LOS MAYAS

ACTUAL RUINAS DE COPAN

Los residentes más mayores del pueblo moderno de Copán Ruinas recuerdan el terremoto que sacudió el oeste de Honduras en Abril de 1934. La iglesia en la plaza del pueblo quedó casi destruida, y docenas de casas fueron arrasadas. Las cercanas ruinas Maya sufrieron daños: cuatro de los edificios de la Acrópolis, socavados ya por la erosión del río, se derrumbaron en montones de escombros, y las pocas esculturas que quedaban en los otros nueve edificios principales se derribaron. Cuando, poco después, llegó el arqueólogo Gustav Stromsvik de la Carnegie Institituion, se encontró gente viviendo en los patios de sus casas, en cobertizos temporales, mientras resistian las réplicas sísmicas de la semana siguiente. El trabajo de limpieza general dejó esculturas antiguas apiladas por todos los alrededores.

Pero el terremoto sólo vino a empeorar el desorden que habían creado durante los últimos siglos locales y visitantes rebuscando entre los escombros de las ruinas Maya con afán de llevarse los pedazos más atractivos. Este proceso comenzó en los años que siguieron al derrumbamiento de la dinastía gobernante durante el periodo Clásico en Copán, alrededor del año 820 d.C. Los habitantes del periodo Postclásico sacaron esculturas del templo que albergaba la tumba del último soberano, Yax Pasah (Nuevo Amanecer), y se las llevaron a sus propias casas. Enterraron a sus niños y otros seres queridos en la corte este de la Acrópolis, y utilizaron los bloques tallados de lo que había sido un templo funerario para alinear el fondo de los sepulcros. Transladaron fragmentos rotos de quemadores de incienso de piedra arriba en las montañas sagradas y los dejaron en cuevas y grietas donde veneraban a sus antepasados.

Más adelante, coleccionistas de diversas clases dispersaron las esculturas de Copán por todo el mundo: en museos en Bruselas, Cambridge, Chicago, Cleveland, Esquipulas (Guatemala), Génova, Londres, New Orleans, Nueva York, Philadelphia, San Diego, Sevilla, Tegucigalpa (Honduras), el Vaticano, y Washington, D.C. Mientras tanto, el sol, el viento, la lluvia, y los cambios de temperatura agredieron a las esculturas que quedaban. Como dijo la gran Mayanista Tatiana Proskouriakoff, "Como si celosas de esta magnífica creación del hombre, las fuerzas más violentas de la naturaleza parecen haber conspirado para destruirla".

Esta historia presenta un reto a aquellos que intentan estudiar las antiguas esculturas. Como resultado de importante investigación y esfuerzos de conservación llevados a cabo por arqueólogos de los Estados Unidos y de Centroamérica (trabajando bajo los auspicios del Instituto Hondureño de Antropología e Historia), en la pasada década se estudiaron y catalogaron más de 25.000 bloques de escultura de piedra procedentes de templos y palacios derruidos de Copán, y se crearon áreas interiores de almacenaje para protegerlos de los elementos. Ahora nosotros y nuestros colegas de Centroamérica (incluyendo el arqueólogo hondureño Ricardo Agurcia, el director ejecutivo de la Asociación Copán, el restaurador arquitectónico guatemalteco Rudy Larios, y el codirector del Proyecto Arqueológico de Copán Acrópolis) hemos terminado otra misión ambiciosa: crear un nuevo Museo de Escultura en Copán.

Construido por el gobierno de Honduras y abierto recientemente el 3 de Agosto de 1996, el Museo asegura la protección de los monumentos y muestra fachadas restauradas, con vivos y esculturales mensajes, procedentes de edificios en la ciudad antigua. Aunque menos familiares al público que las estelas de Copán (2, 3) y que los altares, estas fachadas contuvieron las más abundantes, y a menudo mejores, esculturas de piedra en la ciudad. Las tallas encajaban juntas como mosaicos para representar figuras humanas, dioses, animales, flores, cosechas, y otros motivos.

Establecido dentro del Parque Nacional de Copán, el Museo consiste actualmente de un edificio principal, el qual estará en el futuro conectado a otros más pequeños por senderos al aire libre. Diseñado por la arquitecta hondureña Angela Stassano, el edificio tiene dos pisos de altura, siendo el segundo más amplio que el primero. Un gran montículo alrededor de la base, plantado con árboles nativos de la zona, ayuda a que el Museo se integre en el entorno de montes arbolados. Durante siglos, la luz natural iluminó los monumentos y los edificios de Copán, y ahora se ha intentado utilizar la luz natural dentro del Museo (4, 5) tanto como ha sido posible. Además de claraboyas, el museo tiene una gran apertura en el centro de su tejado para ayudar a la circulación y para que, en cualquier momento, los movimientos diarios y anuales del sol destaquen algunos elementos en exposición más claramente que otros, como pasa en qualquier yacimiento arqueológico.

El edificio se planeó con la idea de reflejar los conceptos centrales de la visión del mundo Maya. La entrada representa una boca estilizada de una serpiente mítica (6), simbolizando un portal entre dos mundos. A medida que la gente procede a través del túnel (7) experimentan la sensación de entrar en otro tiempo y lugar. La entrada también evoca los túneles que los arqueólogos excavaron para descubrir las previas construcciones enterradas dentro de las bases piramidales de los edificios Maya.

Alineado con puntas de compás, el edificio de cuatro caras refleja el orden horizontal del antiguo mundo Maya, en el que las cuatro direcciones cardinales y el recorrido anual del sol eran fundamentales. El número cuatro era asociado con el Dios Sol y con los perímetros de un milpa, o campo de maíz.

Además de las direcciones horizontales, los Maya divisaron un eje a través de un punto central que conectaba el nivel humano con los mundos sobrenatural de arriba y abajo. Este eje vertical también se refleja en el museo. Las imágenes de dioses y de moradores del mundo subterráneo aparecen en la primera planta. Éstos incluyen murciélagos asesinos (8), cráneos y huesos de los muertos (9), retratos de antepasados difuntos, y espinas de pez-raya. Las espinas eran utilizadas en rituales, por soberanos, nobles, o pebleyos, para sacarse sangre de partes del cuerpo como sacrificio de ofrecimiento a dioses y antepasados.

En la segunda planta, el mundo de los vivos está representado por piezas de dieciocho edificios diferentes, incluyendo fachadas completas (11). Éstas ilustran diversos temas importantes en la vida de los antiguos habitantes de Copán: la agricultura y la fertilidad, el juego de pelota y el ciclo natural, los dioses de las montañas, el sacrificio ritual, la guerra y el soberano como guerrero supremo, las conexiones con otras ciudades, el papel del escribano, el patrón de los escultores, la residencia real y los santuarios, las residencias de la nobleza y el papel de los nobles en el derrumbe de la autoridad divina del rey, y la casa del consejo. La segunda planta también presenta dioses celestiales, incluyendo discos solares rodeados por nubes y un trono adornado con una cinta de cielo. El techo que enmarca la apertura en el tejado, está decorado con símbolos Maya de los cuerpos celestes y las constelaciones del cielo nocturno (10). Estas pinturas tricolores se basan en tallas de Copán.

La pieza central del museo, levantándose a través de ambos pisos y atravesando el techo abierto, es una reconstrucción de un templo del periodo Clásico temprano -un edificio de dos pisos con terrazas, apodado Rosalila por sus excavadores (12). (Estructuras tempranas enterradas debajo de posteriores versiones, descubiertas por excavación de un túnel, recibieron durante las excavaciones nombres de pájaros o colores para identificarlas en los registros de campo). El templo original, descubierto debajo de la estructura 16 de la Acrópolis por el arqueólogo hondureño Ricardo Agurcia, es la estructura más intacta encontrada en Copán. Un peldaño de jeroglífico tallado en la escalinata delantera lo describe como obra del último soberano, Moon-Jaguar, que reinó de 553 a 578 d.C. Desafortunadamente, sólo es accesible por túneles estrechos, siendo imposible de trasladar y muy difícil de observar. La reproducción a escala completa lo muestra en todo su esplendor multicolor. Cuando los antiguos Maya dejaron de usar la estructura original, pintaron de blanco las decoraciones de yeso modeladas (13). Barbara Fash hizo cuidadosas pruebas debajo de esta capa blanca que revelaron varias capas de pintura, cada una coloreada diferentemente, a menudo con numerosos repintados. La reproducción del museo replica el esquema de color final.

En su totalidad, el templo representa una montaña deificada -un lugar de creación, una fuente de la vida (como una cueva, un manantial, un riachuelo, o una cascada), y el lugar de nacimiento de la planta de maíz sagrada. La cabeza de esta divinidad-montaña, que combina los atributos de madre y padre, está representada en la parte baja central de la cima del tejado, con una hendidura en su frente de la que brota el maíz. Cubriendo las imágenes sagradas de la montaña y enmarcando la imagen de una cueva en el piso superior se encuentran unos dragones celestiales de dos cabezas. Criaturas míticas que combinan atributos de serpiente y cocodrilo, son representados como humo emanando de un incensario con cabeza de esqueleto que hay en el centro.

Representaciones del Dios Sol adornan las partes inferiores del templo. La veneración del proceso de nacimiento, vida, muerte, y renacimiento conectaba el viaje diario del sol con el ciclo vital del maíz. Las caras de las imágenes del Dios Sol están humanizadas, mientras que el cuerpo está envuelto a modo de un pájaro mítico. Con sus alas en forma de serpiente extendidas, el Sol remonta el vuelo como un pájaro celestial en cuatro direcciones alrededor del edificio. En las fachadas más bajas hay siete pájaros con alas en forma de serpiente, de las bocas de los cuales emerge la cabeza del Dios Sol (14). Pero no es solamente el Dios Sol. El pájaro tiene las características de los quetzals y los macaws (observe la cabeza verde quetzal en el centro encima de la propia cabeza del Dios Sol, y los picos amarillos macaw en las alas de serpiente). Ésto se interpreta como una representación del fundador de la dinastía Copán, K'inich Yax K'uk' Mo' (Verde con cara de sol/ nuevo / primer Quetzal Macaw), aproximadamente doscientos años después su muerte, deificado como el poderoso Dios Sol.

Dentro de las muchas cámaras existentes en la planta baja y en el segundo piso de Rosalila, los soberanos Maya llevaron a cabo rituales para ponerse en contacto con su universo y sus antepasados. Cuando el edificio se cerró y se cubrió, alrededor del año 650 d.C., un fajo de ritual con nueve pedernales de forma elaborada, tres cuchillos de pedernal, espina de pez-raya, y animales marinos, fue depositado en una pequeña habitacion de la primera planta (ver National Geographic, sept. 1991). Otras ofrendas se dejaron en grandes recipientes de arcilla en la sala central y el altar. Una parte de las habitaciones de la planta baja han sido reconstruidas en la réplica del Museo para que los visitantes puedan ver donde se encontraron los alijos de ofrenda, así como experimentar como era el interior de un templo.

Dos objetivos importantes del Museo son dar a los habitantes modernos de Copán una mayor comprensión de la importancia de la escultura antigua, y formar a trabajadores locales en su conservación y restauración (15, 16). Como el sol en su itinerario diario, o el maíz a través de su ciclo anual, los edificios y esculturas Maya -y su significado- están resucitando. Los escultores que reprodujeron los relieves de Rosalila, junto con todos los otros participantes en el proyecto, compartieron la alegría de renovar vinculos con su patrimonio, y se sintieron orgullosos de devolver Copán y su arte a su debido lugar entre los tesoros culturales del mundo.

La Acrópolis de Copán, y el núcleo urbano y pequeños establecimientos rurales circundantes, descansan en un un bolsillo del valle del rio Copán, cuya tierra fértil atrajo agricultores hace más de 3.000 años. A la altura de la ciudad, alrededor del año 800 d.C., unas 20.000 personas ocuparon el bolsillo de Copán, y la concentración urbana desplazó la mayor parte de los cultivos a tierras periféricas. La ciudad era una enorme máquina de trabajo en el centro de una civilización con escritura jeroglífica, un calendario avanzado, y una compleja astronomía. El derrumbamiento gradual de esta civilización -como resultado de tensiones tales como la superpoblación, la contaminación de los recursos acuíferos, el malestar político, y la guerra- es un tema común en la historia de la vida humana en la tierra.

Copán Hoy en Día

En el pueblo moderno de Copán Ruinas (18), sus habitantes hablan español, adoran al Dios cristiano, y atienden escuelas donde se emfatiza la historia después de 1492. Participan de muchos aspectos de la "civilización occidental, " como por ejemplo el teléfono, la electricidad, MTV y la CNN, y una dieta enriquecida con los productos del Viejo Mundo. Pero los habitantes del pueblo, así como las familias humildes que se ganan la vida a duras penas en las montañas, todavía continúan muchas de las antiguas tradiciones Maya. Su pasión por la trinidad mesoamericana de las cosechas -maíz, judias, y calabaza- no ha cambiado. El maíz, preparado de innumerables maneras, sigue siendo la parte principal de su dieta, tanto de ricos como de pobres, rurales y urbanos. Pom, el incienso utilizado por los antiguos Maya en las casas y en los rituales reales, sigue siendo muy preciado en el mercado local.

En las áreas rurales, las viviendas todavía se diseñan y construyen como hace dos milenios. Paredes de adobe y cañas están cubiertas por tejados de paja o de palma, y el recinto de cada familia consiste de tres o cuatro edificios pequeños agrupados alrededor de un patio central. Una estructura sirve como dormitorio; otra es la cocina; una tercera sirve como cuarto de almacenaje para el maíz, las judías, y otras mercancías; y una cuarta alberga una capilla. Encima de la capilla hay una cruz, pero incluso este quintaesencial símbolo cristiano tiene homólogos pre-colombinos en el arte, la escritura, y la cosmología de los antiguos Maya. Se quema incienso en el altar en incensarios de cerámica semejantes a los encontrados en los antiguos altares y capillas.

Otros aspectos de la cultura tradicional incluyen la creencia en espíritus que residen en la las montañas y riachuelos, e incluso en las ruinas del centro dinástico de la Acrópolis de Copán. Algunos de estos espíritus, que llevan nombres Maya y Nahuatl (Azteca), pueden reconocerse en esculturas de cerámica y piedra recuperadas en las excavaciones arqueológicas. Como en otras comunidades Maya más tradicionales, la gente de Copán se toma estos espíritus sobrenaturales y ancestrales muy seriamente. Sacrifican gallinas en las ceremonias de dedicación de sus casas y cuando plantan sus campos de maíz, judías, y calabazas cada Mayo. El 3 de Mayo, Día de la Cruz, una procesión superficialmente católica se dirige hacia una cruz de cemento en lo alto de la montaña más cercana, con la esperanza que la devoción traerá la lluvia de la vida.

Hace unos años, los miembros más hispanizados de la comunidad ridiculizaban las creencias y los modos de vida tradicionales de los segmentos indígenas de la población, más humildes, que vivían en las áreas rurales. Esto está empezando a cambiar, a medida que el trabajo en las ruinas y en el Museo de Escultura ha mostrado las impresionantes obras de arte y arquitectura dejados por los antiguos habitantes del valle de Copán.

Información de Viaje para Peregrinos Potenciales a Copán

Las ruinas clásicas Maya de Copán se encuentran en un fértil valle de montañas en Honduras occidental. Como en tiempos antiguos, los cultivos han eliminado la mayor parte del bosque en el área que rodea el centro cívico-ceremonial, pero el Parque Arqueológico protege un gran bosque. El sendero de naturaleza que lo recorre es muy apreciado por botánicos y ornitólogos.

El parque principal incluye la Acrópolis, la Gran Plaza, el campo de pelota, y la Escalinata Jeroglífica. Vale la pena visitar también el área residencial de Las Sepulturas, conectada con el centro de la antigua ciudad por una carretera elevada; el Museo Regional de la Arqueología Maya en el pueblo de Copán Ruinas, que alberga todo tipo de bienes muebles; y por supuesto, el nuevo Museo de Escultura, que está situado en la entrada del parque principal.

Copán es accesible por autobús, recorrido turístico, o coche de alquiler desde San Pedro Sula, la ciudad principal de la costa norte de Honduras. Los mejores meses para visitar Copán son Febrero, Julio, y Octubre, cuando el país es verde, la temperatura es moderada, y la lluvia relativamente ligera. El valle de Copán contiene muchas otras atracciones y sitios arqueológicos dispersos. Otro importante parque arqueológico con un museo es el de El Puente, a cincuenta kilómetros al este de Copán, junto a la carretera principal. Las personas interesadas en ruinas del período colonial gozarán de la fortaleza de Omoa, en la costa norte cerca de Puerto Cortez.

REGRESAR A MAYAS