DPTO: FRANCISCO MORAZÅN

MUNICIPIO DE TEGUCIGALPA

EL AÑO QUE CAMBIARON LA FIESTA
DE SAN MIGUEL DE TEGUCIGALPA

Por: Mario Felipe Martínez Castillo

Para los vecinos de Tegucigalpa es común que el día 29 de septiembre se escuche, desde la madrugada, la algarabía que se produce en el mercado San Miguel en el centro de la capital y que, desde la víspera los vendedores de ese mercado hacían festejos con marimbas y mariachis que duraban toda la noche (últimamente esta celebración ha desaparecido por haberse hecho evangélicos la mayoría de los vendedores y la poca preocupación de la Iglesia Católica). El día 29 por la mañana hay misa solemne en la Catedral y el Cabildo hace algún acto que sin que se sepa desde cuándo se ha venido celebrando.

Hoy darnos a conocer el origen de esta celebración al haberse encontrado documentos que nos cuentan su historia a saber:

Hasta el año de 1746 la celebración de San Miguel se hacía el 29 de septiembre con actos puramente de liturgia religiosa, sin embargo al darle el título de Villa al Real de Minas de Tegucigalpa, el Ayuntamiento quiso conmemorar con más vistosidad la celebración del Santo Patrón y unir a dicha festividad, el paseo del Real Pendón que era sacado por los Alcaldes Mayores, acompañado de todo el vecindario, asistiendo todas las compañías de milicias de las cercanías y con juegos de tablas en la parroquia y los conventos en donde a las puertas se daba agua bendita, así se estuvieron celebrando hasta el año de 1759 con grandes inconvenientes, ya que todos los años se deslucía el festejo por los grandes aguaceros que caen en la Villa ese día. Así el 16 de junio de 1770 el Ayuntamiento formado por las autoridades civiles siguientes: Alcalde Ordinario de 1er voto don Francisco de la Rosa y Aguayo en quien también recaía el oficio de Alférez-Real; el Regidor Don Guillermo de Riva y Zelaya; el Regidor Don José González Agüero, junto con el Alcalde Mayor Don Jerónimo de la Vega Lacayo, el procurador Don Baltasar Maradiaga y los regidores don Antonio Inestroza Don José Antonio Lozano y Don Manuel de Córdova, solicitan al ilustrísimo Obispo de Comayagua don Antonio de Maraculla, el permiso para trasladar la festividad para el día 25 de diciembre aduciendo que la festividad del 29 de septiembre se veía siempre deslucida "es constante que el día 29 es el tiempo más riguroso de las aguas, por cuyo motivo se ha dejado de hacer el paseo del Real Pendón, algunas veces ha sido menester, coger capotes con la incidencia que se deja ver en una función tan seria y como asisten todas las milicias y el pueblo y es el tiempo oportuno de siembras, cosidas de maíces, formar chuseros y otros muchos menesteres del campo se sigue mala obra no solo a ellos sino al público y los que pueden asistir voluntariamente porque viven en el pueblo, a las funciones no lo hacen por las mismas ocupaciones, lo que no sucede en este tiempo del 25 de diciembre por ser el que todos están ya desocupados y si no dígalo la experiencia en la presente función que aún con ser la primera nunca se había visto tanta gente de todas las clases que llenaron la plaza y las calles adyacentes". Ante estas circunstancias su Señoría el Obispo de Comayagua dice: "que se traslade el desfile del Real Pendón para el día 25 y ya que la festividad es dada por el vecindario que lo componen los vecinos de los pueblos de indios de los alrededores, los del pueblo de indios de San Miguel de Tegucigalpa y los vecinos del Real de Minas se continúe este celebrando el 29 de septiembre únicamente una misa solemne en la iglesia parroquial y el paseo del Pendón Real se puede trasladar para el 25 de diciembre en la forma que se hace llevando a caballo por el Alcalde Mayor y acompañado de las milicias y pueblo en general".

Así se estuvo celebrando por algunos años con gran entusiasmo de los pobladores, hasta que en una fecha indeterminada pero probablemente después de 1821, al no haber más Real Pendón y al haber desaparecido los alcaldes mayores, la festividad del 25 de diciembre desapareció; sin embargo las festividades de San Miguel el 29 habían continuado hasta nuestros días, ya no con fiestas de tablas (obras teatrales que se representaban en los atrios de las iglesias) ni el juego de toros en lo que es el Parque Central y la presencia de los cuerpos militares.

Sería de gran interés ahora que estamos en vísperas de celebrar los 500 años de la evangelización de Honduras, que antiguas fiestas religiosas no desaparezcan y que la Iglesia Católica de todo su apoyo a grupos religiosos que a duros esfuerzos están manteniendo estas tradiciones católicas.

* La documentación para artículo fue encontrado en el Archivo de Centro América de Guatemala y está catalogado así: A.GC.A.A.l.2.9 Legajo n7 exp.1401 (4).

Historia de Comayagüela

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