HISTORIA DE HONDURAS

"Aqui Mando YO"

Transporte de correo y mercaderías

El autoritarismo caudillista fue la receta aplicada para mantener en existencia a esta república incipiente. El primer hombre fuerte fue el separatista Francisco Ferrera, de 1838 a 1847.

Para el contexto legal el fácil expediente fue el de volver a poner en vigencia todas las leyes de la época colonial y en devolverle a la Iglesia Católica todas las prerrogativas, que habían sido amenazadas por los morazanistas. En materia económica, la minería ha decaído totalmente, tampoco se salva el tabaco y la renta del aguardiente es quizás el rubro más rentable para el Estado.

En 1844 los morazanistas hondureños se lanzaron a recuperar el poder, acción que condujo al fusilamiento, en Comayagua, de Joaquín Rivera y a la masacre contra el pueblo de Texíguat. La población de este sitio era indígena y un selecto grupo de ellos se constituyó en la guardia personal del general Francisco Morazán, a quien acompañaron hasta el último minuto.

Cuando el pueblo se levantó en armas, en dicho año, Ferrera envió a Santos Guardiola, quien aplicó extremo rigor contra los sublevados.

Y así, para sostenerse, el Estado empezó a convertirse en fuente de terror. Hacia levas en los pueblos y traía a los "voluntarios" para el ejército, codo con codo, amarrados. Hacía requisiciones forzosas de todo tipo de productos o de semovientes, que eran el pánico de finqueros y comerciantes. En casi permanente estado de excepción, durante todos estos años, lo que contaba eran las decisiones del grupo de poder, alredor del caudillo del momento. Combatiente de la Guerra Nacional

Pero también el Estado comenzó a transformarse en fuente de riqueza y de ascenso social. Veinte años atrás, al cambio del régimen colonial por el independiente, era impensable que artesanos mestizos como Ferrera o Coronado Chavez hubieran desempeñado una alta función pública y menos las de Jefe de Estado. Sin presupuestos, dada la carencia de rentas, el Estado hondureño era rico en tierras y solía pagar las hazañas militares, los sueldos atrasados y hasta las deudas comerciales con ese único caudal que posea.

En la tierra estaba la riqueza. Y desde luego en los grandes latifundios ganaderos, que aguantaban las contrariedades y aún engrosaban a pesar de tantas revueltas. Eso lo constató el citado viajero, Mr. Wells, cuando visitó Olancho.

Los terratenientes no se cuidaban del gobierno central. El autoritarismo del gobierno era más aparatoso que efectivo. Los terratenientes representaban, en sus regiones, al gobierno pero con esto no recibían una legitimación oficial de su poder. Era al contrario: al gobierno central lo legitimaba el que los terratenientes, verdadero poder regional, lo representaran.

© La Prensa Honduras, C.A.
1999 Derechos Reservados



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