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(1781 – 1850)
(Jefe de Estado)
Arrojado por las armas
16 de septiembre de 1824
10 de mayo de 1827

DIONISIO DE HERRERA

Nació en: Choluteca el 9 de octubre de 1781.
Hijo de:    Juan Jacinto Herrera y Paula Díaz del Valle.
Realizó estudios: superiores en la Universida de  San Carlos de Guatemala. Al regresar a Honduras, Pasó a desempeñar la Secretaria del Ayuntamiento de Tegucigalpa. Fue organizador de tertulias donde se comentaban los sucesos de España, México, las luchas de Bolívar y San Martín.


Fue electo Jefe de Estado por cuatro años por la Asamblea Constituyente reunida en Cedros, y como Vicejefe, José Justo Milla. Nombro a Francisco Morazán Secretario General . Juró la Constitución Federal. Dividió el territorio hondureño en 7 departamentos. Creó la primera Corte Suprema de Justicia y el primer Escudo de Armas. Promulgó la primera Constitución Política del Estado de Honduras. Chocó con el Presidente Federal Manuel José Arce por haber éste aceptado ilegalmente la renuncia del Vicejefe Justo Milla y convocado a una nueva elección de Jefe de Honduras. Arce, y el Vicario José Nicolas Irias, de Comayagua, conspiraron en contra de Herrera y del último llegó hasta excomulgarlo y trató de asesinarlo. Justo Milla, con el apoyo de Arce, invadió a Honduras desde Guatemala, y sitió y prendió fuego a Comayagua. El traidor español Antonio Fernández, Comandante de la Plaza, capituló, y el Jefe Herrera fue apresado y conducido a Guatemala.

Aproximaciones a Dionisio de Herrera

Por: Luis Armando Verde

. Dionisio de Herrera no es solamente un caso histórico en la política hondureña. Es mucho más. Herrera es artífice de nuestra nacionalidad y un consecuente defensor de las libertades públicas. Perteneció a una familia de hondo arraigo en el país, primo de José Cecilio del Valle, otro influyente intelectual de su época, formado en la muy ilustre universidad de San Carlos de Guatemala a la que tenían acceso únicamente los adinerados de la aristocracia chapina y uno que otro criollo filtrado gracias a las bondades de reconocimiento y la buena fortuna.

Herrera es considerado un hombre de pensamiento liberal, conocedor de las ideas de la ilustración y ferviente apasionado por la historia. En su biblioteca personal abundaban los textos en francés, pues se afirmó que era una de las más completas, a tal grado que sus opositores políticos la incendiaron en las cercanías del puente Mallol de Tegucigalpa por encontrar “libros herejes”.

Las diferencias entre el vicario Irías y el Jefe de Estado Herrera llegaron al extremo de excomulgarlo acusándolo de francmasón y poniendo a una parte de la población en su contra.

Esta acusación resultó difícil de explicar, además en ese momento era evidente la posición de la jerarquía eclesiástica arrimada a las clases más reaccionarias y su persecución a todos los partidarios del liberalismo considerado peligroso, pues así funcionaba la vieja alianza entre el trono y el altar, hasta se dijo: “es perfectamente compatible ser católico y masón, pues el punto de partida de la masonería es la creencia en Dios”.

Muchos historiadores opinan que las disputas políticas eran transferidas al campo religioso si detrás de ellas existían problemas económicos. Recién proclamada la independencia el gobierno de Comayagua pidió al mismo provisor del Obispado que ordenara a sus feligreses obedecer a su gobierno y no a las autoridades nombrados por Guatemala.

El Congreso Constituyente de Honduras eligió Jefe de Estado a Herrera el 16 de Septiembre de 1824, posteriormente conocido como Asamblea, la cual dispuso una serie de medidas legislativas; al dividir el territorio en siete departamentos (Comayagua, Tegucigalpa, Gracias a Dios, Santa Bárbara, Yoro, Olancho y Choluteca) que sirvió para rubricar simbólicamente el nuevo ordenamiento y diseñar el escudo de Honduras.

La Asamblea hondureña, con asiento en Comayagua juró a su vez la Constitución Política de Centroamérica basada en dos principios filosóficos de la revolución francesa y la Carta de Estados Unidos, y como tal, era federal, popular y representativa, formada también por un poder bicameral, es decir un congreso y un senado y el Poder Judicial.

En cuanto a las disposiciones generales, llama la atención concedida a los derechos humanos, al decretarse la abolición de la esclavitud antes que Estados Unidos de América y Rusia.

El establecimiento de derechos que gozarían prisioneros y acusados en espera de sentencia, el respeto a la privacidad de los ciudadanos, determinando que solo podían decomisarse como prueba los papeles personales en caso de traición a la patria y que su publicación era imprescindible para constatar la verdad.

El gobierno de Herrera estableció las tertulias patrióticas para consolidar principios republicanos. Estos espacios políticos habían sido impuestos por la vía del decreto en Guatemala desde los albores de la independencia, en ellos se reunían destacadas personalidades para discutir la situación política y económica de la región. Herrera es además autor del Acta de Independencia de Honduras, redactada el 28 de Septiembre de 1821, poco después de la llegada de los pliegos; con la revolución triunfante de Morazán fue nombrado para que pacificara Nicaragua.

Este proyectismo social y su carrera política definen la esencia del verdadero estadista y está por encima de aquellos personajes de nuestro medio elaborados con arcilla de mala calidad.

También lo encontramos en las postrimerías de su vida y en otras circunstancias radicado en El Salvador, como maestro de escuela, aquí muere en 1850 dejando en su testamento tres pesos como símbolo de universal humanidad destinados a la educación del vecino país.

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