JOSE TRINIDAD CABAÑAS
 

Nació en Tegucigalpa (1805), murió en Comayagua (1871). Político y militar. Realizó estudios superiores en el Colegio Tridentino de Comayagua. Se inició en las contiendas bélicas participando en la defensa del Jefe de Estado Dionisio de Herrera, al ser invadida Honduras por las tropas federales enviadas, bajo el mando de Justo Milla, por el Presidente Federal Manuel José Arce. Después de la caída de Comayagua, combatió en la defensa de San Salvador, al se asediada aquella plaza por las tropas federales. Ingresó al Ejército Aliado Protector de la Ley, organizado por Morazán, en el que marchó hacia Guatemala, capturándola y derrotando al Poder Ejecutivo Federal en 1829, iniciando la primera reforma liberal a nivel americano. En 1832 se destacó venciendo a Vicente Domínguez en la batalla de Jaitique.

En 1839 participó en el triunfo del Espíritu Santo, acompañando a Morazán, en 1840, en el intento por capturar la ciudad de Guatemala, el cual, al fracasar,significó la derrota militar de las armas morazanicas.

Acompañó al exilio a Morazán tanto en David como en Lima, retornando a Centro América en 1842, desembarcando en Costa Rica, donde Morazán fue electo Jefe de Estado de ese país, hasta ser depuesto y ejecutado en septiembre de ese año. Cabañas regresó a El Salvador, continuando la lucha liberal en pro de la unidad del istmo. En 1852 fue electo Presidente de Honduras; durante su gestión logró que se reuniera en Tegucigalpa un Congreso de Representantes de Honduras, El Salvador y Nicaragua, que redactó un Estatuto Provisorio de unión de los tres estados, en octubre de ese año.

Su defensa de las ideas liberales originó el enfrentamiento con los gobiernos conservadores de Guatemala y Nicaragua. El apoyo del Presidente Carrera al General Juan López significó la derrota de Cabañas a Masaragua, en octubre de 1855. Durante su gestión presidencial se intentó, por primera vez en historia centroamericana, construir un ferrocarril interoceánico, realizando ge! stiones, para tal efecto, con el diplomático estadounidense Epharaim G. Squier, las que no lograron concretarse ante la imposibilidad de éste de obtener apoyo financiero bien en su país o en Gran Bretaña. Cabañas emigró a Nicaragua, donde se entrevisto con el filibustero norteamericano William Walker, quien le ofreció armas y soldados a fin de recuperar el poder, poniendo como condición asumir la dirección personal de las operaciones militares, negándose Cabañas a tal condición. En 1864, los gobiernos de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua exigieron al de Costa Rica que le negara afilió tanto a él como a otros morazanistas, petición que fue denegada por las autoridades costarricenses; gracias a esa valiente actitud, Cabañas pudo pertenecer a esa nación hasta 1867 en que regresó a Honduras. Ramón Oquelí lo evalúa así: «¿Errores? seguramente muchos, como los que cometieron los hombres públicos del siglo pasado y del actual. Al siglo de muertos se ha abierto una polémi! ca cuyo centro es la excesiva dependencia de Cabañas a la inf! luencia norteamericana.

Es probable que si Cabañas pecó en ese sentido fue por ingenuidad, por falta de sentido político, pero no por malicia traidora... Cuando se estudie a fondo su figura, Cuando se estudie a fondo su figura, seguramente no se empeñará esa imagen que él siempre se tuvo: honradez, valentía, fidelidad, no crueldad...»

Medardo Mejía, por su parte afirma: «No hay que negar la simpatía del General Cabañas por los Estados Unidos.

Los prohombres de estas latitudes veían en los Estados Unidos la proyección libertadora de Jorge Washington. Y en buena fe buscaban la asistencia de ellos ante la amenaza esclavizadora de la confederación del Sur y colonizadora de la Gran Bretaña...Cabañas, desde 1842 hasta que lo imposibilita la ancianidad, no reposa, no duerme, no distrae la mirada de la estrella que lo llama le ordena que reconstruya la República Federal... Honduras, en tiempo de Cabañas fue asiento de grandes ideales, y tal vez de grandes utopías.» Ramón Rosa escribió: «Héroe inmaculado de los eternos reveses: ante la Historia has vencido, porque siempre fuisteis bueno, leal, generoso y patriota; porque la patria hoy te presenta como dechado de honradez y de heroísmo.» Rafael Heliodoro Valle se expresó así: «Después de Morazán, la historia de Centro América no registra un héroe más grande... Era el poeta de la Unión Federal, que fue el ensueño de su alma y por lo que cayó herid! o en El Espíritu Santo, Quelepa y la Unión. Amigo leal del héroe de la Trinidad, jamás lo traicionó. Siempre fue fiel a la bandera que lució sus hermosos colores en los campos de Gualcho y Perulapán... Si Morazán es la victoria, Cabañas es el honor».