DEPARTAMENTO DE VALLE

MUNICIPIO DE CARIDAD

Fundado en 1801, con una poblacion actual de 3.545 habitantes.

FIGURAS SOBRESALIENTES

José Antonio Velásquez

Jamás pudo explicar el cómo y el porqué de su arte, ya que fue un instintivo autodidacta guiado únicamente por el apasionado romance que mantuvo durante años con la bucólica localidad de San Antonio de Oriente, Francisco Morazán, su punto de partida y su eterna llegada.

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“Paisaje de San Antonio de Oriente”, 1958, óleo sobre tela, propiedad de la colección del Banco Central de Honduras.

De su sagaz retina y de su incansable pincel jamás escaparon detalles que para otros pudieron pasar desapercibidos: El verde en sus diversas tonalidades, las tejas contadas una a una de las humildes casas que le dieron la vuelta al mundo, o el clásico perrito omnipresente en la mayoría de sus cuadros.

De ahí que le dio un nuevo vigor al primitivismo, ese género del que fue su amo y señor, hasta ser considerado el mejor en su género en América y el quinto a nivel mundial.

Tuvo muchos oficios, antes de que la pintura fuese su única ocupación. Fue telegrafista, barbero… por cierto laureado por la Asociación de Barberos de Washington…, comerciante, alcalde, escultor, agricultor, maestro de escuela, entre otras nobles actividades.

La crítica especializada sostiene que “Velásquez es únicamente pintor del instinto, esa es su única brújula, con la que ha descubierto su manera de pintar. Ha extraído de la naturaleza una visión pictórica”.

Sus hijos, Tulio Enrique y José Antonio, siguieron los pasos de su padre, del que recibieron la mejor herencia: El amor al trabajo y al arte.

De él recuerdan el amor que les prodigó, su responsabilidad y disciplina.

Raquel y José Antonio Velásquez.

Sus inicios

Fue un lejano 8 de febrero de 1906, la fecha en la que vino al mundo el considerado como el mayor precursor del primitivismo, a nivel americano.

José Antonio Velásquez fue prolífico en su producción y durante décadas trabajó incansablemente por lo que consideró su eterna pasión: la pintura.

Nació en Caridad, Valle, sin embargo, a la edad de 18 años se trasladó a Tegucigalpa y aprendió el oficio de telegrafista.

En 1930 se mudó al pueblo que fue su mayor fuente de inspiración: San Antonio de Oriente. Ahí surgiría su fecunda actividad artística y también en ese lugar conocería a la que fue su esposa hasta el final de sus días: Raquel Maradiaga, con la que procreó seis hijos.

En esa época trabajada como telegrafista, pero al abandonar ese cargo comienza a dedicarse al oficio de barbero y se inicia en la pintura como “hobbie”, inspirado en la serena belleza de San Antonio de Oriente, sosegada localidad situada cerca de El Zamorano.

En 1943 fue nombrado barbero de la Escuela Agrícola Panamericana “El Zamorano”. Fue el director de ese prestigioso centro educativo, Wilson Popenoe, quien lo alentó para que realizara exposiciones en el exterior.

Invitado por el rey Felipe de España, se trasladó a ese país durante tres meses a promover su arte. Luego seguirían exposiciones personales y colectivas en Estados Unidos de América, Centroamérica, México, España, Alemania, Italia, Brasil, Colombia y Cuba.

La Asociación de Barberos de Washington “también le rindió un homenaje a Velásquez”.

“Amó entrañablemente a Honduras sobre todo a San Antonio de Oriente. Huyendo de ingratos recuerdos se fue de Caridad, Valle, ya que en ese lugar presenció el decapitamiento de su padre por cuestiones políticas”, recuerda tristemente su hijo Tulio.

Admiraba a Picasso, y a la hondureña Teresita Fortín. Los críticos admiten que fue minucioso en su arte y comparan su obra con la del francés Louis Vivian, que pintaba los edificios de París, ladrillo por ladrillo.

La Organización de Estados Americanos, OEA, lo declaró como el primer pintor primitivista de América y el quinto del mundo.

Paradójicamente fue conocido primero a nivel internacional, para luego darse a conocer en su tierra, que le prodigó diversos honores y homenajes. Su vida quedó plasmada en un documental, titulado “El Mundo de un Primitivista”, narrado en inglés, por la que fuera la estrella infantil del celuloide por excelencia, Shirley Temple.

La cinta muestra la Tegucigalpa de antes, intercalada con tomas de San Antonio de Oriente y fue estrenada en Washington. A partir de ese momento se dio a conocer a nivel nacional.

Con el rey Felipe de España, quien también lo apoyó en ese país, para que promoviera su arte.

Sus pupilos

Pese a lo que se ha afirmado, Velásquez no fue fundador de ningún taller en el que se formaron los primitivistas de la actualidad. En sentido figurado, sí hizo escuela porque su estilo y técnica han sido reiteradamente imitados.

Sus únicos alumnos formales fueron tres: Sus hijos Tulio Enrique, José Antonio y su nieto Roberto Velásquez.

Hace unas cinco décadas le dijo a su hijo Tulio: “Pintá lo que yo estoy haciendo, si querés el mismo estilo, pero dentro de mi estilo creá el tuyo propio”.

Captó lo que su padre le quiso decir y considera que su estilo es más claro, más definido. Pero siempre teniendo el pueblo como su principal iluminación.

Pese a que la mayor inspiración de Velásquez fue San Antonio de Oriente, pintó infinidad de pueblos y caseríos. Además era retratista y hacía bustos, restauraba imágenes.

Sus clásicos burritos regordetes, el perrito husmeando, las tejas perfectamente definidas, las mujeres de pueblo, la apacible quietud de las montañas hondureñas, quedaron atrapadas para siempre en sus lienzos, que ahora se encuentran en importantes colecciones privadas o gubernamentales del mundo.

En El Zamorano estuvo 14 años como barbero, mientras en San Antonio pintaba. En ese lugar fue alcalde durante tres períodos, por el Partido Liberal.

Se mudó a Tegucigalpa en 1965, siguiendo a su esposa e hijos que se vinieron a la capital en vías de estudio. Instaló su taller en el barrio El Guanacaste, en donde continuó con su incansable trabajo pictórico.

El maestro Velásquez reposa en la paz del Señor desde el 14 de febrero de 1983. En su tumba se encuentra esculpida una paleta de metal de la que salen tres pinceles en representación de sus únicos tres alumnos.

Fue considerado como el pintor oficial del país. Fue un primitivista espontáneo que dio gloria y honor a Honduras.

Las actuales generaciones lo recuerdan como el maestro que aún después de su muerte goza de una posición cimera y fue el precursor de un arte, otrora considerado casi rupestre, pero que Velásquez logró personalizar y elevar hasta un olimpo reservado sólo para los grandes

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