JOAQUIN SOTO

CANCION ERRANTE

Van cayendo los tonos amarillos tras la sierra lejana. Y en el monte su unánime lamento alzan los grillos y se angustia de pena el horizonte... Todo tiene un matiz raro y confuso e inmóviles están todas las cosas... En el jardín y en la arboleda puso la tarde sus tristezas misteriosas... De la iglesia arruinada se desprende una lechuza que en su sordo vuelo gira sobre la torre, granza y hiende con su sombra la lámina del cielo. Bala un toro a lo lejos. Su balido tiene angustia y pesar como un lamento, y en el vetusto murallón caído su trémula canción suspira el viento... Por las rendijas de las casas viejas salen hilos de luz que dentro alumbra y errantes por los muros y las rejas las luciérnagas pueblan la penumbra. Tras la gata jovial que más admiran y que es culpa de riñas y despechos maullando amores trágicos se miran los gatos vagabundos por los techos. Cruza una hembra la calle. Va tras ella como siempre, don Juan, que el paso apura; y arriba, en el cenit, brilla una estrella como un diamante en una tela oscura... ¡Yo gozo mis ensueños, mis visiones intimas, mis borrosas remembranzas de las novias que van en mis canciones consteladas de angustias y esperanzas! Pienso en el porvenir vago y distante, en la gloria, que siempre tarde llega, en el destino del cantor errante y en la Muerte que todo anhelo siega; en el amor que nuestra almas muerde con furia inevitable y sin sentido, y que es inútil, pues su luz se pierde en las pálidas sombras del Olvido; en lo fugaz de nuestro nombre, llama que extingue siempre el soplo de los años, ¡en lo difícil de domar la Fama y en lo fácil de hallar los engaños! Sopla el viento en las calles, Se levanta del jardín el perfume de las rosas, y en mi estrella interior la vida canta sus eternas canciones poderosas. Desde un viejo portón vibra un silbido. En las sombras un perro se lamenta, y pone en su fantástico gemido cierta extraña tristeza que atormenta... Todo queda en silencio. Yo camino, y pensando que hay alguien que me espera, un encantado ruiseñor divino canta en mí su canción de primavera. Se entreabre una ventana. Se oye un leve rumor de pasos tímidos... Y siento en mis manos temblar su mano breve y en mi boca sus frases y su aliento...