FRANCISCO MORAZAN
Honduras Universal   New York, NY. 17 de Septiembre del 2003  Mas Aqui:

El Idiario de Francisco Morazan

Por: Adalberto Santana
Investigador del Programa Universitario de Difusión de Estudios
Latinoamericanos (PUDEL/UNAM)

I

El 18 de marzo de 1840, a la cabeza de un pequeño ejército de El Salvador, Morazán tomó la ciudad de Guatemala en un desesperado intento por reinstaurar la Federación, pero, ya sin el apoyo de los mismos liberales guatemaltecos, fue cercado por unos cinco mil hombres de las huestes de Carrera. Su ejército fue diezmado y rechazado definitivamente hacia El Salvador, y su jefe logró a duras penas salvar su propia vida. Francisco Morazán, en su célebre escrito: "Manifiesto de David" (16 de julio de 1841) analiza el papel desempeñado por Rafael Carrera:

Y para que nada faltase de ignominia y funesto a la revolución que habéis últimanente promovido, apareció en la escena el salvaje Carrera, llevando en su pecho las insignias del fanatismo, en sus labios la destrucción de los principios liberales y en sus manos el puñal que asesinara a todos aquellos que no habían sido abortados, como él, de las cavernas de Mataquescuintla. Este monstruo debió desaparecer con el cólera morbus asiático que lo produjo. Al lado de un fraile y de un clérigo se presentó por la primera vez revolucionando los pueblos contra el Gobierno de Guatemala, como envenenador de los ríos que aquéllos conjuraban, para evitar, decían, el contagio de la peste. Y contra este mismo Gobierno, fue el apoyo de los que en su exasperación le dieron parte en la ocupación de la ciudad de Guatemala. Fue su peor enemigo cuando estos quisieron poner término a sus demasías y vandalismos, y su más encarnizado perseguidor y asesino cuando el salvaje se uniera con vosotros.(6)

El 8 de abril de 1840, el general Francisco Morazán tomó el camino del exilio. Partió del puerto de La Libertad, El Salvador embarcándose en la goleta "Izalco", que lo llevó a Costa Rica.

En tierras costarricenses, Morazán buscó que el gobierno aceptara ofrecer asilo a algunos de sus acompañantes. Determinado número de ellos fue aceptado y sólo siete continuaron el viaje con él.

En David (Panamá) Morazán escribe sus Memorias, documento autobiográfico que cubre hasta el 13 de abril de 1829, testimonio que dejó inconcluso por su participación posterior en la política de Centro América.

De igual forma en ese punto de Panamá, escribió su célebre Manifiesto de David (16 de julio de 1841), obra sobre la que se afirma que surgió una rectificación en torno a la conveniencia del federalismo, máxime cuando los pueblos del Istmo vivían tan anarquizados. Por esta época, "...y después de tantas dolorosas experiencias, Morazán llegó a la conclusión de que el federalismo y caudillaje bárbaro eran expresiones sinónimas".(7)

Cuando estaba todavía en David, a Morazán le llegaron llamados de sus correligionarios, sobre todo impugnando la dictadura vitalicia de Carrillo en Costa Rica. Esta situación fue la que lo llevó de nueva cuenta a prolongar su peregrinaje con el propósito de apartarse transitoriamente de América Central, postura que lo hace continuar su viaje hacia el Perú.

Ya en Lima, Morazán recibe la invitación de Mariscal Agustín Gamarra, para confiarle el mando de una división peruana, en momentos en que su país se encontraba en guerra con Chile.

En Lima, se encontró Morazán con una situación convulsa. Desde hacía más de doce años las disensiones entre las Repúblicas de El Perú y Bolivia -en las cuales se vieron involucrados los Estados de Chile y Colombia-, dieron lugar a una serie de guerras con éxitos y fracasos recíprocos, que arrastraron su cauda de funestas etapas de caos, entre todas las partes que fueron beligerantes.(8)

En el Perú, Francisco Morazán tuvo la fortuna de encontrar buenos amigos y compañeros de ideales. Entre ellos figuraban los generales José Rufino Echenique y Pedro Bermúdez. Este último, a quien había conocido en 1835, se sumó posteriormente a las nuevas campañas que Morazán emprendería en su retorno a Centroamérica.

Francisco Morazán abandona el exilio peruano después de cuatro meses de encontrarse en Lima. Al tener noticias del levantamiento de los mosquitos en la costa norte y de las ocupaciones inglesas en territorio de Honduras, decide su retorno. En ese año de 1841, al fallecer el cacique de los mosquitos, hereda el territorio a su "querida prima Victoria", y con esa justificación "los ingleses procedieron inmediatamente a ocupar San Juan y a proclamar un rey de los mosquitos bajo protección británica".(9)

Frente a esa situación, Morazán, con el respaldo del general Bermúdez, fleta el bergantín "Cruzador" y parte del Callao a fines de diciembre de 1841 acompañado de los generales Cabañas y Saravia, de los coroneles Orellana y Escalante, del capitán Gómez y de los tenientes Molina y Escalante.

De esta forma, a bordo del "Cruzador", Morazán y acompañantes hicieron escala en Guayaquil o de aquí partieron por mar a Chiriquí. En este último lugar tuvo la posibilidad de reunirse una vez más con su familia y gana nuevos voluntarios. Más tarde, en La Unión (El Salvador), contrató tres embarcaciones y logró la incorporación a sus fuerzas de cuatrocientos veteranos salvadoreños y hondureños. Desde este lugar se dirigió a todos los gobiernos centroamericanos y a bordo de "Cruzador", en la Bahía de La Unión, el 16 de febrero de 1842, escribió:

Ni los males que éstos padecían, ni las persecusiones de mis amigos, ni las excitaciones continuas de los que eran perseguidos en el interior de la República, habían podido variar la conducta neutral que he observado en los veintidós meses de mi espontáneo destierro. Esta conducta habría sido invariable en mí, si un suceso tan inesperado como sensible, no me hubiese hecho mudar de resolución, en fuerza de los nuevos deberes que me lo prescribían y de ese sentimiento nacional irresistible por aquellos que tienen un corazón para su patria.(10)

Esta postura de Morazán bien puede ser interpretada como la más clara reivindicación de la defensa de la soberanía nacional frente a la intervención extranjera.

Ya en territorio salvadoreño, Morazán pasa a La Unión después de dirigirse a San Salvador para reactivar a sus fuerzas locales, recorre Acajutla, La Libertad y Sonsonate. Agrupado el contigente de voluntarios que engrosó sus filas, se dirigió a la isla de Martín Pérez ubicada en el Golfo de Fonseca; y desde allí organizó un contingente militar con aproximadamente 500 hombres, contando con los generales Cabañas y Rascón. "Su flota se componía de cinco buques llamados 'Cruzador', 'Asunción Granadina', 'Isabel II', 'Josefa' y 'El Cosmopolita', con la cual, el día 7 de abril y sin ningún contratiempo, desembarcó en el puerto de Caldera".(11)

El gobierno de Braulio Carrillo, al tener noticias de la presencia en territorio costarricense de las fuerzas unionistas encabezadas por Morazán, se aprestó a organizar la resistencia. En respuesta, Francisco Morazán lanzó una proclama al pueblo de Costa Rica el 9 de abril de ese año de 1842, en la que afirmaba:

Costarricenses: Han llegado a mi destierro vuestras súplicas, y vengo a acreditaros que no son indiferente a las desgracias que experimentáis. Vuestro clamores han herido por largo tiempo mis oídos, y he encontrado al fin los medios de salvaros, aunque sea a costa de mi propia vida.(12)

Con una mayor experiencia y habilidad política, Francisco Morazán evitó el enfrentamiento armado con las fuerzas que envió Carrillo al mando del general Vicente Villaseñor, y por medio de negociaciones realizadas con este último se firmó el "Acta de El Jocote". El acuerdo establecía la integración de un solo cuerpo militar, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, la salida de Braulio Carrillo y otros miembros de su administración y la instalación de un gobierno provisional al mando de Francisco Morazán. El 13 de abril de 1842, las fuerzas morazanistas entraban a la ciudad de San José.

La rápida y elocuente victoria de Francisco Morazán presagiaba un dramático desenlace de su épica campaña por la unión de la América Central. El triunfo de Morazán levantó un malestar que se hizo presente, entre otros, en sus más acérrimos enemigos: Rafael Carrera y el cónsul británico, Federico Chatfield. Con su retorno, Morazán se proponía:

organizar los intereses del Estado, reconciliar la familia costarricense. Su primer decreto del 14 de abril consistió en mandar que todos los que se hallaban perseguidos en los otros Estados de la República, cualquiera que hubiera sido su militancia política, tendrían en Costa Rica un seguro asilo y podrían vivir en su territorio bajo la protección de las leyes.(13)

Este nuevo episodio de la vida de Morazán empezaba a mostrar que "Había emprendido su retorno para defender su patria amenazada por una potencia extranjera y ahora se encontraba, una vez más, envuelto en la vorágine de las luchas civiles que terminaron por devorarlo".(14)

La Asamblea Constituyente fue instalada el 10 de julio de 1842. Cinco días después ella misma declaró a Francisco Morazán Jefe del Ejército Nacional y Libertador de Costa Rica. Nuevamente en el poder por decreto de la Asamblea Constituyente del 20 de julio, Morazán se dio a la tarea de organizar el ejército que tendría la facultad y la delicada misión de reorganizar la República de Centro América.

El desenlace que vivió la última fase de la lucha de Morazán en Costa Rica, confirma que éste chocó con el mismo espíritu localista que ya para entonces predominaba en Centroamérica. En otras palabras, los costarricenses veían con antipatía a las fuerzas que trajo Morazán de El Salvador.

En los hechos concretos de la coyuntura, y de la fase final de la campaña morazanista por intentar logar la unidad centroamericana, estaba presente a nivel del Istmo una situación en cual el ex compañero de Morazán, el general Francisco Ferrera, quien había llegado al poder en Honduras el 1o. de enero de 1841, estrechó sus relaciones con los conservadores de Guatemala y El Salvador. Alianza a partir de la cual Ferrera desarrolló una persecución sistemática contra los simpatizantes de la Federación. De esta forma, al retornar Morazán, el jefe de Estado de Honduras, se propuso establecer una confederación de los Estados de Nicaragua, Honduras y El Salvador para enfrentar la nueva amenaza liberal. Dicho proyecto se intentó concretar en marzo de 1842 con la llamada Convención de Chinandega. Se pretendía formar con los tres países la Confederación Centroamericana

con el respaldo y la autoridad del mandatario nicaragüense Fruto Chamorro. Sin embargo, por la oposición de Guatemala y Costa Rica la propuesta se vino abajo.

Al interior de Costa Rica surgió una nueva conspiración antimorazanista en la primera quincena de septiembre de 1842. Figuraban a la cabeza de ella José María Alfaro y su hermano el coronel Florentino Alfaro, jefe de la guarnición de Alajuela. El 11 de septiembre se da a conocer un pronunciamiento en que se impugna a Morazán por la coacción que ejerce para reclutar sus tropas, así como por las exacciones de dinero y por el descontento producido en la población. Con esta justificación se pretende negar su autoridad y se lo convoca a abandonar el país garantizándole su vida y la de su familia. En otras palabras, el pronunciamiento impugnaba el ideario morazanista de reestablecer la unión centroamericana.

La noche del 12 de septiembre de 1844, Florentino Alfaro, con 400 efectivos que llegaron desde Alajuela, atacó la Guardia de Honor de Morazán, integrada por 40 salvadoreños. Las tropas morazanistas habían sufrido las defecciones de costarricenses y otros grupos de sus tropas estaban concentrados en Puntarenas y en el departamento de Guanacaste. Estas últimas fuerzas se encontraban en dicho lugar por la amenaza de las tropas nicaragüenses, ya que Nicaragua sin declaración de guerra había invadido Costa Rica. Las fuerzas de Alfaro crecieron en número cuando arribaron mil hombres procedentes de Heredia y Alajuela, situación que obligó a Morazán a replegarse al cuartel principal. Desde ese punto, al mando de ochenta hombres y frente a un número de cinco mil enemigos tuvo que ofrecer la más férrea resistencia.(15)

Para el día 13 de septiembre los atacantes incrementaron su número y habían logrado rechazar a las tropas que intentaban desde Cartago socorrer a Morazán. Esto dio pie a que se iniciaran algunas negociaciones sin llegar a resultados concretos.

El cerco que se le tendió a Morazán duró aproximadamente 88 horas. El 14 de septiembre, al filo de las 4 de la madrugada, las fuerzas morazanistas lograron romperlo y dirigirse a la ciudad de Cartago.

Sin emabrago, el 15 de septiembre de 1842 en que se cumplía un aniversario más de la firma del Acta de Independencia de la América Central, paradójicamente, en esa misma fecha, el más consecuente defensor de ella era llevado al fusilamiento. <

Tres horas antes de que Morazán fuera ejecutado, tuvo la oportunidad de dictar su testamento a su hijo Francisco. En él ratificaba los principios de su ideario por la unión centroamericana:

Declaro: que no he merecido la muerte porque no he cometido más falta que dar libertades a Costa Rica y procurar la paz de la República. De consiguiente, mi muerte es un asesinato, tanto más agravante cuanto que no se me ha juzgado ni oído. Yo no he hecho más que cumplir con las órdenes de la Asamblea en consonancia con mis deseos de reorganizar la República.

Protesto: que la reunión de soldados que hoy ocasiona mi muerte la he hecho únicamente para defender el Departamento del Guanacaste, perteneciente al Estado, amenazado según las comunicaciones del Comandante de dicho Departamento, por fuerzas del Estado de Nicaragua. Que si ha tenido lugar en mis deseos el usar después algunas de estas fuerzas para pacificar a la República, sólo era tomando de aquellos que voluntariamente quisieran marchar, porque jamás se emprende una obra semejante con hombres forzados.(16)

Morazán dejaba constancia de su último pensamiento político, afirmando:

Declaro: que mi amor a Centro América muere conmigo. Excito a la juventud, que es llamada a dar vida a este país que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y deseo que imite mi ejemplo de morir con firmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se encuentra.(17)

Al filo de las seis de la tarde, ese 15 de septiembre de 1842, en la ciudad de San José, capital de Costa Rica, los generales Morazán y Villaseñor eran llevados al patíbulo.

Morazán, con serenidad y grandeza de alma despidióse de todos los conocidos, y listos los tiradores pidió el mando de fuego, diciéndoles: "Apunten bien, hijos; aquí, directamente aquí", señalándose el pecho. Ya iba a dar la voz de fuego, cuando observó que una puntería estaba errada; corrigióla, y luego con voz enérgica dijo: "Ahora bien... fuego". Una gran detonación rompió el silencio de la plaza. Villaseñor murió en el acto; pero Morazán levántose en el humo de la descarga, exclamó: "¡Estoy vivo, acaben de matarme!". Una nueva descarga terminó con aquella gloriosa existencia. Era la hora del Angelus, en el augusto Día de la Patria, cuando el hombre más valioso de Centro América bajaba a la tierra para convertirse en tierra y su ejemplo quedaba resplandeciendo como un sol para innumerables generaciones americanas.(18)

II

El pensamiento del general Francisco Morazán quedó plasmado a lo largo de su fecunda vida política en la serie de documentos que como testimonio de su ideario y de su lucha formuló a través de sus apuntes, manifiestos, proclamas, correspondencia y mensajes oficiales. Un elemento central en ese ideario político fue su acendrada defensa de la ideología liberal. La serie de combates políticos e ideológicos que libró estuvo signada por el matiz anticlerical, pero no antirreligioso, producto del propio pensamiento liberal de la época.

En torno a la recia figura y la persistencia que Morazán tuvo en sus principios, Rafael Heliodoro Valle afirma:

Más que hombre de ideas, fue un hombre de acción; pero su nombre no puede dejar de dar brillo a la historia de las ideas en Centro-América, porque supo infundirles la fuerza de su sinceridad, la pasión que le encendía, su fe en el porvenir, que siempre la tienen los hombres de visión que piensan en grande. A las fuerzas reaccionarias se unieron factores encarnados en la realidad económica y social; entre ellos la falta de comunicaciones en Centro-América, que le impedidieron apagar a tiempo las hogueras encendidas contra él. Ha quedado su figura prócer indeleble en la mente de su pueblo; y cada vez que se habla de restaurar la unión centroamericana, automáticamente surge su nombre como si fuese una bandera.(19)

Es evidente que el legado fundamental del pensamiento de Morazán está en el propio ideario unionista centroamericano. De ahí que la evocación de su nombre, de sus campañas, remite necesariamente a la reivindicación de la integración del Istmo centroamericano. Si bien es cierto que el fenómeno de la independencia de las antiguas colonias de España en América generó una voluntad política por conservar la unidad, en los hechos la balcanización fue el fenómeno que en uno u otro sentido enfrentó a los bandos conservadores y liberales. Morazán, inscrito en este último, fue de los más consecuentes en procurar mantener unida la región. Postura que fue capital en el pensamiento de Morazán, pero por las condiciones existentes en la formación social centroamericana que requería profundas reformas estructurales para desarrollar y hacer madurar una clase hegemónica y dominante que asumiera en su conjunto las tareas de la unificación, fue imposible llevar a su conclusión. Así, las reformas instrumentadas por elproyecto morazanista estuvieron limitadas por el mismo escenario político y la madurez de las condiciones prevalecientes. Haciendo un examen crítico del programa de Morazán, nos dice David Alejandro Luna que el general Francisco Morazán, en su "Manifiesto de David",

... no hace planteamientos destinados a romper el latifundio feudal en que estaban sentados sus seculares enemigos... La lucha de Morazán estuvo teñida de romanticismos; su línea estratégica tendía a desplazar políticamente a la aristocracia terrateniente opresora de Centroamérica; su táctica sin embargo, no estaba de acuerdo con la realidad política.(20)

Habría también que considerar que en el contexto de las reivindicaciones del unionismo centroamericano que encabezó Morazán desempeñaron un papel destacado los intereses de las grandes potencias, a las que se enfrentaba el proyecto de una nación estructuralmente débil. En este caso los intereses británicos, representados por el cónsul Federico Chatfield, tuvieron un efecto relevante.

Es recurrente encontrar en la historiografía de corte liberal la consideración del representante del imperio británico como un factor fundamental en la responsabilidad de la balcanización del Itsmo. Sin embargo, lo realmente visible para la ruptura de la Federación y de la propuesta unionista de Francisco Morazán fue la enorme distancia entre el proyecto político liberal y la realidad social. Para el historiador Héctor Pérez Brignoli, los conflictos que deterioraron y acabaron con la Federación se desarrollaron en el marco del enfrentamiento entre liberales y conservadores. Esta pugna se delimitó con gran claridad en el plano ideológico.

Para los primeros se trata de la utopía del progreso; extender a estas tierras regadas por el atraso y el oscurantismo la llama encendida por la Revolución Francesa y la Independencia de los Estados Unidos. En breve, atar el futuro al carro de "Prometeo desencadenado". Los segundos añoraban el orden colonial, tenían infinito respeto por la Iglesia y temían el cambio social no controlado. Se trata, en dos palabras, de la utopía del despotismo ilustrado. Como siempre ocurre, la claridad de las ideas contrastaba con las ambiciones personales, el oportunismo político, circunstancias inesperadas, y la compleja base de los intereses en juego.(21)

Tomando como base las condiciones imperantes en Centroamérica durante la etapa de la Federación, se puede plantear que el ideario de Francisco Morazán se proponía la transformación de la sociedad centroamericana a través de una revolución de corte democrático-burgués. La viabilidad de su proyecto (objetivamente irrealizable), era una propuesta que no contaba socialmente con una clase capaz de lograr los objetivos teóricamente planteados. Significa que, por la falta de tal clase,

... Morazán se apoyó en las masas campesinas, que fueron decisivas en la primera etapa de la lucha revolucionaria, cuando ésta tomó necesariamente las formas de una confrontación militar. Sin embargo, una vez vencidos los contrarrevolucionarios en una serie de combates que pusieron de relieve el genio estratégico de Morazán, la revolución pasó a una segunda etapa, caracterizada por el predominio de la confrontación económica, es decir, una confrontación en la que no sólo era necesario derrotar a los enemigos de los cambios, sino también debilitarlos como clase. Para este esfuerzo, las masas campesinas ya no eran suficientes y se necesitaban los ejércitos burgueses banqueros, industriales, grandes comerciantes, inversionistas del agro y de los servicios, etc.- para reestructurar con ello el orden social sobre fundamentos modernos. La falta de la burguesía determinó la derrota de Morazán, quien además, pagó con su vida la audacia de haber alimentado un sueño superior a su tiempo

En otro plano del pensamiento del general Francisco Morazán, puede inferirse que la gesta del prócer centroamericano, tanto en sus escritos como en su fecunda lucha, dejó el testimonio y el ejemplo de una obra revolucionaria. Herencia que ha llevado a que Morazán, por la trascendencia de su pensamiento y acción revolucionaria, se ubique a la par de los más grandes próceres latinoamericanos. El historiador mexicano Luis Chávez Orozco, al hacer tal analogía, apunta:

Mientras Morazán y los hombres que se movían a su alrededor desquiciaban la estructura feudal centroamericana, haciendo de la educación un instrumento para forjar una sociedad democrática más justa y más humana, Bolívar, en el sur, se preparaba a morir garantizando para el futuro de la América nuestro advenimiento de un régimen de libertad... Morazán está a la par de Bolívar...(23)

En ese mismo sentido, ubicando a Morazán a la altura de los grandes próceres latinoamericanos tanto en el ensayo como en la literatura, se reivindica su figura como una de las más grandes con las que ha contado nuestra América. Julián López Pineda, en el campo de las ideas, nos dice: "Después de Bolívar, De San Martín y de Sucre, no se había visto en la América Hispana un ejemplar de estadista y guerrero comparable al General Morazán".(24) En la creación literaria, el gran poeta Pablo Neruda también festejó con honores al prócer centroamericano; basta recordar su poema: Morazán (1842).

Es en la política donde más se ha enaltecido a Francisco Morazán. En unos casos como el gran caudillo del ideario liberal o en otros como la matriz generadora de una acción revolucionaria que abarca todo un proceso de liberación nacional todavía inconcluso.

En oposición a estas percepciones de la figura y la obra de Morazán, se le califica como un dirigente enaltecido por su vanidad o por sus exabruptos, y en el mejor de los casos como un destacado militar. Constantino Láscaris nos muestra esta última percepción:

A Morazán le pasó lo que a tantos centroamericanos. Pretendiendo ser un funcionario civil, las guerras civiles lo arrojaron a peleas continuas, y quedó en militar. Y esto es lo único que supo hacer bien, pelear. Sin preparación militar, cuando tuvo necesidad estudió estrategia, y ciertamente fue brillante estratega. Sus fanáticos lo comparan con Napoleón... Morazán no era un ideólogo, pero sí un hombre de ideas (conoció a Montesquieu y Tocqueville). Con profundas convicciones liberales, pretendió salvar Centroamérica por la vía de las armas, y fracasó.(25)

Así como se ha enaltecido o denigrado la figura de Francisco Morazán, puede considerarse que la trascendencia de este hombre en la historia América Latina fue su quehacer político en la búsqueda de una real integración de la América Central. Integración que, como proyecto o utopía a realizar, sigue teniendo actualidad en nuestros días.

Sus ideas se desarrollaron en un momento específico de la historia de la región. Pero no quedaron como una propuesta y un planteamiento imposible de realizar. La ideología liberal que adoptó Morazán fue ese pensamiento que pretendió, según Angel Zúñiga Huete: "...la libertad de conciencia, la libertad económica, la libertad de enseñanza, la ilustración y mejoramiento de las condiciones de vida de las masas en todo orden de ideas y para la práctica de la democracia...".(26) Puntos programáticos que siguen siendo vigentes para buena parte de América Latina y sin duda para los países centroamericanos. De ahí la actualidad del pensamiento de Morazán.

Cuando la dinámica de la historia centroamericana, a 500 años del llamado descubrimiento o encuentro de dos mundos, vive la etapa de globalización de la economía como un reto a enfrentar, las ideas de Francisco Morazán toman un nuevo impulso. Su proyecto modernizador no ha dejado de ser un paradigma para la maduración y consolidación del proyecto de nación en América Central. El hecho mismo de que Morazán buscara organizar el Estado en términos modernos fue una aspiración que lo llevó al enfrentamiento con aquellos sectores que representaban los intereses de "un pasado sombrío en el que una minoría feudal era dueña de las vidas y las haciendas".(27) En este sentido, el ideario de Morazán frente a las condiciones de marginación y pobreza que secularmente ha padecido la región, tiene un basamento real y justificado para seguir teniendo vigencia.

En ese mismo tenor, puede considerarse que la vida y el pensamiento del prócer centroamericano a doscientos años de su natalicio, es la mejor herencia que deja un hombre de su talla. Para la historia y para los anhelos de la integración latinoamericana, es Francisco Morazán uno de sus mejores ejemplos de su lucha. Su papel desempeñado lo ubica como un auténtico revolucionario que supo trascender la época que le tocó vivir. Finalmente, para ponderar la importancia y valor de su figura en la historia latinoamericana, cabe reiterar las palabras con que José Martí lo calificó: "Un genio poderoso, un estratega, un orador, un verdadero estadista, el único quizás que haya producido la América Central, el general Morazán".

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