.

¿Decisiones en el campo económico o social que pudiesen haber afectado a la sociedad hondureña?, puede ser que alguna de ellas tuviese un efecto negativo, pero no intencional. Uno toma decisiones todos los días cuyo efecto puede tener una respuesta negativa.

Por ejemplo, considero que en el caso de la Stone Container no actué bien. Esa empresa debió haberse quedado en Honduras administrando e invirtiendo en el bosque, pero no lo manejé de manera apropiada y se fueron para Costa Rica. También debí haber analizado mejor las cuentas fiscales y considerar el impuesto sobre ventas un poco más elevado. Yo lo pasé del cinco al siete por ciento y debía haberlo pasado del cinco al ocho por ciento, para generar una mayor estabilidad del déficit fiscal o sea que éste debió haberse reducido un poco más, porque yo tomé una decisión en el año 93 determinante: que iba a terminar las autopistas del norte y que iba a instalar 200 mil teléfonos.

Eso generó un déficit en el campo de inversiones, no en el gasto corriente que tenía un saldo positivo. Si hubiera tenido un mayor nivel de impuesto sobre ventas, ese impacto no hubiese sido tan intenso durante el último año.

NIÑEZ

Jugaba fútbol. Tegucigalpa era tan pequeña que ir a la escuela era una aventura. Salía con mi padre al campo en un jeep. Estuve en el exilio en Guatemala porque el hermano de mi abuelo, Venancio Callejas, se oponía a la reelección de Carías.

CUALIDAD

Yo tengo una enorme capacidad de tolerancia, es una de las grandes cosas genéticas y de la formación de mi padre. No guardo rencores con nadie, ni con los que me han denigrado, los que me han acusado y los que han actuado en mi contra.

DEBILIDAD

Extrema confianza, credibilidad en las personas en el sentido de confiar mucho. No logro medir hasta que grado esa confianza puede revertirse contra mí. Me ha acarreado problemas en asuntos de negocios, pero más me ha acarreado decepciones.

FÚTBOL

Igual de triste estaré yo como cualquier aficionado si no vamos al mundial. Si ganamos la emoción será igual. En el estadio todos sufrimos, igual sea presidente o no de la Fenafuth o un aficionado. Bora me ha dicho que se alegra cuando ganamos.

POLÍTICA

No apoyo a ningún candidato por el momento. Considero que mi función es de respaldo al Partido Nacional en lo concerniente a la comisión política, en aquello que se refiere acompaño al partido. Los nacionalistas me quieren.

RUTINA

Madrugo a oír la radio, estoy pendiente de los titulares de La Prensa todos los días a las cinco y media. Después hago los ejercicios. Reviso mi e-mail, desayuno y bajo a mi oficina o a la Fenafuth o donde tenga una reunión. Mi oficina es el carro.

SEGURIDAD

El tema de la seguridad me preocupa mucho, no creo que los liberales sobre todo sus candidatos más importantes sean consecuentes con ese tema. He visto que la ley antimaras no les gusta. El tema de seguridad debe ser tratado con mano dura.

PARLACEN

No se debe juzgar. No funciona porque los países no le damos responsabilidades, mientras no legisle y sea una institución ultranacional o supranacional, no funcionará, pero si no lo hará y no hay voluntad de hacerlo legislativo, entonces para qué sirve.

GOBIERNO

El gobierno del presidente Maduro lo menos que puede hacer es dejar licitados cuatro carriles más en la carretera de Comayagua a Goascorán y la represa Guacerique para Tegucigalpa. Lo digo como su amigo, como su admirador y como nacionalista.

SALUD

La única cirugía que me hice fue en el hombro porque tuve un problema de calcificación. Ni me tiño el pelo ni me hago cirugía, ni lo voy a hacer nunca, quiera Dios que no necesite cirugía reconstructiva. Ahora es común que las figuras públicas se hagan cirugías.

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