HISTORIA DE HONDURAS

Las Tribulaciones del Joven Valle

José Cecilio Díaz del Valle y Díaz del Valle nació en Choluteca un 22 de noviembre de 1777. A los trece años de edad dejó su provincia natal, a la que nunca regresaría, para cursar estudios en la Universidad de San Carlos de Guatemala. En Agosto de 1803 obtuvo su título de Abogado a los 25 años, luego de graduarse de Bachiller en filosofía y Licenciado en derecho canónico y en derecho civil.

José Cecilio del Valle fue electo presidente de la Federación Centroamericana en 1833

La posteridad le ha apodado "El Sabio", apelativo que merece no porque para todo tuviera la respuesta precisa y doctoral; antes, al contrario, porque ejemplar testimonio de una sociedad que se transformaba, vivió en la incertidumbre y aplicó los métodos de ensayo y error, propios de la ciencia, para dilucidar sus propias dudas y para avanzar conclusiones prácticas a los problemas que las vicisitudes históricas hicieron surgir.

Valle nació en el Antiguo Régimen, en su última faceta dominada por el Despotismo Ilustrado.

La fórmula del Despotismo Ilustrado ha sido condensada así: Gobernar para el pueblo, pero sin el pueblo.

Antes de abandonar Choluteca, un régimen democrático republicano se ha implantado en los Estados Unidos de América y una revolución burguesa está en curso en Francia.

En el Antiguo Régimen el Monarca era el soberano. Las revoluciones del momento han proclamado que el pueblo es el soberano: hay que gobernar para el pueblo y con el pueblo.

El joven Valle ha comenzado a ejercer con éxito su profesión en Guatemala cuando, en 1804, Napoleón Bonaparte se ha coronado Emperador de los franceses. El militar Bonaparte controló el carro de la revolución: su rango imperial le bienquista con los monárquicos, sus códigos y decretos aseguran la igualdad ciudadana ante la ley, anulando los viejos privilegios aristocráticos.

Además de ejercer su profesión, a partir de 1808 Valle forma parte de la administración colonial. Es eficiente colaborador de los Capitanes Generales González y Bustamante.

Son años críticos para el dominio español en el nuevo continente. En Tegucigalpa, entre otros sucesos inquietantes, Juan Antonio Duarte Garay, alias "Pitoreta", fue puesto preso por gritar en la calle "¡Viva Francia, Muera España!". En Guatemala se descubre (1814) una célula de conspiradores en el convento de Belén, quienes mantenían correspondencia con los insurgentes mejicanos.

El joven Valle estudió en una etapa de transformaciones universitarias. Pudo asimilar la sólida lógica aristotélica de los estudios tradicionales, pero gracias a maestros como el Fraile franciscano José Antonio Liendo y Goycoechea y el médico José Antonio Flores, se ha embebido de las ideas innovadoras de las modernas ciencias: la economía y la física. Las ciencias deben tener la primacía en la tarea de renovar la sociedad, piensa. Esta ilustrada enseñanza le fue imbuida durante sus años de estudio: para transformarse la sociedad requiere de ciudadanos transformados. La educación es el vehículo de esa transformación. Entre todas las ciencias, la administración del Estado es la más delicada.

Valle entró al servicio público sustentado en una posición platónica, elitista: los más ilustrados deben gobernar. Esto calza bien con el reformismo borbónico, de cambios impuestos desde arriba. Ambicioso como es, se ve incluso en mejores destinos y solicita plaza en la administración imperial, quizás en México, quién sabe si en Madrid, en la misma metrópoli.
 
"Don José del Valle merece ser puesto a la cabeza de sus contemporáneos. Todo se combina en este patriota para ganar la estimación de sus conciudadanos y el respeto de los extranjeros. Sumamente versado en todas las ciencias, habla y escribe con admirable elocuencia y facilidad. Siguiendo los pasos de Franklin, inició su carrera editando un periódico titulado "El Amigo de la Patria", con el propósito de instruir a sus compatriotas y elevar sus mentes preparándolas para recibir la independencia. Su fortuna es considerable. Es de alta estatura, está en la primavera de su vida y arde en deseos de procurar la felicidad de su país. Su cortesía para los extranjeros es tema de admiración; en una palabra, es uno de aquellos hombres que por su virtud y sus talentos, basta a dar fama y brillo a una nación".

José de Pecchio (1780-1834)
CARTAS DE JOSÉ Cecilio del Valle



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