LA FEDERACION CENTROAMERICANA
Por Mario R. Argueta
¿Existían elementos comunes, compartidos, que permitieran, con
posibilidades de éxitos, la unidad de las cinco provincias bajo la
forma de gobierno republicana, federal? La respuesta tiende a ser
negativa. Durante el largo período prehispánico nunca existió unidad
política ni cultural. La Colonia impuso, burocráticamente, la unicidad
pero un desarrollo desigual. En Guatemala, la más poblada y rica,
radicaron las principales autoridades civiles y eclesiásticas. La
nueva nación no podía ignorar el legado tricentenario, el
resentimiento y suspicacia de los nuevos estados con respecto a
Guatemala, sede de los grandes comerciantes monopolistas que compraban
y vendían imponiendo precios a los productores y consumidores
regionales. La diversidad étnica y lingüística persistía en las zonas
indias y garífunas; hacía falta una red de caminos que conectara
pueblos, villas y ciudades. Predominaba el sentimiento localista antes
que la centroamericanidad.
Los inicios
Tras alcanzar la segunda independencia, se procedió a elegir una
Asamblea Constituyente con representantes de las cinco provincias,
tomando en base su respectiva población. Para 1824 se calculaba que
Centro América contaba con 1,287.491 habitantes. El modelo político
escogido fue el de Estados Unidos, con su descentralización y división
en tres poderes.
El resultado electoral realizada ese año favorecieron a José Cecilio
del Valle, (41 votos diputadiles por 34 a favor de su contendiente,
Manuel José Arce). Empero, los cabildeos lograron que se despojara al
hondureño del triunfo para otorgárselo al salvadoreño, merced al voto
de los representantes Conservadores guatemaltecos. Este fue el primer
fraude, ``origen de las desgracias de aquella época'', en palabras de
Francisco Morazán.
La nueva nación surgió con una base económica débil: además de heredar
deudas del régimen colonial y del período de anexión a México, se
abolieron impuestos como el tributo, lo que redujo la base de ingresos
gubernamentales. El contrabando disminuyó las rentas nacionales. Los
impuestos recolectados por los estados en puertos distintos a Omoa,
Trujillo y Gualán, debían ser remitidos al gobierno central pero
frecuentemente permanecían en las arcas estatales. Los déficits
presupuestarios federales debieron ser cubiertos con cuotas aportadas
por los estados, pero en varias ocasiones varios de ellos se
declararon incapaces de cumplir con sus cuotas. Debido a esto, el
Legislativo facultó al Ejecutivo para que negociara préstamos con
bancos ingleses, por cinco millones de pesos. Uno de los bancos quebró
en 1826 pero la deuda aumentó al no poderse amortizar lo efectivamente
recibido: 375 mil pesos. Si bien dicho préstamo no fue pagado durante
la existencia de la Federación, la deuda no empobreció el tesoro
federal pero le costó a Centro América su crédito en tanto el préstamo
no contribuyó al desarrollo económico.
La primera guerra civil, 1826-1829
El arresto del Jefe de Estado guatemalteco, Juan Barrundia, y la
invasión a Honduras, la destitución y encarcelamiento de su
gobernante, Dionisio de Herrera, desencadenaron la confrontación
fratricida. En estas circunstancias apareció en la historia regional y
continental Francisco Morazán (1792-1842), civil que por las
circunstancias debió tomar las armas para restaurar la legalidad y
emprender un programa de reformas que, como señaló el historiador
mexicano Luis Chávez Orozco, fue el primer intento, cronológicamente,
en Hispanoamérica.
La revolución morazanista, 1829-1839
Tras la captura de la ciudad de Guatemala por el Ejército Aliado
Protector de la Ley, Morazán y la primera generación liberal iniciaron
un conjunto de medidas que buscaban la modernización social y
económica, cultural y política, a tono con las corrientes liberales de
la época prevalecientes en Europa Occidental y Estados Unidos. El
avance y consolidación de Centro América por la vía capitalista, bajo
la dirección de sectores medios, era la ardua meta deseada.
Las autoridades estatales destituidas fueron restauradas,
restableciendo así la constitucionalidad. El Congreso Federal inició
sesiones nombrando como Presidente Federal provisional a José
Francisco Barrundia. Morazán se abstuvo de impulsar su candidatura, a
pesar de estar en el pináculo de su gloria, contando con el respaldo
de soldados, intelectuales, sectores comerciales. Pero también fue
adversado por otros centroamericanos opuestos al mañana y anclados en
el ayer colonial.
Las elecciones presidenciales llevadas a cabo en 1830 favorecieron a
Morazán por sobre Valle. Se iniciaba la aplicación del programa
reformista. Empero, formidables obstáculos aguardaban.
Relaciones Iglesia-Estado
La deportación de la alta jerarquía eclesial guatemalteca, la
confiscación de sus propiedades, la extinción de las órdenes
monásticas masculinas, la subordinación del poder eclesial al civil,
la libertad de cultos garantizando protección a todas las
denominaciones, la prohibición del pago del diezmo, la declaratoria
del laicismo en la educación, debilitaron el secular poder y riqueza
institucional de la Iglesia, al igual que la supresión de los
tribunales civiles, contando con sus propias cortes para juzgar a sus
miembros. Estos derechos especiales, corporativos, chocaban con la
concepción jurídica liberal de la igualdad ante la ley. Hubo
eclesiásticos que secundaron a Morazán, entre ellos el hondureño
Francisco Antonio Márquez (1786-1842), quien mocionó en 1830 para que
los sacerdotes seglares pudieran casarse y sus hijos heredar.
La tenencia de la tierra
La política agraria liberal alienó al campesinado debido a la firma de
contratas con empresarios ingleses para explotar y colonizar la región
norte y oriental guatemalteca con inmigrantes europea, protestantes,
ofreciéndoles como aliciente tierras nacionales y comunales bajo la
forma de lotes de propiedad privada. Ese descontento agrario fue
manipulado por conservadores y sacerdotes para indisponer a la
población rural, india y mestiza, en contra de las autoridades en pos
del derrocamiento del gobierno y el fin del reformismo.
Relaciones con Gran Bretaña
El interés inglés en Centro América radicaba en la posición geo-
política del istmo y lo angosto de su territorio, lo que hacía
factible la construcción de un canal interoceánico. Tanto Valle como
Morazán deseaban que fueran los centroamericanos los que lo
construyeran y no naciones extranjeras. Pero esto chocaba con el deseo
angloestadounidense por dominar tal ruta acuática. Para 1821
Inglaterra controlaba Belice y ejercía influencia sobre La Mosquitia.
Epílogo
El descontento agrario fue manipulado por los conservadores y
sacerdocio para indisponer a la población india y mestiza contra los
liberales, éstos se dividieron: unos apoyando y otros adversando al
Jefe de Estados de Guatemala, Mariano Gálvez (1831-1838). Pese a que
las tropas federales, dirigidas por Morazán, derrotaron en varias
ocasiones a los alzados no lograron alcanzar una victoria decisiva. En
1838 se había desintegrado la Federación. Nicaragua se separó en abril
y en mayo el Congreso Federal autorizó a los restantes estados para
que se organizaran de la manera que consideraran más conveniente a sus
intereses. En julio, ese mismo cuerpo legislativo declaró que los
estados eran ``cuerpos políticos soberanos, libres e independientes''.
Honduras (donde se había impuesto el antimorazanista Francisco
Ferrera) y Costa Rica siguieron el ejemplo nicaragüense.
Morazán fue
derrotado por carrera en 1840, retorno a El Salvador y de aquí al
exilio panameño (redactando en David sus memorias y el manifiesto en
que defiende su actuación política) y peruano. Ante el pedido de ayuda
formulado por Nicaragua y Costa Rica, tras haber ocupado Inglaterra la
costa Mosquitia y las Islas de la Bahía regresó a Centro América. Los
costarricenses lo nombraron Jefe de Estado, emprendiendo una corta
pero fecunda obra administrativa, estudiada por el compatriota Miguel
Cálix Suazo.
Una revuelta provocó su arresto; sin otorgársele el
derecho a la defensa fue fusilado el 15 de septiembre de 1842. Pero el
ideal unionista no murió con él, fue retomado por su fieles
seguidores, los ``coquimbos'' y sobrevive hasta ahora, cuando la
globalización hace más urgente que nunca la integración en un solo
bloque. Morazán, junto con Valle y Rubén Darío, son los tres más
grandes centroamericanos de todos los tiempos.
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